Abby
―Te amo―susurro contra sus labios al rodearlo por el cuello después de ponerme el anillo de compromiso, me empuja contra la puerta del auto para cubrir mi piel que muestra de más por el vestido corto al estirarme.
―Yo más, nena―sus manos se van a mi trasero―Odio éste vestido, lo voy a quemar.
―Basta, déjalo en paz, me ha ayudado a pasar desapercibida para el plan―recuerdo lo de París―Tenemos todas las pruebas para meter a Amber a la cárcel―el asiente.
―Voy a entregarlo a Edison, y él al encargado de la investigación. ¿Nena? ―nuestras miradas se encuentran al separarme para verlo de frente―Perdóname. Debí creerte.
―Tendrás que hacer mucho mérito, Galloway―él asiente emocionado, t
Máximo Tiembla, tiembla y empieza a deshacerse poco a poco cuando comienzo a dejar besos por sus piernas, luego subo hasta sus muslos y antes de centrarme en lo que más me gusta, la hago esperar. ―Máximo…―sus manos se van a mi cabello y sus dedos se deslizan y tiran de él, casi suelto una maldición, pero sé que está empezando a volverse loca del deseo, la música suena de fondo, el ambiente está cargado totalmente de deseo, de necesidad, de amor. ―Paciencia―atrapo sus manos y las retiro de mi cabello, no quiero distraerme. Mi erección está en su espléndido y doloroso momento, retomo el camino de besos, comienzo a sacar mi lengua y a acariciar su pálida y tibia piel, subo a su vientre brincando una de las mejores partes, escucho una maldición entre
Máximo Hoy es una hermosa mañana, el clima es soleado, el auto se estaciona en la acera del edificio justo a tiempo para empezar nuestra rutina de un lunes, el fin de semana estuvimos encerrados en nuestra habitación con un maratón de sexo especial, nuestros cuerpos volvieron a conectarse como hace mucho no lo hacía, el amor al final nos hizo más fuertes más felices, y el hilo delgado del que ambos dependíamos emocionalmente se ha reforzado como nunca, Edison se baja junto con Blair para abrir nuestras puertas, Abby sonríe y ese brillo que hace mucho no veía se instala en su hermosa mirada azulada. Ella pone un pie sobre la acera y se gira hacia mí, antes de cerrar la puerta me da una sonrisa, una de esas que son para siempre, esas dónde tu corazón se agita, se desestabiliza por la emoción,
Máximo ― ¿Máximo? ―la voz de mi madre me hace volverme hacia ella. ―Pasa, madre―arreglo mi corbata negra, me miro en el espejo, mi madre se acerca, me toma del brazo para girarme, ella agarra mi corbata y comienza a anudarla de nuevo, no me había dado cuenta de que no estaba haciendo bien el nudo. ― ¿Estás seguro de querer hacerlo de este modo? ―asiento sin dudar. ―Está bien, tienes nuestro apoyo. Bajo la mirada a la vestimenta de mi madre, sus ojos se cristalizan. ―Madre...―ella niega y se limpia las lágrimas que han caído por sus mejillas. ―Lo sé, lo sé, es solo que sigo consternada, ver a todos vestidos de luto esperando para hacer esa conferencia, Edison con todos los de
Máximo Voy por el sendero que me lleva a la nueva casa de la playa, bajo del auto, cuando lo estaciono frente a la casa, puedo ver a un lado el auto de mis padres, bajo quitando la corbata de un tirón, la arrojo en algún lugar cuando corro al interior de la casa, el corazón palpita a gran velocidad, la adrenalina corre por mis venas, la respiración es inestable, el miedo, la angustia, desaparecen, subo de dos en dos las escaleras hasta la nueva habitación, la sonrisa se evapora cuando no encuentro mi objetivo, antes de regresar hacia el pasillo veo un detalle. La fotografía de nosotros dos en la mesa de noche, sonrío. Cierro la puerta y salgo corriendo hacia las escaleras, cuando estoy a punto de bajar, entra Edward junto con el equipo de seguridad. ― ¿Dónde están todo
