Al llegar a clase de geografía, me senté en uno de los últimos puestos y me coloqué mis auriculares mientras comenzaba la clase.
Al rato, comenzaron a lanzarme papelitos a la cabeza... me quité los auriculares y cuando iba a buscar a responsable, llegó el profesor.
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- Isabella – susurraron a espaldas mías. Me giré para encontrarme a Nicolás con su cabellera desordenada.
Esbocé una sonrisa cuando extendió un papelito. Lo tomé entre los dedos forcejeando por la fuerza de él, hasta que lo soltó.
Con cuidado de no ser vista por el profesor, lo abrí.
¿Iras al juego de hoy?
Pd: di que sí
Me giré a verlo, pero me pasó otro papelito.
Por favor
Suspiré rendida tomando el boli
Con una condición
¿Cuál? Di
Helado despues del juego
Playa o casa del árbol
¿Cuál prefieres tú?
La que quieras. Tu decisión, compañera
...casa del árbol en la playa
De inmediato Nicolás alegó en voz alta.
- Tramposa. Tienes que elegir una opción, no las dos.
Todos nuestros compañeros y profesor se giraron a vernos, haciéndome sonrojar.
- Señor Wright y señorita White. La nota. Ahora – ordenó llegando a mi puesto.
- Pero... – balbuceé mirando al señor calvo.
- Señorita White. Ahora – extendió la mano.
Le quité el papel a Nicolás rápidamente dándoselo al profesor, quien lo leyó sorprendido. Al terminar, bajo la vista a nosotros.
- Saben que no están permitidas las relaciones amorosas en esta institución... – empezó a decir pero lo callé.
- ¡¿Qué?! – Chillé – nosotros no somos pareja. Lo juro.
- Eso es verdad profesor, aunque si usted cree que lo somos, por mí no hay problema - Comentó con una sonrisa en la cara.
Le di un golpe en la cabeza - ¡Nicolás! No estamos para tus bromas – farfullé fulminándole con la mirada.
El profesor dejó que nos quedáramos el resto de la clase, pero las miradas de todos por haber insinuado esa nota que soy la novia del capital de futbol y el chico más popular del instituto, me tuvo inquieta el resto del día.
Y más por el hecho de que somos mejores amigos. No, novios.
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- ¿Nicolás y tu son novios? ¿Por eso no aceptaste la cita doble? – atacó Danna junto a mi casillero al final de la jornada.
Suspiré rendida negando – No y no – aseguré sacando mi mochila
- Vale, pero no significa que no dejes de estar en boca de todos. En especial de las fanáticas locas de Nicolás – murmuró caminando a mi lado.
- La verdad ni me interesa – finalicé mientras pasábamos por un tumulto de fanáticas locas de Nicolás que me mataban con la mirada.
Al llegar al campo, subí las gradas para visualizar a lo lejos a Nico con el uniforme de futbol americano azul con letras amarillas. Al verme alzó la mano saludándome con una sonrisa de oreja a oreja.
Nick y Fredy, sus mejores amigos también al verme salieron corriendo a grandes zancadas. Nick por lo alto, al abrazarme me dejo colgando los pies mientras reía abiertamente llamando la atención de todos.
Por su parte cuando el rubio me bajó, Fredy apareció ante mí con su particular acento inglés.
- Qué bueno que viniste – murmuró abrazándome
- Sí, pues. No tenía opción – bromeé cuando llego Nicolás y me dio un beso en la mejilla
Nick se nos quedó mirando – aun digo que no es justo – comentó cruzándose de brazos.
Enarqué las cejas confundida - ¿Qué no es justo?
Me giré a ver a Nico, a quien le centellearon los ojos azules rascándose la nuca incómodo.
- No es nada. Tranquila
- ¿Qué no lo es? – chilló el rubio girándose a ver a Nicolás – estaba ganando terreno de conquista con Isabella y usted me la arrebata, no es justo – explicó fingiendo indignación fulminándolo con la mirada a Nicolás
Solté la carcajada al entender.
- Vale, chicos. Nadie ha ganado ningún tipo de terreno conmigo ¿okay? – Aclaré mirándolos a los tres – solo somos amigos. Nada más
- Bien – bufó el rubio – deberíamos regresar, sin embargo, bella – me llamó señalándome con el índice – no me rendiré – informó mirándome a los ojos, con sus ojos marrones divertidos.
