ERIC
Todo en mi cuerpo me indica que algo no anda bien, tengo esta incomodidad constante y mis sentidos han estado más agudizados desde hace unos cuantos minutos.
–¿Dónde esta mi chiquitita? –pregunta Owen y mi atención se fija en eso inmediatamente.
Recorro con la vista el lugar en busca de ella, olfateo cuidadosamente el aire para ubicarla por su aroma, pero se encuentra muy débil y eso logra ponerme en alerta. Me levanto de mi silla ignorando los llamados de todos en ella y comienzo a caminar en busca de Sofía.
Puedo distinguir a Mateo a lo lejos y camino hacia donde se encuentra sin pensarlo dos veces.
–¿Dónde esta Sofía? – pregunto una vez frente a él.
Su ceño se frunce y escanea el lugar con la mirada.
–Me dijo que iría al baño – responde volviendo a verme –. Debe estar por volver.
No le respondo nada y me alejo dejándolo solo, la incomodidad en mi cuerpo es por algo y podría jurar que algo sucede con ella.
–El imbécil de su ex tampoco esta – habla Owen y mis pasos se aceleran –. No puedo olerlo.
El pasillo del baño aparece frente a mí, olfateo el aire y su aroma es más fuerte aquí, debe estar cerca. Agudizo mi oído en busca de alguna señal y mi pecho se contrae cuando escucho sus quejidos.
Corro hasta la puerta donde su llanto y aroma son fuertes, intento abrirla, pero esta cerrada con llave. Maldigo en voz baja antes de ver a mis alrededores cerciorándome que nadie está cerca y con la fuerza de mi lobo rompemos el pomo de puerta ingresando al salón.
Doy dos pasos dentro y me quedo estático en mi lugar.
–Bueno, pero si es el hombre por quién me cambiaste – habla el imbécil, tiene a Sofía agarrada del pelo tirando su rostro hacia atrás, su rostro esta cubierto por sangre y lagrimas caen por sus mejillas –. Vino a tu rescate, ¿no es eso lindo?
Oliver gruñe en mi interior y puedo sentir como mis ojos cambian de color.
–Suéltala – digo entre dientes intentando mantener mi enojo a raya.
–¿Por qué lo haría? – pregunta tensando aun más si agarre en Sofía logrando que un quejido de dolor salga de sus labios.
–Es mía – lanzo junto a un gruñido y avanzo un paso hacia ellos –. Y si no quitas tus asquerosas manos de ella en cinco segundos, arrancare cada uno de tus dedos, uno por uno y luego te hare comerlos.
El color de su rostro se esfumo completamente al oírme decir aquello, puedo notar como su agarre se afloja en ella, las lagrimas siguen cayendo por el rostro de Sofía, sus parpados comienzan a pesarle y mi corazón se contrae al verla así.
Debí cuidarla más.
Doy otro paso más hacia ellos, el imbécil suelta su agarre en ella y corro hacia su lugar cuando veo que sus ojos se cierran indicándome que se ha desmayado. La agarro con cuidado antes que impacte contra el suelo y cuando elevo mi vista para volver a amenazar al lobo me doy cuenta de que ya no está.
Huyo.
–Debemos cuidarla – solloza Owen –. Esta muy herida, no debimos dejar que esto sucediera.
–Lo sé, tranquilo – intento calmarlo, no podemos perder el control ahora –. La llevaremos a casa.
Me duele verla así, a pesar de que no la quiero, que no esperaba, me duele. Su lindo rostro esta cubierto de sangre, su labio esta rojo al igual que su ceja, esta comenzando a formarse un hematoma en su pómulo al igual que en sus brazos y cuello. Con lo hermosa que se veía esta noche, ahora su pelo esta desordenado con rastros de sangre y su vestido esta roto en algunas partes seguramente por el forcejeo.
Paso uno de mis brazos tras su nuca y el otro por sus rodillas para elevarla, su cabeza cae contra mi hombro sin ninguna resistencia debido a su inconciencia, me pongo de pie para salir de la sala y antes de dar un paso la puerta se abre dejándome ver la figura de Antonio.
–¿Qué carajos paso? – pregunta alarmado acercándose a nosotros.
Aprieto a Sofía contra mi pecho y un gruñido bajo sale de mi pecho.
–No te acerques – me alejo un paso y lo rodea para irnos –. Pide el auto, debemos irnos.
–Enseguida – responde y veo como saca su móvil.
No tardamos mucho en salir del edificio, obviamente salimos por la parte de atrás ya que si alguien veía a Sofía en el estado que estaba generaría revuelo. Nos adentramos en la camioneta junto a Antonio que no para de hacer preguntas, su aroma a preocupación inundaba el pequeño espacio, así que yo solo me refugie en ella, inspirando su esencia que ahora se mezclaba con el denso olor de la sangre, pero aun así el suyo salía a flote.
–Súbela a mi habitación – ordené a Matías, mi mano derecha cuando me ayudo a bajarla del auto –. Y llama al médico.
–Como ordene señor.
Pase una mano por mi rostro intentando aliviar la ansiedad que tenía en estos momentos, se que no es mi culpa que ella este así, pero podría haberse evitado si me mantenía alerta a sus movimientos.
–¿Por qué la trajiste aquí? – pregunta Antonio con una sonrisa en el rostro.
–Esta herida – respondo como algo obvio.
–Podrías haberla llevado al hospital, incluso a un hotel, pero la trajiste a tu departamento donde no traes a nadie – se encoje de hombros –. ¿Te gusta?
–Claro que no – niego sintiendo a Owen gruñir –. Debo saber que sucedió.
–Me alegra que la aceptes y cuides – se acerca al ascensor cuando el timbre anuncia que alguien llego –. Al fin y al cabo, es tu compañera.
–No la he aceptado, simplemente tengo curiosidad – me encojo de hombros.
Las puertas de metal del ascensor de abren y el médico entra en mi apartamento, me da los saludos correspondientes, lo pongo al tanto de lo que sucede y comenzamos a subir las escaleras en dirección a mi dormitorio donde el aroma de Sofía es más fuerte.
Owen ronronea en mi pecho y me lleno de regocijo al verla acostada en mi cama, dejando su aroma en ella, justo como debe ser.
–¿Puedo revisarla? – escucho como preguntan y aparto mi vista de ella para ver al médico.
–¿Por qué me preguntas? – elevo una ceja –. Hazlo.
–Por que es tu compañera, hueles a posesividad desde que entramos aquí – se encoje de hombros –. No quería importunarte.
–Puedes revisarla.
Da un asentimiento de cabeza y se acerca hacia la cama donde ella se encuentra, yo me quedo de pie al final de la cama con los brazos cruzados sobre mi pecho viendo todo lo que él hace. Atento a cada toque, cada roce, todo.
–¿Sabes? – habla mi Lobo –. Si la marcáramos sanaría más rápido.
–Olvídalo, no sucederá.
–Pero es nuestra compañera, debemos ayudarla.
–El medico lo hará – observo como comienza a limpiar su rostro –. No la marcaré, es una niña.
–Yo la quiero – gruñe.
–Yo no.
–Repítelo hasta que te lo creas.
Ruedo mis ojos volviendo a concentrarme en ella, un par de minutos y el médico termina. Ha limpiado y vendado sus heridas, mi ama de casas – Cleo – me ayudo con ella para cambiarle la ropa y la dejamos dormir en mi cama hasta que despierte por si sola.
–Debe tomar esto cuando despierte y luego cada 8 horas – me entrega un frasco de pastillas –. Son solo unos golpes, nada grave, así que con cuidados y reposo estará todo bien.
–De acuerdo.
–Adiós, llámame cualquier cosa.
–¿Va a querer comer algo? – pregunta Cleo cuando nos quedamos solos.
Antonio se fue hace un rato y Matías debe estar en la habitación de monitoreo.
–No gracias, cene en la gala.
–Cierto ¿Qué tal estuvo?
–Todo bien hasta que sucedió esto.
Suelto un suspiro pasando los dedos por mi pelo y camino hacia uno de los sillones.
–No quiero ser entrometida, pero lo seré – sonríe sentándose frente a mí –. ¿Por qué la trajo aquí?
La miro por unos segundos intentando encontrar las palabras, no me molesta que lo pregunte; ella ha estado conmigo toda mi vida, pero no sé que responder. No se que me sucede con ella, el lazo y mi Lobo están haciendo de las suyas y al final mis decisiones se ven influenciadas por ello.
–Solo seguí mi instinto – respondo finalmente –. Cada poro de mi cuerpo me prohibía dejarla ahí sola o incluso llevarla a cualquier lado que no fuera mi casa. La quería conmigo, asegurarme que estaría a salvo, curar sus heridas, sentirla cerca.
–Es normal, es el vínculo.
–Lo sé, pero yo no la quiero.
Sus ojos se abren más de la cuenta y me mira con perplejidad.
–¿Qué dices? – su tono de voz se eleva una nota.
–Lo que oyes, no la quiero – me encojo de hombros –. Es humana y una jovencita, no pasa de los 25 ¿Qué se supone que haré con eso?
–No lo sé, tal vez ¿Amarla? ¿Qué ella te ame? ¿Formar una familia?
Niego mirando el suelo.
–No quiero nada de eso.
–Claro que sí – escucho como suspira con pesar –. Solo estas atormentado por la sombra de tus padres, no tiene por qué ser así con ella.
