Leela recibió una carta de Odiel.
"Hablé con el maestro Chan. Dimitri nos está ayudando, así que trabaja junto a él para conseguir el diamante. El maestro y yo estaremos trabajando en otra misión".
—¿Estás seguro de que el mismo Odiel te la dio? —Leela cuestionó a Jeff.
—Si por Odiel te refieres a Marcos, sí, él mismo me la dio. —Entornó los ojos.
Leela respiró profundo, pues sería difícil trabajar junto al causante de todos sus males.
—Nos mudaremos fuera de la ciudad todos juntos. —Jeff advirtió—. Tenemos que mantenernos oculto; bueno, sé que hemos estado ocultos, pero, ya no es seguro estar de hotel en hotel.
—Bien, como digas. —Leela sintió náuseas al saber que viviría bajó el mismo techo que Dimitri.<
—¿Dónde estabas? —Dimitri la estaba esperando frente a la puerta. Era de madrugada y la oscuridad inundaba el lugar.—No es tu asunto. —Leela contestó de mal gusto y se dirigió a la puerta. Él se puso delante de ésta, obstaculizando el paso—. ¡Muévete! —Leela le reclamó frunciendo el cejo.—Hueles a él. —Dimitri la miró con reclamo—. ¿Cómo te atreviste?—Dimitri, deja de meterte en mi vida. —Lo confrontó con la mirada. Él puso una mano sobre su cintura y con la otra peinó su cabello de la rabia.—Somos un equipo, lo que hagas nos afecta a todos.—No te preocupes, fui cuidadosa y nadie me siguió. —Trató de entrar, pero él se lo impidió.—Te acostaste con él, ¿cie
—¿Me esperarás? —preguntó ansioso.—Sí —dijo con alegría. Ulises quitó una de sus pulseras y la puso en la muñeca de ella. La pulsera era dorada y fina, con algunas piedrecitas rojas. Eli miró la joya con una sonrisa de felicidad y tomó un anillo que su padre le había regalado y que era muy especial para ella—. Que tanto la pulsera, como este anillo sean un símbolo de nuestra promesa. —Ella dijo con una sonrisa y Ulises colocó el anillo en una cadena que tenía en el cuello, pues no le servía. Él besó sus labios con ternura y los guardias tocaron la puerta avisando que debían irse. Se besaron con más intensidad y se aferraron en un fuerte abrazo donde ambos se mojaron con sus lágrimas.—Espérame, Eli. —Secó su rostro con ternura&mdas
En el conglomerado de árboles; ayudado por la oscuridad de la noche, con sigilo y expectativa, un guerrero se ocultaba y esperaba su señal. Se esmeraba cada vez que se le solicitaba, pues aún no estaba oficializado y todas sus batallas eran pruebas para obtener su cargo.Sus enemigos estaban tomando ventaja, pues de la nada, una multitud de guerreros rudos y poderosos los rodearon. Esa fue su señal.Como ave nocturna con su vestuario negro de pies a cabeza se mantuvo por los aires; su espada afilada cegando las vidas de sus enemigos. Los demás guerreros de su equipo suspiraron con alivio, entonces el ánimo regresó a ellos y pudieron avanzar en aquella tosca batalla.***—Príncipe, ¿dónde está la fuente de energía y cómo la protegemos? —La chica de cabello ondulado preguntó con curiosidad; dado que siempre se hab&i
Aquel gran palacio se erguía majestuoso en la parte rural de Zafiro. Rodeado de un gran bosque y el campamento de guerreros no reales; estos eran los guerreros que no pertenecían a la realeza y, por lo tanto, estaban en un rango menor.Ella estaba oculta detrás de un gran árbol, entre la entrada del campamento y el gran jardín que rodeaba la entrada al palacio. Desde allí podía admirarlo, él estaba recostado en uno de los tantos balcones del palacio; junto a él, tres guerreros conversaban entre risas.El príncipe siempre llamó su atención, pese a que él le era inalcanzable. Le gustaba como su cabello lacio y negro caía sobre su espalda, ciertamente, era una herencia de su madre. Sin embargo, los ojos miel, los sacó de su padre: el Rey Mikel Patrick.La reina era oriunda de la región Jeng, donde la mayoría de sus habitantes tenían los mism
