Maya limpiaba el último plato que había ensuciado, dejo la cocina impecable. A pesar de que Jean le había dicho que por las mañanas una señora llegaba hacer limpieza ella prefirió hacerlo. Ya tenía con ser una carga para su amiga y ese francés, como andar de vaga en la casa.
Estaba completamente sola, Adrien se había ido no más cuando Zoé se había ido con Jean. Por un momento pensó que se iba a quedar, pero no había sido así. Aunque fue muy lindo el haberle regalado toda esa ropa. Se sentía en deuda con él, pero que tanto el mismo se había ofrecido en comprarle todo.
De pronto la puerta del apartamento fue abierta, provocándole un susto de muerte a la morena. Al girarse se percató de la presencia del rubio.
—¡Dios! Me has dado un tremendo susto.
—Lo siento much
Susana conducía a las chicas hasta las habitaciones, abrió la primera puerta indicándole a Zoé que pasara.—Esta será su habitación señorita.—¡¿Solo la mía?!—Si. La habitación de su amiga estará a su lado. Esta es la que compartirá con el joven Jean Pierre.—¿Compartir? Pregunta atónita.—Así lo ha hecho saber el señor Dubois, señorita.—¡Dios! Exclama.—Tranquila, voy a estar aquí contigo no pasa nada. La anima su amiga.Después de acomodarse y refrescarse un poco las chicas bajaron a la planta de abajo, Antonie las había enviado a llamar. Así que Susana las llevo hasta la terraza donde las esperaba el señor Dubois listo para tomar el desayuno.
—Bueno, ya que todos están aquí les informo que he organizado a un pequeño grupo pero los mejores organizadores de bodas. Todo estará listo para que ustedes dos se casen en una semana.—¡¿Una semana?! Pregunta Zoé.—Sí, ¿acaso mi hijo no te dijo nada? ¿Acaso no se cuentan todo como la pareja que son?—¡Padre, basta! Zoé y yo conversamos y decidimos que en un ms estaría bien.—No. Se hará como digo, una semana. Sentencia el viejo. -¿Algún problema señorita Bonnes?—Ninguno señor Dubois. Sonríe a duras penas.—Esta dicho, en una semana y no se diga más. Después de la conversación poco amistosa que la pareja tuvo con Antonie todos se despidieron para dirigirse a sus habitaciones.
—¡Oh, señor Dubois! Qué bueno verlo tan repuesto. La rubia le dedico una radiante sonrisa, que para Zoé parecía más falsa.—Si querida, ya estoy mejor. Ven siéntate con nosotros.La rubia obedeció, observando a las chicas de una manera poco amistosas. Era como si ellas dos fueran un par de bichos que debían ser aplastados. —Adelaine, querida mía. Conoce a la señorita Zoé Bonnes, y su amiga Maya Weber.—¡Oh! Un gusto. Esta les sonríe siendo poco amable. – No sabía que tenías invitadas esta mañana.—No son mis invitadas, querida. La señorita Zoé es la prometida de Jean Pierre.—¡¿Qué?! Pregunta sorprendida la mujer mirando a Zoé como si debiera estar muerta.—Si, al p
Maya regresaba distraída a casa, cuando de la nada una mano la hala nuevamente hacia el laberinto. Ella da un pequeño gritico, pero luego sonrió al notar que era Adrien.—¿Qué estás haciendo? Pegunta con una sonrisa.—He venido a verte. Envuelve su cuerpo con los brazos.—¿Ah sí? —Si. Responde con voz ronca y sensual.El rubio besa los labios de la morena apasionadamente mientras deciente sus manos por los muslos hasta coronar las nalgas de esta. Inmediatamente ella comenzó a soltar sus pantalones y bajar la cremallera para sacar el pene de entre el bóxer.En seguida el rubio bajo las bragas de la morena, seguido de eso se la subió encima pegando su cuerpo de la muralla de flores. En segundos penetro a Maya quien jadeo sobre sus labios, este se los mordió cuando empez&oac
Jean tomaba un trago de whisky en el despacho de su padre, estaba solo… quizás lo que buscaba era un poco de paz. Afuera todo era un caos, los amigos de su padre no paraban de llegar. El no necesitaba ver a todo ese montón de viejos que solo querían felicitarlo por su matrimonio… (Su matrimonio) uno que no era para nada real. Bueno no al menos, hasta tenerla en su cama. Si no lo consumaban al final no sería legal.Debía buscar las maneras de llevársela a la cama, solo hacía falta una sola noche con ella. Estaba completamente seguro que después de eso Zoé cedería a sus mandatos. Necesitaba buscar una buena estrategia de seducción, en la que ella caiga rendida a sus pies.Podría sonar algo machista, pero ella se había vuelto algo obsesivo para el… a tal punto que la quería como su esposa con tal de tenerla solo para
Jean conduce una mano hasta el sexo de Zoé, la chica da un respingo al sentir que invadían los pliegues de su vagina.—¡Jean! No, detente. Pero sus palabras sonaron a gemidos que una petición.—No, preciosa. Me pienso comer tu coño.Y dicha esas últimas palabras, el rubio rápidamente llego hasta la zona v de su cuerpo. Abrió las piernas de Zoé atacando directamente su vagina. Oyéndola gemir con más fuerza mientras arqueaba más su cuerpo en dirección a la boca de Jean.—¡Ahhhh! Por dios, si paras te juro que te ahorco. Le grito aferrándose a la almohada. El francés se comía su coño con afán, aferrándose a las nalgas de está dejando la visible marca roja de sus manos. Jean sintió como el cuerpo de su esposa se tensaba, sus piernas se
Sin mediar palabras, el francés se acercó a ella tomándola desprevenida por la cintura. Termino por besar sus labios de una forma violenta, pero apasionada. Por supuesto que Zoe se resistió golpeando sus brazos, pero poco a poco fue cediendo entregándose al beso y los brazos de su esposo.Pronto el beso paso ser más necesitado por ambas partes. Zoe sin tener control de sus movimientos empezó a despojar a Jean del suéter que llevaba puesto. Este hizo lo propio con la manta que llevaba esta encima.En segundos los recién casados se habían despojado de la mayor parte de su ropa, la castaña solo llevaba la ropa interior. Y el rubio un mono de correr.Este se cargó a su esposa encima quien no opuso resistencia, cosa que le encanto… la condujo hasta la cama donde se tumbaron. Seguido este bajo las bragas de la castaña, luego se quit&oa
Expresando aquellas palabras termino por besar a su esposa en los labios, continuaba manteniéndola sujeta de las manos ya que no confiaba en ella. Pero pronto el francés sintió que ella en vez de alejarse de él, lo buscaba aún más. Introduciendo la lengua en su interior. Aquel gesto lo puso más duro de lo que estaba. Inmediatamente aparto la sabana con que ella se había envuelto, para acomodar su pene en la entrada de su vagina. La escuchaba gemir con fuerza cada vez que el frotaba su miembro contra su vientre.—Joder Zoe, me encanta estar así contigo.—No… para… no quiero. Pedía entre jadeo.—Si quieres.Con la rodilla abrió las piernas de su esposa y en una embestida lenta se adentró en ella… ya estaba tan húmeda que no tuvo que esforzarse mucho para lubricarla. E