Superar y avanzar

Flashback

  —¿Me perdonas? —El rostro arrepentido de Ulises la conmovió. Después de aquel beso, él la había ignorado y evadido por varios días.

  —Claro que sí, tontito. —Eli golpeó su hombro con su puño—. ¿Vemos una película? —Ella preguntó con una sonrisa. Ambos se dirigieron a la habitación de ella y se sentaron en el suelo con la espalda recostada de la cama. Era común que él y Eli estuvieran solos en la misma habitación y hasta durmieran juntos, pues habían sido amigos desde niños y para sus padres eran como hermanitos, solo que ellos tenían otro tipo de sentimientos.

  —Me dio miedo. —Ulises dijo de repente, ganando la completa atención de Eli—. Es que eres mi mejor amiga... —Suspiró y la miró con timidez y sonrojo—. Eli... me gustas mucho, lo siento, sé que somos amigos...

Eli lo abrazó de repente. Él tomó se mentón y besó sus labios con pasión. Todos esos días no podía pensar en otra cosa que no fueran esos hermosos y carnosos labios. La atrajo más a él y por primera vez metió su lengua en la boca de ella. Eli sentía que perdía la respiración y tuvo que apartarse.

 Ambos se miraron avergonzados por la intensidad de aquel beso y esta vez fue Eli quien lo inició. El goce era increíble, le gustaba su aliento y su sabor mentolado. Estar así con él le permitía disfrutar de su delicioso aroma dulce. Ella enredó sus dedos entre sus rizos y Ulises gruñó del deseo. No entendía qué le sucedía, pero se sentía muy duro en su entrepierna. Eli empezó a calentarse y cuando se iba a subir en su regazo, fueron interrumpidos por los padres de ella, quienes traían una mala noticia.

Fue así como Ulises se apartó de su amiga, ante aquella tragedia. Los primeros días se dejó consolar por Eli, pero luego se encerró en él mismo; hasta que un día Eli supo que se iría de la ciudad para siempre. Ella corrió a su casa, pero cuando llegó, vio el rostro de Ulises reflejado en la ventanilla de la nave, quien la miraba con tristeza y frialdad. Ella corrió tras el vehículo volador con lágrimas en sus ojos, hasta que lo vio desaparecer.

Fin del flashback.

***

Eli hizo esfuerzos para no llorar a gran voz. Toda su esperanza fue destrozada en unos segundos. Le dolía la verdad y estaba horrorizada ante aquella imagen. El espejo reflejaba un cuerpo lleno de cicatrices provocadas por quemaduras. Un rostro casi indescifrable y un cuerpo marrón con pliegues por doquier. Su cabeza estaba calva, pues era lógico que no le creciera el cabello después de quemarse. Él se miraba al espejo con espanto y dolor, como si fuera la primera vez que viera su horrible imagen reflejada.

***

Eli lloró toda la noche. No había lugar a dudas, Lionel no era Ulises y al parecer, Ulises no fue transportado a aquel mundo. Tenía que dejarlo ir por una buena vez, tenía que aceptar que su primer y único amor había muerto.

Se levantó con grandes ojeras y un tremendo dolor de cabeza. Fue al campo de entrenamiento casi arrastrando su cuerpo.

  —¿Todo bien? —Lionel se acercó a ella preocupado. Eli no pudo mirarlo a los ojos. No después de descubrir lo que él tanto se empeñaba en esconder. Además, ver sus ojos era como mirar a Ulises.

  —Vine a decirle que no podré dar el entrenamiento hoy, pues estoy indispuesta —informó sin levantar el rostro.

  —No se preocupe. —Él posó su mano sobre su hombro—. Repose y tómese todo el tiempo que necesite.

Eli regresó a su habitación, donde empezó a llorar por la muerte de Ulises, otra vez.

***

Destello

 —Leela... ayúdame...

 —¡Eli! —Leela se despertó de golpe. Jing frotó sus ojos y la miró con confusión.

 —¿Una visión? —preguntó soñoliento.

 —No sabría explicarlo. —Leela contestó ida—. ¿No te parece extraño que en dos meses no hemos sabido nada de Eli?

Jing se sentó y cubrió su cuello con su brazo derecho.

 —Dale tiempo. La muerte de Ulises le afectó demasiado, deja que sane. Te aseguro que no pasará mucho para que se contacten, Eli te quiere tanto como tú a ella. —Jing besó su mejilla con ternura.

 —Sé que dirás que es el estrés por la preocupación, pero tengo un mal presentimiento. Siento que Eli me necesita.

