Eric.
–Buenos días jóvenes – hablo captando la atención de todos los pasantes –. Como saben tenían hasta hoy viernes para entregar sus trabajos, así que los quiero sobre mi escritorio ahora.
Varios de ellos se miraron con miedo, ninguno avanzo para entregarlo y ya comenzaban a enojarme. Se supone que son dedicados, esto vale una nota en su universidad ¿y nadie lo hizo? Abro mi boca para comenzar a lanzar insultos, pero me cayo cuando mi hermosa compañera se abre paso entre todos con carpeta en mano.
–Es demasiado hermosa – susurra Owen como si alguien más pudiera oírlo –. ¿podemos probarla?
–No.
–Aquí esta el mío señor Black – habla dejando la carpeta sobre mi escritorio sin mirarme demasiado.
–Gracias señorita Parson.
Espero que me mire, que me sonría, pero solo asiente y vuelve a su lugar. Mi ceño se frunce ante su rechazo.
–Fuiste muy duro con ella el primer día, ahora no nos quiere – me reclama mi Lobo –. Solucionémoslo con un besito.
La tentación de rodar mis ojos es alta, pero me contengo.
–No podemos besarla, soy su jefe, además no la quiero.
–Pero yo sí.
–Pues te jodes.
Poco a poco varios comienzan a acercarse dejando sus trabajos y por sus caras sé que son un asco. No pienso corregirlos, se los daré a alguien más. El único que si revisare es el de ella.
–¿Y podemos compensarla con besos cuando veamos que es bueno?
–Ya te dije que no. Además, quizás ni besar sepa.
–Mucho mejor, nosotros le enseñamos – ronronea.
–¡Diosa! Dame paciencia – digo para luego ignorarlo.
Continue admirando a cada estudiante antes de hablar sobre lo que les vendría la siguiente semana, este solo era un trabajo introductorio a lo que harían y luego de este comenzaría a contar en su nota final. Al cabo de veinte minutos los despache fuera quedándome solo con Antonio.
–Tu cara de culo solo los espanta más – ríe con ganas sentándose frente a mi escritorio –. ¿Iras mañana a la fiesta de la empresa?
–Joder, lo había olvidado completamente, pero no creo que asista.
–¿Seguro? – me da una sonrisa cómplice.
–¿Qué sucede? – alzo una ceja.
–Escuche a tu mate hablar con el tal mateo – un gruñido sale de mi pecho –. Creo que tiene intenciones de invitarla.
–¿Que el qué? – prácticamente gruñí.
–Sí – asiente aun con la sonrisa en su rostro –. Aunque ella no le da mucha atención.
–¿En serio? – pregunte con asombro.
–Ajá.
Asiento con la cabeza complacido con su comentario, no le da atención. ¿Por qué lo habrá hecho? ¿acaso por mí? No lo creo, aun no sabe nada sobre nuestra existencia. Agarro mis cosas para salir de la oficina seguido de Antonio y camino hacia el ascensor. El delicioso aroma a caramelo inunda mis fosas nasales haciendo ronronear a Owen en mi interior, me voltee para buscarla porque sabia que estaba justo tras de nosotros esperando el ascensor y ahí estaba con la vista en su celular. Mire de reojo a Antonio que tenía y sonrisa burlona en la cara. El pitido de que había llegado a nuestro piso me saco de mis pensamientos y me adentre en el junto a todos los demás.
Mi espalda quedo pegada contra la pared dándome una deliciosa vista de mi compañera que quedo justo frente a mí. La falda de tubo de adhería a sus caderas y trasero de una manera espectacular, sus tacos pronunciaban el musculo de sus piernas, su cabello caía sobre su espalda ocultando el blazer que llevaba puesto ese día y su esencia calaba en mis fosas nasales nublándome el juicio.
–¿Entonces con quien vendrás a la fiesta? – escucho que me pregunta Antonio.
Frunzo el ceño mirándolo sin entender, le dije que no vendría.
–Dudo que asista – volví a recordarle.
–¡Oh vamos! Estará divertida – me alza las cejas repetidas veces.
–No lo sé, quizás le diga a María que me acompañe.
Siempre he recurrido a ella para cosas como estas, no me gusta sociabilizar mucho y ella siempre esta disponible cuando la requiero. En todos los sentidos.
–Lo más seguro es que te diga que sí – blanquea sus ojos –. Siempre está disponible para ti.
Abro la boca para responder, pero nuevamente el sonido de que llegamos a nuestro piso me desconcentra, las puertas se abren y mi compañera sale rápidamente de la caja metálica. Le doy una ultima mirada viendo como sale por las puertas de vidrio hacia la calle antes que las puertas vuelvan a cerrarse dirigiéndose al estacionamiento.
