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Más que una mentira
Más que una mentira
Por: Amara Blacke
El precio del legado

Sinopsis

Logan es un joven empresario destinado a heredar la dirección de la empresa familiar, pero hay una condición: debe estar casado. Seguro de cumplir el requisito, anuncia a su padre que pronto presentará a Irina, su novia, y le pedirá matrimonio durante el cumpleaños de su madre. Sin embargo, su mundo se desmorona cuando descubre que Irina lo engaña con su mejor amigo. Herido y lleno de rabia, un accidente de auto lo lleva al hospital, donde su vida toma un giro inesperado.

Cuando su padre le exige respuestas sobre su supuesta novia, Logan improvisa desesperadamente y señala a Emma, una joven y amable enfermera, como su prometida. Ahora, debe convencerla de participar en su farsa para salvar su futuro profesional.

Lo que comienza como un acuerdo temporal pone a prueba los corazones de ambos. ¿Podrán mantener la mentira sin caer en el juego de las emociones? Entre secretos, atracción y el riesgo de perderlo todo, Logan descubrirá si es posible volver a creer en el amor.

El reloj marcaba las 8:30 de la mañana. Desde su oficina en el último piso del rascacielos Reese Industries, Logan observaba la ciudad a través de los enormes ventanales. Ese era su ritual matutino: con una taza de café negro en su mano, sintiendo el aire fresco del invierno que se colaba por una ventana apenas entreabierta, y la vista que lo hacía recordar lo lejos que había llegado. El joven empresario vislumbraba la gran ciudad.

Con 28 años, Logan Reese lo tenía todo: éxito, fortuna y una apariencia que arrancaba suspiros dondequiera que iba. Siendo portador de una estatura más que privilegiada, una musculatura marcada que era simplemente cuestión de genética, la cual mantenía dando algunas vueltas corriendo por el parque y solo dos días de entrenamiento semanales. A eso se le agregaban sus fuertes rasgos masculinos, el cabello oscuro como el carbón, los ojos color miel con unas pequeños destellos verdes que parecían hipnotizantes al verlos de cerca, sin duda podía decirse que era el hombre perfecto. Sin embargo, el peso del apellido Reese siempre estaba pesando sobre sus hombros, y esa mañana sería aún más evidente.

Un golpeteo en la puerta lo sacó de sus pensamientos.

—Adelante —dijo, con su voz grave y llena de seguridad.

La puerta se abrió, y su padre, William Reese, un hombre de 60 años con la misma postura imponente que Logan, entró en la oficina. Cerró la puerta tras de sí y caminó hacia el escritorio sin perder tiempo en formalidades.

—Logan, creo que es hora de hablar en serio sobre tu futuro.— le dijo su padre apenas cerró la puerta tras de sí.

Logan dejó la taza de café sobre el escritorio y se cruzó de brazos, mirándolo con curiosidad.

—Siempre hablas en serio, papá. ¿Qué eso que pasa ahora?— replicó el joven sopesando algun problema debido a la seriedad de su progenitor.

William, luego de sentarse apoyó las manos sobre el escritorio, inclinándose hacia adelante.

—La presidencia de la empresa, pasa —le dijo— Ya tú sabes que llegará el momento en el que yo deba dar un paso al costado. Y tú eres el candidato lógico.

—Por supuesto, que lo sé — replicó Logan— He trabajado para demostrarlo.

—Sí, pero dirigir Reese Industries no es solo cuestión de números o talento. Es cuestión de estabilidad. Y esa estabilidad, hijo, empieza por casa.

Logan arqueó una ceja intentando comprender lo que su padre decía.

—¿Qué estás queriendo decir?— indagó, tomando asiento frente a su padre.

—Es simple. Quiero que te cases— sentenció este sin inmutarse.

Un silencio incómodo llenó la sala. Logan lo miró, con una mezcla de incrédulidad y desconcierto.

—¿Casarme? ¿Eso qué tiene que ver con dirigir la empresa?— le preguntó sin ánimos de ocultar su frustración, después de todo llevaba años dedicándose a demostrar su valía en la empresa, luego de recibir su título comenzó a trabajar allí sin utilizar su apellido para escalar posiciones. Se hizo un nombre propio, trabajando desde abajo hasta llegar a su puesto actual. ¿Y ahora tenía que soportar exigencias ridículas?

—Tiene todo que ver—respondió William— la junta directiva y nuestros socios valoran la imagen de un hombre de familia. Un líder sólido no solo en los negocios, sino también en su vida personal.

Logan se pasó una mano por el cabello oscuro, tratando de contener la risa y la impotencia que sentía.

—Esto es absurdo, papá. Sinceramente yo no creo que sea así— replicó, poniéndose de pie.

—Me temo que estás equivocado, hijo- alegó el hombre.

—Ok, mira...Estoy saliendo con alguien— dijo Logan aceptando algo que tenía planeado, aunque no para ese momento— hace tres años que estamos juntos— explicó— Y ya tenía planeado casarme con ella, así que no creo que haya diferencia— agregó— pero debes tener claro que no necesito un anillo en el dedo para demostrar mi capacidad como líder.

William no retrocedió ni un centímetro.

—No es una sugerencia, Logan. Es un requisito— acotó— Si quieres que Reese Industries sea tuya, más vale que pongas tu vida en orden. Tienes dos meses.

Logan lo observó con una mezcla de furia y asombro.

—¿Dos meses? ¿En serio?— interrogó.

—Así es. Estoy seguro de que puedes arreglártelas.

Antes de que Logan pudiera protestar, William giró sobre sus talones y salió de la oficina, dejando al joven empresario con un millón de pensamientos rondándole la cabeza.

Logan se desplomó en la silla, con las manos entrelazadas detrás de la cabeza. La presión le golpeaba como una tormenta. Pero entonces, una chispa de confianza iluminó sus ojos color miel.

—¿Casarme? Perfecto— dijo encogiéndose de hombros— Solo tengo que hacer oficial lo que ya tengo.

Entonces sin pensarlo más, sacó su teléfono y marcó un número. Al segundo tono, una voz femenina, seductora y familiar, respondió.

—Hola, cariño. ¿Qué pasa?

—Irina, tenemos que hablar. Es importante.

—¿Todo bien?

—Todo perfecto, nena. Nos vemos más tarde.

—Ok, cielo. Nos vemos más tarde— respondió la mujer y luego terminó la llamada.

Al colgar, Logan sonrió para sí mismo. Había tomado una decisión. Lo que no sabía era que ese mismo día su mundo cambiaría para siempre.

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