 —Mi amor, después de todo lo que hemos vivido, créeme que no dudo de tus visiones; además, sé que son parte de tu don como guardiana. Si quieres, podemos buscarla para que veas que está bien.

 —No, amor. —Ella acarició sus labios—. Es mejor darle su espacio, esperemos a ver qué pasa.

 —Bien, entonces descansa, tigresa. —Besó su cabeza.

 —Ummm... el problema es que se me quitó el sueño... —Lo miró coqueta—. Y necesito relajarme un poco; cuidar mellizos, ser guardiana y espía, además de cumplir con las fastidiosas actividades reales de tu madre es muy agotador y me causa mucho estrés...

Jing entendió la indirecta y sonrió.

 —Tú sabes que siempre estoy dispuesto a quitarte el estrés. —Se acercó seductor y empezó a acariciar su pierna con sus dedos. Leela los miraba a la expectativa mientras éstos subían lentamente por debajo de su bata. Ella cerró los ojos a sentirlos allí y se recostó en la cama.

 —Me encanta tu forma de desestresarme... —balbuceó extasiada.

 —Me alegra que te encante... —le susurró en el oído haciendo que ella se estremezca. Leela la abrazó con fuerza, mientras él la observaba ponerse roja y perder la cordura. Le encantaba verla así—. Mi amor, creo que yo también quiero desestresarme —dijo sobre sus labios al mismo tiempo en que la colocaba sobre él. Entonces, la tranquilidad de aquella habitación se esfumó por un largo rato.

***

Lucero Verde

Pasaron varios días desde que Eli descubrió que Lionel no era Ulises y ella se mantenía dentro de su habitación, sumida en una gran depresión. Casi no comía y hasta se olvidó de pedirle a Lionel la carta para enseñar en la escuela.

Lionel no entendía el aislamiento de Eli, pero prefirió darle su espacio para luego hablar con ella; de todas formas, se imaginaba lo difícil que debía ser estar atrapado en otro mundo y extrañar a tus seres queridos.

Una semana después Eli despertó decidida. Dejaría ir a Ulises y se enfocaría en ayudar a Lionel y a las personas de aquel mundo, para luego buscar la manera de regresar a Destello. Misteriosamente, ella dejó de soñar con Ulises o escucharlo. Se levantó con ganas de comerse un gran y delicioso desayuno como solo Lana podía hacerlo.

 —Me alegra que te volviera el apetito —Lana comentó con una sonrisa de satisfacción al verla tan animada—. No te imaginas lo preocupada que estaba.

 —Lamento haberte preocupado, Lana. Desde hoy no estaré depresiva ni aislada —levantó su mano derecha como promesa y sonrió.

 —¡Hola, chicos! —Eli saludó a todos en el campo de entrenamiento.

 —Hola, maestra. —Ellos hicieron reverencia y Lionel se acercó a ella con una sonrisa en su mirada.

 —Me alegra que salieras de tu encierro. Sabes que cuentas conmigo cuando quieras hablar —ofreció con ternura.

Eli se sonrojó y sonrió con nerviosismo. Ese hombre le provocaba cosas y ya no lo negaría más. Mucho menos después de ver cómo era en realidad. Cualquier mujer se decepcionaría, sin embargo, ella lo admiraba y apreciaba más. No sabía qué tipo de sentimiento estaba surgiendo entre ellos, pero no se cerraría a ninguna posibilidad de tener algo más que una amistad con él. Ulises murió tres años atrás, ya era hora de superarlo y avanzar.

Ese día Lionel y Eli almorzaron juntos en la terraza. Kiara estaba que echaba chispas cuando él le dijo que no almorzaría con ella más, porque quería privacidad con Eli.

 —Entonces, sigue en búsqueda de su prometido. —Lionel indagó expectante.

 —Ya no más. Creo que usted tenía razón. Me estaba engañando a mí misma —contestó, mientras jugaba con la comida.

 —Me imagino que ya tiene pretendiente, Jonah es un buen chico.

 —No, no, no… —Eli movió las manos con nerviosismo—. No somos más que amigos. Jonah es muy divertido, más no es mi tipo.

 —¿Y cuál es su tipo? —Él la miró fijamente.

 —Los hombres que se levantan por encima de sus desgracias y superan su mala situación. Un hombre de buen corazón que se entregue por los más vulnerables —respondió como si estuviera haciendo una confesión.

 —¿Aunque ese hombre no tenga ningún atractivo? —le preguntó con algo de tristeza.

 —Para mí no hay mejor atractivo que un buen hombre que se respete y respete a los demás. No me importa la apariencia física, general.

 —Vaya, eso sí me sorprende. Usted es tan hermosa...

 —Me halaga, general —Eli lo interrumpió—, pero no soy tan atractiva. Siempre fui la burla de mis compañeros por mis pocas curvas. Los chicos normalmente me rechazaban porque era una chica plana y sin gracia. Yo sé lo que se siente que te juzguen por tu físico y no te den la oportunidad de demostrar lo que eres capaz de dar.

 —Entiendo... Pero hay casos que son más difíciles de asimilar —dijo con tristeza, pues su condición era más que una simple falta de atractivo.

***

Eli habló con Lionel sobre las clases de artes marciales en la escuela y él le dio la carta con gusto. Cada día se hacían más cercanos y entre ellos estaba creciendo una hermosa amistad que todos empezaron a notar. Jonah, por su parte, acompañaba a Eli casi siempre a las clases. Ellos se hicieron muy buenos amigos y Jonah le enseñó a Eli varios lugares nuevos. Ella definitivamente se estaba enamorando de aquel mundo y cada día que pasaba se compenetraba más con las personas de la región Ilusiones, quienes le tomaron mucho cariño.

 —Esto es hermoso, general. —Eli dijo encantada de aquel bello atardecer color rosa y violeta. Ambos estaban sobre un gran risco.

 —Lo es. Me encanta venir aquí cuando estoy estresado. Aunque a veces me da melancolía. A decir verdad, los lugares altos me dan una sensación de tristeza extraña, como si hubiera algo en mi subconsciente que no recuerdo —dijo con la mirada en la nada.

Eli se quedó pensativa un rato. A ella también le traía malos recuerdos ese tipo de lugares. Es increíble que la primera vez pudo salvar a Ulises, pero al parecer, estaba destinado a morir de esa forma.

***

Las palabras de Lionel rondaban su cabeza y no la dejaban dormir. ¿Por qué le afectó tanto ese comentario?

 —Ulises, tonto. Ni muerto me dejas en paz. Todo me recuerda a ti, tarado. —Limpió una lágrima que se le escapó. Definitivamente no dormiría, así que decidió salir al campamento a tomar aire fresco.

Caminó un largo rato sin rumbo fijo y como una mala jugada del destino, se encontró frente a la fuente de su curiosidad. No se había percatado que iba en esa dirección. Se encogió de hombros y observó el lugar con recelo. Miró por todos lados y la curiosidad mató al gato. ¿Qué tan malo podría ser? Saltó por encima de la cerca y se adentró en el misterioso bosque hasta perderse en la oscuridad.

 «¡Qué inteligente soy!», se reclamó en sus pensamientos. «Entrar a este lugar sin una lámpara o linterna».

La oscuridad le hacía estragos y el susurro de la brisa le helaba la piel. Era como si el lugar tuviera vida propia y se sintiera observada.

 —Ahhhh... —Susurros la rodeaban. Quería correr, pero no sabía hacia donde, pues, estaba muy oscuro. De repente, empezó a ver pequeñas luces flotando. Unas extrañas flores empezaron a brillar, como si fueran lamparitas—. Bien...ve...ni...da... —Escuchó otro susurro. Eli abrió los ojos maravillada. Luciérnagas de diferentes colores volaban alrededor y el cielo oscuro se llenó de muchas estrellas de colores brillantes, fue así como aquel lugar quedó totalmente alumbrado y la oscuridad se esfumó.

Eli caminaba maravillada y media atolondrada. Un aroma delicioso se aferraba a su nariz y olfatear aquello era excitante. Siguió su caminata torpe y tambaleante y paró en seco al ver aquello. ¿Acaso estaba alucinando? Pudo apreciar a una distancia considerable una roca gigante que parecía una gran cueva, pero no veía el orificio; vislumbró también, un hermoso estanque que recibía la luz directa de la luna y estaba rodeado de árboles y de esas flores que parecían lamparitas. Luciérnagas volaban alrededor y algunos peces de colores saltaban desde y adentro de éste. El agua se movió y Eli se ocultó tras un árbol, asomó su cabeza para apreciar aquello. De espaldas había un joven esbelto de piel blanca y cabello rizado rojizo. Su ancha espalda era perfecta y esos glúteos daban ganas de palmearlos.

Él chico se volteó y cuando ella iba a ver su rostro, perdió el conocimiento.

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