Fredy rodó los ojos y lo siguió despues, dejándome sola con Nicolás. Trastabillé sonriendo para girarme a verlo.
- Si quieres, siéntate aquí. No durara mucho el partido de entrenamiento
Asentí sentándome. Nicolás bajo unos escalones – Con respecto a Nick... – le llamé, haciendo que se girara a verme con su melena castaña desordenada – es bromeando... ¿verdad?
Nico rio asintiendo – Sí. Sabes cómo es, solo bromeaba.
- Vale. Ve al campo, te esperan – mostré mientras sus compañeros hablaban de estrategias u otras cosas.
Observé nuevamente a mi amigo y le sonreí haciendo una mueca.
Al rato de ver que empezaban a jugar y las fanáticas locas de Nicolás y otros jugadores me observaban murmurando, escuché que gritaban a lo lejos mi nombre.
Me giré a ver de quién se trataba, encontrándome a Danna moviendo un brazo emocionada, llamándome mientras estaba cogida de la otra mano con un muchacho unos centímetros más alto que ella. Y justo detrás del otro chico opuesto en apariencia al otro, observando jugar al equipo desinteresadamente.
Al llegar a donde me encontraba. Me paré para saludar a Danna.
- ¿Qué haces aquí?
Se encogió de hombros sonriente con su melena rubia ondeando por la espalada.
- Sabía que vendrías a ver a Nicolás. Y como no quisiste ir a la cita, pues traje la cita conmigo – explicó señalando a los dos muchachos.
Rodé los ojos exasperada pero Danna me miró amenazante.
- Bella, por favor. No es tan malo como lo pintas. Solo conócelos ¿sí? – rogó juntando las manos.
Sopesé la idea unos segundos, hasta que sin remedio acepté.
- Bien. Solo por esta vez – aclaré. Mi amiga con gran entusiasmo gritó dando un saltito.
- Vale, mira él es Eliot y el Dylan – señaló al primero que me sonrió dulcemente. Forcé una sonrisa asintiendo al saludo sin dejarme anonadada por su cuerpo de dios griego o sus ojos grises cautelosos pero traviesos y cabellera rubia perfecta.
- Un gusto bella. Danna tenía razón – comentó girándose a verla
- ¿Con qué?
- No te dejas impresionar por un hombre – añadió mirándome fijamente – ni tampoco intimidar.
Rodé los ojos cruzándome de brazos – Sí, pues. He visto los suficientes tipos de coqueteos para no dejarme cegar por ello o siquiera por el ego. Aunque claro está, que el segundo siempre supera en estatura a su portador ¿me equivoco? – Lo miré, que negó dándome a razón, a lo cual asentí – sin embargo, al tener un hermano rompecorazones, aprendí a superarlo – confesé encogiéndome de hombros.
Eliot sonrió ampliamente fijándose en la existencia de su amigo junto a él observándome impresionado.
- Por cierto. Te presento a Dylan, mi mejor amigo.
El chico extendió la mano hacia mí. La estreché con la de él.
- Hola. Un gusto conocerte – tartamudeó.
- Igual... supongo – respondí con desgana.
- Bueno ¿nos sentamos? – preguntó Danna.
Todos asentimos mientras Dylan se sentaba a mi lado y al otro lado, Danna quien hablaba con Eliot.
En la siguiente media hora, Dylan me formó la charla mientras me sentía cada vez con más ganas de asesinar a Danna. Al mismo tiempo me sorprendió mucho la cortesía que mantenía a pesar de que contestaba muy borde o solo evadía las preguntas fingiendo interés en el partido.
Cuando finalmente acabó el entrenamiento, Danna y Eliot se fueron, dejándome a propósito con Dylan.
- ¿Te gustaría ir a comer algo y de paso me das un tour por la ciudad? – preguntó tímido.
Me giré a verlo a los ojos – No sé si sea buena idea. Había quedado de salir a comer helado con Nicolás – me excusé señalando el campo vacío.
Dylan observó unos segundos este, hasta que cuando apareció Nicolás para subir las gradas, me miró.
- ¿Es tu novio?
