Máximo
― ¿Máximo? ―la voz de mi madre me hace volverme hacia ella.
―Pasa, madre―arreglo mi corbata negra, me miro en el espejo, mi madre se acerca, me toma del brazo para girarme, ella agarra mi corbata y comienza a anudarla de nuevo, no me había dado cuenta de que no estaba haciendo bien el nudo.
― ¿Estás seguro de querer hacerlo de este modo? ―asiento sin dudar. ―Está bien, tienes nuestro apoyo.
Bajo la mirada a la vestimenta de mi madre, sus ojos se cristalizan.
―Madre...―ella niega y se limpia las lágrimas que han caído por sus mejillas.
―Lo sé, lo sé, es solo que sigo consternada, ver a todos vestidos de luto esperando para hacer esa conferencia, Edison con todos los de
Máximo Voy por el sendero que me lleva a la nueva casa de la playa, bajo del auto, cuando lo estaciono frente a la casa, puedo ver a un lado el auto de mis padres, bajo quitando la corbata de un tirón, la arrojo en algún lugar cuando corro al interior de la casa, el corazón palpita a gran velocidad, la adrenalina corre por mis venas, la respiración es inestable, el miedo, la angustia, desaparecen, subo de dos en dos las escaleras hasta la nueva habitación, la sonrisa se evapora cuando no encuentro mi objetivo, antes de regresar hacia el pasillo veo un detalle. La fotografía de nosotros dos en la mesa de noche, sonrío. Cierro la puerta y salgo corriendo hacia las escaleras, cuando estoy a punto de bajar, entra Edward junto con el equipo de seguridad. ― ¿Dónde están todo
UN AÑO DESPUÉS...Abby ― ¿Qué? ―miro lo que sostengo en mis manos, estoy en shock, Melani toca la puerta al ver que no salgo del baño. ― ¡Apúrate! Máximo está nervioso, me va a matar si no llego contigo para que abran la pista―vuelve a tocar y yo no quito la vista de la prueba de embarazo, apenas hace un mes que dejamos de cuidarnos, había afrontado el miedo de embarazarnos...y ahora... estoy embarazada y estoy en shock total. La perilla se mueve inquieta y desesperada por qué Melani intenta abrir la puerta. ― ¡Abby me estás asustando! ¡Abre la puerta! Solo ibas hacer pis rápido... ― ¿Qué pasa que no llega Abby? Máximo está histérico...―escucho la voz de Edward, salgo de mi trance al escuchar "
Máximo — ¿Es todo lo que puedes dar, Galloway? —levanto la mirada hacia el hijo de puta que tengo como entrenador. Davis. Necesito tomar más aire. El sudor se ha adueñado de mi cuerpo en esta última dos horas. Las piernas me temblaban por todo el gran esfuerzo que daba en el nuevo entrenamiento. «Mierda, la cena de los viernes» Me reincorporo poco a poco sin dejar de observar la sonrisa que tiene el maldito. Realmente lo está disfrutando. No puedo evitar hacer una copia casi exacta de esa sonrisa. — ¿En serio es todo? —escupe divertido mientras me acerco por una botella de agua y la toalla para secar mi rostro. Doy un sorbo sin responder y sin dejar de mirarlo, al terminar, agarro aire de nuevo y lo suelto lentamente, listo para contestar. —Cena familiar. Te espero mañana a la misma hora…—le aviento en el aire una botella de agua y la atrapa soltando un murmuro. —Como tú lo digas, tú eres el jefe. Una hora más tarde. —Mierd
Máximo —Buenas noches, tengo que retirarme, gracias por la cena.—dejo un beso en la frente de mi madre y ella al mismo tiempo me rodea por la cintura. —Gracias por venir, cariño. Amber me observa mientras da un sorbo a su taza de café. Durante la cena ha pedido verme mañana en la oficina. Había decidido finiquitar todos mis negocios con ella, pero por petición de mi madre, lo pospuse. Amber Clarke, es la hija de la mejor amiga de mi madre, una hermosa mujer, ojos color azul, alta, delgada, pelo negro como la noche y piel morena, pero con un alma enferma. Y aunque aún no supero lo de hace años, intento esconder el secreto que compartimos ambos, un secreto que me hace ser el hombre más ruin de este mundo. — ¿Puedo hablar contigo un momento contigo, Máximo? —dice mientras se levanta de su asiento y deja la taza de café en la superficie de la mesa. Y le lanza una mirada fugaz a su madre, Clarissa. —Amber, lo que quieras decir, puede esperar para mañana
