La pregunta de Emma quedó suspendida en el aire, debido a que la joven enfermera había sido requerida por medio del altavoz de la clínica para atender una urgencia que requería mucho personal sanitario. Al oír que la joven era llamada Logan sintió un alivio en todo su cuerpo.
—Esto no va a quedar así — le dijo la muchacha achicando los ojos, mientras le daba los medicamentos que debía tomar en ese momento— Cuando regrese usted y yo vamos a aclarar este asunto— afirmó, para luego ir adonde era requerida su presencia. Cuando Emma cerró la puerta, Logan se recostó con un suspiro profundo, tratando de encontrar una solución a la locura en la que se había metido. —"¿Qué rayos estaba pensando?"— se preguntó. Pero también se dijo que no había vuelta atrás. Había jugado una carta arriesgada para mantener su posición frente a su padre, y ahora tenía que encontrar la forma de sostener esa mentira, sus ojos se fueron cerrando lentamente gracias a la medicación. Aproximadamente una hora depués Logan abrió los ojos, y recordó la locura que había cometido y antes de que pusiera pensar en alguna salida la puerta se abrió, y Emma entró con el ceño fruncido y el semblante serio. Después de revisar los medicamentos, la muchacha se acercó a la cama, tomó una silla y se sentó junto a él. —De acuerdo, señor Reese —comenzó diciendo la muchacha con un tono controlado pero molesto—. Ahora que estamos a solas, me gustaría saber exactamente qué está pasando. Logan alzó la cabeza para mirarla. A pesar de su expresión de enfado, no pudo evitar notar lo profesional que se veía con su uniforme blanco y el cabello recogido. Y lo bonita que era, era menuda, medía tal vez un metro sesenta como mucho, su piel parecía tener un leve bronceado el cual contrastaba con el color de su cabello y sus ojos, haciendola lucir... interesante. Logan tuvo que salir de su ensoñación cuando la joven carraspeó. —Es complicado —respondió, suspirando — Sí, me di cuenta de eso— dijo ella— pero yo necesito que usted me saque de este embrollo en el que me ha metido— le dijo. —¿Por qué? — dijo él— ¿Tienes novio?— indagó, la muchacha arqueó una ceja con evidente molestia. —No, no tengo novio— respondió ella sin tener muy claro porque le había confesado eso. —¡Genial!— se alegró él— Porque de verdad yo necesito que me ayudes a mantener esta mentira... solo por un tiempo. Emma lo miró como si acabara de decir algo absurdo e incoherente. —¿Ayudarte a mentirle a tu familia? No soy actriz, señor Reese. Soy enfermera. —Lo sé, siento haberte metido en esto—respondió, esforzándose por sonar sincero—. Pero es importante. Mi padre… digamos que él es un hombre difícil, y no quiero que use esto en mi contra. Emma cruzó los brazos, aún más escéptica. — Con esto...¿Te refieres a tu "novia inexistente"?— dijo ella, él asintió— ¿Qué le hace pensar que voy a meterme en algo así? Antes de que Logan pudiera responder, la puerta de la habitación se abrió de golpe. Un joven de cabello oscuro y los mismos ojos color miel que Logan, entró derrochando energía. —¡Ahí está nuestro hermano mayor e imprudente! —exclamó el recién llegado, con una sonrisa burlona. Tras él, una chica joven, de no más de dieciocho años, apareció con una expresión de alivio y entusiasmo. —Logan, qué bueno verte despierto —dijo, corriendo hacia su hermano mayor para abrazarlo con cuidado. Logan sonrió débilmente al ver a sus hermanos, Derek y Sophie. Aunque se sentía cansado, no podía evitar sentirse reconfortado por su presencia. —Pensé que iba a librarme de ustedes un rato más —bromeó, intentando aligerar el ambiente. Derek soltó una carcajada. —Por favor, hermano, si querías morir, hay formas más originales que destrozar un auto deportivo. —¿Y el coche? —preguntó Logan, levantando una ceja. Sophie rodó los ojos. —¿Tu coche? Es historia. Aunque seguro papá estará más preocupado por el escándalo que por el coche. Ya sabes cómo es.