El sonido del agua en la ducha cesó, dejando un silencio momentáneo en la habitación. Emma, acostumbrada a jornadas extenuantes y horarios impredecibles, se sentía renovada después de su ducha. Su turno nocturno de treinta y seis horas en el hospital la esperaba, y sabía que necesitaba toda la energía posible. Envuelta en una toalla y con el cabello recogido bajo otra, abrió la puerta del baño sin sospechar que algo fuera de lo normal la esperaría. Lo vio. Logan estaba tendido en la cama, aparentemente dormido, con el rostro relajado por primera vez en mucho tiempo. Su pecho subía y bajaba con un ritmo calmado, y su postura parecía ajena a la tensión que siempre llevaba consigo. Emma se quedó inmóvil, intentando decidir qué hacer. —¿Por qué está aquí? ¿Acaso no tiene otra habitación? —pensó, sintiendo cómo el rubor le subía por el cuello.Con movimientos cuidadosos, se acercó al pequeño banco donde había dejado su ropa y recogió las prendas. Sin querer arriesgarse a despertarlo, reg
El sonido constante de los monitores y los pasos apurados de enfermeras llenaban el aire mientras Emma caminaba por los pasillos de la clínica. Había algo reconfortante en la rutina de su trabajo; al menos ahí, todo tenía un propósito claro y no había espacio para las emociones confusas que Logan le provocaba. Cuando llegó a la habitación de Olga, la mujer la recibió con una sonrisa cálida, como siempre. Aunque estaba en el hospital, Olga tenía un espíritu fuerte que desafiaba cualquier adversidad. Emma cerró la puerta suavemente tras de sí y se dejó caer en la silla junto a la cama. —Hola, mi niña —saludó Olga, acomodándose contra las almohadas—. ¿Cómo te trata la vida en esa mansión de locos? Emma soltó un suspiro, cansada. —Difícil de describir, Olga. Pero hoy... hoy fue particularmente duro. Olga la observó con curiosidad, inclinándose un poco hacia adelante. —¿Qué pasó? Cuéntame. Emma se tomó un momento para organizar sus pensamientos antes de hablar. —Logan, ese hombre
La habitación de Emma estaba en penumbra, las cortinas apenas dejaban entrar la luz del sol de la mañana. Después de su extenuante turno de treinta y seis horas, se había desplomado en la cama con la ropa aún puesta, sin preocuparse por nada más. El cansancio había ganado la batalla, y su respiración profunda indicaba que estaba en un sueño profundo, desconectada del mundo exterior. Mientras tanto, en la mansión, el ambiente durante el almuerzo estaba tenso. William, siempre imponente y crítico, había decidido aprovechar la ausencia de Emma para cuestionar la supuesta relación entre ella y Logan. —¿Dónde está tu prometida, Logan? —preguntó William con un tono burlón y acusador mientras se servía un trozo de carne—. No entiendo cómo alguien que supuestamente se va a casar contigo no está aquí cumpliendo con su papel. Logan, sentado en su silla de ruedas, apretó los dientes mientras intentaba mantener la calma. Sabía que responderle a su padre solo avivaría la discusión, pero el
Emma se disculpó suavemente con Logan antes de entrar al baño. Cerró la puerta tras de sí y dejó que el agua caliente cayera sobre su piel, aliviando los restos del cansancio acumulado tras su largo turno. Mientras tanto, Logan permaneció en la sala, observando su entorno con detenimiento. El lugar era modesto pero acogedor. Las paredes estaban decoradas con fotos familiares y pequeños cuadros pintados a mano que, aunque se veían sencillos, le daban un aire personal y cálido al espacio. Una mesa de madera gastada ocupaba el centro del comedor, y sobre ella había un florero con margaritas que comenzaban a marchitarse. Logan, desde su silla de ruedas, se permitió esbozar una leve sonrisa. Había algo reconfortante en aquel ambiente, algo que contrastaba completamente con la fría opulencia de la mansión en la que vivía. Sin embargo, su sonrisa se desvaneció rápidamente al escuchar la voz de Emma desde el baño. —Estoy lista, Logan. Podemos irnos. Él giró su silla hacia la puerta del b
