— Sé qué es lo que quieres — le dije a Máximo.Era bastante evidente sus intenciones. Era bastante claro lo que el hombre quería: solamente quería hacerse con el mando del círculo bajo, y no dejó ninguna duda mostrando claramente su postura. — Sabes lo que quiero — me dijo después de darle un sorbo lentamente a su taza de café — . ¿Quieren café? — preguntó, como si aquella reunión no fuese más que un encuentro de amigos. Ninguno de los dos contestamos nada — Oh, entonces estás preguntando en serio. Sabes muy bien qué es lo que quiero, Alexander Idilio. Quiero el poder del círculo bajo, y creo que ahora tengo suficientes herramientas para arrebatártelo de las manos. — Pues estás muy equivocado — le dije yo, con una seguridad que no sé de dónde saqué — . No sé si recuerdas, pero yo apenas soy el heredero acá. Aún no soy el cacique, así que no encuentro la forma en la que pueda cumplir tu cometido. — Oh, claro que sí, hijo. Lo sé con seguridad. Sé que aún no eres el dueño del círculo
Federico presintió el ataque un solo segundo antes de que sucediera. Como si sus instintos se hubiesen activado en ese momento, saltó sobre mí, empujándome de la silla, y ambos caímos al suelo mientras el dron disparaba sobre la mesa.Escuchamos cómo las balas rompían la madera y perforando el mantel. No parecía ser un arma de un calibre muy alto, pero sí lo suficiente como para llegar a matarnos.Mientras estaba en el suelo, cubierto por el cuerpo de Federico, volteé a mirar hacia Máximo. El hombre se había lanzado al suelo y había desaparecido por detrás de una mesa. No entendía qué estaba pasando. ¿Acaso sería el plan que tenía Carlota? ¿Simplemente asesinar a Máximo? Así pensé, que era un plan bastante desesperado, incluso arriesgado.De todas formas, nos escondimos detrás de una mesa mientras el dron seguía intentando asesinar a Máximo, disparando en todas direcciones. La gente corría despavorida por el restaurante, chocando sobre las mesas. Se oía el ruido de la vajilla cayendo
No era una situación fácil. Yeison se había tomado su tiempo en procesar lo que estaba a punto de hacer, pero no tenía más opción.Había sido relativamente fácil encontrar a Alfredo. El hombre que había visitado en el barrio obrero era una pieza clave en la pandilla, también una pieza clave en la organización de Carlota. Pero Yeison había tenido la bendición de haberle salvado la vida una vez, encubriendo una de sus fechorías con la pandilla.Era un hombre astuto, que siempre intentaba sacar provecho de cualquier situación, pero esa deuda que tenía con Yeison era insalvable. Por eso había confiado en su palabra, y justo como había dicho, ahí estaba Alfredo.Era un joven muy atractivo. Tenía los labios rosados y la cara lampiña, con unas cejas anchas enmarcadas a unos ojos verdes como el diamante oscuro. No eran como los ojos de Alexander y Paloma; eran más penetrantes, menos vivos. Pero, aun así, era muy activo y sexy.Entendió por qué un hombre como Máximo se fijaría en un barman cua
Era imposible conciliar el sueño. Ana Laura y yo nos acostamos en su cama, abrazados. Había sido un día extenuantemente largo, y aquí habíamos pasado más de medianoche sentados en la sala esperando alguna noticia. Al final, decidimos irnos a la cama.Federico había decidido quedarse con nosotros en la casa de Ana Laura. A pesar de que nos había visto juntos, parecía que su preocupación por su hermano era más grande que sus celos. Habíamos decidido irnos a la cama después de todo.Carlota tenía movilizando todo su equipo para tratar de encontrar a los escondites donde Máximo tenía a nuestros hermanos, pero era prácticamente imposible.Lo único que nos quedaba era esperar, esperar a que el hombre se comunicara con nosotros, que dijera qué quería, que nos llamara para explicarle que nosotros no tuvimos nada que ver con el dron.Pero, ¿cómo podríamos justificarle eso? Aunque nosotros no lo hicimos directamente, probablemente fue mi padre, o sea, prácticamente lo mismo.Mientras abrazaba a