— replicó. Logan suspiró. Lo último que necesitaba era que su padre añadiera el tema del auto a la larga lista de reproches que ya cargaba sobre él. Sin embargo, no tenía tiempo para preocuparse por eso, no cuando la atención de todos parecía girar en torno a un detalle que aún no podía controlar. Mientras tanto, Emma permanecía junto a él, en silencio, claramente incómoda. Había tomado la bandeja que trajo consigo y estaba a punto de disculparse para salir de la habitación cuando Sophie la notó. —¿Y tú eres...? —preguntó Sophie, sus ojos brillando con curiosidad. Emma titubeó, mirando rápidamente a Logan en busca de alguna señal. Pero antes de que pudiera responder, Derek se cruzó de brazos y sonrió ampliamente. —Espera, no me digas. ¿Eres la famosa novia de Logan? Logan apretó los dientes, tratando de mantener la compostura. "Genial. Justo lo que me faltaba," pensó. —Así es —respondió William, entrando en la habitación con un semblante satisfecho, seguido por su esposa, que llevaba una sonrisa dulce pero nerviosa. Sophie y Derek intercambiaron miradas sorprendidas antes de que la menor rompiera el silencio con una risita. —¿Ella? —preguntó Sophie, señalando a Emma con incredulidad, aunque sin malicia—. Pero si es... —Una enfermera —interrumpió William con tono autoritario, cortando cualquier comentario adicional—. Y según tu hermano, su futura esposa. Derek estalló en carcajadas mientras Sophie trataba de disimular su sorpresa. —¡Esto es increíble! —dijo Derek, palmeando a Logan en el brazo con afecto burlón—. Hermano, nunca pensé que verías más allá de las modelos y las herederas. —Déjenlo en paz —intervino la madre de Logan, con un tono suave pero firme—. Lo importante es que Logan tiene a alguien que lo apoya. Emma, ¿verdad? —preguntó, dirigiéndose a la joven con una sonrisa amable. Emma tragó saliva, sintiendo cómo todos los ojos se clavaban en ella. —Sí, señora... Emma —murmuró, sin saber qué más decir. —Encantada de conocerte, querida. Espero que pronto podamos hablar más. Sophie, aún sonriendo, se inclinó hacia su hermano mayor. —No puedo esperar para conocer más de tu historia con ella. Logan, irritado por las insinuaciones, se enderezó ligeramente en la cama, ignorando el dolor que esto le causaba. —No es necesario que hagan una escena de esto —gruñó, mirando a sus hermanos—. Y no tienen que "conocerla más". William levantó una ceja, con su expresión autoritaria de siempre. —Claro que tienen que conocerla más. Si planeas casarte con ella, tu familia debe saber con quién compartirá su vida. Logan apretó los labios, sintiéndose acorralado una vez más. "¿Por qué tuve que abrir la boca?", pensó. Después de algunos comentarios más, la conversación cambió de tema. Derek y Sophie comenzaron a hablar de trivialidades para aliviar la tensión, mientras Susan acariciaba su mano con afecto. Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que los efectos de los analgésicos comenzaran a hacer efecto en el joven. —Está cansado —observó la madre de Logan, notando cómo los párpados de su hijo comenzaban a cerrarse—. Será mejor que lo dejemos descansar. Con suavidad pero firmeza, comenzó a sacar a todos de la habitación. William fue el último en salir, lanzando una última mirada hacia Logan. —Recuerda lo que está en juego, hijo. Este no es momento para errores. Cuando la puerta se cerró, Logan dejó escapar un largo suspiro. Su cuerpo estaba agotado, pero su mente seguía trabajando. "¿Cómo voy a sostener esta mentira?", pensó. Entonces recordó a Emma y su reacción. "Necesito manejar esto antes de que todo se salga de control." Con esfuerzo, tomó el teléfono que Derek había dejado sobre la mesita junto a la cama. Marcó rápidamente un número conocido y esperó mientras el tono sonaba. —¿Logan? —contestó una voz masculina al otro lado de la línea. —Ethan, necesito que hagas algo por mí —dijo Logan con voz firme, aunque ligeramente cansada. —¿Qué ocurre? —preguntó Ethan, su amigo y abogado de confianza, detectando el tono urgente de Logan. —Investiga todo sobre una enfermera llamada Emma... no sé su apellido todavía, pero trabaja en este hospital. Necesito saber quién es, dónde vive, todo. Hubo una breve pausa antes de que Ethan respondiera con incredulidad. —¿Una enfermera? ¿Desde cuándo te interesa alguien así? —No hagas preguntas. Solo encárgate de eso —respondió Logan, cortante. Ethan suspiró al otro lado de la línea. —Está bien. Pero, Logan, espero que sepas lo que estás haciendo. —Eso