Habían exclamado al mismo tiempo los dos. —Eso fue lo que hice. —trataba de normalizar mi respiración—. Solo necesitaba sus reacciones y sufrimientos los primeros días, no deseaba hacer sufrir a Verónica. Luego Luisa iba a decirte, pero se vino lo del intento de secuestro. —miré a Cebolla—. Por cierto, gracias, amigo. Por salvarla. A raíz de ese suceso preferimos callarnos, era indispensable mantenerlos a salvo. —¡Grandísima gonorrea! La señora Verónica no ha perdido nada, aún conserva esa memoria en su cuello con tu anillo. —quedé como se acostumbra a quedar los personajes de condorito ¡plop!— Debiste darme la información a mí, no tienes idea lo que pasó y ahora mismo Roland vas a tener que sincerarte con ella. No voy a tolerar otro sufrimiento más por tu ausencia. —¿A qué te refieres con «¿no tienes idea lo que pasó?» —Es algo que debe decirte la misma, señora Verónica. Se recostaron sobre uno de los palos del corral, Cebolla se limpiaba la sangre. Los empleados se retiraron. —
Verónica cayó de rodillas, hecha un mar de lágrimas y mi corazón se destrozó en mil pedazos, me acerqué a levantarla.—Vida no llores, me parte el alma verte de esa manera, ven.Ya había oscurecido, no podía caminar, temblaba, la cargué e ingresé a la cabaña, la dejé sentada en uno de los muebles, no decía nada, solo me miraba con rabia. Me senté en el otro mueble, esperé a que asimilara la situación.» Verónica, por favor, Hermosa háblame.—Eres un ¡maldito manipulador! ¡Un mentiroso de mierda! ¡Un insensible descarado!Comenzó a gritar, aunque era injusto, la dejé que se desahogara, me agrada escucharla decir malas palabras, siempre era tan pulcra para hablar.» ¡Solo piensas en ti! ¡Egoísta!Y como un huracán se vino contra mí propinándome golpes tras golpes, hoy fue el día de convertirme en saco de boxeo. Le tomé las manos para que dejara de pegarme.—¡Escúchame! —Se soltó alejándose un poco.—¡No quiero oírte!, eres un mentiroso, ¡jugaste con mi cordura idiota!, yo casi…—¿Casi q
—Lo siento. En esa clínica había un espacio para pasear en las mañanas o en las tardes. Vi que un enfermero siempre sacaba a un anciano y le rasuraba la barba, con los días me hice amiga de ellos, en un descuido tomé una cuchilla. La escondí por tres días para no despertar sospechas, una noche me encerré en el baño y me corté las venas, casi no salgo de esa.Ahora era yo el que temblaba descontroladamente, «mis actos trajeron consecuencia». Eso fue lo que dijo Rata. «Hermano, no sé qué pasó o que los unió, pero ellos anteponen a Verónica ante cualquier cosa». Pude haberla perdido, Señor Dios, Gracias por no quitármela.—¿Por qué lo hiciste? Eres una mujer con una convicción en el Señor Dios…—Quería estar a tu lado, aún no tenías tiempo para redimir tus pecados y creo que el alma se va al cielo o al infierno. Por eso suponía que tú estabas en el infierno, mi única entrada a ese lugar es bajo un suicidio. No justifico lo que hice, sé que es un acto de cobardía de mi parte, pero entiénd
—No todas —tenía presente que mi idiotez con Beatriz siempre hará mella en nosotros. —A Beatriz, solo la penetré, no la besé, ni siquiera la preparé y antes de irme la toqué solo para restregarle lo perra que era. Ahora siguiendo con tu pregunta. La respuesta es NO, juré solo meter mi verga en tus tres orificios disponibles para mí. —¡Roland! —Tu preguntaste Hermosa, sigo siendo el mismo, solo que ahora soy vaquero. —¿Has aguantado siete meses sin tener relaciones? —He usado la mano unas veces. —volvió a ponerse roja y se bajó de la isla, comenzó a pelar las papas—. Amor no preguntes lo que no deseas saber, siempre te diré la verdad sin filtro. Te enamoraste de este demonio. —Amo a ese demonio, pero sé tus exigencias y… Había terminado de pelar las papas, yo intentaba hacer un jugo, montó el agua de las papas, comenzó a limpiar las legumbres para hacer una ensalada. —¿Y qué Verónica? —Te gusta mucho… bueno yo he… —suspiró frustrada, la tomé en brazos. —Toda tu me gustas, tod
