—¿Me esperarás? —preguntó ansioso.
—Sí —dijo con alegría. Ulises quitó una de sus pulseras y la puso en la muñeca de ella. La pulsera era dorada y fina, con algunas piedrecitas rojas. Eli miró la joya con una sonrisa de felicidad y tomó un anillo que su padre le había regalado y que era muy especial para ella—. Que tanto la pulsera, como este anillo sean un símbolo de nuestra promesa. —Ella dijo con una sonrisa y Ulises colocó el anillo en una cadena que tenía en el cuello, pues no le servía. Él besó sus labios con ternura y los guardias tocaron la puerta avisando que debían irse. Se besaron con más intensidad y se aferraron en un fuerte abrazo donde ambos se mojaron con sus lágrimas.
—Espérame, Eli. —Secó su rostro con ternura—. Vendré por ti y nos casaremos. —Eli asintió y lo volvió a besar. Luego, ambos salieron y se dieron un último abrazo. Ella miró esos ojos verdes que le transmitían paz, ojos que tenían un brillo único y especial. Él besó su frente y segundos después ondeó su mano despidiéndose.
Ella se volteó para regresar, pero no sé movió. Él detuvo el paso y ambos estaban quietos y opuestos en la distancia. De repente, Ulises corrió hacia ella y la cargó entre sus brazos, la apretó a su cuerpo con fuerza y besó sus labios.
—Hasta luego, Enana. —Sonrió burlón.
—Hasta luego, Ulises —contestó yendo a la puerta y observando cómo su amor se marchaba. Él se volteó cuando iba a una gran distancia y gritó:
—¡Es una promesa, mi amor! ¡Eli, enana flacuchenta! ¡¡Te amo!!
—¡Yo también te amo, imbécil! —dijo entre lágrimas mientras lo veía desaparecer en la oscuridad.
Eli se despertó con lágrimas en los ojos. Tenía mucho tiempo que no soñaba con él. Tal vez estuvo en sus sueños, porque ese día él hubiera cumplido sus veintitrés años si no hubiera muerto, tres años atrás. Se levantó con tristeza y desanimo, le parecía increíble e insano que todavía no era capaz de superarlo. Al principio, se enfocó en traer a Leela y a la familia real de vuelta a Destello para lidiar con su dolor. Una vez que todo volvió a la normalidad, se fue a las lejanías de Destello para defender a las aldeas más vulnerables. Un año atrás, regresó a Zafiro y quedó enamorada con los bebés de Leela y Jing. Visitaba mucho a su amiga y disfrutaba jugar con los pequeños. Le divertía ver a Jing y a Leela pelear por el amor de los mellizos, aunque era obvio que la niña era más apegada a su papi y el varón a su mami, pero al final del día, ambos terminaban peleando por las piernas de su mamá.
Eli fue a visitar al maestro Lee y se encontró a los hermosos mellizos allí, el maestro estaba que no se cambiaba por nadie con sus dos nietos.
—¡Pero si los preciosos de tía están aquí! —Los bebés se dirigieron hacia ella con pasos torpes. Eli los llenó de besos y pellizcó sus mejillas. La pequeña le sonrió con ternura. Esa niña era un amor. Dulce y un poco tímida. Tenía el cabello lacio y negro de su padre y los ojos grises de su madre. Mientras que el varón era más travieso e inquieto. Su cabello era color caramelo y ondulado como su madre y sus ojos color miel como su padre.
—¿Leela está aquí? —preguntó emocionada.
—Sí, sabes que se pone melancólica en esta fecha. —Eli bajó el rostro, pues Leela no era la única que se ponía así.
La castaña fue al patio del dojo donde encontró a su amiga. Se saludaron con efusividad y Eli se sentó a su lado.
—Me iré de Zafiro —anunció mirando la verde grama.
—¿A dónde irás? —Leela inquirió con curiosidad—. Supe por Jing que entregaste tu cargo de guerrera.
—Sí, disculpa no haberte dicho antes... fue una decisión difícil de tomar, pero después de pensarlo tanto... quiero hacer algo diferente con mi vida.
—Te entiendo, en especial irte a un lugar que no te recuerde a Ulises. —Leela dijo comprensiva.
