SOFÍA
Me levanto apenas los primeros rayos del sol se escabullen entre las cortinas, no dormí casi nada. Me costo pegar el ojo e incluso cuando lo lograba dormía solo por unos minutos y finalmente me despertaba, la cama es cómoda, pero fría.
Las pesadillas respecto a lo que sucedió tampoco ayudaban y las ultimas palabras que Eric dijo antes de irse menos. No se por que me afecta tanto lo que él pueda pensar sobre mí, no lo conozco y ni siquiera sé por qué me duele que no me crea suficiente para él. Pero lo hace.
Es como si una pequeña espina se enterró en mi corazón y mente.
No soy suficiente, nunca soy suficiente.
Me levanto de su enorme cama, la ordeno y me dirijo al baño para asearme. Intento evitar lo más que puedo el reflejo en el espejo, pero al fin y al cabo es inevitable y mis ojos se aguan al ver lo que se proyecta en él.
Mi pómulo derecho se encuentra hinchado y morado, tengo un corte sobre una ceja y también en el labio. Mi piel esta pálida, tengo unas enormes ojeras y mi cabello perdió un poco su brillo. Una venda tapa parte del lateral de mi cabeza y mi cuello junto a mis brazos se encuentran con marcas de dedos.
Tengo un aspecto horrible, pero aun así creí notar que Eric que miraba con cierto brillo en sus ojos, como si fuera la más hermosa.
Creo que me equivoque.
Cepillo con cuidado mis dientes para no pasar a llevar el corte en mi labios con un cepillo que estaba dentro de su envase. Admiro la tenida que tengo puesta que consiste en un pantalón de chándal y una camiseta, los cuales ambos me quedan enormes. Creería que son de él.
Salgo del baño buscando con la mirada mi vestido, pero dudo que pueda encontrarlo. Por lo poco que recuerdo sufrió algunos imprevistos debido al forcejeo con Tomás y lo más seguro es que lo hayan botado.
Recojo mi celular junto a mi bolso que estaban sobre la mesa de noche y salgo de la habitación. Un pasillo desolado me da la bienvenida, no se oyen ruidos dentro de la casa y antes de caminar abro la aplicación de mi celular para pedir que algún auto venga por mí. Una vez listo eso, camino hacia donde puedo ver el inicio de una escalera.
Bajo intentando hacer la menor cantidad de ruido posible, llego al último escalón y un amplio salón queda frente a mis ojos. Vuelvo a barrer con la mirada el lugar, admirando la modernidad de todo. Es un pent-house con concepto abierto permitiéndome también ver la cocina, el como cada cosa combina con la otra, si bien no hay mucho color ya que todo esta centrado en una paleta de grises, todo se ve realmente impresionante.
Es todo lo que alguna vez yo quisiera.
Doy una ultima mirada al lugar y camino hacia el ascensor, apretó el botón y reviso mi celular viendo que mi taxi se encuentra cerca. Elevo la vista hacia los números que marca la subida del ascensor e inhalo hondo recordando todo lo que sucedió en las últimas horas.
En como mi vida tuvo un colapso en tan poco tiempo.
–¿Señorita? – una voz suave suena a mis espaldas, pero aun así logra sobresaltarme –. Disculpe, no quería asustarla.
Me giro hacia la voz encontrándome con una mujer que debe cursar los cuarenta.
–Descuide, estoy bien.
–¿Dónde va? – pregunta viéndome de pies a cabezas.
Bajo la vista hacia mi cuerpo y me remuevo incomoda al notar que ni siquiera tengo mis zapatos. Pero no me interesa, solo quiero irme de aquí.
–A mi casa.
–¿Sola? ¿Así? – me apunta frunciendo el ceño.
–No encontré mi ropa y la verdad tampoco la quiero – respondo con honestidad.
–¿Cómo se irá? – observa su alrededor –. ¿El señor la llevará?
–No – niego llevando la vista hacia mi celular indicándome que mi auto a llegado a destino –. Pedí un auto.
Su ceño se frunce aun más y se acerca un paso.
–Déjeme despertar al señor, él puede llevarla.
–No, no, no se preocupe – suena el timbre del ascensor indicándome que llego –. Estoy bien, gracias por todo.
Me adentro rápido en la caja metálica sin darme oportunidad que pueda retarme, no quiero verlo.
–Espere… – veo que habla acercándose, pero las puertas se cierran cuando marco el botón del vestíbulo.
Solo quiero irme a mi casa, refugiarme en mis paredes, en mi lugar. No quiero irme con él, no quiero verlo más de la cuenta a no ser que sea algo de la empresa. Dejo claro que no me quiere, que solo su Lobo lo hace. No me quedare en un lugar donde no soy bienvenida, ya soporté eso con Tomás y me prometí no volver a pasar por lo mismo.