Sinopsis Logan es un joven empresario destinado a heredar la dirección de la empresa familiar, pero hay una condición: debe estar casado. Seguro de cumplir el requisito, anuncia a su padre que pronto presentará a Irina, su novia, y le pedirá matrimonio durante el cumpleaños de su madre. Sin embargo, su mundo se desmorona cuando descubre que Irina lo engaña con su mejor amigo. Herido y lleno de rabia, un accidente de auto lo lleva al hospital, donde su vida toma un giro inesperado. Cuando su padre le exige respuestas sobre su supuesta novia, Logan improvisa desesperadamente y señala a Emma, una joven y amable enfermera, como su prometida. Ahora, debe convencerla de participar en su farsa para salvar su futuro profesional. Lo que comienza como un acuerdo temporal pone a prueba los corazones de ambos. ¿Podrán mantener la mentira sin caer en el juego de las emociones? Entre secretos, atracción y el riesgo de perderlo todo, Logan descubrirá si es posible volver a creer en el amor. El
Luego de que la llamada terminara, Logan respiró profundamente, abrió uno de los cajones de su escritorio y sacó de allí una pequeña caja negra, al abrirla observó el contenido de la misma y sonrió con satisfacción. Ese era el anillo con el cual le propondría matrimonio a Irina, y sin una pizca de duda se puso de pie, metió la pequeña caja en el bolsillo y salió rumbo al departamento que compartía con la modelo. El peso del anillo en el bolsillo de Logan parecía ahora más liviano. El simple hecho de pensar en el momento que estaba a punto de vivir lo llenaba de emoción. Aunque no era un hombre demasiado romántico, sabía que lo que estaba a punto de hacer era lo que hacía falta, no solamente para obtener la Presidencia de la empresa si no también para reafirmar el amor que había entre él y su novia. Irina Smith, era una joven modelo de veinticinco años, rubia, alta, con las curvas en los lugares justos, la muchacha de ojos celestes era una belleza de mujer, eso había sido lo que l
Logan sintió que despertaba de un sueño largo y pesado. Sus párpados parecían de plomo, y la luz de la habitación era tenue pero suficiente para incomodarlo. Tardó un momento en entender dónde estaba, pero cuando lo hizo, una sensación de vacío se apoderó de él. Lo primero que vio fue el rostro cansado y lleno de ternura de su madre. Sus ojos estaban hinchados, como si no hubiera dormido en días, pero la alegría en ellos era inconfundible. —Logan... mi niño —murmuró con la voz temblorosa, inclinándose para darle un beso en la frente—. Gracias a Dios... Él intentó sonreír, pero sus labios apenas se movieron. La paz que había sentido en su inconsciencia ahora era reemplazada por una mezcla de confusión y agotamiento. —Mamá... —murmuró, su voz apenas era audible, seca como el desierto. Su madre apretó el botón de emergencia para llamar al médico, sin apartar su mano de la de Logan. —No hables, cariño. Estás bien, eso es lo que importa. En cuestión de minutos, el médico que estaba
La pregunta de Emma quedó suspendida en el aire, debido a que la joven enfermera había sido requerida por medio del altavoz de la clínica para atender una urgencia que requería mucho personal sanitario. Al oír que la joven era llamada Logan sintió un alivio en todo su cuerpo. —Esto no va a quedar así — le dijo la muchacha achicando los ojos, mientras le daba los medicamentos que debía tomar en ese momento— Cuando regrese usted y yo vamos a aclarar este asunto— afirmó, para luego ir adonde era requerida su presencia. Cuando Emma cerró la puerta, Logan se recostó con un suspiro profundo, tratando de encontrar una solución a la locura en la que se había metido. —"¿Qué rayos estaba pensando?"— se preguntó. Pero también se dijo que no había vuelta atrás. Había jugado una carta arriesgada para mantener su posición frente a su padre, y ahora tenía que encontrar la forma de sostener esa mentira, sus ojos se fueron cerrando lentamente gracias a la medicación. Aproximadamente una hora d