—Sí. —Eli sonrió con lágrimas en los ojos—. Soy una tonta, ¿cierto? Tres años y no he podido olvidarlo. Traté de salir con otros chicos, pero terminaba comparándolos con él, al parecer nadie pudo superarlo. Quiero hacer algo diferente con mi vida y dejar ir a Ulises de una buena vez. Es extraño, pero a veces siento que él me llama. Es una sensación rara, es como si él pidiera mi ayuda, como si me necesitara —secó sus lágrimas—. ¡Creo que me estoy volviendo loca!
—Todo va a estar bien. —Leela la abrazó con ternura—. Te voy a extrañar mucho, no me abandones, ven a hacerme la visita cuando te establezcas en un lugar. Yo también te visitaré, bueno te visitaremos. —Sonrió.
***
Eli tomó solo una mochila con su ropa. Miró la pequeña casa desde afuera y los recuerdos la abordaron de repente. Las lágrimas cubrieron su rostro mientras ella se marchaba.
Haría una última parada. Arrendó un caballo y cabalgó hacia los precipicios infinitos de Jeng. Amarró el animal a una buena distancia y dejó su mochila sobre él. Se acercó al precipicio donde cayó Ulises, tres años atrás. Sintió la sensación tenebrosa de aquel día. Ese horrible momento revivió en su mente como si no hubieran pasado tres años. Tomó la pulsera y la lanzó por el precipicio. Las lágrimas cubrieron su rostro y un gran llanto salió de su pecho.
—¡Te hago libre de tu promesa, Ulises! —gritó con dolor—. ¡Te dejo ir, mi amor! Te prometo que seré muy feliz y haré todo lo que me gusta. Te amo, Ulises.
Eli empezó a llorar y se encorvó del dolor. No se fijó lo cerca que estaba del precipicio. Lloraba con tantas fuerzas que se sintió mareada, trató de ponerse de pie, pero perdió el equilibrio; resbaló en el rocoso suelo y cayó al vacío. Intentó saltar, pero una fuerza magnética la atraía al fondo. Luchó con todas sus fuerzas, sin embargo, se quedó sin energía hasta que se rindió. Tal vez éste era su destino, morir como él murió. Poco a poco perdía sus sentidos, hasta que una gran luz la cubrió y luego la oscuridad nubló su vista y se llevó su consciencia.
—Ulises...—Eli... ven por mí... te necesito... ayúdame, por favor. Eli... sálvame...Sus ojos se abrieron lentamente, su cuerpo dolía y la cabeza le daba vueltas. No estaba consciente de lo que sucedió. Se incorporó y se vio en un lugar desierto y polvoriento, frotó sus ojos varias veces y los recuerdos empezaron a formarse en su mente.—¿Estoy muerta? —se preguntó mientras tocaba su cuerpo inspeccionándolo.Miró a su alrededor con gran confusión—. ¿Dónde estoy? —Se puso de pies tambaleándose, pues estaba un poco mareada.Caminó por varios minutos y solo veía polvo y algunas rocas. De repente sintió que el suelo temblaba y reconoció los galopes de muchos caballos. Trató de no descomponerse, tal vez, eran guerreros
Abrió sus ojos lentamente y los volvió a cerrar, pues el ardor le hacía estragos. Apenas pudo mover sus manos para frotarlos. Los volvió a abrir y tenía la vista borrosa, de a poquito pudo ver de forma clara. Se incorporó de golpe al encontrarse en una habitación desconocida. Estaba un poco oscura, debido a que las luces se encontraban apagadas y cortinas negras cubrían las ventanas. La cama era amplia y cómoda, con sábanas rojas y varias almohadas. Había un clóset de madera fina cerrado, un gavetero con un gran espejo, una mesita de noche y un pequeño sofá rojo. La habitación no era grande, pero sí acogedora.Tenía cuadros pinturas de hermosos y exóticos paisajes sobre la blanca pared; asimismo aquella habitación estaba inundada de un delicioso y fresco aroma que ella no conocía, más era agradable y relajante. Casi grita al verse co
