Mía, hasta que la Muerte nos separe
Mía, hasta que la Muerte nos separe
Por: Amunet J.D.
Capítulo 1

— ¿Cómo se encuentra mi hijo doctor?

—Nada bien Lucy, lamento ser el portador de tan malas noticias, pero Lucas necesita la operación de manera urgente; no podemos seguir esperando un milagro.

— ¿Podemos esperar al siguiente mes, doctor? Todavía no reúno todo el dinero para pagar la operación de mi pequeño, usted sabe que trabajo fuertemente para completar la cantidad, sin embargo, no he logrado hacerlo.

—Me temo que no, ya lo hemos pospuesto dos veces Lucy; hacerlo una tercera vez es atentar contra su vida y conoces las consecuencias de ello, lamentablemente es nuestra última oportunidad para poder salvarlo.

—Lo sé doctor, lo sé. Los bancos no quieren otorgarme un crédito por no tener quien me respalde, estoy haciendo todo lo que está en mis manos para conseguir el recurso para la operación.

— ¿Acudiste al centro de ayuda que te proporcione Lucy?

—Si doctor, lamentablemente les cortaron los recursos, no están aceptando a nadie por el momento hasta dentro de dos meses como mínimo.

— ¿Les comentaste que yo te referí a ellos?

—Sí, de hecho la chica me puso en la lista de espera para ser una de las primeras personas en llamar una vez que se libere el presupuesto, si ocurría antes ella me llamaría, aunque no era nada seguro según sus palabras.

—Ok, me encargaré de llamarles en cuanto salga de mi turno, veré qué más podemos hacer por ti y por el pequeño Lucas, es necesario que no dejemos pasar más el tiempo o las consecuencias podrían ser peor cada día.

—Gracias doctor, no sé qué haría sin la ayuda de usted.

Lucy era una chica que amaba la vida, provenía de una familia de clase media la cual trabajaba todos los días para salir adelante. Gracias a eso pudo ir a estudiar la universidad junto con su mejor amiga de la infancia... ambas estudiaban medicina, les gustaba servir a los demás y velar por su bienestar. Algo que muchos no lograban comprender en su totalidad, cuando de ayudar al prójimo se trataba.

Después de mucho batallar todos los días para salir adelante, se había quedado sin dinero para brindarle atención médica a su pequeño Lucas, quién necesitaba ser operado de emergencia y llevar un tratamiento muy costoso, tan costoso que solamente vendiendo su alma al diablo lograría hacerlo.

Hace dos meses se decidió a abandonar la escuela de medicina para dedicarse a trabajar tiempo completo en los lugares donde le permitían llevar a su pequeño Lucas. Un pequeño de tan solo dos años, que al igual que su madre se esforzaba todos los días por sobrevivir, brindando siempre lo mejor de sí.

Un pequeño desmayo los llevo al hospital, en donde los doctores le diagnosticaron un pequeño soplo en el corazón con algunas arterias tapadas al máximo, lo que le impedía que oxigenara de manera correcta, para lo cual se requería una operación de urgencia, de lo contrario no llegaría más allá de fin de mes.

Desde que Lucas fue notificado con esa enfermedad, la vida de Lucy dio un giro de 360 grados, las personas que se decían sus amigos le habían dado la espalda y sus padres eran los únicos que la apoyaban, pero a duras penas tenían ellos para subsistir diariamente. Por esa razón Lucy no les ha mencionado nada sobre la enfermedad de su pequeño, no quería preocuparlos más de lo que ya se encontraban hasta el momento.

Desde hace una semana el pequeño Lucas se terminó la última pastilla de su tratamiento, lo que indicaba una nueva revisión para ver si había logrado detener un poco el problema o se había incrementado. Las esperanzas de vidas eran muy pocas, sin embargo, ella luchaba con uñas y dientes para mantenerlo a su vida, una vida que se les escapaba de las manos sin poder hacer nada para evitarlo.

—Necesitaremos un nuevo tratamiento, Lucy. Es necesario que empecemos cuando antes para detener el deterioro que se está presentando actualmente —por más que quisiera la realidad le estaba golpeando en la cara y nada podría detenerlo.

—Y-yo…

—Lo siento, no puedo hacer nada más por Lucas.

