Capítulo 4

Un exquisito vestido de novia con todos los accesorios que se requerían para complementarlo apareció frente a ella en cuanto levanto la tapa de la caja, cada detalle resaltaba espléndidamente ante sus ojos. Sin duda alguna, su valor era inimaginable en estos momentos para ella, que no contaba con los recursos suficientes ni para comprar una soda. Estaba a punto de decir algo, cuando su celular sonó insistentemente con un número no registrado.

—No entiendo porque tardas tanto en responder la llamada, espero que el vestido sea el correcto. El fin de semana no hagas planes, pasará por ti una limosina; busca donde dejar a tu hijo y no olvides traer el vestido contigo.

—Buenos días para usted también señora, ¿A dónde vamos el fin de semana? —respondió con educación, ante la mala lecha del interlocutor.

—No estoy para jueguitos niña, el fin de semana es la boda.

— ¿Qué? ¿Cuándo pensaba decírmelo? Acaso no sabe que las bodas llevan meses en prepararse, no hemos hablado sobre el tema, además no le he dado mi información personal.

—Para mí nada es imposible, deberías de estar feliz. Entre más rápido terminemos con esto mejor para tu bastardo ¿Ya lo olvidaste?

—Mi hijo no es ningún bastardo no se atreva a decirle así de nuevo o le juro que no voy aceptar este matrimonio, veamos quien la ayuda a sustituir a su hija.

Un silencio se hizo presente en ambos lados, ambas se necesitaban para salir del apuro en el que se encontraban. Las invitaciones ya fueron repartidas y todo se encontraba arreglado para el gran día, por mucho que quisiera deshacerse de ella era imposible.

—Como sea, pasaran por ti el sábado a las 8:00 am, no los hagas esperar o te juro que te arrepentirás.

Después de eso la llamada se desconectó, la vida de Lucy está más que dictada por una persona que hacia lo que ella quería con tal de salirse con la suya. Como lo prometió la limosina llego puntual a su departamento, al parecer tenía prisa porque la boda se efectuará.

La boda fue muy sencilla, los invitados no eran más allá de veinte personas, se podría decir que era completamente íntima y familiar; por no decir personas ajenas a Lucy quien ni siquiera pudo llevar a su hijo por las advertencias recibidas.

Durante la boda los ahora esposos se comportaban de manera indiferente, especialmente el comportamiento de Nelson era preocupante para con su esposa. Actuaba como si en lugar de amarla la odiara con todo su corazón, acto que no pasó desapercibido para los presentes.  

— ¿Qué haces? Deja de comportarte como un patán Nelson.

— ¿Y tú? deja de portarte como una mojigata porque no lo eres, ni ententes engañarme con el cuento de que eres una buena persona.

—No te permito que me insultes de esa forma, te equivocas si piensas que lo voy a permitir.

— ¡Me importa poco lo que pienses!, ya te dije que aquí se hace lo que yo digo, tú debes de obedecer todas mis órdenes. Así que vámonos de una buena vez, que ya me canse de toda esta falsedad que han montado.

— ¿De que estas hablando? El único falso e irritante aquí eres tú, en lugar de boda parece que estas asistiendo a tú funeral.

—Eso es exactamente lo que significa esto para mí, te aseguro que te arrepentirás de haber aceptado este compromiso; voy hacer tu vida la peor de las desgracias señorita, no tendré piedad contigo, voy hacer todo lo que este en mis manos hasta terminar contigo.

Tomo a Lucy por las manos, arrastrándola fuera de la fiesta ante la vista de todos, para Santoro aquello no era más que una pantomima para quedar bien con la sociedad, sociedad que no le preocupaba en absoluto.

Llegaron hasta el estacionamiento donde ya los esperaba el chofer de Nelson que solo miraba la escena apenado por la nueva señora Santoro, el mejor que nadie conocía de lo que era capaz el señor cuando algo le molestaba, y ella se había convertido en una víctima más de todo lo que tenía que ver con su vida.

Inmediatamente metió a Lucy al coche a la fuerza, cerró la puerta de golpe haciéndola que se sobresaltara en el asiento.

—Buenas noches señor Santoro, felicidades por su matrimonio.

—Déjate de pendejadas, y llévanos a la casa Gonzalo.

—Como ordene señor.

— ¡Tú! será mejor que te compartes por las buenas porque por las malas no creo que quieras conocerme. Que te quede claro que solo me case contigo por satisfacer la última voluntad de mi abuelo, pero eso no te servirá de nada si me llegas a molestar.