Trago saliva cuando un nudo se forma en mi garganta, no me gusta hablar de ellos y ella lo sabe. Sabe que ese tema es prácticamente prohibido, no me interesa recordar el como me dejaron tirado, en como se olvidaron de cuidarme o incluso quererme, cuando sus peleas por infidelidades destruyeron la poca familia que teníamos. Ellos no eran compañeros, solo se eligieron y no lo hicieron bien.
–Si fuera así… no quiero averiguarlo.
–A veces debes tomar riesgos querido – se coloca de pie y camina hacia donde estoy colocando una mano sobre mi hombro –. Tengo fe en que esa señorita podría darle un poco de color a tu vida.
Niego con la cabeza levantando la vista.
–No lo…
Me cayo abruptamente cuando aquel sonido del latir de su corazón, al que he estado atento desde que la tome en brazos se acelera. Me pongo de pie dejando a Cleo con una expresión de intriga y subo la escalera de dos en dos.
Llego hasta la puerta de mi habitación, la abro de par en par entrando sin importarme nada. Detengo mi andar cuando la veo sentada en la cama, aun tapada con al edredón observando sus brazos llenos de hematomas.
Sus ojos conectan con los míos un segundo después y la confusión llena cada rincón de su bello rostro.
–¿Tú? – mira a su alrededor con intriga –. ¿Qué hago aquí?
Sofía–¿Qué sucedió? – pregunto llevando una mano hacia mi cabeza cuando una punzada de dolor me atraviesa.Cierro mis ojos unos momentos y cuando los vuelvo a abrir él esta frente a mí mirándome con preocupación. Sus ojos recorren mi rostro en busca de algo y mi corazón comienza a palpitar más fuerte cuando se acerca para mirarme más de cerca.–¿No recuerdas lo que sucedió? – pregunta alzando su mano para apartar un mechón de mi pelo y meterlo tras mi oreja.Niego mientras miro fijamente su rostro, mi cerebro esta nublado con su cercanía y las palabras simplemente no salen de mi boca.Sus dedos recorren mi mejilla con delicadeza, su aroma varonil llega a mi nariz deleitándome, creo que nunca había olido algo tan delicioso, todo en mi cuerpo grita que acerca más, que me deje envolver por sus brazos, por su calor, pero mi mente juega en contra alejándome de mi pequeña ilusión para mostrarme fragmentos de lo que sucedió.La gala, Mateo, fui al baño y Tomás.Me intercepto, me encerró, me
SOFÍAMe levanto apenas los primeros rayos del sol se escabullen entre las cortinas, no dormí casi nada. Me costo pegar el ojo e incluso cuando lo lograba dormía solo por unos minutos y finalmente me despertaba, la cama es cómoda, pero fría.Las pesadillas respecto a lo que sucedió tampoco ayudaban y las ultimas palabras que Eric dijo antes de irse menos. No se por que me afecta tanto lo que él pueda pensar sobre mí, no lo conozco y ni siquiera sé por qué me duele que no me crea suficiente para él. Pero lo hace.Es como si una pequeña espina se enterró en mi corazón y mente.No soy suficiente, nunca soy suficiente.Me levanto de su enorme cama, la ordeno y me dirijo al baño para asearme. Intento evitar lo más que puedo el reflejo en el espejo, pero al fin y al cabo es inevitable y mis ojos se aguan al ver lo que se proyecta en él.Mi pómulo derecho se encuentra hinchado y morado, tengo un corte sobre una ceja y también en el labio. Mi piel esta pálida, tengo unas enormes ojeras y mi c
SOFÍATarde al menos cinco segundos en entender que sucedía, en asimilar el movimiento de sus labios sobre los míos. Y cuando finalmente caí en cuenta de lo que sucedía abrí mi boca para permitirle tomar todo de ella.Su mano se mantenía firme tras mi nuca tomando el mando de la situación, mis manos fueron hacia su pecho intentando encontrar agarre de algo ante las sensación que me apresaban, sus labios se sentían como nunca podría haber imaginado.Cálidos y dulces, un toque a menta se arrastro por mi lengua cuando hizo contacto con la suya, su mano libre la posó en mi espalda baja, pegando mi cintura contra la suya y un pequeño jadeo murió dentro de su boca cuando sentí una parte despierta de él, un gran parte.Mis manos se cerraron en puños apresando parte de su camiseta cuando una ráfaga de excitación recorrió mi cuerpo, sus dedos se enterraron en mi cadera y su boca abandono la mía dando oportunidad de respirar e intentar recomponerme un poco de lo que acaba de suceder, pero mis p
