Máximo
Estoy concentrado en las propuestas de los nuevos proyectos de la empresa. La voz de Arthur me hace alejar la mirada de la pantalla.
—Quiero pedir permiso para ausentarme dos semanas, ¿Motivos? Son muy, pero muy personales.
Me quedo en total silencio. ¿Permiso? Desde que laboraba a mi lado durante años, es la primera vez que pide ausentarse.
— ¿Está todo bien? ¿Ha pasado algo con Gwen? —niega con su rostro serio, toma asiento y cruza su pierna.
—Es la primera vez que pido un permiso, pero realmente lo necesito…—sus palabras me dicen que realmente es algo serio el asunto.
—Está bien, toma las dos semanas. Llama a recursos para informar mi autorización. —regreso mi atención a la pantalla y sigo leyendo. El silencio se suma entre los dos. De reojo miro que se pone de pie y camina a la salida. Abre la puerta, pero antes de salir se vuelve hacia mí.
—Gracias, jefe. Mi sustituto será Abby, que tengas buena noche. —y cierra la puerta.
Mis dedos se quedan sobre la superficie de las teclas antes de escribir una respuesta al correo qué está frente a mí, pero no se mueven. Rebobino lentamente sus últimas palabras. Y es cuando reacciono al escuchar su nombre.
Abby.
«Mierda, m****a, m****a, y doble m****a» la ira despierta de nueva cuenta con solo escuchar su nombre y dos veces en mi cabeza. Bajo bruscamente la pantalla de mi Mac, retiro la silla del mismo modo, camino en grandes zancadas hasta la salida de la oficina para alcanzar a Arthur, pero para mi mala suerte, él ha entrado al elevador, las puertas se acaban de cerrar. Sofía, mi secretaria, se levanta a toda prisa preguntando algo, pero no presto atención. Bajo por las escaleras, es un piso, así que no es nada para mí. Bajo en dos para alcanzarla más rápido.
«¿Qué vas a decir ahora, Galloway?»
En el transcurso busco rápido un pretexto convincente para alejar a esa mujer de mi área de trabajo. Se supone que otra persona tiene que estar capacitada para apoyar a Arthur, es la vicepresidencia, ¡Por Dios santo! ¿Una directora de finanzas sustituyendo? No, no, no, y no.
Para mi sorpresa llego unos segundos antes de que las puertas del elevador abran, me acomodo la corbata. Me doy cuenta de que varios curiosos me observan, pero cuando planto mi mirada en ellos, inmediatamente retoman lo que estaban haciendo. ¿Qué piensan? Me importa una m****a, soy el jefe.
Las puertas se abren y me muestran a un Arthur muy sorprendido cuando da un brinco antes de salir.
—Mierda, me has asustado. ¿Qué estás haciendo aquí? Te acabo de dejar sentado en tu oficina casi ignorándome. —Una sonrisa se dibuja en su rostro, entramos a su oficina.
Soy el primero en hablar cuando la puerta se cierra a mis espaldas.
—Debe de haber otra persona realmente capacitada para dejarla de sustituta en tu puesto—suelto tajante. Pero soy algo ignorado. Arthur agarra su maletín, su americana se lo cuelga en su brazo, se vuelve hacia mí y me mira detenidamente.
—Sí. Hay una persona capacitada para poder cubrirme estas dos semanas.
Suelto un suspiro de alivio. Pero antes de sentirme victorioso…
—Es Abby Benson.
—Estoy hablando de sustituir vicepresidencia, Arthur. No una tienda de recuerdos.
—Galloway, basta. Es infantil lo que estás haciendo. Si realmente hubieses leído su currículo, te habrías dado cuenta de sus capacidades. Pero no, todo me lo dejaste a mí desde ese primer día, era tu obligación hacerlo, ella administra el dinero de tu empresa. Ella realmente está capacitada, ¿Crees que jugaría con algo así?
—Arthur…—pero me interrumpe.
—Ella tiene una carrera de gerencia, ha sido ejecutiva de alto rango. Además, aunque lo suyo sea números, planificación y proyectos le apasiona. Ella tiene conocimientos de mi puesto, además cuando Leonard me dejó botado con el puesto de asistente, ella estuvo ayudando en mi área por tres meses desde su oficina, pero eso tú no lo sabes, por qué nunca estás al tanto de ese tipo de percances, solo tienes conocimiento de lo más importante.
