Logan sintió que despertaba de un sueño largo y pesado. Sus párpados parecían de plomo, y la luz de la habitación era tenue pero suficiente para incomodarlo. Tardó un momento en entender dónde estaba, pero cuando lo hizo, una sensación de vacío se apoderó de él.
Lo primero que vio fue el rostro cansado y lleno de ternura de su madre. Sus ojos estaban hinchados, como si no hubiera dormido en días, pero la alegría en ellos era inconfundible. —Logan... mi niño —murmuró con la voz temblorosa, inclinándose para darle un beso en la frente—. Gracias a Dios... Él intentó sonreír, pero sus labios apenas se movieron. La paz que había sentido en su inconsciencia ahora era reemplazada por una mezcla de confusión y agotamiento. —Mamá... —murmuró, su voz apenas era audible, seca como el desierto. Su madre apretó el botón de emergencia para llamar al médico, sin apartar su mano de la de Logan. —No hables, cariño. Estás bien, eso es lo que importa. En cuestión de minutos, el médico que estaba a cargo del caso del joven entró a la habitación, seguido de una enfermera. El galeno era un hombre serio y profesional que de inmediato le pidió a la mujer que saliera al pasillo mientras revisaba a su paciente. Logan permitió que le colocaran un estetoscopio en el pecho, que le revisaran los reflejos y que le hablaran como si él no estuviera ahí. Todo le parecía distante, como si no estuviera viviendo realmente ese momento. Mientras en la habitación el galeno hacía su trabajo, Susan, la madre de Logan llamaba a su esposo para darle la buena noticia de que su hijo había despertado. William, asintió y pocos minutos después de colgar estuvo en la clínica junto a su esposa. Cuando el médico terminó de oscultar al muchacho, salió al pasillo para informarle a sus padres la situación en la que Logan se encontraba. Aunque Logan no escuchó la conversación completa, algunas palabras llegaron a él: "recuperación", "movilidad limitada", "meses". Cerró los ojos y dejó escapar un suspiro. —"Perfecto. Una cosa más que añadir a este desastre,"— pensó. Poco después, sus padres entraron. Susan caminó rápidamente hacia él, acariciando su rostro con ambas manos, dejó un beso en su frente. —Oh, Logan, nos diste un susto terrible. No sabes cuánto he rezado para que abrieras los ojos. Él intentó calmarla, esbozando una sonrisa débil. —Estoy aquí, mamá. Todo está bien. Pero su mirada se desvió hacia su padre. William Reese estaba allí, de pie, con los brazos cruzados y una expresión que mezclaba alivio y juicio. —Es bueno tenerte de vuelta —dijo con un tono seco que contrastaba con las lágrimas de su esposa—. Pero necesitamos hablar. Logan lo miró en silencio, esperando el golpe que sabía que vendría. —¿Qué estabas pensando, conduciendo como un maniático? —continuó William, con el ceño fruncido—. ¿Sabes cuántas personas mueren por ese tipo de imprudencias? ¿Acaso no pensaste en las consecuencias? Logan cerró los ojos y respiró profundamente. No tenía energía para discutir, y mucho menos para explicar lo que lo había llevado a actuar así. —Lo siento, papá. —Eso no es suficiente. No solo pusiste tu vida en peligro, sino también tu futuro. ¿Qué hay de esa novia que mencionaste? —William levantó una ceja y Logan lo miró sin comprender—¡Llevas aquí una semana, Logan!— comentó exasperado.— ¿Y dónde estaba ella mientras tú estabas aquí, luchando por tu vida? ¿Donde carajos está ahora? El joven sintió un nudo en el estómago. Las imágenes de Irina y Ariel en su cama invadieron su mente de golpe. Su traición, la rabia, el dolor... Todo volvió como un huracán que lo dejó sin aliento. —Papá, no quiero hablar de eso ahora. —Pues yo sí. Dijiste que estabas en una relación seria, que estabas listo para casarte. ¿Acaso mentiste? Logan apretó los puños, tratando de mantener la calma. Sabía que no podía decir la verdad. No quería más preguntas, no quería admitir su fracaso. —No mentí. Estoy... estoy trabajando en ello. William lo miró con desconfianza, inclinándose ligeramente hacia él. —Más vale que sea cierto, Logan. Porque ya sabes todo lo que está en juego. En ese momento, la puerta de la habitación se abrió, interrumpiendo la tensa conversación. Una joven enfermera entró con una bandeja de medicamentos y agua. Su cabello recogido en un moño desordenado, sus ojos oscuros y amables, y una expresión sumamente tranquila. Logan la miró por un instante, y, sin pensar, las palabras salieron de su boca antes de que pudiera detenerlas. —Aquí está mi novia, papá. La enfermera se detuvo en seco, sus ojos abiertos de par en par mientras procesaba lo que acababa de escuchar. —¿Perdón? —murmuró, visiblemente confundida. William entrecerró los ojos, cruzando los brazos nuevamente. —¿Ella? ¿Esta joven es tu novia?