espero yo también —murmuró Logan antes de colgar. Apoyó la cabeza en la almohada, sintiendo cómo el cansancio finalmente lo vencía. Había cruzado una línea que nunca imaginó cruzar, y ahora no había forma de retroceder. La mentira que había iniciado con una palabra impulsiva estaba creciendo rápidamente, y Emma era la pieza clave en su juego. —"Solo espero que no se convierta en otro desastre," pensó antes de quedarse dormido.Unas horas más tarde... Emma empujó la puerta de la habitación con suavidad, su determinación era clara pero estaba mezclada con un leve temblor. Era ya de madrugada, el hospital estaba en calma, y ella sabía que esta era su oportunidad para enfrentarse al hombre que, con una sola frase impulsiva, había complicado su vida de una manera atroz. La joven enfermera golpeó la puerta con suavidad, sin embargo, al no obtener respuesta desde adentro, decidió entrar. Lo hizo muy sigilosamente, caminó despacio hasta estar junto a la cama de Logan. Lo que vio la dejó sin palabras. Logan dormía profundamente, su expresión se veía tensa incluso estando en reposo. Su rostro, estaba claramente marcado por líneas de cansancio y dolor, era una mezcla de fuerza y vulnerabilidad que la desconcertó. —" Es muy guapo— pensó—Claro, es guapo. Como si eso importara," — se dijo a sí misma, intentando no dejarse afectar. Mientras lo observaba, la muchacha notó cómo su rostro se contraía con una mueca de
El silencio de la habitación era interrumpido por el leve crujir de papeles mientras Logan hojeaba la carpeta que Ethan le había dejado, allí tenía toda la información referente a Emma. A medida que avanzaba en la lectura, su rostro pasó de la curiosidad al asombro y luego a una fría determinación. Emma, la joven enfermera, era mucho más que una desconocida. Según el informe, había perdido a sus padres en un lapso de pocos años. Su padre, la última figura familiar que le quedaba, había fallecido meses atrás, dejando tras de sí una montaña de deudas médicas. Emma había asumido esas cargas con dos hipotecas sobre una modesta casa en los suburbios y trabajaba turnos dobles en la clínica para salir adelante. Logan leyó con atención, fijándose especialmente en los montos. La suma que Emma debía al banco era considerable, casi imposible de cubrir con el sueldo de una enfermera. Su situación financiera le había obligado a pausar cualquier sueño personal. Logan cerró la carpeta lentamente,
Luego de una noche sumamente tranquila, Emma despertó con una sensación de claridad que hacía tiempo no experimentaba. Las veinticuatro horas de guardia habían sido agotadoras, pero el día de descanso le había permitido recuperar sus fuerzas. Mientras estiraba los brazos, recordó el extraño episodio con Logan Reese. —¿Cómo se le ocurre decir que somos novios? -se preguntó a si misma en voz alta—¿Novios? ¿De dónde sacó eso?¡Es ridículo!— agregó, sintiendo una mezcla de incredulidad y diversión. Se levantó lentamente, y mientras desayunaba un simple café con tostadas, no pudo evitar que su mente volviera a aquel hombre. —Ninguna mujer en su sano juicio diría que no a algo así, es un hombre muy guapo por cierto— se dijo, recordando su cabello oscuro, sus ojos color miel, su mandíbula perfectamente cincelada y esa aura de poder que lo envolvía. Pero tan rápido como esa idea cruzó su mente, Emma la apartó con un movimiento de cabeza. —Yo no estoy en posición de pensar en noviazgos
Emma caminaba por el pasillo de la clínica rumbo a la habitación de Olga, una paciente entrada en años que estaba cursando una enfermedad terminal y de la cual la joven se había encariñado. El eco de sus pasos acompañaba los pensamientos que no podía acallar. La propuesta de Logan Reese seguía girando en su mente como un remolino. ¿Cómo podía un hombre como él necesitar un acuerdo tan extraño? Suspiró profundamente antes de golpear suavemente la puerta de la habitación de Olga. —¡Adelante!—se escuchó la voz ronca pero alegre de Olga desde el interior. Emma abrió la puerta y entró con una sonrisa. —Hola, Olga. ¿Cómo te sientes hoy? La anciana, de cabello plateado y ojos llenos de vida, estaba recostada sobre una montaña de almohadas. Aunque el tiempo y la enfermedad habían dejado su marca en ella, conservaba una energía que inspiraba a quienes la rodeaban. —Mejor, ahora que estás aquí, querida. ¿Y tú? ¿Por qué tienes esa cara de preocupación? Emma se acercó a la cama y comenzó