—Entiendo, gracias por todo lo que ha hecho por nosotros doctor —dijo Lucy llorando, las palabra del doctor eran muy claras. Sin el tratamiento, la vida de su hijo tenía los días contados.

Lucy salió peor de como llego, tenía que pensar que haría ahora con su hijo, por el momento se dirigió al cuarto de su pequeño para acompañarlo. Se encontraba tan sumida en sus pensamientos que no se dio cuenta que una persona los había observado de cerca desde hace un buen rato.

—Disculpe doctor, ¿puedo pasar? —pronuncio mientras se introducía al consultorío.

—Adelante señora, ¿En qué puedo servirle? —cuestiono el doctor, mientras le ofrecía asiento a la desconocida.

—No quiero sonar como una entrometida, escuche sin querer lo que le decía a esa pobre chica sobre su hijo; es muy lamentable lo que está pasando por no tener recursos para salvarlo —soltó con mucho pesar, como si de verdad sintiera la pena que Lucy sentía.

—Así es, señora, ¿Es acaso usted de alguna dependencia de ayuda? Si es así, con gusto puedo ponerla al tanto de la situación de este caso, sería una pena que el pequeño perdiera la pida por una simple operación —existían diversas dependencias en donde las presidentas recorrían los pasillos buscando ayudar al más necesitado.

—Sí, así es. Tengo una fundación que ayuda a las madres de escasos recursos, tal vez pueda hacer algo por ellos. Primero debo de conocer su caso a profundidad para saber si aplica o no al programa que manejamos con las personas de San Francisco, existen muchas personas que solo fingen enfermedades y no queremos invertir mal nuestros recursos.

—Permítame un segundo, tengo el expediente justo aquí para que pueda leerlo sin problemas; estoy seguro de que Lucas es un candidato ideal de su fundación señora. Este pequeño y su madre han luchado mucho por esta operación que sin duda será la mejor inversión que hagan en tanto tiempo, justamente estamos buscando alternativas para que se lleve a cabo su tratamiento.

—Gracias doctor, es un placer para nosotros poder ayudar a las personas que más lo necesitan —menciono con aire de suficiencia.

—Ojalá existieran en el mundo más personas como usted, le garantizo que se salvarían muchas vidas en la ciudad.

Tal como lo prometió el doctor le proporciono todos los datos sobre la enfermedad del pequeño y los por menores de la operación, ahora tenía lo que necesitaba para actuar a su favor. Después de agradecer salio del consultorio, asegurando que iría al cuarto de Lucas para platicar con su madre, sobre las condiciones que la asociación tenia para los padres en estas condiciones.

Una buena samaritana dando lo mejor de sí, en favor de los más necesitados que la llevaría directo a la gloria. Sin duda, tendría un lugar recompensado en el cielo cuando le tocara; los doctores deseaban encontrar a más personas como ellas, para ayudar a más pequeños en estas condiciones.

La nueva benefactora tomo el elevador para llegar al cuarto de Lucas, cuando llego se dio cuenta que Lucy no se encontraba por ningún lado, observo la escena y su sonrisa se engrando en su cara. Minutos después Lucy aparecía leyendo unos documentos, y con lágrimas en la cara.

—Disculpe señorita, podría hablar con usted un momento, por favor.

—Lo siento señora, llevo un poco de prisa, debo de ver a mi hijo que me espera en el cuarto.

—Es justamente de él que quiero hablarle, si me escucha creo que podemos solucionar lo de la operación de su hijo señorita.

Esas palabras fueron como música para sus oídos, la hizo detenerse y limpiar las lágrimas que se escurrían por su cara desde que se enteró de la urgencia de la operación, la cual no podía pagar. En los últimos días las puertas se le cerraron sin encontrar una salida, ahora una persona desconocida apostaba por ellos, lo que la llevo a mirarla con incredulidad.

— ¿Qué tiene que ver mi hijo en esto señora? —cuestiono con miedo, nadie ofrece nada sin pedir algo a cambio, mucho menos pagar una operación de mucho dinero para una persona desconocida.

—Todo, tiene que ver todo si así lo decide señorita Lucy. Te tengo una propuesta que segura estoy, es la mejor en caso de que desees salvarle la vida al pequeño, pero como te dije depende única y exclusivamente de ti si lo deseas.

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