Sofía
–¿Qué sucedió? – pregunto llevando una mano hacia mi cabeza cuando una punzada de dolor me atraviesa.
Cierro mis ojos unos momentos y cuando los vuelvo a abrir él esta frente a mí mirándome con preocupación. Sus ojos recorren mi rostro en busca de algo y mi corazón comienza a palpitar más fuerte cuando se acerca para mirarme más de cerca.
–¿No recuerdas lo que sucedió? – pregunta alzando su mano para apartar un mechón de mi pelo y meterlo tras mi oreja.
Niego mientras miro fijamente su rostro, mi cerebro esta nublado con su cercanía y las palabras simplemente no salen de mi boca.
Sus dedos recorren mi mejilla con delicadeza, su aroma varonil llega a mi nariz deleitándome, creo que nunca había olido algo tan delicioso, todo en mi cuerpo grita que acerca más, que me deje envolver por sus brazos, por su calor, pero mi mente juega en contra alejándome de mi pequeña ilusión para mostrarme fragmentos de lo que sucedió.
La gala, Mateo, fui al baño y Tomás.
Me intercepto, me encerró, me enfrentó y luego aparecieron los golpes. Intente escapar, pero me lo impedía, su fuerza era mayor a la mía, siempre sería mayor que la mía. Sus palabras llegan como si me las estuviera diciendo en este mismo momento, aprieto mis ojos ante el dolor de cabeza que vuelve a aparecer.
–¡Ey! ¿Todo bien?
Su tono de voz preocupado logra que abra los ojos de golpe, su ceño esta fruncido mientras me mira fijamente, su mano ya no está sobre mi rostro y desearía que lo hiciera. Conecto mis ojos con los suyos perdiéndome momentáneamente en ese color miel, hasta que el recuerdo de esos mismos ojos resplandeciendo en otro color me devuelven a la realidad.
–¿Eres como él cierto? –hablo finalmente jugando con los dedos de mis manos –. ¿Un hombre Lobo?
A pesar de que espere que lo negara o incluso que quizás se sorprendiera con mi pregunta, su rostro permaneció impenetrable en todo momento.
–Sí.
Asiento al mismo tiempo que trago saliva para pasar el nudo que se formo en mi garganta. Es como él.
–¿Estas bien? – niego con la cabeza alejándome de su tacto cuando su mano se alza para tocarme.
Evito su mirada y vuelvo a negar cerrando los ojos cuando suelta un gruñido bajo que logra erizarme la piel. Los cuales escuche muchas veces en Tomás y nunca terminaba bien.
–Debo irme – vuelvo a hablar intentando levantarme de la cama –. Me quiero ir.
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ERIC
–Espera, no puedes irte – intento agarrarla, pero se aleja de mi contacto logrando que Owen gruña otra vez.
–Me quiero ir – susurra y el olor a miedo se hace más grande.
–Deja de gruñir m*****a sea, la asustas – le reclamo a mi Lobo.
–¿Por qué no quiere que la toquemos? – lloriquea –. No nos quiere.
–Debes descansar – logro retenerla en la cama –. Si quieres me iré, pero debes descansar.
Se queda quieta abrazándose a sí misma y eso lo tomo como una clara señal. Me levanto de la cama dándole una ultima mirada y comienzo a caminar hacia la puerta.
–En ese momento dijiste que era tuya – su voz me detiene y mi corazón de acelera al oírla –. ¿Qué querías decir con eso?
Maldigo en voz baja antes voltearme, no me mira a mí, sino que mantiene su vista en la ventana.
–Por que lo eres – respondo sin pensar en las consecuencias –. Eres mía.
Sus hermosos ojos grises conectan con los míos y avanzo un paso hacia ella por inercia.
–¿Eso que significa?
–No sé que tanto sabes sobre nosotros – me encojo de hombros –. Pero eso significa, que eres mi compañera.
–¿Tu qué? – alza una ceja –. No sé mucho sobre ustedes, solo lo básico creo. Tomás nunca comento mucho al respecto.
–Una compañera es aquella persona designada por la diosa luna para cada hombre lobo – continúo avanzando hacia la cama –. Es nuestra otra mitad, nuestro complemento, la persona con la que podremos tener hijos, la que nos entrega paz, estabilidad a nuestros lobos y esa eres tú.