SOFÍAMe quedo mirando la puerta unos cuantos segundos controlando la avalancha de emociones que me tomaron desprevenida, aquellos sentimientos que no espere tener tan pronto con él.Los celos.Joder, estaba tan enojada. Que esa mujer entrara aquí a interrumpirnos, que ni siquiera cayera en la cuenta de que yo también estaba en la habitación, las sonrisas y sugerencias que lanzo hacia Eric, la sonrisa falsa que me dedico a mí y arghh.Aprieto los puños y suelto el aire contenido con fuerza, respiro un par de veces para calmarme, cuando el balde de agua fría me cae encima.¿Qué he hecho? Le acabo de cerrar la puerta en la cara a mi jefe.Independiente de lo que llegase a suceder, sigue siendo el responsable de mi práctica. No puedo arriesgarme a que me califique mal, no puedo fracasar en esto. No me he esforzado todos estos años, para tirar todo a la basura en mi última práctica.Pero joder, las emociones pudieron conmigo.Sacudo la cabeza alejando todos los pensamientos y decido centr
SOFÍAPuedo ver como sus ojos observan cada rincón de mi piso, cada mueble, cada aspecto y sé que no debe estar acostumbrado a esto. Si comparamos su piso con él mío claramente me encuentro en desventaja.Él vive en un pent-house de ensueños, mientras que yo vivo en un piso que es del mismo tamaño que su habitación.–Bueno, te escucho – hablo rompiendo el silencio.Sus ojos rápidamente conectan con los míos y un escalofrío me recorre la columna. Aquellos ojos miel que me miran con un brillo que no logro descifrar, pero toda la expresión de su rostro indica preocupación.–¿Hace cuanto vives aquí? – camina hasta sentarse en el sillón que se ve aun más pequeño de lo que es con él encima.–Desde que entre a la universidad.–¿Llevas viviendo tantos años aquí? – la cara de perplejidad no pasa desapercibida –. ¿Sola?Inhalo hondo logrando que su aroma masculino llegue a mi nariz, perfume, quizás loción, pero un olor a menta y bosque que resulta realmente adictivo.–Escucha sé que no es como
SofíaIngreso al edificio de Black Accounts con una sonrisa en el rostro, he estado en esta nube de felicidad desde ayer en la noche. Cuando Eric apareció en mi edificio, explicándome lo de esa mañana, dejando fluir sus sentimientos por mí.Luego de aquel beso se quedo por aproximadamente una hora más en la cual conversamos cosas triviales, pero sin apartar las manos uno del otro. Si bien no eran toques con dobles intenciones, lograban causar toda una avalancha de emociones que jamás había sentido con nadie.Subo al ascensor saludando a cada miembro del personal que me encuentro, marco el numero del piso donde se encuentra nuestro piso y espero pacientemente hasta que llegamos a él.Camino por el pasillo hacia mi pequeña oficina con todos los ánimos de empezar esta nueva semana, con grandes expectativas sobre como van tomando curso las cosas y luego de pensarlo harto durante la noche e decidido que le daré una oportunidad a Eric, me dejaré llevar por esto que siento por él, por todo l
SOFÍA La semana transcurrió con normalidad, la misma cantidad de trabajo y la misma rutina, pero disfrute como nunca antes había disfrutado algo mi nueva oficina. Sobre todo, cuando me di cuenta de que había una puerta que conectaba mi espacio con el de Eric. Una puerta la cual pensé que quizás era una armario común y corriente, pero la sorpresa fue tal cuando aquella idea fue destrozada al verlo aparecer con una enorme sonrisa en su rostro un día, antes que terminara la jornada laboral para ayudarme a recoger mis cosas y luego ir a dejarme a mi casa. Las cosas han estado increíbles entre nosotros, él es muy atento, muy cariñoso y sobre todo protector. Cada día me recoge en la mañana en mi pequeño departamento con un café y una magdalena, nunca suelta mi mano cuando caminamos por las calles, jamás me deja caminar por el lado cercano a los autos, siempre al lado de la pared, me besa cada vez que puede y a pesar de que no hemos más allá de quizás unos simples toques, podría pensar qu
SOFÍAMe doy unos últimos retoques en mi sombra de ojos y luego comienzo a colocarme el labial color rojo, el cual combina perfecto con el vestido que decidí usar. Es uno simple, de tiras finas sobre mis hombros, ajustado en mi torso para posteriormente caer en forma de campana desde la cintura hasta la mitad de mi muslo.Los zapatos son del mismo color, con un tacón medianamente alto y grueso. Nunca me han gustado los tacones de punta fina, quizás sean ideas mías, pero siento que no serán tan estables como los de tacón grueso.Termino de colocar el labial, hecho perfume en mi cuello y me pongo de pie para ordenar mi bolso, pero soy detenida por el sonido de unos golpes en la puerta. Mi corazón inmediatamente se acelera ante la anticipación de saber quién puede ser.No quedaban muchos minutos para la hora acordada, así que nadie más podría ser.Dejo todo donde está y camino rápidamente hacia la puerta, este deseo de verlo me consume, me devora, es algo que no puedo ni quiero controlar.