— preguntó. Logan forzó una sonrisa, intentando ocultar su propia incredulidad. "¿Qué demonios acabo de hacer?" —Sí, papá. Ella es Emma... —dijo luego de hechar un vistazo al gafete que la joven enfermera llevaba en su bata— Y, nosotros vamos a comprometernos- agregó— de hecho yo iba a su casa a proponerle matrimonio cuando tuve el accidente. La enfermera, cuya placa de identificación efectivamente decía "Emma", lo miró boquiabierta, pero mantuvo la bandeja en equilibrio con un admirable control. —¿Comprometidos? —susurró muy bajo, tan bajo que solamente Logan la pudo escuchar. William no parecía convencido, pero antes de que pudiera decir algo más, Emma tomó la palabra. —Señor Reese, creo que hay un malentendido... Logan la interrumpió antes de que pudiera decir algo más, aferrándose a la mentira como si fuera un salvavidas. —Emma, cariño, no seas tan modesta. Papá solo está sorprendido porque no te había mencionado antes— le dijo tomando su mano suavemente y reflejando en su mirada una suplica silenciosa. Emma lo miró, claramente incrédula, pero logró mantener la compostura frente a los padres de Logan. —Oh... claro. Supongo que eso tiene sentido —dijo con una sonrisa forzada, mientras colocaba los medicamentos sobre la mesa junto a la cama. William resopló, observándola con desconfianza. —Vamo, cariño- intervino Susan tomando la mano de su esposo- dejemoslos solos, ten en cuenta que Emma ha estado trabajando y por esa razón no estuvo con Logan— justificó— Démosle espacio. —Espero que esta no sea otra de tus mentiras, Logan. Tienes mucho que demostrar— dijo William observando a su hijo de manera inquietante, y con un tono autoritario y para nada sutil, para luego salir de la habitación acompañado por su esposa. Cuando los padres de Logan salieron de la habitación, Emma se giró hacia Logan, su rostro ahora lleno de furia contenida. —¿Qué fue eso, señor Reese? — indagó sin levantar la voz. Logan suspiró, pasándose una mano por el rostro. —Te lo explicaré... pero necesito tu ayuda. Por favor.La pregunta de Emma quedó suspendida en el aire, debido a que la joven enfermera había sido requerida por medio del altavoz de la clínica para atender una urgencia que requería mucho personal sanitario. Al oír que la joven era llamada Logan sintió un alivio en todo su cuerpo. —Esto no va a quedar así — le dijo la muchacha achicando los ojos, mientras le daba los medicamentos que debía tomar en ese momento— Cuando regrese usted y yo vamos a aclarar este asunto— afirmó, para luego ir adonde era requerida su presencia. Cuando Emma cerró la puerta, Logan se recostó con un suspiro profundo, tratando de encontrar una solución a la locura en la que se había metido. —"¿Qué rayos estaba pensando?"— se preguntó. Pero también se dijo que no había vuelta atrás. Había jugado una carta arriesgada para mantener su posición frente a su padre, y ahora tenía que encontrar la forma de sostener esa mentira, sus ojos se fueron cerrando lentamente gracias a la medicación. Aproximadamente una hora d
Unas horas más tarde... Emma empujó la puerta de la habitación con suavidad, su determinación era clara pero estaba mezclada con un leve temblor. Era ya de madrugada, el hospital estaba en calma, y ella sabía que esta era su oportunidad para enfrentarse al hombre que, con una sola frase impulsiva, había complicado su vida de una manera atroz. La joven enfermera golpeó la puerta con suavidad, sin embargo, al no obtener respuesta desde adentro, decidió entrar. Lo hizo muy sigilosamente, caminó despacio hasta estar junto a la cama de Logan. Lo que vio la dejó sin palabras. Logan dormía profundamente, su expresión se veía tensa incluso estando en reposo. Su rostro, estaba claramente marcado por líneas de cansancio y dolor, era una mezcla de fuerza y vulnerabilidad que la desconcertó. —" Es muy guapo— pensó—Claro, es guapo. Como si eso importara," — se dijo a sí misma, intentando no dejarse afectar. Mientras lo observaba, la muchacha notó cómo su rostro se contraía con una mueca de
El silencio de la habitación era interrumpido por el leve crujir de papeles mientras Logan hojeaba la carpeta que Ethan le había dejado, allí tenía toda la información referente a Emma. A medida que avanzaba en la lectura, su rostro pasó de la curiosidad al asombro y luego a una fría determinación. Emma, la joven enfermera, era mucho más que una desconocida. Según el informe, había perdido a sus padres en un lapso de pocos años. Su padre, la última figura familiar que le quedaba, había fallecido meses atrás, dejando tras de sí una montaña de deudas médicas. Emma había asumido esas cargas con dos hipotecas sobre una modesta casa en los suburbios y trabajaba turnos dobles en la clínica para salir adelante. Logan leyó con atención, fijándose especialmente en los montos. La suma que Emma debía al banco era considerable, casi imposible de cubrir con el sueldo de una enfermera. Su situación financiera le había obligado a pausar cualquier sueño personal. Logan cerró la carpeta lentamente,