El ascensor llega a destino, bajo rápido sin mirar atrás y me adentro en el taxi que me esperaba fuera.
Debo pensar mucho, no quería verme envuelta otra ves en este mundo sobrenatural, pero creo que no me queda opción. Debo ordenar mis ideas antes de enfréntalo el lunes, al menos tengo todo este día para pensar y ver qué puedo hacer.
¥
ERIC.
Intento aligerar un poco la incomodidad que siento en el cuerpo desabotonando mi camisa, no más allá de un botón, sino perdería la elegancia. Suelto un poco la corbata también e inspiro hondo llenando mis pulmones de aire.
Al fin es lunes.
Podre volver a verla. Sentirla. Olerla.
Desde que se fue de mi casa el domingo en la mañana, mi lobo se ha vuelto loco. Sentí que se había ido, escuché como Cleo hablaba con ella, pero no me levante de la cama. Sabia que ella necesitaba su espacio, asimilar lo que le había dicho, así que no me interpuse.
El problema fue cuando Owen noto que ella había abandonado el pent-house, cuando su aroma ya no era tan fuerte. Fue una pésima idea que el se restregara contra ella, por que ahora la necesitaba, necesitaba estar con su olor encima y asegurarse que ella también estuviera con el nuestro.
Me ha vuelto completamente loco y a pesar de que dije que le daría espacio, deberé hacerle una pequeña visita en su oficina a mi chica de ojos grises.
El ascensor abre sus puertas y su aroma me golpea con fuerza la nariz, todo mi piso huele a ella, cada rincón de él. Inhalo hondo regocijándome de la esencia que señala que ella es mía y camino hacia mi oficina, con los ojos fijos en el final del pasillo donde se encuentra su lugar.
–Al fin llegas – escucho a Antonio a mi costado –. Hay unos contratos que requieren tu firma.
Despego la vista de la ultima puerta y me fijo en él.
–¿Debe ser ahora? – vuelvo a mirar al pasillo.
–Sí, ¿Qué te sucede?
–Nada – miento caminando y adentrándome a mi oficina seguido por él –. ¿Dónde están?
Mientras antes los firme, más rápido podre ir con ella.
–Apresúrate, quiero verla – ronronea Owen.
–Aquí – saca unos papeles de la carpeta que tenía –. ¿Por qué la prisa?
Me quito el abrigo que traía encima, lo cuelo en mi silla y dejo el maletín sobre el escritorio.
–Necesito hacer algo – hablo tomando los papeles y la pluma –. ¿Llegaron todos los pasantes?
–Sí, ninguna falta.
–Muy bien – firmo mientras leo superficialmente –. ¿Ningún problema? ¿Alguna novedad?
–Nada nuevo.
Firmo la ultima hoja y alzo la vista hacia él cuando se queda en silencio, su mirada esta fija en mi rostro y un deje de curiosidad brilla en sus ojos.
–¿Qué sucede? – pregunto entregándole los documentos.
–¿Cómo esta ella?
–Supongo que bien – me encojo de hombros.
–¿Supones? – alza una ceja.
–Ajá.
–¿No estuvo contigo el fin de semana?
–No – niego con la cabeza –. Huyó el domingo temprano y no he sabido nada de ella.
–¿Por qué huyó?
–Supongo porque le dije que era mi compañera – vuelvo a encogerme de hombros.
Dejo ordenadas un par de cosas y camino hacia la puerta con la intensión de ir donde ella.
–¿Le dijiste? – pregunta con asombro.
–Sí.
–¿Iras a verla?
–Sí – abro la puerta –. Adiós.
–¡Suerte! – escucho que grita antes que abandone mi oficina.
Camino por el pasillo con calma, respirando ese delicioso aroma de caramelo, entre sus tres esencias esa es la que más predomina. Owen ronronea y se agita en mi interior cuando el aroma se hace cada vez más fuerte al estar más cerca de su puerta.
Una vez frente a ella, inhalo hondo y doy dos toques con mis nudillos. No espero su respuesta y me adentro en aquella oficina. Cierro la puerta a mis espaldas y trago grueso cuando su aroma me envuelve por completo, ella se encuentra de pie frente a su pequeño escritorio dándome la espalda, esta arreglando algo y yo aprovecho este momento para contemplarla.
Unos tacos negros adornan sus pies, una falda negra de tubo se ajusta perfectamente a sus piernas y trasero, una camisa color rosa pálido se encuentra dentro de la falda y su cabello esta recogido en una coleta alta.
Unos pocos segundos duro viéndola, antes que voltee con una sonrisa en el rostro que se borra al verme.