Entré al cuarto con mil emociones por dentro. La felicidad no cabía en mi cuerpo, en el fondo sabía que no había muerto y debo reconocer mi estupidez, por poco pierdo mi vida. En esta ocasión reconozco lo terca que fui, pero en mi defensa no me acordé. Dios gracias.Llegué al gigante closet antes del baño, al abrirlo había mucha ropa mía y de mi marido, busqué en los impecables cajones y saqué una camiseta blanca suya para dormir, al buscar mi ropa interior encontré una caja, al abrirla vi una variedad en tamaños de plug anales eso decía la caja, sin poder evitarlo mi rostro se puso caliente.—Los encontraste. —Su voz erizó por completo mi piel—. Verónica me encanta verte sonrojada, pero ahora te estás poniendo muy roja.—Esto es…—Con lo que entrenaré ese delicioso culo que tienes.No debo alterarme, siempre he sabido y acepté no solo ser su puta, sino cumplir sus deseos, no puedo decir que no me ha gustado hasta ahora lo experimentado con Roland en el tema sexual, me parece una mara
Él se metió desnudo a la cama.—Sí, tan tú Verónica. —estiró su brazo invitándome a abrazarlo—. Tú eres una variable en mi vida que no he podido descifrar, cuando creo que lo he logrado, disparas a otro lado, siempre me tomas por sorpresa, nunca como yo lo quiero o necesito como en el caso de la memoria.» Me he caracterizado amor desde niño a identificar o comprender los gestos, actitudes o acciones de las personas, pero tú eres una incógnita. Tienes bases tan fuertes en las que sé que no puedes faltar o de esa manera lo creía y resulta que no, y si indago más tus reacciones solo me doy cuenta lo mucho que me amas, lo haces de una jodida manera que no logro comprender.» No justificaré tu intento de suicidio, pero te entiendo. Me pongo en tu lugar y yo también lo hubiera hecho, con la única diferencia Vida es mi reacción, esa dependería de tu modo de morir.—¿A qué te refieres?—Que, si alguien te mata, antes de matarme, lo quiebro a él y a toda su puta dependencia, me llevaría a med
Seguíamos conversando.—Estás cambiando la vida de muchos niños en los orfanatos, podrías hacer escuelas.—Me gusta esa idea. —Me besó en la frente—. Siento que hay algo más.—Dejemos que el tiempo nos lo diga, siempre estaré a tu lado para apoyarte.—Te amo.Me dio la vuelta, quedó sobre mí, él estaba completamente desnudo y a mí lo único que me cubría era su camiseta blanca, la que desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Su mirada llena de deseo enviaba corrientes a mi cuerpo, me siento cansada, pero mi cuerpo tiene voto propio y él lo necesita. Sus labios se apoderaron de los míos, su lengua invadió e hizo estragos, sus manos de manera delicada.Acariciaba mi piel como si fuera de cristal y temiera hacerme daño, por donde pasaba sus manos mi piel se erizaba, comenzó a llenar mi cuerpo con sus besos húmedos, mi sexo palpitaba de puro deseo y rogaba que me tocara, y como si me hubiera escuchado una leve caricia estremeció mi entrepierna.» Verónica, ya estás lista para mi amor.No
—¿Dejas en mí la decisión? —Mi mano comenzó a masajearle el pene, lo tenía duro.—Si te decides cumplirías una de mis fantasías y es hacerte el amor en el carro.—Creo…Era mejor continuar el trayecto, nos podrían ver, es de día. Pero el muy atrevido, pellizcó uno de mis pezones y cedí ante el deseo.—Ni creas que te vas a salvar, ya me lo pusiste duro, ahora bájalo, no seas una para huevo Verónica.Dijo mientras su boca besaba mi cuello. Corrió su silla, desabotonó mi pantalón y lo bajó con una maestría, su mano comenzó a darme placer.» Mojadita…Susurró, comenzó con movimientos circulares alrededor de mi clítoris, por momentos lento, por otros rápidos, unas veces introduce sus dedos entre los pliegues, sabe muy bien lo que hace y no se detuvo hasta alcanzar de mi parte ese placentero estremecimiento.Yo no me había quedado sin hacer nada, también lo toqué, mi mano envolvió su pene, me encanta escucharlo gemir, era una situación hermosamente morbosa y al mismo tiempo permisible ante