El misterio de la máscara

 —Te voy a descubrir, Ulises Harrison. Voy a probar que estás vivo, lo sé. —Eli daba vueltas de un lado a otro en la habitación—. Imbécil, esconderte de mí y hacerte pasar por otra persona. ¿Qué pretendes? Ya verás, tonto. Te descubriré y no te quedará de otra que contarme la verdad.

Lo había decidido. Iba a ver el rostro de Lionel y confirmar sus sospechas. Fue a entrenar al Dojo con él, buscaría la forma de quitarle la máscara mientras practicaban.

 —¿Lista? —preguntó estando frente a ella. Eli saltó girando por encima de Lionel y cayó a su espalda, iba a atacar su cabeza, pero Lionel la esquivó. Ella dio un giro por encima de éste y puso sus manos sobre sus hombros. Esta sería su oportunidad. Sus pies estaban extendidos en el aire de forma recta, mientras sostenía su peso con sus manos sobre él. Un movimiento más y podría sacar el casco que le servía de máscara. Soltó los hombros para levantar el casco, sin embargo, perdió equilibrio y Lionel la empujó con su palma derecha, quedando él en la misma posición, con sus rodillas dobladas y sus piernas separadas. Eli dio una vuelta y se puso de pies. Él arremetió contra ella y ésta saltó por encima de él quedando de nuevo frente a su espalda. Otro intento para sacarle la máscara desde atrás, pero él la pateó.

 —Guerrera, ¿por qué siento que quiere quitarme la máscara? —dijo con reclamo.

 —Es solo su imaginación, general. Aunque, me gustaría saber la razón de ocultar su rostro. Debe ser incómodo llevar esa máscara siempre. ¿Acaso no le molesta?

 —Ya me he acostumbrado. Créame, no querrá ver lo que hay debajo de ella.

 —¿Quién sabe? Tal vez es lo que más desee. —Ambos se miraron con intensidad. Eli se acercó lentamente hasta quedar frente a él, estaban muy cerca con sus miradas conectadas. Eli acarició la máscara y cerró sus ojos imaginando que acariciaba el rostro de Ulises. Pudo recordarlo con claridad. Hacía tiempo que no podía verlo en sus pensamientos exactamente como era, a menos que soñara con él. Temía mucho olvidar su rostro por completo. Él tomó su mano y la acarició con ternura.

 —Lionel. —Kiara irrumpió en el Dojo y éstos dos se apartaron con rapidez y llenos de espanto y sonrojo. Claro, Lionel tenía la ventaja de que nadie lo notara. Eli salió de allí melancólica y confundida, mientras que Kiara la fulminaba con la mirada.

Eli lloró toda la noche. ¡Se sentía tan confundida! Por un lado, estaban sus sospechas de que él fuera Ulises y por el otro, temía que solo fuera una mala jugada del deseo de que él estuviera con vida. Si bien ese guerrero tenía cierta similitud a él, al mismo tiempo, sentía que era otra persona; pues, su comportamiento y forma de ser eran muy diferentes a Ulises.

Esos días Eli se la pasó acosando a Lionel y siguiéndolo a dónde quiera que éste iba. Trataba de quitarle la máscara por todos los medios, fallando en cada intento. Incluso trató de meterse a su habitación, la cual estaba alejada de todas y muy asegurada. Pero no pudo. Estaba frustrada y desanimada. Hasta que una idea la hizo recuperar las esperanzas, solo que esperaría hasta que él bajara la guardia.

***

Los sudores recorrían su piel provocando un poco de picazón y cosquilleo. Él sabor a azufre la hizo escupir, saliva ligada con sangre cayeron sobre el lodoso suelo mientras ella trataba de ponerse de pies. La punta de la espada estaba clavada sobre la tierra húmeda y pegajosa, sirviéndole de soporte. Su rodilla raspada ardía al ponerse en contacto con la tierra, pero aún no podía ponerse de pies por completo. Su cabello se movió con la brisa que provenía de su atacante. Como si le hubieran inyectado fuerzas y como un intento de sobrevivir, saltó por los aires liberando su espada del lodo amarillo. ¡Se defendió de su enemigo! Giró hacia atrás y lamió el vientre de un rebelde que la sorprendió por detrás, volvió a girar pasando el filo de su espada sobre la garganta de su otro oponente. Ya sola y libre de atacantes, corrió hacia su meta, dejando los cuerpos de sus enemigos atrás. Saltó hasta el tope de un árbol para tener mejor visibilidad, entonces su corazón latió con agitación al verlo herido sobre la verde grama. Saltó de árbol en árbol hasta llegar a él.