La forma en que estaba mencionando aquellas palabras era como si la odiara con todas sus fuerzas, un terrible escalofríos corrió por todo su cuerpo; trato de controlarse para que no se diera cuenta que sus palabras la había golpeado. Estaba empezando a entender porque la señora no quería que su hija se casara con un tipo como él, pero no podía demostrarle el efecto que provocaba en ella.

—Lo mismo digo, no pienso mezclarme contigo por nada del mundo. Para mi eres la persona más desagradable que existe.

—Me alegra que lo tengas claro querida esposa, espero que nunca lo olvides por tu bien y que siempre recuerdes que no te debes de meter en mi vida. Mientras vivas en mi casa harás todo lo que se te indique, fuera de eso no me molestes. Frente a todos seremos la pareja perfecta que quieren ver, pero después seremos dos desconocidos; respetare todo lo que quieras hacer con tu vida.

Para fortuna de Lucy el no estaría sobre ella, lo que le quedaría tiempo de ver a su hijo sin problemas. Más adelante le plantearía que cada quien viviera en su propia casa para no tener que verse todos los días a menos que fuera necesario, esto le permitiría ver a su hijo sin que se diera cuenta. 

Para ellos no era un secreto que ambos se caían mal desde el desafortunado encuentro que tuvieran aquella tarde lluviosa. Además estar lejos era lo mejor que pudieran hacer, de esa forma no se daría cuenta que había sustituido a otra chica para casarse tan solo por dinero.

No sabía de lo que era capaz si se llegara enterar de esa mentira, mientras Lucy continuaba metida en sus pensamientos Nelson la analizaba de reojo, la estuvo detallando de arriba abajo y sin duda era una chica hermosa que lucia tremendamente sexy con aquel atuendo, pero que no estaba dispuesto a reconocer públicamente.

No podía creer que una chica así se hubiera casado con el solo por dinero, eso lo estaba molestando sobre manera, a lo largo de su vida la mayoría de las mujeres siempre se le acercaban por la misma razón. Fue por eso que decidió volver su corazón de piedra, nadie merecía todo el cariño que tenía guardado para dar, a sus ojos nadie valía la pena realmente.

Santoro era una persona que le gustaba molestar a los demás, sobre todo si le demostraban tenerle miedo, para él era como alimentar su alma. Sin embargo, Lucy se mostraba como una chica tímida a la que le daría mucha satisfacción hacerlo, no creía que una mojigata como ella pudiera hacer algo para enfadarlo a él tan facilmente.

En cuanto llegaron a la casa de Santoro ambos se bajaron por su lado, aquí no existían las formalidades y eso era bueno que ella lo tuviera claro. Tan solo entraron empezó a darle indicaciones de donde estaban las cosas, subieron las escaleras para ir a los dormitorios al fin y al cabo aquella era su noche de bodas.

—La recamara del final es la mía, la tuya es la primera de la derecha de eso forma estaremos alejados, no me gusta que me molesten por nada del mundo. Tampoco que se metan en mi cuarto cuando duermo, evítame la pena de mandarte a sacar a la fuerza.

—Ni quien quiera hacerlo señor, se equivoca usted de persona, no soy ninguna pervertida como usted.

Lucy era una chica muy peculiar, nadie se atrevía a responderle porque conocían las consecuencias, ella en menos de 24 horas le refuto en varias ocasiones. Se estaba tornando algo entretenida la situación con su ahora esposa, veamos cuanto tiempo aguantara haciéndose la fuerte.

Como un depredador cazando a su presa, se acercó a ella hasta que la tuvo de espaldas contra la pared, pondría aprueba toda esa fuerza de voluntad de la que estaba haciendo gala su adorable esposa.

—Pero si tienes necesidades, puedo sacrificarme un momento para ayudarte siempre y cuando no te sientas con derecho a nada después de que pase. Cada uno debe de vivir su propia vida, este será nuestro pequeño secreto querida esposa, atenderé tus necesidades como se debe.

Mostraba una cara de perversión pura, Lucy lo empujo para poder correr al cuarto que le había indicado que sería ocupado por ella mientras estuviera en aquella casa. No iba a exponerse con una persona como ella cerca. Nelson soltó la carcajada al ver la escena que se desarrollaba delante de él, un gran lobo se había convertido en una pequeña lobita llena de miedo en fracción de segundos.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo