Llegamos con el mayor de los sigilos e ingresamos a la bodega donde tenían recluidos a los niños, los explosivos ya los había instalado Cebolla con la ayuda de Rasca culo, Churrusco y Mojón en la mañana, mientras Cereza se encargaba de buscar los camiones para sacar a los rehenes.Si ella no toma la decisión de salvarlos, lo haremos nosotros en la noche, el viaje lo tienen programado para mañana, hoy en la madrugada se los llevarán para el puerto. La señora tenía un jean negro igual que su buzo. Miré el perímetro y solo había dos hombres que eran los que custodiaban el cargamento.Corrí hasta el segundo piso de la bodega, al verme el hombre bajó la cabeza, sabía quién era yo, me acerqué y con mi navaja lo maté. La señora Verónica se tapó la boca para evitar el grito, en ese momento ingresaba el otro tipo y Cebolla se encargó de él. Dos puñaladas, una en el corazón y la otra en la espalda baja.—¿Por qué los mataron?Me encogí de hombros, un muerto más en mi larga lista, no me hundirá
En los ojos del señor Fausto vi agradecimiento por lo que había pasado. Ella estaba de regreso.—Gracias también por evitar el matar a ese hombre. —Santiago me tendió su mano. Miró a todos los presentes—. Gracias a todos, aunque no conozco a algunos, gracias por cuidar a mi hermana. —Roland quería salir de este mundo por su hija. —Don Fausto afirmó—. Creo que ya le dimos un sentido a sus días con las empresas nuevas del jefe.—¿Las organizaciones? —afirmé mirando a Santiago.—Sí.—¿Ahora qué viene? —preguntó el suegro de Roland.—Devolver a los niños a sus casas.Los tres hombres que me acompañaban, miramos por el gran ventanal, el cual da al lugar donde los doctores revisaban a unos niños, Inés sirviendo la cena a un grupo, las trabajadoras sociales entrevistando, la señora Verónica y Luz Marina llenaban de abrazos y besos a los más chicos. Enrique permanecía pegado a la señora. Mañana será un día largo.—¿En qué ayudamos nosotros? —sonreí.—Debemos organizar tres habitaciones para
Inés se había quedado con el rosario en la mano mientras nosotros nos infiltrábamos en las bodegas de los Contreras, los jefes del llano, eran tres primos y dos de ellos eran una patada en el culo, muy problemáticos, unos hijos de puta y después de los Cárdenas los siguientes para ser los dueños y amos.Nunca estuvieron de acuerdo con dejar de enviar mujeres a los burdeles de Europa y Asia, según ellos la vagina de una latina valía la plata y si era colombiana su culo era más apetecido. Malditas escorias, reconozco que soy un sicario, pero nunca he maltratado a una mujer y menos a unos niños, tuve una esposa maravillosa y lo mejor que me pudo pasar en la vida fue ser padre. Perdón por las expresiones, ahora me avergüenzo, entre más hago el bien, más asco me da mi pasado. Aun así, las mujeres no deben ser tratadas a la fuerza, nunca he sentido satisfacción con el maltrato a las mujeres, prefiero pensar que soy un caballero con ellas en la cama sin importar nada.Vaya que, si ha cambia
El rostro de mi segundo al mando era de asombro.—No puedo. —Se notaba lo débil que estaba la chica.—Un esfuerzo más. ¡Simón! ¿A qué hora llega la ambulancia?Estaba frío, las manos me temblaban, no creo resistir una vez más ver eso, ya estoy en mi límite, la joven comenzó a pujar… todo fue tan rápido, yo registraba el acontecimiento en mi mente, sé que el segundo bebé nació y una cosa roja salió posteriormente, era un gran coágulo de sangre, eso me revolvió más las entrañas y la hasta las piernas me temblaron.—¿Se desmayó?Fue lo último que registré en mi cerebro, el comentario lo hizo Cebolla y no sé si lo dijo a la mujer parida o a esa vaga imagen alcancé a registrar antes de caerme, él empezó a prestarle los primeros auxilios a la mujer, la señora hacia lo mismo con el segundo bebé, la chica morena cargaba a la otra criatura y la rubia corrió a mi lado, a lo lejos escuché unas sirenas y todo se volvió negro.Desperté en la cama de un hospital, Cebolla ingresaba en ese momento y