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Sofía.
¿Acaso a dicho que siempre tiene a alguien disponible? ¿Quién es maría? Supongo que alguna de las mujeres que debe frecuentar, dudo que alguien tan guapo como él este solo. Espera, acaso dije ¿tan guapo como él? ¡Dios! Por qué pienso en eso.
Salgo del edificio con una presión extraña en el pecho, debo comer algo, él haberme saltado el almuerzo no fue una buena idea. Se me debe haber bajado el azúcar y por eso siento esta incomodidad, pero no tengo tiempo. Debo comprar un vestido, así que comprare algo para ir comiendo mientras vitrineo.
Compro un pequeño sándwich a una señora en la calle y comienzo a caminar por las tiendas, en busca de un vestido. Me adentro en una donde puedo ver en vitrina las lentejuelas rosadas que llaman inmediatamente mi atención, pero me detengo a rebuscar en mi bolso cuando el sonido de mi celular llama mi atención.
–Diga – respondo sin fijarme quien llama.
–Hola Sofía – la voz de Mateo llega a mis odios –. ¿Cómo te encuentras?
–Todo bien, ¿y tú?
–Bien, mira llamaba para consultarte algo que ronda por mi cabeza hace días.
–Soy toda oídos – respondo indicándole a la vendedora el vestido de la vitrina.
Digo mi talla tapando el micrófono de mi celular y la sigo cuando me responde que si la tiene.
–Entonces ¿Qué me dices?
Frunzo el ceño volviendo a concentrarme en la conversación.
–Discúlpame ¿Qué decías? Me desconcentre.
–Te preguntaba si querías ir conmigo a la gala – habla con un suspiro.
¿Ir con él? Bueno, no tengo pareja para la gala y no me gustaría ir sola, mas que no conozco a nadie. Si no contamos a Antonio y al jefe, y ellos irán acompañados. O al menos el jefe lo hará, con la tal María.
–¿Sofía? – vuelvo a escuchar su voz contra mi oído.
–Sigo aquí – respondo meditando por unos segundos –. Si esta bien, acepto ir contigo.
–Genial – su voz se escucha entusiasta –. Pasare por ti a las 8, me envías tu ubicación.
–De acuerdo.
–Nos vemos hermosa, adiós.
–Adiós – me despido sintiéndome ligeramente incomoda por la forma en que me llamo.
Solo espero que no confunda las cosas.
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Termino de dar unos últimos retoques a mi maquillaje y me levanto de mi tocador para colocarme el vestido. Siempre lo coloco al ultimo para evitar ensuciarlo, me quito la bata de seda y comienzo a deslizar el vestido por mi cuerpo.
Es realmente hermoso, esta repleto de lentejuelas rosadas, pero no un rosado fuerte sino mas bien un rosado pastel. Tiene un escote en la parte frontal que llega un poco más abajo que mis pechos, cubre hasta la mitad de mis muslos y mi espalda queda descubierta con dos tiras entrelazadas que lo mantienen firme.
Doy una sonrisa a mi aspecto final, me gusta lo que veo.
Me coloco mis tacones que combinan perfectamente con el vestido y luego echo un par de cosas en una pequeña cartera. Camino hacia mi pequeña sala de estar para tomar mi abrigo y esperar a Mateo, pero el citófono me interrumpe.
–¿Diga? – consulto apretando el botón.
–Sofía, soy yo – escucho la voz de Mateo del otro lado.
–Bajo enseguida.
Agarro un abrigo y salgo de mi piso dejando la puerta bien cerrada, bajo el ascensor hasta el vestíbulo. Las puertas se abren y puedo divisar a Mateo de pie con una rosa en la mano.
–Estas muy linda – me sonríe entregándome la flor.
–Gracias – respondo aceptándola.
–¿Vamos?
–Sí – camino junto a él hacia fuera del edificio.
Nos adentramos en su auto y lo pone en marcha moviéndonos por la ciudad. La conversación fue trivial, si bien no me desagrada pasar tiempo con él, dudo que alguna vez podamos ser algo más porque no me llega a interesar más que una posible amistad.
Unos cuantos minutos y llegamos hacia el edificio donde se realizará la gala, muchas personas se encuentran fuera esperando entrar y cientos de reporteros se encargan de sacar fotos o entrevistar a los empresarios más importantes. Mateo se estaciona a unos cuantos metros de la entrada y caminos hacia ella manteniendo nuestra relajada conversación.