Asiente una vez sin apartar su vista de mis movimientos, he avanzado lo mas lento posible hasta donde ella se encuentra para no espantarla. Vuelvo a sentarme junto a ella esperando que me responda algo.
–¿Cómo sabes quien es tu compañera? – pregunta humedeciendo sus labios.
–Por tu olor.
–¿Mi olor?
–Ajá – sonrió antes de inhalar el aire.
–¿Y a que huelo? – sus ojos brillan con curiosidad.
–¿Quieres saberlo? – asiente con nerviosismo cuando me acerco a su cuerpo nublado por su esencia, todo huele a ella y el tenerla frente a mí no ayuda a mi auto control –. Hueles a… – llevo una mano hacia su nuca manteniéndola en su lugar, entierro mi nariz en la curvatura de su cuello y su corazón da un brinco –. Chocolate…– arrastro mi nariz por su piel –. Vainilla – arrastro mis labios por su mandíbula quedando a escasos centímetros de sus labios –. Caramelo.
Su respiración es superficial al igual que la mía, nunca pensé que me podría sentir así con alguien. Todo mi cuerpo hormiguea por su cercanía, quiero estrecharla con mis brazos, quiero besar cada rincón de su cuerpo, hacerla mía, para que ningún hombre vuelva a acercarse a ella.
Si tan solo me inclinara unos centímetros más podría saborear esos carnosos labios.
–¿Huelo como un postre? – pregunta frunciendo el ceño.
Una risa sale de mis labios y me mira sorprendida.
–Como el más delicioso de los postres – respondo acariciando su nuca con mis dedos.
–Pero… soy humana – se aleja volviendo a fruncir sus cejas –. ¿Cómo podría ser tu compañera? ¿No debería ser una de tu misma especie?
Niego enroscando un mechón de su pelo en mi dedo.
–A la Diosa Luna no le interesa eso.
–Pero… Tomás dijo que eres un Alpha, ¿es eso cierto?
–Sí.
–¿No debería tener una compañera fuerte? – lanza su pregunta dejándome sorprendido –. Yo solo soy una humana, no tengo nada, no soy fuerte ni nada parecido.
–Para mi lobo eres perfecta, él está feliz contigo.
Se remueve inquieta en la cama y alejo mi mano de ella.
–¿De que color es tu lobo?
–Negro – respondo con una sonrisa.
–Y crees que… ¿Qué pueda verlo?
–¿Quieres verlo? – vuelvo a preguntar con asombro, definitivamente esta no es una reacción que esperaba.
–¿La escuchaste? Quiere verme – chilla de alegría Owen –. Déjame salir, mi chiquita quiere verme.
–Sí, me gustaría verlo – asiente con una sonrisa en su rostro y olor a felicidad que emana me encanta.
–¿Te parece si esperamos hasta mañana? – pregunto y el gruñido de Owen más el ceño fruncido de ella me indican que ninguno esta feliz con esta propuesta
–¿Por qué hasta mañana?
–Debes descansar y si dejo salir a mi Lobo se volverá loco contigo alrededor y puede dañarte.
–¡OH! ¿Qué? Yo jamás haría eso – replica ofendido.
–Estoy segura de que podrás controlarlo, déjame verlo.
Suelto un bufido antes de ponerme de pie.
–Está bien.
Ríe mientras da pequeños saltos en la cama y una sonrisa de forma en mis labios, es adorable. Comienzo a quitarme la camisa bajo su atenta mirada, sus ojos pasaron de estar fijos en mi rostro a recorrer cada milímetro de mi torso descubierto, dejo la camiseta sobre la cama y paso a la siguiente prenda, el pantalón.
Sus ojos se abren mas de la cuenta cuando comienzo a desabrocharlo, sus pupilas se dilatan y un pequeño sonrojo se instala en sus mejillas. Una leve sonrisa se forma en mis labios al ver cómo es inevitable para ella dejar de verme y Owen ronronea complacido con su reacción cuando el olor picoso a la excitación llega a nuestra nariz cuando deslizo la prenda fuera de mis piernas quedando solo en bóxer frente a ella.
Antes de que su boca se abra para decir algo dejo salir a mi lobo, quedando en cuatro patas negras frente a sus ojos curiosos.
