Logan sintió que despertaba de un sueño largo y pesado. Sus párpados parecían de plomo, y la luz de la habitación era tenue pero suficiente para incomodarlo. Tardó un momento en entender dónde estaba, pero cuando lo hizo, una sensación de vacío se apoderó de él. Lo primero que vio fue el rostro cansado y lleno de ternura de su madre. Sus ojos estaban hinchados, como si no hubiera dormido en días, pero la alegría en ellos era inconfundible. —Logan... mi niño —murmuró con la voz temblorosa, inclinándose para darle un beso en la frente—. Gracias a Dios... Él intentó sonreír, pero sus labios apenas se movieron. La paz que había sentido en su inconsciencia ahora era reemplazada por una mezcla de confusión y agotamiento. —Mamá... —murmuró, su voz apenas era audible, seca como el desierto. Su madre apretó el botón de emergencia para llamar al médico, sin apartar su mano de la de Logan. —No hables, cariño. Estás bien, eso es lo que importa. En cuestión de minutos, el médico que estaba
La pregunta de Emma quedó suspendida en el aire, debido a que la joven enfermera había sido requerida por medio del altavoz de la clínica para atender una urgencia que requería mucho personal sanitario. Al oír que la joven era llamada Logan sintió un alivio en todo su cuerpo. —Esto no va a quedar así — le dijo la muchacha achicando los ojos, mientras le daba los medicamentos que debía tomar en ese momento— Cuando regrese usted y yo vamos a aclarar este asunto— afirmó, para luego ir adonde era requerida su presencia. Cuando Emma cerró la puerta, Logan se recostó con un suspiro profundo, tratando de encontrar una solución a la locura en la que se había metido. —"¿Qué rayos estaba pensando?"— se preguntó. Pero también se dijo que no había vuelta atrás. Había jugado una carta arriesgada para mantener su posición frente a su padre, y ahora tenía que encontrar la forma de sostener esa mentira, sus ojos se fueron cerrando lentamente gracias a la medicación. Aproximadamente una hora d
Unas horas más tarde... Emma empujó la puerta de la habitación con suavidad, su determinación era clara pero estaba mezclada con un leve temblor. Era ya de madrugada, el hospital estaba en calma, y ella sabía que esta era su oportunidad para enfrentarse al hombre que, con una sola frase impulsiva, había complicado su vida de una manera atroz. La joven enfermera golpeó la puerta con suavidad, sin embargo, al no obtener respuesta desde adentro, decidió entrar. Lo hizo muy sigilosamente, caminó despacio hasta estar junto a la cama de Logan. Lo que vio la dejó sin palabras. Logan dormía profundamente, su expresión se veía tensa incluso estando en reposo. Su rostro, estaba claramente marcado por líneas de cansancio y dolor, era una mezcla de fuerza y vulnerabilidad que la desconcertó. —" Es muy guapo— pensó—Claro, es guapo. Como si eso importara," — se dijo a sí misma, intentando no dejarse afectar. Mientras lo observaba, la muchacha notó cómo su rostro se contraía con una mueca de
El silencio de la habitación era interrumpido por el leve crujir de papeles mientras Logan hojeaba la carpeta que Ethan le había dejado, allí tenía toda la información referente a Emma. A medida que avanzaba en la lectura, su rostro pasó de la curiosidad al asombro y luego a una fría determinación. Emma, la joven enfermera, era mucho más que una desconocida. Según el informe, había perdido a sus padres en un lapso de pocos años. Su padre, la última figura familiar que le quedaba, había fallecido meses atrás, dejando tras de sí una montaña de deudas médicas. Emma había asumido esas cargas con dos hipotecas sobre una modesta casa en los suburbios y trabajaba turnos dobles en la clínica para salir adelante. Logan leyó con atención, fijándose especialmente en los montos. La suma que Emma debía al banco era considerable, casi imposible de cubrir con el sueldo de una enfermera. Su situación financiera le había obligado a pausar cualquier sueño personal. Logan cerró la carpeta lentamente,