Se pone la americana y busca las llaves del auto dentro del maletín.
—Arthur, ella es directora de finanzas, no es una mujer que sepa a ciencia cierta cómo manejamos nosotros el área de proyectos y planificación ni como…—levanta la mirada de su maletín y pausa la búsqueda. Entrecierra los ojos desafiantes.
—Necesito estas dos semanas. Me iré y tú lo tomarás tranquilo, ella no es como la tienes pintada dentro de tu cabeza. Ella es amigable, social, trabajadora y eso me consta, hasta podría decir que es una adicta al trabajo, una cosa muy en común contigo. Así que, así como yo te he apoyado todos estos millones de años, necesito que solo me des estas dos semanas.
Me rindo.
Está decidido.
Y por ser mi mejor amigo y por qué sé que no arriesgaría su trabajo, sin duda sabe a quién deja en su lugar.
—Está bien. Dile a tu asistente que mande el memorándum a recursos.
—Ella trabajará desde su oficina, ya la puse al tanto desde la semana pasada y el memorándum ya está en recursos.
— ¿Desde la semana pasada? ¿Y apenas hoy me lo dices? —la irritación crece.
—Solo sabes lo importante, lo demás no creo que te interese. Así que… Buenas noches y nos vemos en dos semanas.
Me quedo de pie en medio de la oficina de Arthur, estoy furioso y no por lo que hizo, si no, a quien ha puesto de sustituta en el puesto. No quiero esa mujer cerca de mí por nada del mundo. Será un martirio.
Un infierno que durará dos semanas.
Abby Doy un pequeño sorbo a mi taza de café. Al sentir el líquido, cierro los ojos y lo saboreo. Extrañaba tanto mi café favorito. Es sábado por la noche y yo en casa. Mi compañero es un buen libro y estoy recostada en mi cama y la música de fondo, Chopin #9. Y así terminamos un día pesado. —Define pesado, Abby. —Suelto un suspiro—Cabrón…—a pesar de que este sábado solo por ocasión especial del jefe Galloway a última hora pidió varias carpetas con los reportes de finanzas de los últimos seis meses. Sé que está furioso porque seré la sustituta de Arthur, pero como me dijo el mismo, hay que respirar y contar hasta diez. Así que lo hice. Después de que me regresará con Sofía las carpetas y diciendo que no las necesitaba de última hora. Respiré antes de que mi cabeza estallara de la frustración. Sofía solo negó divertida. Había puesto una condición a Arthur: Trabajar desde mi oficina. Eso era lo mejor. Estábamos a cinco pisos de distancia. Es rarísima la
Abby «Máximo» Estaba de pie en la entrada del bar, sus brazos cruzados sobre su pecho y con una mirada realmente: «Encabronado» —Mierda, nos ha pillado—murmuré entre dientes. Una risa salió de mis labios, me volví para tomar el último trago de mi caballito de tequila. Mordí el limón con sal, y disfruté el sabor que dejaba mientras bajaba por mi garganta. Melani pide la cuenta intentando aparentar seriedad, pero realmente estábamos mega ebrias. El bartender entrega la nota, pero soy más rápida que Melani. —Ve, yo pago—Melani duda por segundos en si irse o no, pero sabe los problemas que se va a acarrear con su hermano. Hasta podría jurar que si decidiera quedarse sentada en estos momentos y mandar a la m****a a Máximo, este no tardaría en cargarla sobre su hombro como un costal de papas, y diría: ¡Te he dicho que te alejes de mi pequeña hermana, Benson! Melani me observa mientras una risa nerviosa sale de sus labios. —Creoooooooo queeeee… Hoy toca el sermón Galloway—reímos. —Espe
Máximo Manejo a toda prisa hasta llegar a mi casa. Mis nudillos están blancos por la causa de la fuerza con la que aprieto el volante. — ¡Mujer exasperante! —grito dentro del auto golpeando al mismo tiempo el centro del volante. Pongo la clave para entrar a mi cochera privada. Y la furia no cesa. Bajo del auto cerrando la puerta con fuerza.Me encamino al elevador privado, y sigue mi mente recreando sus últimas palabras. —Sus palabras.... —en la forma como lo dijo, sus labios húmedos, y el hecho de que pude ver como sus pezones estaban erectos. Niego inmediatamente borrando esa imagen de ella. La forma en la que me desafía, en su postura decidida de una guerrera enfrentándose a su enemigo. Y Dios, sí que éramos enemigos. No encontraba una verdadera razón por el cua
