Sentí como balde de agua fría me cayó haciendo desaparecer mi sonrisa y mi mirada esperanzada cambiara a de competo asombro.
- ¿Aarón y yo? – tartamudeé rezando por que dijera que no.
Asintió - ¿Con quienes más? Son mis hijos, no les puedo dejar aquí.
Sopesé la idea en mi mente volteándome a ver a Aarón que me miraba fijamente también asombrado. No nos puede hacer esto, puede que sea nuestra madre, pero Aarón ya es mayor de edad, él puede cuidar de mí y además, ella no puede regresar después de siete meses donde solo llamaba una o dos veces al mes para decir que nos lleva a España. ¡No! No lo permitiré.
Apreté la mandíbula, fulminándola con la mirada – No iré – sentencié alzando la cabeza irguiéndome. Mi madre me observó casi dici
Refunfuñé entre dormida escuchando mi móvil sonar. ¿Quién es en plena noche? ¿Acaso no se puede dormir una noche en paz? Tomé mi celular de la mesilla mirando la hora mientras seguía sonando de un número desconocido. - ¿Quién es? – pregunté con pesadez al descolgar. - Soy Dylan... - dijo otra voz del otro lado de la línea – tu verdadero amor, cariño – afirmó egocéntrico. Bufé rodando los ojos - ¿Qué quiere? ¿Cómo consiguió mi número? – pregunté acurrucándome más dentro de las cobijas. - Le robé el celular a Danna... - comentó despreocupado – y allí lo encontré. Esa chica tiene muchos números de teléfono ¿sabías? - ¡Lo sé, idiota! ¡Es mi mejor amiga, sé que tiene muchos amigos! –
- Gracias por acompañarme a llevar a María a su casa. Te debo una – comenté dándole un beso en la mejilla a Nicolás como despedida. Abrí la puerta del auto y salí al tiempo que negó – No me debes nada, Bella. Que duermas bien – finalizó. Le guiñé un ojo agradecida y cerré la puerta corriendo a la entrada. Abrí la puerta con prisa y subí las escaleras corriendo hasta que mi madre se dio cuenta de que había llegado y salió de su estudio. ¿Por qué tiene que estar junto a la puerta principal? - Isabella, tenemos que hablar – ordenó. Me giré a verla, recargándome en la barandilla – Estoy cansada, madre, además si es por la hora, te dejé una nota en la nevera. Ella negó indicándome que bajara. Bufé bajando los escalones.
- Isabella... despierta – susurraron zarandeadme un poco haciendo que abriera los ojos encogida del frio.Bostecé estirándome sobre la cama - ¿Qué sucede? – pregunté volviéndome a dormir.De nuevo me zarandearon encontrándome a Aarón con sus ojos verdes mirándome. Tragué saliva nerviosa y me levanté.- Ve a arreglarte, y toma... - me tendió mi móvil, enarqué las cejas sin entender fijándome que tenía la ropa de anoche puesta – llama a Nicolás o a Danna para que vengan por ti, tengo que irme.- ¿Cómo? ¿Por qué? ¿A dónde te vas? – ataqué en pregunt
Salí rápidamente del instituto, encontrándome el auto de Aarón en la entrada como me afirmó que seria y corrí hacia él, al tener el convertible, di un salto quedando en un segundo después de que me vio, sentada junto a él, abrochándome el cinturón.- ¿Qué tal el día? – preguntó acelerando.Me encogí de hombros – Nada nuevo, exceptuando que llegué temprano a clase en años.Aarón soltó la carcajada – Esa no te la creo ¿Isabella llegando temprano a clase? Específicamente ¿a qué te refieres con temprano?Le pegué un guantazo en la cabeza riendo &nda
- Promételo, Nicolás – amenacé viéndolo a través de la pantalla que reía mostrándome el papel. - Míralo, aquí está escrito. Juro no decir nada – volvió a reír a lo que asentí. Observé a través de la cámara de él su contrato e hice ademan de que lo alejara de la pantalla al haberlo leído completo. - Bien, ahora firma con tu sangre. - ¿Qué? – chilló a través de la cámara haciendo que estallara en una carcajada. Tomé mi laptop y la llevé a la cama, donde me acosté mirándolo – Solo pínchate con una aguja y déjala caer en la hoja. Los contratos de sangre son más viables para mí, que una simple firma de pacotilla. - Lo dices como si
María Suspiré rendida viendo entrar a todos los estudiantes mientras mi hermana mayor por un año aparcó frente al instituto. - Llegamos, ¿quieres que te ayude? – se ofreció, pero negué con una sonrisa. Abrí la puerta con mi mano derecha mientras que el izquierdo lo tengo enyesado y salí del auto lentamente teniendo cuidado de no caer, como ya lo he hecho en repetidas ocasiones. - Aun no entiendo algo – murmuró saliendo del auto para rodearlo y ayudarme a colocar la maleta. - ¿Qué cosa? - Pregunté metiendo mi brazo enyesado - ¿Dónde están tus amigas? Negué de
- De por dios, no vayas a hacer ninguna locura – repitió por enésima vez mi hermano mientras se detenía frente a la casa de Nicolás, quien se supone dijo me esperaría para cenar con sus padres. Me gusta cenar con ellos, de por si su padre es muy estricto, me recuerda mucho a mamá y su madre a... a su madre porque nunca había conocido a una mujer tan bondadosa a pesar de que perdió a su hija y antes de ello tuvo dos abortos quien sabe porque qué cosa, jamás Nicolás me lo mencionó, pero siempre me pareció que esa familia de por si era muy misteriosa, tal vez por ello fue por lo que me volví amiga de Nicolás. Le guiñé un ojo a mi hermano mientras me desabrochaba el cinturón - no te aseguro nada – Salí rápidamente cerrando de un portazo escuchando los quejidos de mi hermano porque traté a patadas su auto.
Llegado el fin de semana, terminamos de acordar entre Nicolás y yo como haríamos. Durante el resto de la semana, Nicolás mandó a varios trabajadores a que arreglaran la casa, lo suficiente para que despues nosotros pudiéramos terminarla y que no tocaran la casa del árbol, despues de todo nosotros la construimos y solo nosotros tendríamos potestad para destruirla. Lo que quedo de la semana transcurrió lo más lento que puede pasar en la vida. Sin embargo, al llegar el fin de semana, el que tanto ansiaba, no pude contenerme y desde las cuatro me levanté para esperar a Nicolás. Me coloqué ropa de deporte y encima un overol azul enterizo de mecánico que logré conseguir de mi hermano prestado sin que lo supiera y me coloqué mis botas favoritas de trabajo. Me recogí el cabello en mechones desordenados formando un cebollín en lo alto de la cabeza y arreglé como pude mi flequillo.