Fue hermoso escucharlo referirse a sus amigos de ese modo. Nunca lo había notado, sin embargo, su círculo más cercano era una hermandad. Respetaban la jerarquía, pero eran un bloque de te metes con uno y lo haces con todos.—Eso es mucho que decir para ti.—Sí, como tú eres mi novia, serás mi mujer, mi esposa y algo más. —Ya me estaba durmiendo otra vez.—Falta tu amiga y amante a esa lista. —volvió a reír—. Mañana no me des más pastillas para dormir, por favor. —suspiró, me besó y se aferró más a mi cuerpo.—Perdóname por ver lo que realmente soy. —Lo abracé más fuerte—Eres mi ángel guerrero. —Me abrazó más fuerte y me quedé dormida.El despertador sonó y quedé sentada por el susto. ¡A quién se le ocurrió poner ese timbre tan horrible! El sol entraba iluminando la habitación al mirar la mesa de noche, no pude evitar reírme, había tres frascos de pastillas y cada una al lado de un despertador «de veras que eres increíble Roland», me tomé la que me correspondía y al lado había una peq
El matrimonio sería a las diez de la mañana, mi estilista no demora en aparecerse según la información suministrada por Inés, a las seis de la tarde, me arreglarán las manos y los pies, además me pondrán extensiones que harán ver mi cabello hasta el inicio de mi trasero, estoy muy nerviosa.Mi familia nos esperaba, mi hermano me abrazó al verme llegar, mi padre también hizo lo mismo, se dio cuenta del golpe.—¿Qué te pasó en la cabeza? —Me mordí el labio.—Me caí. —Mi padre enarcó una de sus cejas.—La secuestraron. —miré a Roland, no era momento para agrandar más la brecha existente entre ellos, mi hermano miró a Roland no con rabia, esperaba una explicación—. Duró una hora y media raptada, la encontré.—¿Y tú mataste a los secuestradores? —preguntó papá.—Eso lo hice yo.Intervino Simón, mi padre tenía la cara roja por la ira y Santiago lo abrazó.—Gracias, viejo. —miré a Luz Marina, esperaba que mi padre explotara.—Esa es la vida que llevarás, ¡te felicito!—Don Fausto… —Comenzó a
La celebración de nuestro matrimonio se había organizado para que fuera hasta altas horas de la noche y el que deseara quedarse lo podía hacer. El brindis, las fotos, el vals, y cada ritual de un gran matrimonio se cumplieron. A Inés, a Simón y el resto de esos célebres amigos del capo se les notaba la felicidad, sé que adoran a mi Roland como madre, hermano y amigo.Nos sirvieron el almuerzo, mi esposo no dejaba de jugar con mi anillo de matrimonio y no dejaba de mirarse el suyo, permanecí callada, después de comer le pediré que me acompañe a la habitación para darle mi regalo, no se nos ha quitado la sonrisa, me siento muy feliz. —Acompáñame amor. —Me levanté de la mesa.—Pero…—Acompáñame, no puedo entregarte mi regalo aquí —sonrió.—Está bien.Lo más disimulado que pudimos nos retiramos, tomados de mano y entramos a la habitación, él comenzó a estar receloso, miró la cama que tenía el ramo con el que me casé. Cerré la puerta con seguro.—Amor, ¿puedes ayudarme a quitarme el vest
Él se guía en la tarima a punto de hablar a la gente. Mi corazón alterado por lo que iría a hacer.—Buenas tardes. —Se mostraba alegre, se ve un ser iluminado, en la mesa principal donde se sentó mi familia, también se sentó el padre Gabriel—. Les agradezco a cada uno por asistir a mi boda con esa bella mujer. —Me señaló—. Diré unas palabras, la verdad me tomaré varios minutos por dos razones. La primera, acaban de hacer el hombre más feliz de este mundo y no lo merezco.» Solo les diré que, desde su extraña llegada en mi vida, pude volver a ser un ser humano y la segunda es porque quiero contarle a mi suegro que aún no soy digno para el ángel que tiene por hija.Los presentes se interesaron en lo que Roland hablaba, Simón se le acercó y le entregó una guitarra, el corazón comenzó a palpitar, ¡Dios va a cantarme en público! Raúl se me sentó al lado y me apretó la mano.—¿Qué piensa hacer tu esposo?Preguntó Luz Marina, quien estaba sentada al otro lado de la mesa, me encogí de hombros