 —General. —Lo removió con desesperación, pero éste no respondía. Notó que su armadura tenía una abertura sobre su vientre y al tocarlo sintió la cálida humedad que emanaba de allí. Miró su mano para descubrir la brillante sangre de él en ella. Iba a quitarle la armadura para parar el sangrado, cuando escuchó un grito.

 —¡No lo toques! —Kiara, Ashton y Jackson corrieron hacia ellos, apartándola de golpe. Ellos lo rodearon y revisaron la herida. Un grupo de guerreros trajeron una camilla y lo pusieron sobre ésta. El sonido de un carro volador la sacó de su ensoñación. Todo fue tan rápido que no tuvo tiempo de reaccionar.

 —Vamos al campamento. —Jonah topó su hombro y ella asintió.

Eli caminaba de un lado a otro con gran preocupación dentro de su habitación. ¡Necesitaba verlo! Estaba inquieta y temía lo peor, ya que esa herida parecía muy profunda.

***

 —¡No entiendo cuál es el misterio! —Eli se quejaba mientras luchaba para que el desayuno llegue a su estómago. La preocupación le había quitado el apetito, pero Lana era muy insistente y no la dejaría pararse de allí hasta que comiera por lo menos la mitad. Jonah se sentó a su lado y pellizcó su nariz.

 —Él está bien —susurró cerca de su oído—. El doctor logró controlar su sangrado. En realidad, fue algo superficial, gracias a la armadura.

 —Pero se veía profunda. —Eli refutó sorprendida.

 —Sí, pero no lo era. Él perdió el conocimiento por el golpe en la cabeza. En unos días estará como nuevo y ni cicatriz le quedará. Pero el doctor lo mandó a guardar reposo y a no usar la armadura, es por esto que se lo llevaron del campamento a un lugar donde pueda recuperarse en plena paz.

 —¿Qué? —Eli preguntó asombrada—. Algo no está bien. Esta gente tiene todo un misterio con la armadura y la apariencia del general. A veces me da la impresión de que ocultan algo.

 —Sí, así es. —Jonah secundó—. Ocultan que parece un monstruo. Leonel sometió a Lionel a un entrenamiento peligroso amarrándolo con cadenas y encerrándolo en una habitación que encendió con fuego. Él solo tenía trece cuando eso sucedió. Algo salió mal y Lionel no pudo liberarse. Para cuando pudieron rescatarlo, ya estaba prendido en fuego. Por lo menos pudieron salvarle la vida, pero entonces, esa belleza que su padre tanto presumía delante de los demás se había esfumado. El general era un chico muy atractivo y con un rostro angelical, pero después de aquel incidente, se convirtió en todo lo contrario. Por muchos años se encerró en sí mismo y trató de suicidarse varias veces, pero un día, simplemente aceptó su destino y se dedicó a defender a los más indefensos y a recuperar el gobierno de Lucero Verde. Esa es la razón del misterio de la máscara.

 —Eso es lo que le hacen creer, pero yo tengo otra teoría. —Eli contestó.

 —¿Cuál es tu teoría? —Jonah le preguntó con ironía.

 —Prefiero reservarla para mí —contestó airosa, pues no les diría que su teoría era que él era Ulises y se ocultaba detrás de esa máscara por alguna razón que ella debía e iba a descubrir.

 —Por cierto, ¿cómo terminó el general herido? Creí que tú y él iban a visitar una aldea para que entrenaras a los guerreros de allí.

 —Sí, así es. Pero en el camino nos emboscaron como cien hombres armados. Al ser tantos y nosotros estar solos, nos dieron tremenda paliza. Por lo menos, un mensajero que nos acompañaba pudo escapar, fue así como Jackson y los esposos modelo pudieron rescatarlo a tiempo.

 —Oh... —Jonah posó su dedo sobre sus labios—. Ellos deben estar bien informados sobre nuestros movimientos.

 —¿Crees que alguien de nosotros les envío esa información?

 —Es probable. Pero no mencionemos nada y mantengamos los ojos bien abiertos —advirtió—. Los jefes, a excepción del general, no saben lidiar con este tipo de problemas y se vuelven muy paranoicos y estúpidos.

 —Tienes razón. No entiendo cómo pueden ser tan inexpertos en este asunto. Ahora entiendo como el príncipe Jing, a excepción de las trampas de Dimitri, siempre salía airoso de sus enemigos. Él es muy sabio y calculador, diestro en la batalla, espionaje y en estrategias.

 —Hablas de ese príncipe como si fuera lo mejor del mundo.

 —Él es muy bueno, al igual que lo es su esposa. ¡Cómo extraño a mi amiga loca! Me pregunto si algún día la volveré a ver.

 —No te preocupes, buscaré la forma de ayudarte. —Lana los miraba con confusión sin tener la más mínima idea de su conversación, pero siguió haciendo lo suyo sin preguntar.