El cielo verde azulado oscuro estaba hermoso, las estrellas brillaban gloriosas y una luna rosada enorme completaba la belleza de aquel firmamento. Ella caminó sobre la verde grama, plantas hermosas y exóticas rozaban sus brazos al avanzar. Se paró frente a un conjunto de árboles y se adentró entre ellos. Flores de diferentes colores y formas no vistas antes le dieron la bienvenida. De lejos visualizó un estanque verde azulado que brillaba con la luz rosa de aquella hermosa luna, se escondió detrás de un árbol al descubrir a un hombre bañándose en las prodigiosas aguas. Su espalda ancha y blanca, su hermoso y bien formado trasero, su cabello rojizo rizado que cubría toda su nuca y esos brazos definidos la hicieron babear. ¿Quién era ese hombre tan hermoso? ¿Sería tan atractivo de frente como lo era de espalda? Un zumbido la sacó de su ensoñación y
—No entiendo, Lionel. —Una rubia le reclamaba histérica—. No sabes quién es ni de dónde viene y la traes aquí. No, pero no solo la traes al campamento, también la ubicas en la casa principal y ¿desayunas con ella? ¿Qué te está pasando?Lionel respiró profundo.—¿Por lo menos la probaste? —Un hombre ancho y robusto, con ojos oscuros y cabeza calva le preguntó—. Si la pusiste en la casa donde tú y tus mejores guerreros están ubicados, es porque es muy buena.—Lo es —Lionel aseguró, pero en realidad no la había probado. Solo se llevó de la palabra de su mensajero.—Entonces, queremos ver qué tan buena es —contestó malicioso. Ashton Y Kiara Bur son esposos y la mano derecha del padre de Lionel. Él se la pasa más con Leonel Sum que e
—Oye... —Eli golpeó el hombro de Ulises. Ambos estaban en la escuela, sentados en un banco mientras ésta le reclamaba para que él no metiera su cuchara en el plato de ella.—¡Qué mezquina eres! —Él se quejó burlón.—Y tú un mal educado. —Ella frunció el cejo.—¡Qué mal gusto tienes, Ulises! —Una chica se acercó a ellos. Ulises siguió comiendo junto a Eli, ignorando la presencia de la muchacha.—Déjalos, preciosa. A Ulises no le gustan las niñas bonitas como tú, él prefiere a los hombrecitos. —Un chico comentó mirando a Eli con malicia, quien bajó el rostro al instante y hacía esfuerzos para no llorar. Esa era la razón por la que no almorzaba en la cafeter
Eli se levantó temprano a entrenar, después de varias horas decidió ir a bañarse. Estaba bajo la ducha cuando recordó las palabras de la muchacha rebelde.—¿Qué es real y qué no? —Eli se preguntó a sí misma. Se sentía desesperanzada y afligida. No sabía cómo regresar a su mundo ni dónde buscar a Ulises. Cerró los ojos y un susurro acarició sus oídos.—Estoy más cerca de lo que crees...—¡Ulises! —Eli miró por todos lados tratando de encontrar al dueño de esa voz. ¿Acaso se estaba volviendo loca?***—Dime algo, Lionel. —Kiara lo miró a los ojos demandante, ambos estaban desayunando en la terraza—. ¿Te gusta esa chiquilla?Lionel se quedó pensativo un rato.
—Te voy a descubrir, Ulises Harrison. Voy a probar que estás vivo, lo sé. —Eli daba vueltas de un lado a otro en la habitación—. Imbécil, esconderte de mí y hacerte pasar por otra persona. ¿Qué pretendes? Ya verás, tonto. Te descubriré y no te quedará de otra que contarme la verdad.Lo había decidido. Iba a ver el rostro de Lionel y confirmar sus sospechas. Fue a entrenar al Dojo con él, buscaría la forma de quitarle la máscara mientras practicaban.—¿Lista? —preguntó estando frente a ella. Eli saltó girando por encima de Lionel y cayó a su espalda, iba a atacar su cabeza, pero Lionel la esquivó. Ella dio un giro por encima de éste y puso sus manos sobre sus hombros. Esta sería su oportunidad. Sus pies estaban extendidos en el aire de forma recta, mientras sostenía su peso con
Flashback—¿Me perdonas? —El rostro arrepentido de Ulises la conmovió. Después de aquel beso, él la había ignorado y evadido por varios días.—Claro que sí, tontito. —Eli golpeó su hombro con su puño—. ¿Vemos una película? —Ella preguntó con una sonrisa. Ambos se dirigieron a la habitación de ella y se sentaron en el suelo con la espalda recostada de la cama. Era común que él y Eli estuvieran solos en la misma habitación y hasta durmieran juntos, pues habían sido amigos desde niños y para sus padres eran como hermanitos, solo que ellos tenían otro tipo de sentimientos.—Me dio miedo. —Ulises dijo de repente, ganando la completa atención de Eli—. Es que eres mi mejor amiga... —Suspiró y