Lucho contra el gruñido que amenaza con salir debido a su rechazo, pero lo merezco. Por lo que dije en aquella habitación.
Sus ojos me recorren sin pudor alguno, mientras yo veo la belleza de su rostro. Si bien aun se encuentra golpeada, se nota que hizo un buen trabajo con el maquillaje para ocultarlo.
–¿Necesita algo Señor Black?
Su melosa voz llega a mis oídos alterándome aún mas de lo que ya me encuentro, Owen se remueve inquieto por tenerla cerca, mis manos pican por tocarla, mi cuerpo entero exige sentirla y no dudo en avanzar lentamente a su lugar sin apartar mis ojos de los suyos.
–Sí – respondo cuando llego frente a ella quedando a pocos centímetros.
Su rostro se alza para verme, puedo escuchar como su corazón aceleró su ritmo y lo nerviosa que se coloca en mi presencia.
–¿Qué desea? – su tono se quiebra un poco al mantenerme el contacto visual.
–A ti – respondo antes de llevar mi mano con rapidez tras su nuca y acercar su rostro al mío borrando cualquier espacio entre nosotros pegando sus labios a los míos.
SOFÍATarde al menos cinco segundos en entender que sucedía, en asimilar el movimiento de sus labios sobre los míos. Y cuando finalmente caí en cuenta de lo que sucedía abrí mi boca para permitirle tomar todo de ella.Su mano se mantenía firme tras mi nuca tomando el mando de la situación, mis manos fueron hacia su pecho intentando encontrar agarre de algo ante las sensación que me apresaban, sus labios se sentían como nunca podría haber imaginado.Cálidos y dulces, un toque a menta se arrastro por mi lengua cuando hizo contacto con la suya, su mano libre la posó en mi espalda baja, pegando mi cintura contra la suya y un pequeño jadeo murió dentro de su boca cuando sentí una parte despierta de él, un gran parte.Mis manos se cerraron en puños apresando parte de su camiseta cuando una ráfaga de excitación recorrió mi cuerpo, sus dedos se enterraron en mi cadera y su boca abandono la mía dando oportunidad de respirar e intentar recomponerme un poco de lo que acaba de suceder, pero mis p
SOFÍAMe quedo mirando la puerta unos cuantos segundos controlando la avalancha de emociones que me tomaron desprevenida, aquellos sentimientos que no espere tener tan pronto con él.Los celos.Joder, estaba tan enojada. Que esa mujer entrara aquí a interrumpirnos, que ni siquiera cayera en la cuenta de que yo también estaba en la habitación, las sonrisas y sugerencias que lanzo hacia Eric, la sonrisa falsa que me dedico a mí y arghh.Aprieto los puños y suelto el aire contenido con fuerza, respiro un par de veces para calmarme, cuando el balde de agua fría me cae encima.¿Qué he hecho? Le acabo de cerrar la puerta en la cara a mi jefe.Independiente de lo que llegase a suceder, sigue siendo el responsable de mi práctica. No puedo arriesgarme a que me califique mal, no puedo fracasar en esto. No me he esforzado todos estos años, para tirar todo a la basura en mi última práctica.Pero joder, las emociones pudieron conmigo.Sacudo la cabeza alejando todos los pensamientos y decido centr
SOFÍAPuedo ver como sus ojos observan cada rincón de mi piso, cada mueble, cada aspecto y sé que no debe estar acostumbrado a esto. Si comparamos su piso con él mío claramente me encuentro en desventaja.Él vive en un pent-house de ensueños, mientras que yo vivo en un piso que es del mismo tamaño que su habitación.–Bueno, te escucho – hablo rompiendo el silencio.Sus ojos rápidamente conectan con los míos y un escalofrío me recorre la columna. Aquellos ojos miel que me miran con un brillo que no logro descifrar, pero toda la expresión de su rostro indica preocupación.–¿Hace cuanto vives aquí? – camina hasta sentarse en el sillón que se ve aun más pequeño de lo que es con él encima.–Desde que entre a la universidad.–¿Llevas viviendo tantos años aquí? – la cara de perplejidad no pasa desapercibida –. ¿Sola?Inhalo hondo logrando que su aroma masculino llegue a mi nariz, perfume, quizás loción, pero un olor a menta y bosque que resulta realmente adictivo.–Escucha sé que no es como
