Astrid nos hizo desayuno, los hombres se fueron, no sin antes decirle al güerito que en sus manos dejaban lo más valioso. Cada mamá dejó a su hijo arreglado, yo me encargué de los hijos de Clarisa. Melisa y Sebastián luego. Se fueron, me quedé con los seis niños, en el cuarto de juegos los metí a todos, las gemelas ya sabían gatear, a los mayores los puse a realizar rompecabezas, el que termine tendrá un premio, no me gusta ponerlos a competir entre ellos, pienso qué eso genera rivalidad entre los niños.Pero si todos cumplen con el objetivo, todos sabrán que tienen recompensa. Enrique está en una mesa y Melisa en otra con fichas muy concentrada, Isaac y Sebastián juegan con el balón y las gemelas son las que debo vigilar más, son muy inquietas, se montan en cualquier parte, tengo un radar con ellas.Como dice su madre, una era un terremoto y la otra era la réplica. La mañana pasó. A las diez de la mañana Arnold ingresó al cuarto de juegos con Astrid que traía la merienda, yo estaba
Cargué a Milena, la metí en la silla de bebé para auto, luego metí a Andrea. En ese momento ingresó Arnold, cogió la silla de las gemelas, yo cargué a Isaac y Astrid cargó a Sebastián, tomó de la mano a Melisa, y yo a Enrique que estaban despiertos, mi bolso y bajamos. Ingresamos al garaje, con la luz apagada. —Astrid deberás llevar esta silla en las piernas.Le entregó a Melisa su hermanito, se metió al carro y Arnold le entregó la silla de bebés. El carro era bastante amplio. Luego cargó a Melisa, había puesto a Sebastián a un lado, le puso el cinturón a la niña, le dio a su hermanito para que lo cargara.» Princesa hermosa, no sueltes por nada del mundo a tu hermanito—. Luego ingresó Enrique, hizo lo mismo, cinturón y le entregó a Isaac—. Campeón deberás cargar y proteger a tu primito. ¿Vale?—Si señor.—Renacuaja, entra.Ingresé al carro, él nos dejó, ingresó de nuevo a la casa, a los pocos minutos se escucharon una ráfaga de tiros. Astrid gritó, los nervios se apoderaron de mí,
—Así es.Comenté. Por un lado, estábamos tranquilos, nuestros hijos iban hacia el Arenal, allá era seguro y Arnold los escolta. Ahora debemos enfrentarnos a los hijueputas que osaron dañar nuestras cortas vacaciones. —Cereza, Cebolla. —llamó Rata—. En un kilómetro detengan los autos, debemos poner señalización para que los carros no pasen, debemos crear una distracción, un accidente con muertos, por ejemplo, así se detendrán los viajeros.» Del otro lado no podemos hacer nada, pero al menos minimicemos los muertos de civiles.Eso hicimos, Lobo y Mole se bajaron y colocaron las señales de no paso por accidente, del carro que manejaba Cereza bajaron Zombi y Cuajao, luego subieron al carro, nos fuimos realizando la misma operación por seiscientos metros. Al terminar arrancamos de nuevo a una velocidad considerable.» En un kilómetro más nos detenemos, ellos se chocarán con nosotros en menos de diez minutos, debemos atravesar los carros. Solo Cebolla y yo le haremos frente directo.—Est
Desde el celular la señora habló en japonés y el hombre que tenía una pierna herida le contestó, Rata lo analizaba, es como si su mirada fuera un polígrafo.—Dice que lo contrataron del cartel de Japón, del resto no sabe nada más, no conoce a nadie, solo le pagaron para secuestrar a dos niños, esa es su verdad.—¿Tú si entiendes el idioma?Le preguntó al tipo que yo tenía agarrado. Rata miró a Rasca culo, pudimos haber cambiado, pero en este medio si dejas a alguien con vida era un problema en el futuro, la mirada era dé llévatelo y sabes lo que debes hacer. En este momento somos nosotros o esa puta mafia que nos quiere joder.—Yo tampoco sé nada.—A ti si no te creo. —La mirada me decía que debía torcer un poco el brazo—. Gracias, señora.Rata cortó la comunicación, en ese momento llegó Rasca culo solo le entregó las dos navajas que él siempre carga, Rata sin pensarlo se las clavó en la pierna, el tipo gritó.» Sabes quién soy, ¿cierto? ¿Por qué la mafia italiana nos quiere joder?—¡