Eli volvió a pasar por la entrada sellada del bosque del encantamiento, como se llamaba. Rio ante el nombre tipo novela fantástica que tenía. Miró un rato hacia allá y algo llamaba su atención, como si allí dentro estuviera lo que tanto había buscado.

***

 —¿Es de día? —El chico balbuceó con debilidad. Estaba tan drogado con aquel medicamento que apenas tenía noción de la realidad. Una mujer rubia limpiaba su herida. Estaba profunda, pero aquel medicamento creado por él mismo, la iba a sanar dentro de poco y no dejaría ni marca ni cicatriz. Ella acarició su blanco y definido torso desnudo. ¡Lo deseaba tanto! ¿Cómo podía él ser un hombre tan atractivo?

 —Descansa... —Ella susurró cerca de sus labios.

 —La vi... —Él volvió a balbucear —. Está más hermosa de lo que la recuerdo. Se volvió más mujer y tiene más carne —sonrió.

 —Deja de decir incoherencias. No has visto a nadie que conozcas, yo soy la única. Nadie nunca estará a tu nivel. —La mujer refutó mientras limpiaba su herida.

 —No es de noche... —Volvió a balbucear—. ¿Por qué estoy despierto? ¿Me dejarías ver el sol, por favor?

 —Lo siento, pero sabes que no es posible. Nadie debe verte y tú debes quedarte juicioso y dejar de utilizar el poder del bosque para contactarla. No me mires así, sé que lo has hecho. Si la amas, te convendrá mantenerla alejada de todo esto o ella estará en peligro. ¿Es lo que quieres?

Él chico dejó salir varias lágrimas de la impotencia.

 —No te preocupes, serás la única y no usaré el poder del bosque jamás.

 —Así se habla, mi amor —dicho esto, besó sus labios con fervor.

***

Eli se movía de un lado a otro en la cama. No podía dormir y sentía una melancolía que apretaba su pecho. Se sentó sobre el suave colchón y tocó su pecho. ¿Por qué le dolía? Él cosquilleo en sus mejillas le indicó que estaba llorando y ni siquiera entendía la razón.

Eli se levantó temprano y como era su día de descanso, se fue al pueblo cercano donde estuvo con Jonah, días atrás. Caminó por el colorido y lleno mercado, mirando a su alrededor con alegría. Le encantaba mirar esos deliciosos frutos y vegetales exóticos que solo había visto allí.

Observar a las personas cantar y saludarse en las limpias y asfaltadas calles en donde galopaban los más elegantes y hermosos corceles, dirigidos por chicas hermosas que saludaban con coquetería o chicos elegantes y altivos que cabalgaban con aire de galanes, le daba una sensación de alegría inexplicable.

Los niños corrían por doquier con sus cuadernos en manos para dirigirse a la única escuela del lugar donde aprendían no solo matemáticas e historia, también, clases técnicas de cómo cocinar o hacer algún oficio. Una de las clases más aclamadas por los jovencitos era las artes marciales, pero muy pocos guerreros tenían tiempo para ello y fue así como Eli tuvo una idea, pero debía esperar a que el general se recuperase y regresara al campamento para comentarle su decisión. Poco a poco, se fue enamorando de ese mundo y su gente, a pesar de que no tenían una gran tecnología y ella era amante a esta. Si no fuera por el conflicto de los Evils, rebeldes y el elegido, aquel lugar fuera perfecto.

 —Hola. —Una niña de largas trenzas rojizas, ojos color miel y cachetes rosados la saludó con timidez. Debía rondar los ocho años de edad—. Eres muy bonita. ¿Cómo te llamas?

 —Gracias —Eli contestó con una gran sonrisa—. Tú también eres muy bonita. Mi nombre es Eli. ¿Cuál es el tuyo?

 —Soy Lira.

 —Mucho gusto, Lira. Oye... ¿No deberías estar en la escuela? —Eli entrecerró los ojos.

 —Es que me escapé. —La niña respondió con picardía.

 —¿Y por qué escapaste?

 —Porque no llegué a comprar mi bollo de maíz que tanto me gusta, porque cuando pasé la señora Nodis aún los estaba haciendo.

 —¿Por un bollo te escapaste de la escuela? —Eli no pudo evitar la risa y la chica la acompañó, estallando en carcajadas—. ¿Y valió la pena que te escaparas?

 —Sí. Estaba delicioso.

 —Bueno, otro día no lo hagas. No está bien que te escapes de la escuela. Hagamos algo, vamos y compramos más bollos, no los comemos y luego te acompaño a la escuela, donde pedirás disculpas a tus maestros. ¿Qué dices? —La niña pensó un rato. Imaginar comer otro bollo le hizo aguas la boca, así que ella aceptó.

