Desde que sepulté a mi esposa e hijo hace tanto tiempo no había sentido un dolor tan grande como el de este instante al ver a mi amigo, a mi pana, a mi hermano tendido en una camilla sin vida.Quería gritar, necesitaba hacerlo. «Viejo», me había dicho, fueron sus últimas palabras «cuídame a Verónica, si lo haces me cuidarás a mí. Nos veremos pronto. Gracias» —comencé a pegarme en la cabeza contra la pared.Mojón estaba desmoronado a un lado del recinto, Cebolla cayó de rodillas y la señora Verónica… ¡Mierda! —De manera lenta se fue cayendo, por más que corrí para evitar que se golpeara no lo pude evitar y Cebolla se encontraba perdido en sus pensamientos.—¡Doctor!Se llevaron el cuerpo del Patrón, los familiares de ella llegaban a la sala donde nos encontrábamos. Juro que llegaré hasta lo último, mataré a cada pirobo que intervino en la muerte de Roland.—¡Hija!El padre se agarró del cuerpo de su hijo y Cebolla fue quien contestó después de reaccionar.—Solo está desmayada, a ella n
La señora Verónica, ni cuenta, se daba de la verdad. El padre dio las últimas palabras y el ataúd bajó, y con él, una parte de mí también se fue a hueco. Lo metieron para quemarlo, no sé quién me sostenía para no cometer alguna locura, me negaba a creer que este muerto. No él, ¿por qué lo dejé morir?, me descuidé, lo perdí de vista, lo hacía con su esposa en la habitación haciendo el amor, no sé en qué momento salió… Su esposa, la señora Verónica, debe estar peor. Era el mejor día de su vida y se convirtió en el peor. «Cuídala, si la cuidas a ella me cuidas a mí, nos veremos pronto», dos veces lo mismo. Por esa señora debo quedarme, debo hacer mi trabajo, no volví a hablar, sé que muchos nos daban el pésame a Inés, Cebolla y luego al resto de los que siempre hemos permanecido a su lado. Conmigo decían más palabras de consolación, pero por mí que se callen. Al sepelio llegaron los cabecillas de la organización. Me miraban, ver a la Rata desmoronada era casi una utopía. La razón de
Habían pasado dos semanas y la actitud de la señora era distante, nos mira diferente, echó al padre Gabriel de la clínica. No le han dado salida porque presentaba de la nada crisis de histeria, en varias ocasiones hemos sido testigos de su inusual comportamiento, otras veces permanece retraída, y lo peor de todo, no ha vuelto a llorar. Según Inés esa actitud era peor, su padre y hermano se turnan por semana y nosotros tres nos turnamos a diario. ¿Qué más podemos hacer?, hasta que el médico no lo crea conveniente no saldrá de observación. Anoche se quedó Cebolla, Inés lo hizo en mañana, y yo ahora me encontraba en el turno de la tarde junto a su hermano, trato de no coincidir con el señor Fausto, la semana que él la cuida, dejamos a Inés a cargo casi en todo el día. Debido a los cuidados para con ella ha sido intermitente la búsqueda del autor intelectual de la muerte de Roland, para ser honestos no he hecho bien mi trabajo. He descargado información de los celulares del patrón, de l
No tenía idea del cómo habíamos logrado salvarla. Pero sin duda el doctor tenía razón con que era momento de internarla. —Gracias, Rata. Como supiste… —El rastreador y el sensor. —dije, Cebolla se veía pálido—. Gracias güevon, si no hubieras reaccionado, serían dos los muertos. —No tengo la más puta idea de cómo corrí tan rápido. —Debo hablar con el viejo Fausto para realizar el cambio, esto no puede volver a pasar. —Me parece bien. —contesté. —Rata. —Lo miré, me dio un abrazo y un par de palmadas en la espalda—. Que nunca se quite los anillos. Cerró la puerta al salir, Cebolla y yo miramos a la señora, estaba muy delgada y ojerosa. —No es ni sombra de lo que era hace un par de semanas. —eran certeras sus palabras, no era ni sombra de la fuerte mujer la cual nos enfrentaba. —Menos mal no estaba Inés. —Comente. Era un demonio, pero creo en ti Dios, gracias por tener a las personas adecuadas para arrebatarle al diablo esta alma. Lancé una plegaria mental. —Ya tengo la autoriza