Abby Llego finalmente a mi departamento. Me dejo caer sobre el sofá. Me quito las zapatillas y me doy un leve masaje a mis pies algo adoloridos. Me distraigo recordando de nuevo las palabras de Galloway. «Qué pase al personal a firmar su renuncia» La sonrisa de triunfo por hacer un tercer proyecto con Hong Kong se había esfumado a unos cuantos metros cuando escuché que Galloway le daba órdenes a Sofía. Estos dos años siempre me había preguntado por qué de esta relación: jefe-empleado igual a odio-odio. No nos podíamos soportar ni siquiera cinco minutos sin estarnos contestándonos el uno al otro. Su forma de ser autoritativo me tenía hasta la coronilla. Siempre déspota, grosero y todavía se quejaba que uno le contestara por su
Máximo Estoy de pie del otro lado de la puerta del departamento de Abby. Maldije muchísimas veces en los últimos minutos. Golpeé su puerta hasta cansarme. Pero no me marcharía sin hablar con ella, tenía que esperar hasta que esa puerta se abriera ante mí. Mi apariencia en estos momentos es lo que menos me importa a ojos de la vecina de enseguida del departamento de Abby. Sus ojos me dieron un repaso de pies a cabeza. ¿Qué nunca ha visto un hombre así en su vida? Solo es un rostro, nena. «Nunca me ha importado» La mitad de mi camisa termino de acomodarla dentro de mi pantalón, la americana la tengo en mis manos, y mi cabello revuelto. Y un tipo de sentimiento, acaso... ¿Culpa? «Abby era
Abby Estoy boca abajo en medio de mi gran cama, la sabana ha desaparecido en un dos por tres, siento unas manos acariciando mi trasero. Suelto un pequeño gemido cuando sus labios tocan mi piel. Su lengua es buena cuando se lo propone. Abro un ojo para poder ver la hora. «3:48 am» Solo ha pasado media hora desde que terminamos una ronda intensa. Seguía aún extasiada por ver las posiciones en las que nos ponía para alcanzar más intenso los orgasmos. Aún no estoy lista para decir lo que pienso, no quiero escuchar de nuevo «fue un error» «No volverá a pasar» Pienso en algún rincón dentro de mi cabeza que esto es una gratificación por ser mi primera vez, a la mejor la culpa lo carcome por dentro, e intenta suavizar lo qué ha explotado entre lo
Abby El edificio de ladrillos rustico y contemporáneo está frente a nosotros. —Vamos. Máximo baja de su asiento y sale del auto, le murmura algo a Edison y Máximo abre mi puerta. Extiende su mano para tomar la mía. Es algo extraño su gesto. Bajo con cuidado, y cuando intento soltarme para caminar, sus dedos se entrelazan con los míos. Y empezamos andar de la mano, puedo sentir el calor que ejerce su agarre, intento soltarme sutilmente, pero el aprieta más. Me lanza una mirada de irritación. —Van a pensar que...—me interrumpe. —Me importa poco lo que los demás piensen. —Pero no somos...—vuelve a interrumpir.
Máximo Estoy contemplando el paisaje de Los Ángeles desde mi oficina. Una sonrisa aparece en mis labios al recordar el día anterior. Es la primera vez que empiezo a desear algo. Y ese algo es pasar tiempo con ella. ¿Desde cuándo mi vida se había vuelto de color gris? ¿Sin motivación? ¿Sin esperanzas? Solo un pedazo de vacío que ni el sexo con otras mujeres me habían llenado o saciado como lo hace con ella. Es un sentimiento de furia, ira, frustración cuando la tengo cerca de mí, pero aún no entendía ¿Por qué? Solo me dejé llevar por mis impulsos por primera vez en mi vida, había llegado a las primeras capas de ella. Tendría que experimentar por primera vez...ser un hombre sencillo. ¿Tú, Galloway? ¿Cómo?