Alcé las cejas alarmada, sintiendo la cara roja - ¡¿Qué?! No. El solo es... – murmuré girándome a verlo, quien me sonrió – un amigo.
- ¿Lista? – preguntó Nico mirándome, para fijarse despues de la existencia de Dylan.
- Si – me levante junto a el – él es Dylan – señalé.
Nicolás y él hicieron un gesto de presentación, despues nos decidimos a ir los tres a comer helado y de paso Nico y yo le mostramos la ciudad mientras le contábamos algunas de nuestras anécdotas de niños o adolescentes. Despues de ir a la playa y allí terminar de comer nuestros helados, Nico se excusó al recibir una llamada de su padre que lo necesitaba urgente en su casa.
Por su parte Dylan me acompañó a casa donde ya en la entrada saqué las llaves y al despedirme, me detuvo.
- La pase muy bien contigo – dijo mientras esbozó una sonrisa.
- Aja. Yo igual, sin embargo, fue una lástima que Nicolás se fuera ¿no lo crees? – pregunté dejando incrustadas las llaves en la cerradura.
Dylan negó metiendo las manos a los bolsillos del pantalón.
- Fue la mejor parte de la tarde – se excusó encogiéndose de hombros – en verdad quería pasar tiempo contigo. A solas
- Vale. Pues estamos a solas – ironicé
Al percatarse de mi comentario, supongo que ato cabos de cómo lo he tratado en toda la tarde hasta que se acercó más a mí.
- ¿Por qué eres tan fría? – preguntó mirándome fijamente.
- Por la misma razón por la que intentas coquetear conmigo sin razón aparente – justifiqué encogiéndome de hombros.
Despues de unos segundos en un silencio incomodo, me giré para abrir la puerta pero volvió a detenerme.
Rodé los ojos pero esta vez a girarme, Dylan se encontraba a milímetros de mi boca, entremezclándose nuestras respiraciones.
- ¿Qué haces? – pregunté paralizada.
- Despidiéndome – dijo al momento que al ser tan fugaz no alcancé a defenderme.
Sus labios impactaron con los míos en un tierno y suave beso. Cuando se separó de mí, mi mano impactó en su mejilla y entré a casa sin tentar más a la suerte, dejándolo botado en la entrada con un portazo que le dio en la nariz y una cachetada como parte de mi despedida.
Al entrar a casa e inundarme la oscuridad, Aarón apareció con la mandíbula tensa cruzado de brazos con una linterna señalándome inquisitivo. - Isabella White – riñó encendiendo la luz. Caminé hacia el sofá acostándome – Aarón White Mi hermano mayor de inmediato tomó asiento frente a mí observándome con sus ojos azules escrutadores. - ¿Quién era? Me giré a verlo encogiéndome de hombros – Un chico. - Vale, sí. Eso me fije - Qué bueno... – comenté mirando al techo cerrando los ojos – si jamás habías visto uno, te recuerdo que tú eres uno. Un chico – aclaré volviéndome a verlo p
Despues de las clases más aburridas de toda la historia, exceptuando calculo y física, que son mis favoritas, entré a la cafetería a la hora del almuerzo. Compré mi almuerzo y me fui a la mesa donde mis amigas ya estaban conversando animadamente. Me senté junto a Malia y le quité su manzana acaramelada haciendo que refunfuñara cuando le di un mordisco gigante. Me pase el bocado ignorando la mirada fulminante de Malia - ¿Sucedió algo? – pregunté dándole otro mordisco a la manzana. - Isabella, nos debes una muy buena explicación – me riñó Danna haciendo que María y Malia se giraran a verme enojadas. Rodé los ojos resoplando - ¿Ahora que hice?... – me giré a ver a Malia señalándole la manzana – si es por la manzana, supéralo. Despues
Después de aquel... encuentro desagradable que tuve con Dylan, mis amigas no hablaron sobre ello, menos Danna. Por varios días no hablé con ella, solo un encuentro de palabras sobre el estudio pero no me tocó el tema de Dylan, supongo porque se siente culpable de que él me hubiera besado a la fuerza. De igual forma estoy enojada es con Dylan, no con Danna. Ella no tiene la culpa de lo que sucedió, solo Dylan y ahora cree que yo también estoy enojada con ella. - Gracias por traerme – musité suspirando rendida al ver que el auto de Danna estaba estacionado en el parqueadero. Ya llegó al instituto. Aarón se giró a verme preocupado - ¿Paso algo entre Danna y tú? – preguntó enarcando las cejas. Negué intentando abrir la puerta pero Aar