La niña pidió disculpas y los maestros agradecieron a Eli el gesto de llevarla de vuelta. Eli se despidió de ellos y decidió volver al campamento.

Iba a adentrarse por el bosque, cuando vio una sombra. Siguió a la persona que se movía entre los árboles hasta que llegó a un acantilado. Frente a este, se encontraba la adolescente rebelde.

 —Él te ha llamado. No es una ilusión. Debes creer en lo que sientes, la verdad no está muy lejos de ti. Tú serás de los nuestros y junto a él gobernarán este mundo. Eres la persona que estábamos esperando. Ve por él y libéralo.

Dicho esto, la chica saltó por el acantilado. Eli se quedó petrificada en su lugar.

 —¿Debo creer en las palabras de mi enemigo? —preguntó para sí y retomó su camino.

Una semana después...

Eli iba todos los días al pueblo a visitar la escuela. Le había comentado a la directora que ella era una guerrera del campamento de Lionel Sum y que podría ayudarlos después de cumplir con sus responsabilidades de guerrera. Los niños la apreciaban mucho y cuando terminaban las clases, iban a comprar meriendas y a jugar en un pequeño campo, donde había un hermoso rio con cascada y hombres trabajaban la tierra. Jonah los acompañaba algunas veces, llevando su aparato volador con él, el cual le encantaba a los niños.

 —Entonces, le darás clases a los niños. —Jonah y Eli estaban regresando al campamento.

 —Si el general acepta y envía la carta de aprobación, sí.

 —No creo que él se oponga. El general haría cualquier cosa con tal de retenerte en este mundo —bromeó. Eli frunció el cejo.

 —Deja de hacer esos comentarios, Jon. —Eli se cruzó de brazos.

 —Ya te sonrojaste. —La miró malicioso—. A mí se me hace que a ti te gusta el general, por más que lo niegues. Yo tendré que ponerme una máscara para encontrar una novia, al parecer eso vuelve loca a las mujeres, mira que hasta las casadas le tiran el ojo.

Eli estalló de la risa.

Entraron al campamento y la primera mirada que Eli recibió fue la de Lionel. Ella se quedó frente a él sin mover un músculo y sin romper el contacto. Jonah siguió su camino, por si al general se le ocurría ponerse celoso.

 —Me alegra verlo de nuevo. —Eli rompió el extraño silencio. Quería acercarse y abrazarlo, pero ellos no tenían esa confianza. Estaba tan feliz y aliviada de que él estuviera bien que sus ojos se llenaron de lágrimas.

 —A mí también me alegra volver a verte. —Sus ojos brillaron. Eli sintió un vuelco en su pecho. Era la primera vez que él la tuteaba. Poco a poco se iban acercando, hasta que él la envolvió con sus brazos. Eli se quedó sin habla. Estaba muy sorprendida por el gesto del general, quien se aferraba a su cuerpo como si fuera lo que más necesitara. Ella rodeó su cintura con sus delgados brazos y él se apartó un poco y acarició su rostro. Eli cerró los ojos para disfrutar el contacto, aunque era la tela de los guantes la que frotaba su piel, no dejaba de ser agradable.

 —¡Lionel! —Un amargor cubrió su pecho al escuchar esa fastidiosa voz.

Lionel se apartó de Eli y volteó en dirección a Kiara.

 —¿Acaso olvidaste la reunión? —Lo miró con disgusto y reclamo.

 —No, vamos —dijo medio incómodo, miró a Eli por última vez y sonrió, solo que ella no lo notó debido a la máscara. Eli no dejó de observarlo hasta que él desapareció de su vista.

 —¿Qué es esto que estoy sintiendo? —Tocó su pecho acelerado—. No hay otra explicación lógica que mi sospecha. La atracción que siento por Lionel es debido a que él es Ulises, sí, es eso —trataba de convencerse a sí misma.

***

Eli se dirigió a los baños de los hombres y se ocultó en el de Lionel. Sabía que iría allí después de entrenar. Después de su regreso había intentado hacerlo, pero nunca lo encontró abierto como la primera vez que lo conoció, hasta ahora. Se ocultó detrás de unos arbustos y esperó. Una hora más tarde, sintió que alguien entró. Miró a la entrada y vislumbró la silueta de Lionel, pues la posición y el escondite no le permitía ver con libertad. Lionel empezó despojarse de la armadura hasta quedar completamente desnudo. Se paró frente al espejo por un largo rato, entonces Eli se movió un poco para poder verlo, pero solo alcanzó a ver el reflejo del espejo.

Eli cubrió su boca con sus dos manos para no delatarse. Sus ojos se llenaron de lágrimas y su cuerpo empezó a temblar. No podía creer lo que sus ojos veían.

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