La mañana avanzaba lentamente en la clínica, y Logan permanecía sentado en su cama, hojeando la carpeta que Ethan le había dejado anteriormente. Cada detalle de la vida de Emma estaba ahí, desde sus logros hasta las dificultades que había enfrentado. Conocía la magnitud de su deuda y cómo había hecho sacrificios para costear sus estudios y pagar las facturas médicas de su padre. Todo eso le confirmaba que había hecho la elección perfecta para lograr su objetivo, aunque sabía que convencerla no sería fácil. Un suave golpe en la puerta interrumpió sus tranquilapensamientos. Sin levantar la mirada, dijo con voz suave... —Adelante. Ethan entró con su típico aire despreocupado, el maletín en la mano y una sonrisa que denotaba más cansancio que alegría, por haber tenido que trabajar hasta tarde con el bendito contrato. —¿Cómo estás, amigo? —preguntó mientras se acercaba a la cama. Logan lo miró de reojo y dejó la carpeta sobre la mesa. —He estado mejor, pero considerando que
Ethan observaba a Emma mientras esta comenzaba a ojear el voluminoso expediente que él había sacado de su maletín. Logan, desde su cama, alternaba la mirada entre su amigo y la enfermera, desconcertado. —¿Qué es eso? —preguntó Logan, señalando el documento con un gesto de la cabeza. Ethan se acomodó en la silla con una sonrisa tranquila. —Es todo lo que necesita saber sobre ti. Lo básico que cualquier novia sabría de su pareja. Emma alzó una ceja, intrigada, y siguió pasando las páginas. Su expresión neutral pronto dio paso a una sonrisa divertida que capturó la atención de los dos hombres. Logan arqueó una ceja, claramente molesto. —¿Qué es tan gracioso? Emma levantó la vista y, con un tono juguetón, respondió: —¿Miedo a las arañas? ¿Tú, un hombre tan grande? El rostro de Logan se tensó. No estaba seguro de qué lo irritaba más: que ella lo encontrara gracioso o que Ethan hubiera decidido incluir ese detalle en el informe. Miró a su amigo con ojos asesinos. —¿Por qué demonio
El médico llegó puntualmente a la habitación de Logan, era un hombre de mediana edad con una expresión tranquila, acostumbrado al caos controlado de la clínica. Saludó primero a Emma con familiaridad, algo que no pasó desapercibido para la madre de Logan, quien sonrió con dulzura al observar la escena, y mucho menos para William, cuyo ceño se frunció apenas. Sin demora, el galeno se dirigió a Logan para explicarle las instrucciones de cuidado. —La movilidad de tus piernas irá regresando gradualmente, Logan, pero es vital que sigas las indicaciones al pie de la letra y asistas a las sesiones de rehabilitación —dijo, mientras revisaba algunos documentos. Luego, con un gesto profesional, agregó—: Aquí tienes tu próxima cita de control en quince días. Logan asintió, agradeciendo al médico con una cortesía breve, sin añadir nada más. Emma, por su parte, escuchaba atentamente, incluso tomando nota mental de lo que podría ser útil recordarle más adelante. El médico intercambió un par de
Cuando estuvo lista, Emma ajustó los pliegues de su vestido frente al espejo antes de bajar. Sentía un nudo en el estómago y un leve temblor en las manos. ¿Cómo sería Susan, la madre de Logan? ¿Sería amable? ¿Fría? ¿Tan intimidante como William?Al llegar al comedor, Susan ya la esperaba, sentada junto a una mesa decorada con una vajilla impecable. La mujer lucía elegante pero relajada, con una sonrisa cálida que contrastaba con el ambiente rígido de la mansión.—Emma, querida, siéntate, por favor. Logan no ha hablado mucho de ti — dijo y luego de pensar unos minutos— Bueno, en realidad no habló nunca, siéntate por favor. — agregó Susan, señalando la silla frente a ella.Emma dudó un momento, pero tomó asiento. Sus manos descansaron sobre el regazo mientras intentaba mantener la compostura.—Es un honor conocerla, señora...Susan —se corrigió rápidamente, sintiéndose torpe.Susan soltó una risita suave.—Nada de formalidades, querida. Llámame Susan. Cuéntame, ¿de dónde eres?Emma comen