Me sentí terriblemente mal cuando Federico me pidió ir por cuerda. Sabía dónde estaba: el abuelo las había utilizado para crear un tendedero en la parte trasera, y lo que sobraba yo lo había guardado debajo de la alacena en la cocina. Pero mientras las sacaba, no dejé de sentirme culpable.Cuando regresé a la sala, los tres hombres tenían al chico recostado en el mueble, listo para atarlo y amordazarlo. — Esto que estamos haciendo está mal — les dije.Alexander y Federico se miraron entre ellos, como si intentaran encontrar las palabras para hacerme entender, pero fue Yeison el que habló: — Nosotros no le haremos daño, solo le haremos creer a Máximo que sí. De todas formas, él tiene a nuestros hermanos y los va a torturar de ser necesario. ¿Por qué nosotros no podríamos hacer lo mismo para defender a nuestra sangre?Yeison comenzaba a asustarme. Al principio se había visto como un chico tan dulce. De hecho, lo era, pero aquella situación al límite lo había convertido en alguien de a
Yeison había dado en el clavo. Haber secuestrado a Alfredo era una lotería que no sabíamos si podría resultar a nuestro favor, pero así había sido. Habíamos tenido suerte y había resultado. Ahora teníamos que aprovechar esa ventaja.me puse de pie con una extraña sensación en el pecho. Comprendí entonces que todos no éramos más que niños, atrapados en un juego que se repetía una y otra vez. Teníamos miedo de Máximo por lo que era capaz de hacer, y ahora él nos tenía a nosotros por lo que éramos capaces de hacer. Era un círculo interminable que se repetía una y otra vez. Pensé que la única forma real de terminar con todo era romper ese círculo, pero por el momento, lo único que tenía en mente eran mis hermanos.Me puse de pie, caminando por la sala. Máximo, al otro lado de la llamada, se hizo esperar un largo segundo. — ¿Qué es lo que quieres? — me preguntó. — Creo que es bastante obvio, ¿no? Quiero a mis hermanos, y te prometo que no le haré daño a tu chico si ellos están a salvo.E
El joven se abalanzó sobre nosotros. Yo aún estaba abrazada a Alexander cuando levantó el palo que había encontrado en el armario en lo alto.Entonces Alex me empujó de costado contra una vitrina que tenía platos de cerámica. El cuerpo entero me dolió, pero Alfredo levantó el palo que tenía y golpeó el costado de Alexander con tanta fuerza que lo hizo caer de rodillas.Federico y Xavier se abalanzaron sobre él. ¿Cómo había escapado de los amarres que los hombres le habían hecho? ¿Cómo es que, a pesar de ser tan pequeño, podía enfrentarse contra Federico y Xavier, que prácticamente lo doblaban en tamaño?Yeison apenas estaba poniéndose de pie; parecía aturdido por el golpe que el joven le había dado.Se convirtieron en una maraña de puños y patadas. Alfredo volteó el brazo de Xavier con el palo, que se rompió en varios fragmentos. Federico lo tomó con fuerza por la cadera, pero el joven dio una pirueta hacia atrás, golpeándole la nariz, que comenzó a sangrar de inmediato.Alexander y Y
No había entendido el plan de Yeison. Me pareció que estaba actuando de una forma un poco descontrolada. Pero entonces, cuando me tomó del brazo y me llevó hacia la habitación, pude relajarme un poco. — Claro que no quisiera hacerle daño, pero podríamos hacerle creer que sí, ¿no crees? — me dijo. — ¿Y cómo? — le pregunté.Teníamos todo el día para tratar de sacar información del joven, cualquier cosa que pudiera ayudarnos a derrotar a Máximo, a sacarle ventaja. — Déjamelo a mí. Sé muy bien qué debo hacer.Y entonces eso hicimos. Dejamos solo a Yeison con el muchacho, confiando en que no le haría daño, al menos no físicamente. — Me asusta — dijo Federico mientras estábamos en la cocina, tomando nuestro café para tratar de recuperar energías. Él tenía un trozo de hielo sobre la nariz dónde Alfredo lo había golpeado — . Yeison a veces me asusta. — Claro que sí, pero fue la vida la que forjó ese carácter. Ya sabemos que es capaz de hacer lo que sea necesario por salvar a su familia,