Saber que me deseaba de esa forma me daba seguridad para lo que seguiré haciendo cada vez que lo deseemos. Mi cuerpo descansaba agitado, trataba de calmar el ritmo cardiaco. Pero el corazón volvió a latirme mientras sus mágicas manos y lengua me llevaban a un estado de júbilo absoluto. Era insaciable, y me adaptaba a ello.Cada caricia experimentada ante mi cuerpo inexperto emitía emociones básicas. Gemidos de satisfacción y jadeos lujuriosos, volví a vivir en la que se había convertido en nuestra habitación.Él sabía cómo tratarme, logró minimizar la molestia con esas agradables sensaciones, con esas alucinantes caricias con su dedo, verlo disfrutar mi cuerpo, cuando su dedo jugando en mi centro hasta llevarme a sentir múltiples vibraciones y luego intensificó con su lengua al tiempo. No me penetró hasta haber alcanzado el éxtasis en dos ocasiones, una con su lengua y otra con su dedo.Yo también hice lo mío, no era, pero eso de hacer el sexo oral se me daba muy bien, o por lo menos
Desde que sepulté a mi esposa e hijo hace tanto tiempo no había sentido un dolor tan grande como el de este instante al ver a mi amigo, a mi pana, a mi hermano tendido en una camilla sin vida.Quería gritar, necesitaba hacerlo. «Viejo», me había dicho, fueron sus últimas palabras «cuídame a Verónica, si lo haces me cuidarás a mí. Nos veremos pronto. Gracias» —comencé a pegarme en la cabeza contra la pared.Mojón estaba desmoronado a un lado del recinto, Cebolla cayó de rodillas y la señora Verónica… ¡Mierda! —De manera lenta se fue cayendo, por más que corrí para evitar que se golpeara no lo pude evitar y Cebolla se encontraba perdido en sus pensamientos.—¡Doctor!Se llevaron el cuerpo del Patrón, los familiares de ella llegaban a la sala donde nos encontrábamos. Juro que llegaré hasta lo último, mataré a cada pirobo que intervino en la muerte de Roland.—¡Hija!El padre se agarró del cuerpo de su hijo y Cebolla fue quien contestó después de reaccionar.—Solo está desmayada, a ella n
La señora Verónica, ni cuenta, se daba de la verdad. El padre dio las últimas palabras y el ataúd bajó, y con él, una parte de mí también se fue a hueco. Lo metieron para quemarlo, no sé quién me sostenía para no cometer alguna locura, me negaba a creer que este muerto. No él, ¿por qué lo dejé morir?, me descuidé, lo perdí de vista, lo hacía con su esposa en la habitación haciendo el amor, no sé en qué momento salió… Su esposa, la señora Verónica, debe estar peor. Era el mejor día de su vida y se convirtió en el peor. «Cuídala, si la cuidas a ella me cuidas a mí, nos veremos pronto», dos veces lo mismo. Por esa señora debo quedarme, debo hacer mi trabajo, no volví a hablar, sé que muchos nos daban el pésame a Inés, Cebolla y luego al resto de los que siempre hemos permanecido a su lado. Conmigo decían más palabras de consolación, pero por mí que se callen. Al sepelio llegaron los cabecillas de la organización. Me miraban, ver a la Rata desmoronada era casi una utopía. La razón de
Habían pasado dos semanas y la actitud de la señora era distante, nos mira diferente, echó al padre Gabriel de la clínica. No le han dado salida porque presentaba de la nada crisis de histeria, en varias ocasiones hemos sido testigos de su inusual comportamiento, otras veces permanece retraída, y lo peor de todo, no ha vuelto a llorar. Según Inés esa actitud era peor, su padre y hermano se turnan por semana y nosotros tres nos turnamos a diario. ¿Qué más podemos hacer?, hasta que el médico no lo crea conveniente no saldrá de observación. Anoche se quedó Cebolla, Inés lo hizo en mañana, y yo ahora me encontraba en el turno de la tarde junto a su hermano, trato de no coincidir con el señor Fausto, la semana que él la cuida, dejamos a Inés a cargo casi en todo el día. Debido a los cuidados para con ella ha sido intermitente la búsqueda del autor intelectual de la muerte de Roland, para ser honestos no he hecho bien mi trabajo. He descargado información de los celulares del patrón, de l