Capítulo 5

Abby

«Máximo»

Estaba de pie en la entrada del bar, sus brazos cruzados sobre su pecho y con una mirada realmente: «Encabronado»

—Mierda, nos ha pillado—murmuré entre dientes.

Una risa salió de mis labios, me volví para tomar el último trago de mi caballito de tequila. Mordí el limón con sal, y disfruté el sabor que dejaba mientras bajaba por mi garganta. Melani pide la cuenta intentando aparentar seriedad, pero realmente estábamos mega ebrias. El bartender entrega la nota, pero soy más rápida que Melani.

—Ve, yo pago—Melani duda por segundos en si irse o no, pero sabe los problemas que se va a acarrear con su hermano. Hasta podría jurar que si decidiera quedarse sentada en estos momentos y mandar a la m****a a Máximo, este no tardaría en cargarla sobre su hombro como un costal de papas, y diría: ¡Te he dicho que te alejes de mi pequeña hermana, Benson!

Melani me observa mientras una risa nerviosa sale de sus labios.

—Creoooooooo queeeee… Hoy toca el sermón Galloway—reímos. —Espera, ¿Cómo te vas a ir? Has venido con nosotros, ven, vamos, no quiero ir sola a la guillotina

—Prefiero tomar un taxi… Anda… No vaya a incendiar el lugar—Melani se cubre su boca con su mano para callar la risa de ebria. — Anda, que le tenemos demasiado cariño a este bar, tomaré otro caballito antes de irme a dormir—asiente lentamente rindiéndose.

—Te llamo mañana—dice arrastrando las palabras. Vuelvo la mirada hacia la entrada, y sigue en la misma posición. Como si se hubiese congelado en el tiempo. Estaba más atractivo a más no poder, su barba un poco abultada, y esos brazos fuertes bajo la delgada tela de la camisa. Estaba encabronadamente atractivo. Debería ser un pecado tener todo eso, pero gracias a Dios no es mi tipo. Era incómodo estar cerca de él.

—Cabrón…—murmuro en bajo para mí misma. Toma del brazo a Melani y la saca del bar conteniéndose. Comienzo a reír por su rostro furioso. ¿Qué le pasa? ¿Ahora la hace de niñero?

—Pfffffff… —me vuelvo hacia la barra y miro al bartender—Leonard… dame otro—le extiendo unos dólares al hombre. Pago el total de la cuenta y espero mi pedido.

La música en vivo comienza. Una hora después sigo sentada en la barra tomando el último caballito de tequila para marcharme al departamento. Cierro los ojos disfrutando la música de fondo. «Imagine Dragons: Believer» Y comienzo a cantar las primeras estrofas:

♫♬♪ Lo primero es lo primero, 

voy a decir todas las palabras 

(que tengo) dentro de mi cabeza.

Estoy como loco y cansado de 

cómo han sido las cosas.

Cómo han sido las cosas. 

Lo segundo es lo segundo, 

no me digas lo que crees que puedo ser.

Soy el que lleva al timón, 

el amo de mi mar, 

el amo de mi mar. ♫♬♪

Mi mirada se concentra en algún punto de la barra, distraída en la letra de la canción. El olor a menta y a esa loción de marca inunda mis fosas nasales. Y sé de quién se trata, pero no pienso girarme.

— ¿Ya terminaste?—puedo sentir el calor que emite a mis espaldas. Tranquilamente tarareando la canción para mí y con toda la paciencia de mundo, tomo el caballito de tequila y de un tirón me lo trago. Agito mi cabeza al sentir el ardor.

—No es necesario que la hagas de niñero conmigo.

—No tengo paciencia para tu boca viperina. Te voy a llevar a tu departamento—espeta cerca de mi oído.

Suelto una carcajada sarcástica.

—Prefiero tomar un taxi. Buenas noches—tomo con dificultad mi cartera al bajar de la silla. Recuerdo mis zapatillas, e intento enderezarme. Me vuelvo sin siquiera mirarlo, no me interesa mirar su rostro cargado de frialdad e ira.