Comenzamos a subir las escaleras siendo encandilados por los flashes, agradezco que nosotros solo seamos pasantes y no tener que posar o dar entrevistas, no podría hacerlo. Nos adentramos en el edificio siguiendo a las personas que caminan en la misma dirección, hasta que llegamos a un salón decorado elegantemente, varias mesas se encuentras organizadas, personas de catering se pasean con bandejas de comida y bebestibles y una pequeña banda se encuentra sobre el escenario tocando una delicada melodía.
–Iré a revisar cual es nuestra mesa – me informa Mateo –. Espérame aquí.
–Iré a la barra – contesto antes de que se vaya.
–De acuerdo, te buscaré ahí.
Camino hacia la barra para conseguir algún jugo ya que no soy muy fanática de las bebidas alcohólicas, el barman inmediatamente me atiene y mientras espero inspecciono el lugar y las personas. Intentando buscar a alguien en particular el cual no sé porque estoy buscando.
–Sofía – escucho una voz familiar que logra sobresaltarme –. Tanto tiempo sin verte.
Volteo en dirección a la voz justo cuando el barman se acerca a entregarme mi jugo, agradezco con una sonrisa tensa y luego conecto mis ojos con aquellos ojos marrones que reconozco muy bien.
–Tomás – mantengo la sonrisa lo mejor que puedo en mi rostro –. La verdad si, mucho tiempo.
ERIC–¿Quién es ese sujeto y que hace con nuestra chiquita? – escucho a Owen.–No lo sé – contesto sin ser capaz de apartar la vista de ella.De ese hermoso vestido que logra amoldarse a cada una de sus curvas, en como el tono rosa combina perfectamente con la palidez de su piel, el como sus piernas de ven tonificadas debido a la altura de sus tacones y como su cabello cae por sus hombros.–Vamos acércate.–Dame un momento.Con pocas ganas aparto la vista de mi hermosa chica, para centrarme en María que esta colgada a mi brazo. Antonio conversa con su esposa y entre ellos tres mantienen una conversación de la cual no presto atención.–Iré a la barra – informo hacia el grupo –. ¿Gustan algo?Todos me miran con el ceño levemente fruncido antes de negar.–Hay gente que reparte tr
ERICTodo en mi cuerpo me indica que algo no anda bien, tengo esta incomodidad constante y mis sentidos han estado más agudizados desde hace unos cuantos minutos.–¿Dónde esta mi chiquitita? –pregunta Owen y mi atención se fija en eso inmediatamente.Recorro con la vista el lugar en busca de ella, olfateo cuidadosamente el aire para ubicarla por su aroma, pero se encuentra muy débil y eso logra ponerme en alerta. Me levanto de mi silla ignorando los llamados de todos en ella y comienzo a caminar en busca de Sofía.Puedo distinguir a Mateo a lo lejos y camino hacia donde se encuentra sin pensarlo dos veces.–¿Dónde esta Sofía? – pregunto una vez frente a él.Su ceño se frunce y escanea el lugar con la mirada.–Me dijo que iría al baño – responde volviendo a verme –. Debe est
Sofía–¿Qué sucedió? – pregunto llevando una mano hacia mi cabeza cuando una punzada de dolor me atraviesa.Cierro mis ojos unos momentos y cuando los vuelvo a abrir él esta frente a mí mirándome con preocupación. Sus ojos recorren mi rostro en busca de algo y mi corazón comienza a palpitar más fuerte cuando se acerca para mirarme más de cerca.–¿No recuerdas lo que sucedió? – pregunta alzando su mano para apartar un mechón de mi pelo y meterlo tras mi oreja.Niego mientras miro fijamente su rostro, mi cerebro esta nublado con su cercanía y las palabras simplemente no salen de mi boca.Sus dedos recorren mi mejilla con delicadeza, su aroma varonil llega a mi nariz deleitándome, creo que nunca había olido algo tan delicioso, todo en mi cuerpo grita que acerca más, que me deje envolver por sus brazos, por su calor, pero mi mente juega en contra alejándome de mi pequeña ilusión para mostrarme fragmentos de lo que sucedió.La gala, Mateo, fui al baño y Tomás.Me intercepto, me encerró, me
SOFÍAMe levanto apenas los primeros rayos del sol se escabullen entre las cortinas, no dormí casi nada. Me costo pegar el ojo e incluso cuando lo lograba dormía solo por unos minutos y finalmente me despertaba, la cama es cómoda, pero fría.Las pesadillas respecto a lo que sucedió tampoco ayudaban y las ultimas palabras que Eric dijo antes de irse menos. No se por que me afecta tanto lo que él pueda pensar sobre mí, no lo conozco y ni siquiera sé por qué me duele que no me crea suficiente para él. Pero lo hace.Es como si una pequeña espina se enterró en mi corazón y mente.No soy suficiente, nunca soy suficiente.Me levanto de su enorme cama, la ordeno y me dirijo al baño para asearme. Intento evitar lo más que puedo el reflejo en el espejo, pero al fin y al cabo es inevitable y mis ojos se aguan al ver lo que se proyecta en él.Mi pómulo derecho se encuentra hinchado y morado, tengo un corte sobre una ceja y también en el labio. Mi piel esta pálida, tengo unas enormes ojeras y mi c