Después de más lágrimas, trato de poner la mejor cara, ellos no tienen la culpa y sé que todos a nuestra manera superamos su ausencia. Me visto de negro, no puedo ponerme algo diferente, ahora soy yo la que se viste con dos tonos, negro o blanco, parezco a Roland. —sonrío al verme, al espejo—. El negro no era mi color favorito, amo los colores, pero no soy capaz de ponérmelos, Inés dice que con el tiempo volveré a ser la misma. Sonó mi celular, era papá.—Hola, papá. —traté que mi voz sonara lo más normal, aunque lo dudo, estoy ñata.—Vero, buenos días, trata de no llorar tanto.—Papá, tú eres viudo, te he visto llorar el recuerdo de mi madre y lo sigues haciendo, no me pidas eso.—Es cierto, hijita. Perdóname por mi idiotez, todo es tan reciente. ¿Cómo amaneciste?Si antes mi padre llamaba tres o cuatro veces por semanas, ahora ese mismo número lo hace en el día, no tengo moral para decirle que no lo haga, he sido la hija más desconsiderada del mundo al dejarme ganar por la cobardía
Mientras conducía recordé el impase que tuve en el aeropuerto, el quemón en mi pecho con ese café caliente, me reí, pobre mujer, era una pila de nervios, su cabello negro era precioso, demasiado brillante, era esa clase de pelo el cual te incitan a tocarlo. En fin, entré a la propiedad, por fin en casa.No alcancé a tomar el primer vuelo, por eso no llegué a la iglesia. Me quité la chaqueta al entrar, al verme Inés puso sus manos en la cintura, no será una mancha fácil para sacar, aunque ella no era quien se encarga de hacerlo, pero si supervisa. No debería hacer nada, Roland y yo nos cansamos de decírselo, solo que era una señora terca, de la cocina nadie la saca.—¡¿Eso es café?! —afirmé.—En mi defensa no se me regó a mí. —Se acercó, extendió la mano para que le entregara la ropa, le pasé la chaqueta y la camisa—. ¿Cebolla, los muchachos, la Señora, Diana y el niño?—Rasca culo en cama, se le reventó uno de los puntos y lo tengo castigado, Cereza en su casa, lo vimos en la misa, Ch
En el comedor nos esperaban, era domingo, lo primero que hizo Cebolla fue cargar a Isaac, todos en la casa lo apreciamos, pero él demostraba un afecto mayor. Fue revelador lo que me acaba de confesar y tiene razón, debo respetar sus demonios, yo tengo los míos, solo espero que logre domarlos, así como los hizo Roland.¿Soy bueno para dar consejos y yo?, ni mierda los tomo. La señora se acercó para abrazarme fuerte, tenía los ojos hinchados, nos ubicamos en cada una de nuestras sillas. Rasca culo bajó a pesar de los regaños de Inés a la que le besó la frente para calmarla, Cereza había llegado con su familia y los niños estaban al lado de Inés.Clarisa nos saludó, era una encantadora mujer. No sé si era por respeto, pero el puesto de Roland seguía desocupado, nadie se atrevía a sentarse en esa silla, era la principal de la mesa. Saludé a Diana que la tenía a mi lado.—¿Cómo te fue? —algo me dice que ella tendría un papel importante con Miguel.—Muy bien y debo confesarte algo.—Si seño
Estar en los brazos de mi amigo me reconfortaba. Como quería a este flaco.—Ahora eres tú el ingrato. —No dejó de abrazarme.—Júrame Vero que en tu vida vuelves a hacer esa estupidez de intentar matarte.—Lo juro. —Me bajé de su costado, había quedado colgada cuál coala. Miré a mis escoltas —. ¿Nos quedamos aquí o vamos a algún lugar?—Te invito a devorarnos una caja de helados. —afirmé—. Rata me llamó y me dijo que debes estar con dos guardaespaldas pegados como chicle y estoy de acuerdo con él, no voy a soltarte la mano, que todo el mundo crea, que eres mi novia, y te las canto, si tienes ganas de ir al baño me meto contigo. —Le torcí los ojos.» Tú te lo ganaste y mira. —Me mostró unas esposas—. Desde ahora hasta que me sienta otra vez confiado te amarraré a mí cada vez que vas al baño. Vamos a ir a un centro comercial, quien quita que se te dé por tirarte.Hizo el comentario cuando ingresábamos al auto. Churrusco se fue en una de las motos y Gustavo se fue de copiloto.—Ni te atre