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Verdades y confesiones

Unas horas más tarde...

Emma empujó la puerta de la habitación con suavidad, su determinación era clara pero estaba mezclada con un leve temblor. Era ya de madrugada, el hospital estaba en calma, y ella sabía que esta era su oportunidad para enfrentarse al hombre que, con una sola frase impulsiva, había complicado su vida de una manera atroz. La joven enfermera golpeó la puerta con suavidad, sin embargo, al no obtener respuesta desde adentro, decidió entrar. Lo hizo muy sigilosamente, caminó despacio hasta estar junto a la cama de Logan.

Lo que vio la dejó sin palabras. Logan dormía profundamente, su expresión se veía tensa incluso estando en reposo. Su rostro, estaba claramente marcado por líneas de cansancio y dolor, era una mezcla de fuerza y vulnerabilidad que la desconcertó.

—" Es muy guapo— pensó—Claro, es guapo. Como si eso importara," — se dijo a sí misma, intentando no dejarse afectar.

Mientras lo observaba, la muchacha notó cómo su rostro se contraía con una mueca de angustia. Entonces, lo escuchó murmurar en sueños, su voz apenas un susurro:

—¿Por qué, Irina? ¿Por qué?

Emma frunció el ceño. "Así que hay otra mujer detrás de todo esto," dedujo. Quería despertarlo y enfrentarlo de una vez, pero algo en su tono, en la mezcla de dolor y desilusión, la detuvo. Con un suspiro resignado, se inclinó ligeramente hacia él y apartó un mechón de cabello de su frente.

—Cuando estés mejor, hablaremos, señor Reese —murmuró para sí misma, antes de girarse y salir de la habitación.

Ese día específicamente había sido demasiado extraño, y ni hablar del hecho de que llevaba ya veinticuatro horas haciendo guardia. Así que sin ánimos de seguir dándole vueltas al asunto Emma tomó sus cosas y se marchó.

Al llegar a su casa, dejó caer su bolso en el suelo y se desplomó en el pequeño sofá de su habitación. Sin quitarse más que los zapatos, cerró los ojos y se dejó vencer por el cansancio.

Cuando el sol comenzó a asomarse por el horizonte, Logan despertó sintiéndose algo mejor. A pesar de la incomodidad de no sentir sus piernas, recordaba las palabras del médico que le había explicado los motivos de que esa parte de su cuerpo aún no recobrara su movilidad y trató de no desesperarse. Estiró el brazo hacia la mesita que estaba junto a la cama para tomar su móvil, pero en ese momento la puerta se abrió.

—¡Logan! —exclamó una voz familiar.

Ethan, su mejor amigo y abogado desde los días de universidad, entró con una sonrisa amplia. Era un hombre delgado pero atlético, con un porte desenfadado y una actitud relajada que contrastaba con la seriedad de su profesión.

—Me alegra verte despierto y entero, aunque sea desde la cintura para arriba —bromeó mientras se sentaba en la silla junto a la cama.

—Gracias por venir, Ethan —dijo Logan con un suspiro, dejando el móvil a un lado— Justo iba a llamarte.

—No iba a quedarme sin verte después de la locura que hiciste— contestó con cara de preocupación— Ahora, dime, ¿qué demonios pasó? Y a mí no me vengas con mentiras, sé mejor que nadie que nunca te arriesgarías como lo hiciste de no ser por algo muy grave.

Logan desvió la mirada hacia el techo, intentando evitar la pregunta. Pero Ethan no era alguien fácil de evadir.

—Logan, no puedes huir de esto. ¿Por qué carajos tuviste ese accidente?— lo increpó.

Logan cerró los ojos por un momento, buscando las palabras.

—Es... complicado.— dijo, Ethan arqueó una ceja.

—Eso no me dice nada. ¿Es por la empresa? ¿Por tu padre?— somos amigos desde hace años, sabes que no importa lo que sea siempre te voy a apoyar- agregó— ¿Por qué estabas conduciendo como un loco?

Logan respiró hondo y, finalmente, habló:

—Irina me estaba engañando... con Ariel.

Ethan parpadeó, sorprendido.

—¿Ariel? ¿El Ariel que conocemos hace años?— preguntó sin poder ocultar el asombro.

Logan asintió, con su mandíbula apretada.

—Sí. Fui al departamento más temprano que de costumbre, quería sorprenderla. Llevaba meses planeando pedirle matrimonio. Pero cuando llegué... —Se detuvo, las palabras atorándose en su garganta—. Fui yo quién salió sorprendido.

Ethan dejó escapar un silbido bajo, procesando la información.

—Bueno, eso explica muchas cosas. Pero, Logan, ¿por qué me pediste que investigara a esa enfermera? ¿Qué tiene que ver ella con todo esto?

Logan lo miró fijamente, como si tratara de justificar lo injustificable.

—Mi padre... —empezó, eligiendo con cuidado sus palabras—. Me exigió que me case para darme la dirección de la empresa, me dio dos meses— explicó— Y como Irina y yo llevábamos ya tres años juntos...— agregó encogiéndose sé hombros— el tema es que después del accidente... él me recordó que le había dicho que tenía una relación y que no habría problemas con lo de la boda. Y como no podía soportar sus preguntas, y sus juicios...

—Inventaste que la enfermera era tu novia —concluyó Ethan, entre incrédulo y divertido—. Logan, ¿te das cuenta del lío en el que te metiste?

—No tenía opción. Mi padre ya no confía en mí, y no podía permitir que eso se convirtiera en una excusa para controlarme, o peor aún perder la dirección de la empresa. Y tu sabes que me he estado preparando para eso desde siempre.

Ethan se recostó en la silla, observándolo con atención.

—¿Y ella? ¿Está de acuerdo con esto?

Logan apartó la mirada, incómodo.

—Aún no. Pero voy a convencerla.

Ethan rió, negando con la cabeza.

—Hermano, no todas las personas son tan fáciles de manipular como los socios de tu padre— le dijo— Espero que tengas un buen plan, porque si esa chica decide decirle la verdad a tu familia, estarás en un problema mucho peor.

Logan sonrió con una mezcla de confianza y resignación.

—No me subestimes, Ethan. Siempre tengo un plan.

Ethan sacudió la cabeza una vez más, pero no pudo evitar sonreír.

—De acuerdo, capitán. Solo espero que esta vez sepas lo que estás haciendo.

— "Yo también espero lo mismo"— pensó el joven, después ambos sé pusieron al día con algunos asuntos pendientes .

Mientras Ethan se levantaba para irse, Logan quedó solo una vez más. Había enviado a su madre a descansar con la excusa de que Emma estaría para asistirlo en caso de que necesitara algo. Tras un largo suspiro, el joven miró por la ventana, el reflejo de su propia imagen en el cristal le devolvía un recordatorio claro: su vida estaba patas arriba, y todo por una mentira que apenas estaba comenzando.

"Tengo que convencer a Emma. Sea como sea."

Y con ese pensamiento, comenzó a planear su siguiente movimiento.

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