Owen se mantiene tranquilo, admirándola, analizando su reacción. Hasta el momento solo nos ha mirado, pero el brillo de curiosidad y de como si fuéramos lo más increíble que ha visto en su vida abunda en su mirar.
–Dios mío… eres realmente hermoso.
Una sonrisa interna se forma en mi mente, Owen ronronea al escucharla, pero gruñe en total desacuerdo cuando comienza a ponerse de pie, quitándose las frazadas de encima.
–No me gruñas – reclama hincándose frente a nosotros quedando con su rostro a nuestra altura –. Solo quiero verte más de cerca.
Puedo sentir como mi lobo se controla para no saltarle encima, su aroma es aún mas fuerte cuando nos encontramos de esta manera, ya que los sentidos se agudizan mucho más a cuando estoy yo al mando.
Nuestro cuerpo entero vibra cuando Owen comienza a ronronear debido a que una de la mano de su compañera se acerco hasta nuestro cuello para acariciarnos.
–Eres muy suavecito – sonríe sin dejar de acariciarnos –. Como una nube.
–Quiero marcarla, ¿puedo marcarla? – ronronea mi lobo.
–No, no puedes.
–Quiero que tenga mi olor – gruñe despacito, pero vuelve a ronronear cuando Sofía acerca su nariz a la nuestra restregándola –. ¡ME ACABA DE BESAR! ¿LO VISTE?
Antes de poder responder se lanza contra ella robándola una carcajada, cae al suelo con el cuerpo mi lobo encima que se restriega contra ella impregnándola con nuestra esencia.
–Es mía – se restriega contra su cuello –. Mía, mía, de nadie más.
Mientras ella ríe Owen lengüetea su rostro totalmente absorto por el aroma a felicidad que ella desprende en este momento. Deja caer un poco más su peso sobre ella y vuelvo a tomar el control cuando un quejido de dolor sale por su boca.
–¡TE DIJE QUE TUVIERAS CUIDADO! – le reclamo cuando vuelvo a mi forma humana inclinándome hacia ella para levantarla del suelo.
–Lo siento, ¿la herí? – pregunta afligido –. Solo quería estar con ella un poquito más.
–¿Estas bien? – pregunto levantándola y volviendo a acostarla –. Lo siento, es un poco intenso a veces.
–Estoy bien, solo es por los recientes golpes – se cubre antes de mirarme, un grito de sorpresa sale de sus labios y cubre ambos ojos con sus manos–. ¡ESTAS DESNUDO!
Suelto una risa admirándome y efectivamente, estoy desnudo.
–Lo siento – respondo colocándome con rapidez el pantalón –. Ya puedes ver.
Hace un pequeño hueco con sus dedos dejando un ojo descubierto para ver que sea cierto lo que digo y cuando ve que es así descubre por completo su cara.
–Es muy lindo tu Lobo – vuelve a sonreír oliendo a felicidad –. ¿Cómo se llama?
–Owen – respondo terminando de abrochar la camisa –. El también te encuentra linda.
–¿De verdad? – se impresiona.
–Ajá – la miro cuando abrocho el ultimo botón –. Él muy feliz con que seas tu compañera.
–¿Él? – frunce el ceño –. ¿Tú no lo estas?
La admiro unos segundos antes de ordenar mis ideas y poder responder.
–No, no lo estoy – digo finalmente viendo como su cara se contrae, pero se recompone rápido –. Yo no te estaba buscando, no esperaba encontrarte. No quería tener una compañera y definitivamente no quería una humana.
–Oh… – responde cabizbaja y el delicioso aroma a felicidad es remplazado por la tristeza –. Entiendo.
Maldigo internamente por haber sido tan brusco al decirlo, no me gusta el olor que tiene ahora y mi lobo me gruñe por haberla herido.
–Escucha solo…
–Creo que debería descansar – me interrumpe sin volver a mirarme –. Quisiera dormir.
–Claro – la miro esperando que me devuelva la mirada, pero no lo hace –. Te dejare descansar.
Se acomoda dándome la espalda, tapándose hasta el cuello. El aroma a tristeza solo se intensifica y mi pecho se contrae por haber provocado eso. Retrocedo hasta la puerta dándole una ultima mirada, pero solo recibo silencio antes de salir del cuarto.
