Doscientos años antes...
—Este mundo es justo lo que necesitamos. —Una mujer rubia miró a sus compañeras con una sonrisa retorcida y llena de maldad.—He escuchado que aquí hay un guardián con grandes poderes. Será sustanciosa ese tipo de energía para alimentarnos. —Una morena concordó.
***
—Maestro, ¿qué escribe? —Una niña se acercó al anciano y éste le sonrió con gracia.—Solo transcribo —contestó con amabilidad.
—¿Transcribe? —La chica preguntó llena de curiosidad. Él dejó salir una sonrisita al ver el rostro confundido de la jovencita y por su ignorancia.
—Es volver a escribir. Alguien escribe algo y yo lo repito.
—Ohhh... —
—¡¡Ulises!! —Leela corrió hacia él con lágrimas en los ojos. No podía creer lo que veía; era él y estaba vivo o... casi vivo. Ella se tiró al suelo y puso la cabeza de él sobre sus piernas, sus lágrimas caían sobre el rostro de pálido de su amigo.Jing, Odiel y el maestro Chan los rodearon y observaban al chico con gran asombro. Aunque ya tenían la información de que vivía, aun no era un hecho hasta verlo en persona. La cadena de Leela brilló y una luz dorada cubrió a Ulises. Su piel pronto recobró su tono natural y sus ojos se fueron abriendo poco a poco. Ulises se incorporó atolondrado y miró a su alrededor confundido. Sus orbes verdes se posaron sobre Leela con expresión incrédula.—¿Chica ruda? —Agrandó los ojos y los frotó varias veces—. ¿
—¡¡Qué rayos!! —Ulises puso sus manos sobre su cabeza entre llantos y gran desesperación—. ¡Eli! Eli mi amor... —Se arrodilló sobre la grama apretando su cabello con rabia.—¡Qué hiciste, muchacho! —El maestro Chan apareció de repente junto a Odiel.—¡Estos chicos enamorados actúan por mero impulso! —El mestizo se quejó—. Ahora tu amada esposa cayó en manos de una Sapria, la misma que ha estado rondando este lugar.—¡¿Qué dices?! —Ulises se dirigió a Odiel espantado.—Estábamos investigando las capas de energía de este mundo porque el maestro sentía una energía negativa por estos alrededores. —Odiel expuso—. Jing nos había informado que hay una mujer que se llama Kiara Bur en la casa de los S
—¡Te extrañé tanto! —Eli acarició su mejilla con ternura y él la miró malicioso.—Eso me quedó muy claro, picarona. Me destrozaste, ya hasta perdí toda la energía que había recuperado.—¡Ja! Te recuerdo que fuiste tú quien me trajo aquí y me atacaste como bestia salvaje. —Eli frunció el cejo y Ulises estalló de la risa.—Ya extrañaba a mi enana peleona y cachonda.—¡Ulises Harrison! No soy ninguna cachonda. Ni siquiera estaba pensando en eso. Yo de inocente y tú con tu perversión por dentro, fuiste a buscarme para quitarte las ganas. Por lo menos te aguantaste y no te revolcaste con otra.—Yo soy fiel a ti, Enana. Nunca, pero nunca, me acostaría con otra mujer. —Ulises dejó un beso fugaz en sus labios. Eli lo abraz&oac
—Bien, cada quien tome su lugar. —Jing ordenó. Eli comandaba a sus hombres junto a Dimitri y Ana, mientras que Jing y Leela hacían equipo con cincuenta líderes y maestros. Odiel y Ulises flotaban por los aires, y Jonah, Miriam y Darian eran los atalayas y espías. El maestro Chan seguía en su labor de buscar la piedra. Los hombres de Leonel Sum habían llegado al mar verde que rodeaba la región del Fuego. Carros voladores aterrizaron en la orilla del océano con Sum y sus hombres principales.Ulises y su equipo fueron al encuentro y cuando iban por la cordillera Rosa, ubicada cerca de la ciudad de Estrella Verde, el estruendo de muchos caballos los puso alerta.Los pocos hombres que llevaban con ellos se amedrentaron ante aquella multitud. Parecían un enjambre de langostas dispuestos a destrozar todo a su paso. Ellos se miraron con temor, enfrentarlos sería
—¿Me esperarás? —preguntó ansioso.—Sí —dijo con alegría. Ulises quitó una de sus pulseras y la puso en la muñeca de ella. La pulsera era dorada y fina, con algunas piedrecitas rojas. Eli miró la joya con una sonrisa de felicidad y tomó un anillo que su padre le había regalado y que era muy especial para ella—. Que tanto la pulsera, como este anillo sean un símbolo de nuestra promesa. —Ella dijo con una sonrisa y Ulises colocó el anillo en una cadena que tenía en el cuello, pues no le servía. Él besó sus labios con ternura y los guardias tocaron la puerta avisando que debían irse. Se besaron con más intensidad y se aferraron en un fuerte abrazo donde ambos se mojaron con sus lágrimas.—Espérame, Eli. —Secó su rostro con ternura—. Ve
—Ulises...—Eli... ven por mí... te necesito... ayúdame, por favor. Eli... sálvame...Sus ojos se abrieron lentamente, su cuerpo dolía y la cabeza le daba vueltas. No estaba consciente de lo que sucedió. Se incorporó y se vio en un lugar desierto y polvoriento, frotó sus ojos varias veces y los recuerdos empezaron a formarse en su mente.—¿Estoy muerta? —se preguntó mientras tocaba su cuerpo inspeccionándolo.Miró a su alrededor con gran confusión—. ¿Dónde estoy? —Se puso de pies tambaleándose, pues estaba un poco mareada.Caminó por varios minutos y solo veía polvo y algunas rocas. De repente sintió que el suelo temblaba y reconoció los galopes de muchos caballos. Trató de no descomponerse, tal vez, eran guerreros
Abrió sus ojos lentamente y los volvió a cerrar, pues el ardor le hacía estragos. Apenas pudo mover sus manos para frotarlos. Los volvió a abrir y tenía la vista borrosa, de a poquito pudo ver de forma clara. Se incorporó de golpe al encontrarse en una habitación desconocida. Estaba un poco oscura, debido a que las luces se encontraban apagadas y cortinas negras cubrían las ventanas. La cama era amplia y cómoda, con sábanas rojas y varias almohadas. Había un clóset de madera fina cerrado, un gavetero con un gran espejo, una mesita de noche y un pequeño sofá rojo. La habitación no era grande, pero sí acogedora.Tenía cuadros pinturas de hermosos y exóticos paisajes sobre la blanca pared; asimismo aquella habitación estaba inundada de un delicioso y fresco aroma que ella no conocía, más era agradable y relajante. Casi grita al verse co
El cielo verde azulado oscuro estaba hermoso, las estrellas brillaban gloriosas y una luna rosada enorme completaba la belleza de aquel firmamento. Ella caminó sobre la verde grama, plantas hermosas y exóticas rozaban sus brazos al avanzar. Se paró frente a un conjunto de árboles y se adentró entre ellos. Flores de diferentes colores y formas no vistas antes le dieron la bienvenida. De lejos visualizó un estanque verde azulado que brillaba con la luz rosa de aquella hermosa luna, se escondió detrás de un árbol al descubrir a un hombre bañándose en las prodigiosas aguas. Su espalda ancha y blanca, su hermoso y bien formado trasero, su cabello rojizo rizado que cubría toda su nuca y esos brazos definidos la hicieron babear. ¿Quién era ese hombre tan hermoso? ¿Sería tan atractivo de frente como lo era de espalda? Un zumbido la sacó de su ensoñación y