Son las cinco de la mañana, hace veinte minutos salimos de la reunión con Rata, los niños siguen durmiendo, solo esperarán a que regrese el avión privado y se regresan a Blanco. Yo me quedo hasta el miércoles de la semana entrante, el jueves era mi primer día de clase. La Renacuaja hace un par de horas nos entregó una muda de ropa a cada uno de los que estábamos, fue recursiva la mexicanita. Que por cierto debe estar dormida.—Arnold. —miré a Rata.—Señor. —llegó a mi lado.—No has descansado.—Tú tampoco. —contesté, Lina nos entregó un pocillo de café—. Gracias. —Le dije a la mujer del capataz del Arenal.—Gracias por mantener a mis mocosas con vida.—No fue nada, son mis sobrinas después de todo. Además, ha sido la Renacuaja la que las ha cuidado.—Sí, cada vez aprecio más a esa jovencita, se ha sabido ganar un dinero extra, solo acepta el dinero si lo ha trabajado.—Debe estar dormida.—No, escuché a Mole que la invitaría a cabalgar, deben de estar con Julio recorriendo la finca.N
Vi el largo y apasionado beso que se dieron Arnold y Lupe, al parecer por lo que le gritó la mexicana no salió la vaina bien. —seguía arrullando a Milena, falta poco para ir al aeropuerto, hace dos horas salió Zombi y Cuajao con la instrucción de verificar la vía, hace una hora lo hizo Mole y Mueco, su trabajo es hacer reconocimiento, ninguno de los dos ha reportado nada inusual.—Rata. —Llegó Lobo, miró hacia el lugar donde estaba Arnold apretando los puños.—Lobo, sabes las reglas sagradas de nuestra organización, ¿cierto?—Sí, señor. No se mata a mujeres, nada de niños, ninguna violación, la amistad y la jerarquía se honra y la mujer de nosotros se respeta.—Olvídate de ella.—Arnold… —Lo miré fijamente. Bajó la mirada—. Tenía entendido que no es su estilo de mujer.—Ninguna de nuestras mujeres eran nuestro estilo, tal vez tienen algunas cosas, yo en lo particular nunca me imaginé casarme con un agente federal, con la certeza que puede darme una paliza en cualquier momento, porque
Eso, la penetré más fuerte y luego me moví lentamente, la sensación de sus repetidas presiones en mi verga eran el premio mayor cuando alcanzamos la liberación los dos.—Ahora si necesito dormir, Pelinegra. —Nos besábamos.—Déjame y yo termino de bañarte. —Me dejé consentir por ella, salimos—. Estaba muy enojada contigo, pero el ver que pudo haber sido el último día. —La voz le tembló, le acaricié la mejilla.—Luisa, mañana acompáñame a un lugar. —La llevaré al cuartel—. Ayúdame con el tema de inteligencia, pero no me pidas nunca más estar en enfrentamientos a menos que se nos metan a la casa y te toque. Del resto, apóyame para hacer bien mi trabajo. —Su mirada se humedeció. Me besó.—Acepto.—Bueno, después de la boda religiosa, dedícate unas horas a realizar investigación virtual.—Que sobreprotector eres. —Me acosté, ahora si estaba peor que un chupo de guardería—. Déjame aplicarte algo en esos hematomas. —Me dejé hacer, estaba más dormido cuando Luisa terminó y escuchamos el llant
Verificaba las plantaciones de la caña de azúcar, los aguacates y los mangostinos, los ingresos de la exportación del manjar de los dioses como se conoce ha dado mucho resultado, en tres semanas ya debemos estar recolectando, por eso solo puedo asistir a las bodas, los bautizos de los hijos del Patrón, la integración anual.Debía regresar a supervisar la recolecta de la fruta. El sol estaba templado y eso que no era ni mediodía aún en Mariquita Tolima. Montaba a Salpicón al lado de Armando, el capataz del Frutal, nos dirigimos a la finca.—Jefe, ¿hoy se queda a dormir? —afirmé.Debía verificar las cuentas, estábamos llegando a las cabellerizas cuando vi a mi Encanto. Dios, a veces me parece mentira que semejante mujer tan bonita se fijara en este negro, tengo lo mío, pero la verdad era que Shirly era divina.—Llegó mi mujer, claro que nos quedamos.Bajé del caballo sonriendo, me dirigí hacia la mujer que sonreía, algo bueno, debo de tener pa’ ponerla contenta. Todas las haciendas del