Soy un imbécil.
SOFÍAMe levanto apenas los primeros rayos del sol se escabullen entre las cortinas, no dormí casi nada. Me costo pegar el ojo e incluso cuando lo lograba dormía solo por unos minutos y finalmente me despertaba, la cama es cómoda, pero fría.Las pesadillas respecto a lo que sucedió tampoco ayudaban y las ultimas palabras que Eric dijo antes de irse menos. No se por que me afecta tanto lo que él pueda pensar sobre mí, no lo conozco y ni siquiera sé por qué me duele que no me crea suficiente para él. Pero lo hace.Es como si una pequeña espina se enterró en mi corazón y mente.No soy suficiente, nunca soy suficiente.Me levanto de su enorme cama, la ordeno y me dirijo al baño para asearme. Intento evitar lo más que puedo el reflejo en el espejo, pero al fin y al cabo es inevitable y mis ojos se aguan al ver lo que se proyecta en él.Mi pómulo derecho se encuentra hinchado y morado, tengo un corte sobre una ceja y también en el labio. Mi piel esta pálida, tengo unas enormes ojeras y mi c
SOFÍATarde al menos cinco segundos en entender que sucedía, en asimilar el movimiento de sus labios sobre los míos. Y cuando finalmente caí en cuenta de lo que sucedía abrí mi boca para permitirle tomar todo de ella.Su mano se mantenía firme tras mi nuca tomando el mando de la situación, mis manos fueron hacia su pecho intentando encontrar agarre de algo ante las sensación que me apresaban, sus labios se sentían como nunca podría haber imaginado.Cálidos y dulces, un toque a menta se arrastro por mi lengua cuando hizo contacto con la suya, su mano libre la posó en mi espalda baja, pegando mi cintura contra la suya y un pequeño jadeo murió dentro de su boca cuando sentí una parte despierta de él, un gran parte.Mis manos se cerraron en puños apresando parte de su camiseta cuando una ráfaga de excitación recorrió mi cuerpo, sus dedos se enterraron en mi cadera y su boca abandono la mía dando oportunidad de respirar e intentar recomponerme un poco de lo que acaba de suceder, pero mis p
SOFÍAMe quedo mirando la puerta unos cuantos segundos controlando la avalancha de emociones que me tomaron desprevenida, aquellos sentimientos que no espere tener tan pronto con él.Los celos.Joder, estaba tan enojada. Que esa mujer entrara aquí a interrumpirnos, que ni siquiera cayera en la cuenta de que yo también estaba en la habitación, las sonrisas y sugerencias que lanzo hacia Eric, la sonrisa falsa que me dedico a mí y arghh.Aprieto los puños y suelto el aire contenido con fuerza, respiro un par de veces para calmarme, cuando el balde de agua fría me cae encima.¿Qué he hecho? Le acabo de cerrar la puerta en la cara a mi jefe.Independiente de lo que llegase a suceder, sigue siendo el responsable de mi práctica. No puedo arriesgarme a que me califique mal, no puedo fracasar en esto. No me he esforzado todos estos años, para tirar todo a la basura en mi última práctica.Pero joder, las emociones pudieron conmigo.Sacudo la cabeza alejando todos los pensamientos y decido centr
SOFÍAPuedo ver como sus ojos observan cada rincón de mi piso, cada mueble, cada aspecto y sé que no debe estar acostumbrado a esto. Si comparamos su piso con él mío claramente me encuentro en desventaja.Él vive en un pent-house de ensueños, mientras que yo vivo en un piso que es del mismo tamaño que su habitación.–Bueno, te escucho – hablo rompiendo el silencio.Sus ojos rápidamente conectan con los míos y un escalofrío me recorre la columna. Aquellos ojos miel que me miran con un brillo que no logro descifrar, pero toda la expresión de su rostro indica preocupación.–¿Hace cuanto vives aquí? – camina hasta sentarse en el sillón que se ve aun más pequeño de lo que es con él encima.–Desde que entre a la universidad.–¿Llevas viviendo tantos años aquí? – la cara de perplejidad no pasa desapercibida –. ¿Sola?Inhalo hondo logrando que su aroma masculino llegue a mi nariz, perfume, quizás loción, pero un olor a menta y bosque que resulta realmente adictivo.–Escucha sé que no es como