Se levantó temprano para su entrenamiento confidencial con el príncipe Jing. Era una práctica exclusiva y confidencial entre ella y él; solo el maestro Lee y Ulises estaban enterados, claro, este ultimo no debía saberlo.Él la entrenaba una vez a la semana en un dojo oculto a las alturas de una montaña. Para ella ese entrenamiento era todo un reto, ya que, pasaría dos horas a solas con su amor platónico sin mencionar todos los roces que por obligación debían tener. Leela vestía un pantalón lycra negro con una blusa blanca, holgada y larga hasta la cadera; su cabello estaba recogido en un moño que dejaba salir algunos flecos que caían sobre su rostro y llevaba unos zapatos negros de tela cómodos.Entró con recelo al lugar y encontró al príncipe sentado sobre sus rodillas en medio del dojo, tuvo que respirar al ver su pecho descubiert
Él se levantó temprano como de costumbre y se miró en el espejo satisfecho de su vestimenta. Esta vez, a diferencia de todas las mañanas, vestía informal. Llevaba unos pantalones negros ajustados con una camiseta blanca y una chaqueta del mismo color del pantalón y unos tenis sencillos negros. Había peinado su cabello hacia atrás como de costumbre. Trataba de no dejárselo crecer como quisiera por causa de su trabajo, puesto que su madre vivía al acecho de su apariencia. El largo del cabello le cubría el cuello, y pese a que siempre se los peinaba, terminaba con varios flecos sueltos, gracias a que tenía una cabellera abundante. Tomó su bulto cinturón y lo puso sobre su cuerpo. Allí llevaba todo lo que necesitaba para su salida, incluyendo sus lápices de carboncillo, borra, cuchilla y libreta de dibujo, en caso de que la inspiración lo atacase de repente, como sol&ia
Los guerreros no reales estaban reunidos en el campo de entrenamiento, esta vez, serían entrenados por algunos líderes de la realeza junto a sus maestros.—¡Atención! —gritó un hombre de unos cuarenta y tantos, con piel morena y como casi todos los guerreros, cuerpo musculoso y firme—. Hoy nos acompañan al entrenamiento el príncipe y sus guerreros de confianza. Cómo ya saben, el reino del Norte nos ha declarado guerra. El reino del Oeste nos apoya y luchará de nuestro lado, mientras que el reino del Este decidió mantenerse al margen, pero saben que es muy probable que ellos se les unan tarde o temprano, por temor a ser atacados por los traidores. Somos conscientes de que muchos rebeldes y tribus se les han unido en nuestra contra, ya que, si nos conquistan, tendrán acceso a la fuente de energía y a nuestros recursos. ¡Guerreros, demos nuestras vidas en la batalla!
Nora AllenSe levantó alterada y con escalofríos, una angustia extraña la embargó y la sensación de vacío la envolvió. De nuevo, ese sueño con aquel príncipe y ese mundo extraño, pero hermoso. Se sentía tan real que a veces tenía la sensación de que despertaba en un sueño y dejaba atrás su verdadera vida. Probablemente, necesitaría ayuda psicológica porque tampoco tenía muchos recuerdos de su pasado ni una familia a quien preguntar sobre su origen. Es como si su vida se hubiera detenido en el tiempo, como si se hubiera interrumpido.Edward Anderson WangAprovechó su día libre para relajarse en la tranquilidad de su apartamento, el cual, dejaría de ser su hogar en unos días. Otra vez sintió la necesidad de pintar, no es que fuera un artista de oficio ni que este arte le a