Suspiré rendida probándome el séptimo vestido, si aún poder decidirme por uno. Salí del vestier de mi habitación apareciendo María y Malia sentadas en la cama, la primera con mi laptop y la segunda molestando en su móvil. - ¿Qué tal? – di una vuelta lentamente para que me pudieran examinar perfectamente. Cuando me quede frente a ellas, no pude ignorar la mueca de asco de Malia y el gesto de maría de que estaba más o menos bien. - Lindo – aseguró María. - Lo más asqueroso que vi en mi vida – añadió al mismo tiempo Malia dejando la laptop para guiarme al espejo. Me observé con el vestido blanco hasta las rodillas que tenía un cinturón celeste sencillo. Exasperada gruñí disgustada lanzándome a la cama. Ya me he probado siete vestidos
Entré a mi habitación y me despedí de las chicas, quienes solo al ver mi cara, y después a Nicolás decir que después de siete meses mi madre decidió hacer acto de presencia. Ellas solo me dieron un abrazo, me desearon suerte y se fueron también despidiéndose de Nicolás. Suspiré rendida dejándome caer en la cama. - Me gustaría tener tus padres – comenté mirando al techo con los brazos abiertos. Nicolás se sentó junto a mí mirándome con las cejas enarcadas - ¿Por qué? ¿Te recuerdo que mi hermana mayor huyó al cumplir la mayoría de edad? Si, lo recuerdo y jamás dejaría de hacerlo. Michelle era la hermana mayor de Nicolás, tenía la misma edad que mi hermano e incluso ella fue una de sus conquistas, de hecho con la que más duro. Michel
Nicolás se bajó y me abrió la puerta del coche mientras observaba el restaurante asombrada y feliz al mismo tiempo, de que se acordara de nuestro restaurante italiano favorito. Al entrar, el recepcionista nos saludó y le preguntó el apellido, tardó unos segundos en encontrarlo entre unas listas. - Por aquí, por favor – finalmente nombró cortésmente. - Ven conmigo – añadió Nicolás tomándome de la mano. Asentí, siguiéndole. El señor nos llevó a la parte trasera del restaurante, donde había un patio decorado muy bonito, habían árboles con artos alumbrados y habían veladoras blancas en el piso, y en el centro del patio había una carpa en donde estaba una mesa para dos personas. Nos sentamos mientras observaba impactada, cuando Nicolás me vio, esbozó una pequeña sonrisa.
A la mañana siguiente, me desperté con la respiración de Nicolás. Le observé por un segundo completamente tranquilo y me quité la chaqueta fijándome que solo nosotros dos quedábamos en la sala de espera.Suspiré dirigiéndome al baño para fijarme de mi estado, tenía el cabello enmarañado doblemente, estaba más pálida de lo normal y tenía el abrigo a medio poner, con una manga caída viéndose una parte del top del vestido. Me lavé la cara para despertarme hasta que tocaron suavemente.- ¿Isabella? – preguntó en un susurro Nicolás. Esbocé una sonrisa abriendo la puerta encontrándomelo con un gesto de cansancio que me tendió mi móvil – es Aarón
Sentí como balde de agua fría me cayó haciendo desaparecer mi sonrisa y mi mirada esperanzada cambiara a de competo asombro. - ¿Aarón y yo? – tartamudeé rezando por que dijera que no. Asintió - ¿Con quienes más? Son mis hijos, no les puedo dejar aquí. Sopesé la idea en mi mente volteándome a ver a Aarón que me miraba fijamente también asombrado. No nos puede hacer esto, puede que sea nuestra madre, pero Aarón ya es mayor de edad, él puede cuidar de mí y además, ella no puede regresar después de siete meses donde solo llamaba una o dos veces al mes para decir que nos lleva a España. ¡No! No lo permitiré. Apreté la mandíbula, fulminándola con la mirada – No iré – sentencié alzando la cabeza irguiéndome. Mi madre me observó casi dici