Capítulo 3

Durante la llamada el corazón de Lucy retumbaba a cada segundo, mientras conversaba con la señora sobre la propuesta; se encontraba tan desesperada por haber perdido todos sus trabajos en pocas horas, sumado al hecho de que nadie la quería contratar gracias a su nuevo verdugo que la acechaba día y noche sin darle tregua alguna.

—Espero no arrepentirme después de esta locura, señora.

—Eso no pasará, como te dije, es lo mejor que puedes hacer por tu hijo. Ahora veamos la fecha de la boda, entre más rápido se lleva a cabo, más rápido me encargaré de pagar la operación al hospital que tanto necesita.

— ¿Qué? No... No… No… quien me asegura que usted no se retractara de este acuerdo, después de que me case con la persona que quiere, al fin y al cabo ya tendría lo que quiere mientras que yo seguiré esperando a que cumpla su palabra.

—Siempre cumplo mi palabra, esta vez no será la excepción señorita. Provengo de una familia respetable en la ciudad, tenemos mucha clase y cuando decimos algo lo cumplimos sin pestañear.

—Eso es algo que solo usted lo sabe, a mí lo que me interesa es que pague la cirugía de mi pequeño, si no fuera por él, créame que no aceptaría este contrato sin sentido, señora. Estas no son cosas que yo haría regularmente, dado a su intromisión no me hubiera quedado sin trabajos y tampoco nadie se negaría a contratarme; así que honorable, honorable no es, señora.

Lucy debería de agradecer que no se encontraban de frente, de lo contrario la “honorable señora” la despedazaría viva por sus comentarios al respecto. Nadie osaba hablarle de esa forma en la vida diaria, sin embargo, Lucy estaba rompiendo los paradigmas que existían sobre ella.

—Le aconsejo que no vaya por ese camino señorita, al menos que quieras perder todo lo que ya has ganado. Más de una persona moriría por casarse con Nelson Santoro si tuvieran la oportunidad, y tú la estas dejando perder tan solo por una estupidez de valores, que no te estas sirviendo para nada ahora que lo necesitas ¿Verdad?

No le interesaba saber nada que no fuera sobre ella y su pequeño, ignorarla era lo mejor que podía hacer por el momento antes de que la situación terminara peor de lo que ya se encontraba.

— ¿Puede pagar la mitad de la operación ahora señora? De esa forma el hospital me tomará en cuenta para iniciar los trámites de la cirugía, son muchos los estudios que se necesitan y deben empezar cuanto antes.

—Lo siento querida, el trato no funciona de esa forma. Primero debes casarte con el prometido de mi princesa, después me encargare de pagar todo lo que necesites, nadie me asegura que cumplirás tu palabra. Personas como tú solo tratan de aprovecharse de nosotros, personas con buenas intenciones —si esas eran buenas intenciones entonces no quiero saber cuáles son las malas.

—Le recuerdo que usted fue la que me busco, no al revés. No trate de insultarme o diga que soy una interesada cuando todo lo está acomodando a su favor, si tuviera lo que dices no acudiera a mí para salvarle el trasero a su hija.  

Las lágrimas en la cara de Lucy no se hicieron esperar, las palaras que estaba escuchando jamás las permitiría si las cosas fueran diferentes. En esos momentos es cuando deseaba ser una persona con muchos recursos, para solventar ella misma la operación del pequeño sin tener que depender de nadie, pero la vida le había jugado un mal momento donde se encontraba a merced de alguien tan despiadado.

Se sentía tan humillada que lo único que deseaba saber era la fecha de la boda, y los por menores de la misma. Su pequeño la esperaba en casa de la vecina que se ofreció a cuidarlo mientras salía a la entrevista de trabajo a la cual nunca llego por culpa de aquel tipo sin remordimiento, últimamente se encontraba muchas personas de este tipo en su vida.

Después de que todo terminara, pensaba marcharse de la ciudad y vivir en un lugar alejado de todo lo que le trajera mala recuerdos en su vida.

—Solo un detalle más Lucy, tienes prohibido decirle a Nelson Santoro que tienes un hijo; si lo haces me asegurare de que termines en la cárcel por el resto de tu vida, y que él vaya a dar al peor orfanato que existe en la ciudad ¿Quedo claro?

Era evidente que sus intenciones se encontraban mal intencionadas, Santoro era la persona más temida por su larga lista de delitos cometidos, de las cuales nadie había podido comprobar absolutamente nada. Ni la autoridades han logrado comprobarle nada en su contra, se dice que es él quien controla toda la ciudad de Chicago.  

Dos días después de la llamada donde prácticamente había vendido su alma al diablo, Lucy recibió un paquete negro a la puerta de su casa. El contenido era muy peculiar, sobre todo porque no tenía remitente alguno, al principio no quería tocarlo pensando que se equivocaron de puerta, pero la curiosidad le termino ganando como a todas las personas.

— ¿Hasta seguro que es para mí joven? —cuestiono aun con timidez, en su vida había recibido un obsequio de tal magnitud.

—Si señorita, la persona que me lo dio fue muy específica en cuanto su dirección. Por favor firme de recibido para que pueda continuar con mi trabajo, no quiero retrasarme con el resto de la paquetería o me descontaran de mi paga.

Pocas personas conocían la dirección de Lucy en la ciudad, estas las podía contar con una mano y le sobraban dedos, era algo que mantenía muy privado por el bienestar de su pequeño desde que logro mudarse tras la muerte inesperada de su mejor amiga.

Su corazón latía sin detenerse, tanto que se logra escuchar desde la puerta principal, en cuanto se adentró en su departamento lo puso sobre la mesa, debía atender primero a su hijo antes de echar una mirada a la caja. El pequeño Lucas se quedó dormido pronto por lo que sin duda se apresuró a la sala para tomar el paquete y abrirlo, no existía señal alguna del remitente, era como si quisieran jugar con su mente y lo estaban logrando.

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