Su amiga tenía razón, le hubiera ido muy mal como si hubiera seguido viviendo en esa casa.
—¡Gracias por estar conmigo! Le dice la castaña.
—Ni que lo digas.
Esa noche las chicas fueron a trabajar como de costumbre, y como siempre el bar se encontraba a reventar. A medida que avanzaba la noche, Zoé se dio cuenta que la mesa que utilizaban los hermanos estaba siendo ocupada por otras personas.
Sin poder evitarlo los busco por otro lado, pero o su visión era muy mala o no habían ido esa noche...y comenzaba a sospechar que la segunda opción era la acertada.
—No están. Le dice Maya a su lado en la barra.
—¿De qué hablas?
—Te he visto, lo estás buscando. Pues te digo, n
—Jean ¿Acaso te has vuelto loco? Si papá se llega a enterar de lo que pretendes hacer, allí si te va a desheredar. ¡Hasta a mí!—No te amargues… todo va a salir bien.—Dudo que sea una buena idea. Adrien negaba mientras manejaba, llevaba los auriculares en el oído mientras conversaba con su hermano que iba delante de él.Después de la cena, Jean y Antonie volvieron a discutir de lo mismo. Así que el rubio le dijo a su padre que se casaría, accedería a su maldito capricho.—Muy bien papá, quieres que me case. ¡Lo haré! Me casare, si es lo que te hará feliz lo voy hacer.—¡Bien! Le grita el viejo. —Hablare con el padre de Adelaine y…—&iexc
—¿Porque crees que se haya desmayado? La verdadera razón, no la que nos contó la amiga. Pregunta Jean a su hermano.— ¿Porque dudar? Ya vez lo que les paso. Las echaron a la calle. Si no tenían para pagar alquiler, mucho menos para comer bien. Además, no has visto sus rostros. Están mal, las dos. —Sí, puede que tengas razón… o quizás están metidas en otra cosa, se gastan el dinero en otra cosa.—¡Jean! Su hermano se pone en pie. —Si vas a dudar de ella, entonces olvídate de ese trato que quieres hacer. No funcionará lo de ustedes dos.—Por supuesto que lo haré. No me echare para atrás con esto del matrimonio.—Entonces no le des vuelta al asunto, ellas no necesitan más problemas. Yo sí creo que están mal económicam
Él corazón de la castaña se estremeció al ver la mano de Jean tendida hacia ella, era el m1omento de cerrar el trato… el detalle estaba en que, ¿realmente lo haría? Volvió la mirada hacia ese par de ojos azules que brillaban ansiosos y expectantes. Con miedo y nerviosismo Zoé tomo la decisión más alocada de su vida… —Es un trato. Le tiende la mano.Este sonríe con malicia en la mirada, en medio del apretón de manos Jean hala a Zoé hacia él. El choque de ambos le permite al rubio besarla en los labios mientas la envolvía entre sus brazos. Pero aquel beso no duro mucho, ya que ella a los segundos se estaba separando. —¿Qué crees que estás haciendo?—Así sellaremos nuestros pactos de ahora en adelante. Le sonríe
Por la noche, la castaña junto con su amiga buscaba algo adecuado para la presentación de esa noche. Zoé había quedado helada cuando Jean llego a casa avisándole que se cambiara de ropa porque iría a conocer a su padre.Por más que la chica le insistió en que cancelara porque no se sentía preparada, le aseguro que solo sería un rato que no tenía que fingir por tantas horas. Al final, la discusión con Jean la había perdido. Y allí estaba, desesperadamente buscando un atuendo adecuado para causar una buena impresión.—Maldita sea Zoé, ponte cualquier cosa. Todo lo que se ha comprado es ideal.—¡No! No iré con algo con lo que no me sienta cómoda.—¿Cómoda? Le grito del otro lado de la puerta. –Gaste una maldita fortuna con toda esa rop
Maya limpiaba el último plato que había ensuciado, dejo la cocina impecable. A pesar de que Jean le había dicho que por las mañanas una señora llegaba hacer limpieza ella prefirió hacerlo. Ya tenía con ser una carga para su amiga y ese francés, como andar de vaga en la casa.Estaba completamente sola, Adrien se había ido no más cuando Zoé se había ido con Jean. Por un momento pensó que se iba a quedar, pero no había sido así. Aunque fue muy lindo el haberle regalado toda esa ropa. Se sentía en deuda con él, pero que tanto el mismo se había ofrecido en comprarle todo.De pronto la puerta del apartamento fue abierta, provocándole un susto de muerte a la morena. Al girarse se percató de la presencia del rubio.—¡Dios! Me has dado un tremendo susto.—Lo siento much
Susana conducía a las chicas hasta las habitaciones, abrió la primera puerta indicándole a Zoé que pasara.—Esta será su habitación señorita.—¡¿Solo la mía?!—Si. La habitación de su amiga estará a su lado. Esta es la que compartirá con el joven Jean Pierre.—¿Compartir? Pregunta atónita.—Así lo ha hecho saber el señor Dubois, señorita.—¡Dios! Exclama.—Tranquila, voy a estar aquí contigo no pasa nada. La anima su amiga.Después de acomodarse y refrescarse un poco las chicas bajaron a la planta de abajo, Antonie las había enviado a llamar. Así que Susana las llevo hasta la terraza donde las esperaba el señor Dubois listo para tomar el desayuno.
—Bueno, ya que todos están aquí les informo que he organizado a un pequeño grupo pero los mejores organizadores de bodas. Todo estará listo para que ustedes dos se casen en una semana.—¡¿Una semana?! Pregunta Zoé.—Sí, ¿acaso mi hijo no te dijo nada? ¿Acaso no se cuentan todo como la pareja que son?—¡Padre, basta! Zoé y yo conversamos y decidimos que en un ms estaría bien.—No. Se hará como digo, una semana. Sentencia el viejo. -¿Algún problema señorita Bonnes?—Ninguno señor Dubois. Sonríe a duras penas.—Esta dicho, en una semana y no se diga más. Después de la conversación poco amistosa que la pareja tuvo con Antonie todos se despidieron para dirigirse a sus habitaciones.
—¡Oh, señor Dubois! Qué bueno verlo tan repuesto. La rubia le dedico una radiante sonrisa, que para Zoé parecía más falsa.—Si querida, ya estoy mejor. Ven siéntate con nosotros.La rubia obedeció, observando a las chicas de una manera poco amistosas. Era como si ellas dos fueran un par de bichos que debían ser aplastados. —Adelaine, querida mía. Conoce a la señorita Zoé Bonnes, y su amiga Maya Weber.—¡Oh! Un gusto. Esta les sonríe siendo poco amable. – No sabía que tenías invitadas esta mañana.—No son mis invitadas, querida. La señorita Zoé es la prometida de Jean Pierre.—¡¿Qué?! Pregunta sorprendida la mujer mirando a Zoé como si debiera estar muerta.—Si, al p