Camino hasta la salida dejándolo maldiciendo algo a mis espaldas. Al salir, siento como el aire frío me golpea el rostro.

Error.

El mareo se intensifica. Pero me las apaño para no demostrarlo. Mis ojos se encuentran con un R8 gris parqueado frente a mí.

«El auto del jefe Galloway» Me giro a mi derecha, y busco en mi cartera el dinero para el taxi y me guardo el móvil en mi chamarra. Pero cuando saco la mano de mi bolsillo, me toma del codo y me vuelve hacia él.

—A casa, Benson.

Dice sin más. Siento el calor que ejerce en ese agarre y esa electricidad, me suelto inmediatamente.

—Taxi.

Y antes de tener siquiera la intención de levantar la mano para pedir al taxi próximo que se detenga a unos metros, me vuelve a tomar con más fuerza del codo, tomándome desprevenida.

—Terca. Rebelde. Frustrante. Intolerable. Nunca haces lo que se te dice…—dice mientras corta la distancia que nos separa de su auto.

—Obsesivo. Controlador. Cavernícola. Amargado. Testarudo. Aferrado. Prepotente. Siempre haces lo que quieres…—exclamo en el mismo tono que ha dicho las palabras anteriores. Se detiene en seco frente a la puerta del lado del copiloto. Gira su mirada hacia mí. Arruga su entrecejo.

—Te faltó: Atractivo.

«Mierda»

Sacó a relucir esa palabra. Hace un año me había escuchado decir que era «Atractivo» pero lo había dicho sin pensar, y sin saber que estaba a mis espaldas. Me suelto de su agarre. Pongo mis manos torpemente en mis caderas y lo enfrento.

—Ni tanto. He visto muchos mejores—su rostro muestra sorpresa a mi comentario y quiero reír. Por primera vez desde que trabajo para él, había visto ese tipo de reacción. Pero podría decir que el alcohol es el motivo por el cual quiero romper a risas frente a él, si estuviera en mis sentidos sanos… ¡Pfffffff! Hubiese contestado de la misma forma. Aunque más elegante, más Benson.

—Casa—espeta de pronto, y sin pensarlo de nuevo me toma de la mano y abre la puerta.

—Taxi—la abre por completo. Me hace señas de que entre, su rostro vuelve a reflejar la frialdad.

—L-L-Lo digo en serio, Galloway—arrastro las palabras, vuelve a señalar el interior del auto.

—Le he prometido a mi hermana que regresaría por ti para dejarte en tu departamento. Y soy un hombre que cumple sus promesas, por más que odie cumplirlas en ciertas situaciones, Benson.

Me hace hervir la sangre.

—No sabrá tu hermana si no me llevas, lo que menos quiero en este momento es siquiera estar cerca de ti, ¿Captas?—me cruzo de brazos y puedo ver como su cuerpo se tensa, las aletas de la nariz se abren y se cierran.

«Uy, el señor se ha enfurecido»

Cierra la puerta de golpe, me encojo de hombros. Se acerca a mí en modo intimidante. No dice nada en esos segundos.

—Como tú quieras, Benson. Una última cosa, aléjate de mi hermana. No te quiero cerca de ella. «¿Captas?» Y pensamos igual: Yo también lo que menos quiero en este momento es siquiera estar cerca de ti.

Se da la media vuelta, rodea el auto hasta llegar a la puerta del piloto. Se sube y arranca el auto de una manera demasiado infantil. Vale, que yo también pude haberme comportado, pero estar cerca de él, hacía sacar lo peor de mí. Era mi segunda noche desde que había regresado de Hong Kong, y no quería amargarme por su presencia. Miro por donde se ha marchado y desaparece en el tráfico.

Sonrío.

—Y al final, tenemos algo en común, Galloway: No nos queremos ni de cerca. 

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