Máximo Estoy concentrado en las propuestas de los nuevos proyectos de la empresa. La voz de Arthur me hace alejar la mirada de la pantalla. —Quiero pedir permiso para ausentarme dos semanas, ¿Motivos? Son muy, pero muy personales. Me quedo en total silencio. ¿Permiso? Desde que laboraba a mi lado durante años, es la primera vez que pide ausentarse. — ¿Está todo bien? ¿Ha pasado algo con Gwen? —niega con su rostro serio, toma asiento y cruza su pierna. —Es la primera vez que pido un permiso, pero realmente lo necesito…—sus palabras me dicen que realmente es algo serio el asunto. —Está bien, toma las dos semanas. Llama a recursos para informar mi autorización. —regreso mi atención a la pantalla y sigo leyendo. El silencio se suma entre los dos. De reojo miro que se pone de pie y camina a la salida. Abre la puerta, pero antes de salir se vuelve hacia mí. —Gracias, jefe. Mi sustituto será Abby, que tengas buena noche. —y cierra la puerta. Mis
Abby Doy un pequeño sorbo a mi taza de café. Al sentir el líquido, cierro los ojos y lo saboreo. Extrañaba tanto mi café favorito. Es sábado por la noche y yo en casa. Mi compañero es un buen libro y estoy recostada en mi cama y la música de fondo, Chopin #9. Y así terminamos un día pesado. —Define pesado, Abby. —Suelto un suspiro—Cabrón…—a pesar de que este sábado solo por ocasión especial del jefe Galloway a última hora pidió varias carpetas con los reportes de finanzas de los últimos seis meses. Sé que está furioso porque seré la sustituta de Arthur, pero como me dijo el mismo, hay que respirar y contar hasta diez. Así que lo hice. Después de que me regresará con Sofía las carpetas y diciendo que no las necesitaba de última hora. Respiré antes de que mi cabeza estallara de la frustración. Sofía solo negó divertida. Había puesto una condición a Arthur: Trabajar desde mi oficina. Eso era lo mejor. Estábamos a cinco pisos de distancia. Es rarísima la
Abby «Máximo» Estaba de pie en la entrada del bar, sus brazos cruzados sobre su pecho y con una mirada realmente: «Encabronado» —Mierda, nos ha pillado—murmuré entre dientes. Una risa salió de mis labios, me volví para tomar el último trago de mi caballito de tequila. Mordí el limón con sal, y disfruté el sabor que dejaba mientras bajaba por mi garganta. Melani pide la cuenta intentando aparentar seriedad, pero realmente estábamos mega ebrias. El bartender entrega la nota, pero soy más rápida que Melani. —Ve, yo pago—Melani duda por segundos en si irse o no, pero sabe los problemas que se va a acarrear con su hermano. Hasta podría jurar que si decidiera quedarse sentada en estos momentos y mandar a la m****a a Máximo, este no tardaría en cargarla sobre su hombro como un costal de papas, y diría: ¡Te he dicho que te alejes de mi pequeña hermana, Benson! Melani me observa mientras una risa nerviosa sale de sus labios. —Creoooooooo queeeee… Hoy toca el sermón Galloway—reímos. —Espe
Máximo Manejo a toda prisa hasta llegar a mi casa. Mis nudillos están blancos por la causa de la fuerza con la que aprieto el volante. — ¡Mujer exasperante! —grito dentro del auto golpeando al mismo tiempo el centro del volante. Pongo la clave para entrar a mi cochera privada. Y la furia no cesa. Bajo del auto cerrando la puerta con fuerza.Me encamino al elevador privado, y sigue mi mente recreando sus últimas palabras. —Sus palabras.... —en la forma como lo dijo, sus labios húmedos, y el hecho de que pude ver como sus pezones estaban erectos. Niego inmediatamente borrando esa imagen de ella. La forma en la que me desafía, en su postura decidida de una guerrera enfrentándose a su enemigo. Y Dios, sí que éramos enemigos. No encontraba una verdadera razón por el cua