Luego de una noche sumamente tranquila, Emma despertó con una sensación de claridad que hacía tiempo no experimentaba. Las veinticuatro horas de guardia habían sido agotadoras, pero el día de descanso le había permitido recuperar sus fuerzas. Mientras estiraba los brazos, recordó el extraño episodio con Logan Reese. —¿Cómo se le ocurre decir que somos novios? -se preguntó a si misma en voz alta—¿Novios? ¿De dónde sacó eso?¡Es ridículo!— agregó, sintiendo una mezcla de incredulidad y diversión. Se levantó lentamente, y mientras desayunaba un simple café con tostadas, no pudo evitar que su mente volviera a aquel hombre. —Ninguna mujer en su sano juicio diría que no a algo así, es un hombre muy guapo por cierto— se dijo, recordando su cabello oscuro, sus ojos color miel, su mandíbula perfectamente cincelada y esa aura de poder que lo envolvía. Pero tan rápido como esa idea cruzó su mente, Emma la apartó con un movimiento de cabeza. —Yo no estoy en posición de pensar en noviazgos
Emma caminaba por el pasillo de la clínica rumbo a la habitación de Olga, una paciente entrada en años que estaba cursando una enfermedad terminal y de la cual la joven se había encariñado. El eco de sus pasos acompañaba los pensamientos que no podía acallar. La propuesta de Logan Reese seguía girando en su mente como un remolino. ¿Cómo podía un hombre como él necesitar un acuerdo tan extraño? Suspiró profundamente antes de golpear suavemente la puerta de la habitación de Olga. —¡Adelante!—se escuchó la voz ronca pero alegre de Olga desde el interior. Emma abrió la puerta y entró con una sonrisa. —Hola, Olga. ¿Cómo te sientes hoy? La anciana, de cabello plateado y ojos llenos de vida, estaba recostada sobre una montaña de almohadas. Aunque el tiempo y la enfermedad habían dejado su marca en ella, conservaba una energía que inspiraba a quienes la rodeaban. —Mejor, ahora que estás aquí, querida. ¿Y tú? ¿Por qué tienes esa cara de preocupación? Emma se acercó a la cama y comenzó
La mañana avanzaba lentamente en la clínica, y Logan permanecía sentado en su cama, hojeando la carpeta que Ethan le había dejado anteriormente. Cada detalle de la vida de Emma estaba ahí, desde sus logros hasta las dificultades que había enfrentado. Conocía la magnitud de su deuda y cómo había hecho sacrificios para costear sus estudios y pagar las facturas médicas de su padre. Todo eso le confirmaba que había hecho la elección perfecta para lograr su objetivo, aunque sabía que convencerla no sería fácil. Un suave golpe en la puerta interrumpió sus tranquilapensamientos. Sin levantar la mirada, dijo con voz suave... —Adelante. Ethan entró con su típico aire despreocupado, el maletín en la mano y una sonrisa que denotaba más cansancio que alegría, por haber tenido que trabajar hasta tarde con el bendito contrato. —¿Cómo estás, amigo? —preguntó mientras se acercaba a la cama. Logan lo miró de reojo y dejó la carpeta sobre la mesa. —He estado mejor, pero considerando que
Ethan observaba a Emma mientras esta comenzaba a ojear el voluminoso expediente que él había sacado de su maletín. Logan, desde su cama, alternaba la mirada entre su amigo y la enfermera, desconcertado. —¿Qué es eso? —preguntó Logan, señalando el documento con un gesto de la cabeza. Ethan se acomodó en la silla con una sonrisa tranquila. —Es todo lo que necesita saber sobre ti. Lo básico que cualquier novia sabría de su pareja. Emma alzó una ceja, intrigada, y siguió pasando las páginas. Su expresión neutral pronto dio paso a una sonrisa divertida que capturó la atención de los dos hombres. Logan arqueó una ceja, claramente molesto. —¿Qué es tan gracioso? Emma levantó la vista y, con un tono juguetón, respondió: —¿Miedo a las arañas? ¿Tú, un hombre tan grande? El rostro de Logan se tensó. No estaba seguro de qué lo irritaba más: que ella lo encontrara gracioso o que Ethan hubiera decidido incluir ese detalle en el informe. Miró a su amigo con ojos asesinos. —¿Por qué demonio
El médico llegó puntualmente a la habitación de Logan, era un hombre de mediana edad con una expresión tranquila, acostumbrado al caos controlado de la clínica. Saludó primero a Emma con familiaridad, algo que no pasó desapercibido para la madre de Logan, quien sonrió con dulzura al observar la escena, y mucho menos para William, cuyo ceño se frunció apenas. Sin demora, el galeno se dirigió a Logan para explicarle las instrucciones de cuidado. —La movilidad de tus piernas irá regresando gradualmente, Logan, pero es vital que sigas las indicaciones al pie de la letra y asistas a las sesiones de rehabilitación —dijo, mientras revisaba algunos documentos. Luego, con un gesto profesional, agregó—: Aquí tienes tu próxima cita de control en quince días. Logan asintió, agradeciendo al médico con una cortesía breve, sin añadir nada más. Emma, por su parte, escuchaba atentamente, incluso tomando nota mental de lo que podría ser útil recordarle más adelante. El médico intercambió un par de