SOFÍATarde al menos cinco segundos en entender que sucedía, en asimilar el movimiento de sus labios sobre los míos. Y cuando finalmente caí en cuenta de lo que sucedía abrí mi boca para permitirle tomar todo de ella.Su mano se mantenía firme tras mi nuca tomando el mando de la situación, mis manos fueron hacia su pecho intentando encontrar agarre de algo ante las sensación que me apresaban, sus labios se sentían como nunca podría haber imaginado.Cálidos y dulces, un toque a menta se arrastro por mi lengua cuando hizo contacto con la suya, su mano libre la posó en mi espalda baja, pegando mi cintura contra la suya y un pequeño jadeo murió dentro de su boca cuando sentí una parte despierta de él, un gran parte.Mis manos se cerraron en puños apresando parte de su camiseta cuando una ráfaga de excitación recorrió mi cuerpo, sus dedos se enterraron en mi cadera y su boca abandono la mía dando oportunidad de respirar e intentar recomponerme un poco de lo que acaba de suceder, pero mis p
SOFÍAMe quedo mirando la puerta unos cuantos segundos controlando la avalancha de emociones que me tomaron desprevenida, aquellos sentimientos que no espere tener tan pronto con él.Los celos.Joder, estaba tan enojada. Que esa mujer entrara aquí a interrumpirnos, que ni siquiera cayera en la cuenta de que yo también estaba en la habitación, las sonrisas y sugerencias que lanzo hacia Eric, la sonrisa falsa que me dedico a mí y arghh.Aprieto los puños y suelto el aire contenido con fuerza, respiro un par de veces para calmarme, cuando el balde de agua fría me cae encima.¿Qué he hecho? Le acabo de cerrar la puerta en la cara a mi jefe.Independiente de lo que llegase a suceder, sigue siendo el responsable de mi práctica. No puedo arriesgarme a que me califique mal, no puedo fracasar en esto. No me he esforzado todos estos años, para tirar todo a la basura en mi última práctica.Pero joder, las emociones pudieron conmigo.Sacudo la cabeza alejando todos los pensamientos y decido centr
SOFÍAPuedo ver como sus ojos observan cada rincón de mi piso, cada mueble, cada aspecto y sé que no debe estar acostumbrado a esto. Si comparamos su piso con él mío claramente me encuentro en desventaja.Él vive en un pent-house de ensueños, mientras que yo vivo en un piso que es del mismo tamaño que su habitación.–Bueno, te escucho – hablo rompiendo el silencio.Sus ojos rápidamente conectan con los míos y un escalofrío me recorre la columna. Aquellos ojos miel que me miran con un brillo que no logro descifrar, pero toda la expresión de su rostro indica preocupación.–¿Hace cuanto vives aquí? – camina hasta sentarse en el sillón que se ve aun más pequeño de lo que es con él encima.–Desde que entre a la universidad.–¿Llevas viviendo tantos años aquí? – la cara de perplejidad no pasa desapercibida –. ¿Sola?Inhalo hondo logrando que su aroma masculino llegue a mi nariz, perfume, quizás loción, pero un olor a menta y bosque que resulta realmente adictivo.–Escucha sé que no es como
SofíaIngreso al edificio de Black Accounts con una sonrisa en el rostro, he estado en esta nube de felicidad desde ayer en la noche. Cuando Eric apareció en mi edificio, explicándome lo de esa mañana, dejando fluir sus sentimientos por mí.Luego de aquel beso se quedo por aproximadamente una hora más en la cual conversamos cosas triviales, pero sin apartar las manos uno del otro. Si bien no eran toques con dobles intenciones, lograban causar toda una avalancha de emociones que jamás había sentido con nadie.Subo al ascensor saludando a cada miembro del personal que me encuentro, marco el numero del piso donde se encuentra nuestro piso y espero pacientemente hasta que llegamos a él.Camino por el pasillo hacia mi pequeña oficina con todos los ánimos de empezar esta nueva semana, con grandes expectativas sobre como van tomando curso las cosas y luego de pensarlo harto durante la noche e decidido que le daré una oportunidad a Eric, me dejaré llevar por esto que siento por él, por todo l