Luego de una noche sumamente tranquila, Emma despertó con una sensación de claridad que hacía tiempo no experimentaba. Las veinticuatro horas de guardia habían sido agotadoras, pero el día de descanso le había permitido recuperar sus fuerzas. Mientras estiraba los brazos, recordó el extraño episodio con Logan Reese. —¿Cómo se le ocurre decir que somos novios? -se preguntó a si misma en voz alta—¿Novios? ¿De dónde sacó eso?¡Es ridículo!— agregó, sintiendo una mezcla de incredulidad y diversión. Se levantó lentamente, y mientras desayunaba un simple café con tostadas, no pudo evitar que su mente volviera a aquel hombre. —Ninguna mujer en su sano juicio diría que no a algo así, es un hombre muy guapo por cierto— se dijo, recordando su cabello oscuro, sus ojos color miel, su mandíbula perfectamente cincelada y esa aura de poder que lo envolvía. Pero tan rápido como esa idea cruzó su mente, Emma la apartó con un movimiento de cabeza. —Yo no estoy en posición de pensar en noviazgos
Emma caminaba por el pasillo de la clínica rumbo a la habitación de Olga, una paciente entrada en años que estaba cursando una enfermedad terminal y de la cual la joven se había encariñado. El eco de sus pasos acompañaba los pensamientos que no podía acallar. La propuesta de Logan Reese seguía girando en su mente como un remolino. ¿Cómo podía un hombre como él necesitar un acuerdo tan extraño? Suspiró profundamente antes de golpear suavemente la puerta de la habitación de Olga. —¡Adelante!—se escuchó la voz ronca pero alegre de Olga desde el interior. Emma abrió la puerta y entró con una sonrisa. —Hola, Olga. ¿Cómo te sientes hoy? La anciana, de cabello plateado y ojos llenos de vida, estaba recostada sobre una montaña de almohadas. Aunque el tiempo y la enfermedad habían dejado su marca en ella, conservaba una energía que inspiraba a quienes la rodeaban. —Mejor, ahora que estás aquí, querida. ¿Y tú? ¿Por qué tienes esa cara de preocupación? Emma se acercó a la cama y comenzó
La mañana avanzaba lentamente en la clínica, y Logan permanecía sentado en su cama, hojeando la carpeta que Ethan le había dejado anteriormente. Cada detalle de la vida de Emma estaba ahí, desde sus logros hasta las dificultades que había enfrentado. Conocía la magnitud de su deuda y cómo había hecho sacrificios para costear sus estudios y pagar las facturas médicas de su padre. Todo eso le confirmaba que había hecho la elección perfecta para lograr su objetivo, aunque sabía que convencerla no sería fácil. Un suave golpe en la puerta interrumpió sus tranquilapensamientos. Sin levantar la mirada, dijo con voz suave... —Adelante. Ethan entró con su típico aire despreocupado, el maletín en la mano y una sonrisa que denotaba más cansancio que alegría, por haber tenido que trabajar hasta tarde con el bendito contrato. —¿Cómo estás, amigo? —preguntó mientras se acercaba a la cama. Logan lo miró de reojo y dejó la carpeta sobre la mesa. —He estado mejor, pero considerando que
Ethan observaba a Emma mientras esta comenzaba a ojear el voluminoso expediente que él había sacado de su maletín. Logan, desde su cama, alternaba la mirada entre su amigo y la enfermera, desconcertado. —¿Qué es eso? —preguntó Logan, señalando el documento con un gesto de la cabeza. Ethan se acomodó en la silla con una sonrisa tranquila. —Es todo lo que necesita saber sobre ti. Lo básico que cualquier novia sabría de su pareja. Emma alzó una ceja, intrigada, y siguió pasando las páginas. Su expresión neutral pronto dio paso a una sonrisa divertida que capturó la atención de los dos hombres. Logan arqueó una ceja, claramente molesto. —¿Qué es tan gracioso? Emma levantó la vista y, con un tono juguetón, respondió: —¿Miedo a las arañas? ¿Tú, un hombre tan grande? El rostro de Logan se tensó. No estaba seguro de qué lo irritaba más: que ella lo encontrara gracioso o que Ethan hubiera decidido incluir ese detalle en el informe. Miró a su amigo con ojos asesinos. —¿Por qué demonio