Habían matado a otro cabecilla, ¿esta m****a que significaba? —Lo que escuchaste, supuestamente fue una riña por una vieja, pero a mí se hace mucha coincidencia. —Disculpa, los temas de la organización no son mi prioridad ahora. No hasta que se lea el testamento, ahora ando buscando al malparido que mató a mi jefe. —Entiendo. Quería infórmate, nos hablamos luego. Volví a mirar el monitor, la señora no se encontraba, miré por la ventana para ver si había vuelto a salir al jardín y nada, regresé a los monitores, devolví un par de minutos y fui adelantando hasta saber dónde se había metido. Estaba en la cama, se levantó en dirección al baño, antes de entrar miró a la cámara y dijo. «Gracias, Simón». La piel se me erizó, corrí hasta el baño, sabía lo que había hecho, estaba encerrada, de una patada partí la puerta y la encontré en el piso, sentada en un charco de sangre con sus manos a cada lado de su cuerpo, agarré un par de toallas de manos, se las amarré en las muñecas, Presioné el
Miguel tenía razón, pero le juré a Roland cuidarla. —Rata, debemos resolver muchas cosas, mientras nos encontremos atados cuidándola, se nos puede escapar el hijo de puta de quien lo mandó a matar. —Lo sé. Trata de buscar lo que nos pueda ayudar. Ingresé al cuarto de la señora Verónica, me senté en una de las sillas a un lado de la cama sin dejar de mirarla, tenía mucha rabia. La vi abrir sus ojos, por un largo rato nos quedamos mirando, ¿Qué pensará esta mujer? Su actitud de debilidad me estaba cabreando, ella no era la misma que con su fuerza interna llegó a nuestras vidas y arrasó con sus virtudes, nuestra existencia. —No tengo excusa. —Su voz fue débil, pero sincera. —No, no la tiene y para serle sincero ya su debilidad me tiene mamado, perdón por la palabra. —Perdóname. Pero no quiero seguir sin él. La dejé llorar, no lo había hecho como debería. Después de unos largos minutos volví a hablar. —Sabe, no logro entenderla, una mujer la cual nos devolvió a la vida, nos enseñó
Llegamos con el mayor de los sigilos e ingresamos a la bodega donde tenían recluidos a los niños, los explosivos ya los había instalado Cebolla con la ayuda de Rasca culo, Churrusco y Mojón en la mañana, mientras Cereza se encargaba de buscar los camiones para sacar a los rehenes.Si ella no toma la decisión de salvarlos, lo haremos nosotros en la noche, el viaje lo tienen programado para mañana, hoy en la madrugada se los llevarán para el puerto. La señora tenía un jean negro igual que su buzo. Miré el perímetro y solo había dos hombres que eran los que custodiaban el cargamento.Corrí hasta el segundo piso de la bodega, al verme el hombre bajó la cabeza, sabía quién era yo, me acerqué y con mi navaja lo maté. La señora Verónica se tapó la boca para evitar el grito, en ese momento ingresaba el otro tipo y Cebolla se encargó de él. Dos puñaladas, una en el corazón y la otra en la espalda baja.—¿Por qué los mataron?Me encogí de hombros, un muerto más en mi larga lista, no me hundirá
En los ojos del señor Fausto vi agradecimiento por lo que había pasado. Ella estaba de regreso.—Gracias también por evitar el matar a ese hombre. —Santiago me tendió su mano. Miró a todos los presentes—. Gracias a todos, aunque no conozco a algunos, gracias por cuidar a mi hermana. —Roland quería salir de este mundo por su hija. —Don Fausto afirmó—. Creo que ya le dimos un sentido a sus días con las empresas nuevas del jefe.—¿Las organizaciones? —afirmé mirando a Santiago.—Sí.—¿Ahora qué viene? —preguntó el suegro de Roland.—Devolver a los niños a sus casas.Los tres hombres que me acompañaban, miramos por el gran ventanal, el cual da al lugar donde los doctores revisaban a unos niños, Inés sirviendo la cena a un grupo, las trabajadoras sociales entrevistando, la señora Verónica y Luz Marina llenaban de abrazos y besos a los más chicos. Enrique permanecía pegado a la señora. Mañana será un día largo.—¿En qué ayudamos nosotros? —sonreí.—Debemos organizar tres habitaciones para