SofíaIngreso al edificio de Black Accounts con una sonrisa en el rostro, he estado en esta nube de felicidad desde ayer en la noche. Cuando Eric apareció en mi edificio, explicándome lo de esa mañana, dejando fluir sus sentimientos por mí.Luego de aquel beso se quedo por aproximadamente una hora más en la cual conversamos cosas triviales, pero sin apartar las manos uno del otro. Si bien no eran toques con dobles intenciones, lograban causar toda una avalancha de emociones que jamás había sentido con nadie.Subo al ascensor saludando a cada miembro del personal que me encuentro, marco el numero del piso donde se encuentra nuestro piso y espero pacientemente hasta que llegamos a él.Camino por el pasillo hacia mi pequeña oficina con todos los ánimos de empezar esta nueva semana, con grandes expectativas sobre como van tomando curso las cosas y luego de pensarlo harto durante la noche e decidido que le daré una oportunidad a Eric, me dejaré llevar por esto que siento por él, por todo l
SOFÍA La semana transcurrió con normalidad, la misma cantidad de trabajo y la misma rutina, pero disfrute como nunca antes había disfrutado algo mi nueva oficina. Sobre todo, cuando me di cuenta de que había una puerta que conectaba mi espacio con el de Eric. Una puerta la cual pensé que quizás era una armario común y corriente, pero la sorpresa fue tal cuando aquella idea fue destrozada al verlo aparecer con una enorme sonrisa en su rostro un día, antes que terminara la jornada laboral para ayudarme a recoger mis cosas y luego ir a dejarme a mi casa. Las cosas han estado increíbles entre nosotros, él es muy atento, muy cariñoso y sobre todo protector. Cada día me recoge en la mañana en mi pequeño departamento con un café y una magdalena, nunca suelta mi mano cuando caminamos por las calles, jamás me deja caminar por el lado cercano a los autos, siempre al lado de la pared, me besa cada vez que puede y a pesar de que no hemos más allá de quizás unos simples toques, podría pensar qu
SOFÍAMe doy unos últimos retoques en mi sombra de ojos y luego comienzo a colocarme el labial color rojo, el cual combina perfecto con el vestido que decidí usar. Es uno simple, de tiras finas sobre mis hombros, ajustado en mi torso para posteriormente caer en forma de campana desde la cintura hasta la mitad de mi muslo.Los zapatos son del mismo color, con un tacón medianamente alto y grueso. Nunca me han gustado los tacones de punta fina, quizás sean ideas mías, pero siento que no serán tan estables como los de tacón grueso.Termino de colocar el labial, hecho perfume en mi cuello y me pongo de pie para ordenar mi bolso, pero soy detenida por el sonido de unos golpes en la puerta. Mi corazón inmediatamente se acelera ante la anticipación de saber quién puede ser.No quedaban muchos minutos para la hora acordada, así que nadie más podría ser.Dejo todo donde está y camino rápidamente hacia la puerta, este deseo de verlo me consume, me devora, es algo que no puedo ni quiero controlar.
SOFÍA–¿Ordenamos postre? – escucho la voz de mi bello acompañante.Termino de enrollar la última porción de pasta de mi plato y elevo la vista mientras me lo llevo a la boca encontrándome con su mirada fija en mí.Asiento emocionada sin responder nada debido a que mis mejillas probablemente tienen aspecto de ardilla, pero no pueden culparme, la comida estaba deliciosa. Hace demasiado tiempo que no disfrutaba de algo así, debido a que siempre compro cosas no tan sofisticadas para poder mantenerme dentro de mi presupuesto.–¿Quieres que compartamos algo o te crees capaz de comer uno tu solita?–Creo que puedo una sola.–Bueno, de no ser así, pedimos que lo envuelvan y puedes llevarlo a casa.Dejo los cubiertos sobre el plato vacío y lo alejo un poco de mi cuerpo, tomo la copa con vino tomando un sorbo apreciando su sabor e impregnándome de su aroma. La mano de Eric se estira sobre la mesa y toma la mía, tal como ha hecho cada vez que tiene oportunidad. Creo que nunca había disfrutado t
ERIC El sonido del ascensor anunciando que llegamos a destino hace que voltee a ver a la mujer a mi lado, aquella que sostiene con fuerza mi mano, la que no ha parado de desprender ese aroma a nervios desde que estacione en mi plaza del subterráneo. Me da un poco de ternura su reacción, pero lo que menos quiero es que se sienta nerviosa a mi alrededor. Sé que no esta lista para entregarse completamente a nosotros y lejos de molestarme, me alegra, porque así puedo prepararla, hacerla sentir segura de ella misma, planear algo especial para ella y no que se convierta en un simple acoston. Sé que ella no sabe que yo estoy al tanto de su virginidad, porque ella nunca lo ha mencionado hasta ahora, solo me ha dado las señales en los momentos que nos besamos y las cosas suben un poco más de nivel, cuando he intentado tocarla y se tensa, pero soy plenamente consciente de eso por su aroma. Ese delicioso aroma a inocencia. –¿Segura de querer quedarte? –pregunto saliendo del ascensor, pero qu