SofíaIngreso al edificio de Black Accounts con una sonrisa en el rostro, he estado en esta nube de felicidad desde ayer en la noche. Cuando Eric apareció en mi edificio, explicándome lo de esa mañana, dejando fluir sus sentimientos por mí.Luego de aquel beso se quedo por aproximadamente una hora más en la cual conversamos cosas triviales, pero sin apartar las manos uno del otro. Si bien no eran toques con dobles intenciones, lograban causar toda una avalancha de emociones que jamás había sentido con nadie.Subo al ascensor saludando a cada miembro del personal que me encuentro, marco el numero del piso donde se encuentra nuestro piso y espero pacientemente hasta que llegamos a él.Camino por el pasillo hacia mi pequeña oficina con todos los ánimos de empezar esta nueva semana, con grandes expectativas sobre como van tomando curso las cosas y luego de pensarlo harto durante la noche e decidido que le daré una oportunidad a Eric, me dejaré llevar por esto que siento por él, por todo l
SOFÍA La semana transcurrió con normalidad, la misma cantidad de trabajo y la misma rutina, pero disfrute como nunca antes había disfrutado algo mi nueva oficina. Sobre todo, cuando me di cuenta de que había una puerta que conectaba mi espacio con el de Eric. Una puerta la cual pensé que quizás era una armario común y corriente, pero la sorpresa fue tal cuando aquella idea fue destrozada al verlo aparecer con una enorme sonrisa en su rostro un día, antes que terminara la jornada laboral para ayudarme a recoger mis cosas y luego ir a dejarme a mi casa. Las cosas han estado increíbles entre nosotros, él es muy atento, muy cariñoso y sobre todo protector. Cada día me recoge en la mañana en mi pequeño departamento con un café y una magdalena, nunca suelta mi mano cuando caminamos por las calles, jamás me deja caminar por el lado cercano a los autos, siempre al lado de la pared, me besa cada vez que puede y a pesar de que no hemos más allá de quizás unos simples toques, podría pensar qu
SOFÍAMe doy unos últimos retoques en mi sombra de ojos y luego comienzo a colocarme el labial color rojo, el cual combina perfecto con el vestido que decidí usar. Es uno simple, de tiras finas sobre mis hombros, ajustado en mi torso para posteriormente caer en forma de campana desde la cintura hasta la mitad de mi muslo.Los zapatos son del mismo color, con un tacón medianamente alto y grueso. Nunca me han gustado los tacones de punta fina, quizás sean ideas mías, pero siento que no serán tan estables como los de tacón grueso.Termino de colocar el labial, hecho perfume en mi cuello y me pongo de pie para ordenar mi bolso, pero soy detenida por el sonido de unos golpes en la puerta. Mi corazón inmediatamente se acelera ante la anticipación de saber quién puede ser.No quedaban muchos minutos para la hora acordada, así que nadie más podría ser.Dejo todo donde está y camino rápidamente hacia la puerta, este deseo de verlo me consume, me devora, es algo que no puedo ni quiero controlar.
SOFÍA–¿Ordenamos postre? – escucho la voz de mi bello acompañante.Termino de enrollar la última porción de pasta de mi plato y elevo la vista mientras me lo llevo a la boca encontrándome con su mirada fija en mí.Asiento emocionada sin responder nada debido a que mis mejillas probablemente tienen aspecto de ardilla, pero no pueden culparme, la comida estaba deliciosa. Hace demasiado tiempo que no disfrutaba de algo así, debido a que siempre compro cosas no tan sofisticadas para poder mantenerme dentro de mi presupuesto.–¿Quieres que compartamos algo o te crees capaz de comer uno tu solita?–Creo que puedo una sola.–Bueno, de no ser así, pedimos que lo envuelvan y puedes llevarlo a casa.Dejo los cubiertos sobre el plato vacío y lo alejo un poco de mi cuerpo, tomo la copa con vino tomando un sorbo apreciando su sabor e impregnándome de su aroma. La mano de Eric se estira sobre la mesa y toma la mía, tal como ha hecho cada vez que tiene oportunidad. Creo que nunca había disfrutado t