UN AÑO DESPUÉS...Abby ― ¿Qué? ―miro lo que sostengo en mis manos, estoy en shock, Melani toca la puerta al ver que no salgo del baño. ― ¡Apúrate! Máximo está nervioso, me va a matar si no llego contigo para que abran la pista―vuelve a tocar y yo no quito la vista de la prueba de embarazo, apenas hace un mes que dejamos de cuidarnos, había afrontado el miedo de embarazarnos...y ahora... estoy embarazada y estoy en shock total. La perilla se mueve inquieta y desesperada por qué Melani intenta abrir la puerta. ― ¡Abby me estás asustando! ¡Abre la puerta! Solo ibas hacer pis rápido... ― ¿Qué pasa que no llega Abby? Máximo está histérico...―escucho la voz de Edward, salgo de mi trance al escuchar "
Máximo — ¿Es todo lo que puedes dar, Galloway? —levanto la mirada hacia el hijo de puta que tengo como entrenador. Davis. Necesito tomar más aire. El sudor se ha adueñado de mi cuerpo en esta última dos horas. Las piernas me temblaban por todo el gran esfuerzo que daba en el nuevo entrenamiento. «Mierda, la cena de los viernes» Me reincorporo poco a poco sin dejar de observar la sonrisa que tiene el maldito. Realmente lo está disfrutando. No puedo evitar hacer una copia casi exacta de esa sonrisa. — ¿En serio es todo? —escupe divertido mientras me acerco por una botella de agua y la toalla para secar mi rostro. Doy un sorbo sin responder y sin dejar de mirarlo, al terminar, agarro aire de nuevo y lo suelto lentamente, listo para contestar. —Cena familiar. Te espero mañana a la misma hora…—le aviento en el aire una botella de agua y la atrapa soltando un murmuro. —Como tú lo digas, tú eres el jefe. Una hora más tarde. —Mierd
Máximo —Buenas noches, tengo que retirarme, gracias por la cena.—dejo un beso en la frente de mi madre y ella al mismo tiempo me rodea por la cintura. —Gracias por venir, cariño. Amber me observa mientras da un sorbo a su taza de café. Durante la cena ha pedido verme mañana en la oficina. Había decidido finiquitar todos mis negocios con ella, pero por petición de mi madre, lo pospuse. Amber Clarke, es la hija de la mejor amiga de mi madre, una hermosa mujer, ojos color azul, alta, delgada, pelo negro como la noche y piel morena, pero con un alma enferma. Y aunque aún no supero lo de hace años, intento esconder el secreto que compartimos ambos, un secreto que me hace ser el hombre más ruin de este mundo. — ¿Puedo hablar contigo un momento contigo, Máximo? —dice mientras se levanta de su asiento y deja la taza de café en la superficie de la mesa. Y le lanza una mirada fugaz a su madre, Clarissa. —Amber, lo que quieras decir, puede esperar para mañana
Máximo Estoy concentrado en las propuestas de los nuevos proyectos de la empresa. La voz de Arthur me hace alejar la mirada de la pantalla. —Quiero pedir permiso para ausentarme dos semanas, ¿Motivos? Son muy, pero muy personales. Me quedo en total silencio. ¿Permiso? Desde que laboraba a mi lado durante años, es la primera vez que pide ausentarse. — ¿Está todo bien? ¿Ha pasado algo con Gwen? —niega con su rostro serio, toma asiento y cruza su pierna. —Es la primera vez que pido un permiso, pero realmente lo necesito…—sus palabras me dicen que realmente es algo serio el asunto. —Está bien, toma las dos semanas. Llama a recursos para informar mi autorización. —regreso mi atención a la pantalla y sigo leyendo. El silencio se suma entre los dos. De reojo miro que se pone de pie y camina a la salida. Abre la puerta, pero antes de salir se vuelve hacia mí. —Gracias, jefe. Mi sustituto será Abby, que tengas buena noche. —y cierra la puerta. Mis