El camino era estrecho y la oscuridad dificultaba el viaje. Sudores fríos recorrían su frente ante la ansiedad y la prisa, puesto que la información que llevaba era demasiado importante. Había llovido en esos días y el suelo estaba lleno de lodo. Aquel mensajero cabalgaba por las orillas de un acantilado, siendo esta la única vía para llegar a su destino. Un sonido sutil lo puso alerta, entonces, entendió que estaba a punto de ser atacado.
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—Estos son los manuscritos que te mencioné. Los vi en el escritorio de mi maestro. —Un hombre de unos treinta años, ancho, pero no gordo; con cabello negro y lacio, rostro fino y elegante y unos ojos grises que le regalaban una mirada tenebrosa, dijo con una sonrisa de satisfacción y logro—. Al parecer, él fue sucedido como guardián de la fuente.
—¿Él
Allí estaba el rizado, sentado frente a la entrada de su casa disfrutando de la fresca e intensa noche que se mostraba más oscura de lo regular. Bueno, tal vez no disfrutaba, simplemente estaba allí, sin siquiera notarla. Sin percatarse del intenso brillo de la luna y del mar de estrellas que adornaban el cielo. Sentado en una mecedora, ido en sus pensamientos, sus ojos verdes emanaban tristeza y frustración.—¿Todo bien? —Mary se acercó a él, hablando casi a su oído. Ella tomó una silla y se sentó a su lado.—No lo sé —dijo de forma sincera, pues no sabía si todo estaba bien o si estaba cometiendo un error.—¿Sabes qué pienso? —Ella lo miró con pesar—. Creo que te estás autocastigando. No sé qué sucedió en tu vida antes de llegar a este lugar, pero debes dejarlo ir. Te es
El lugar era oscuro y tenebroso. El cielo se alumbró con una pequeña luz y pudo descubrir que había un río. Se acercó lentamente y con gran curiosidad. El brillo de la pequeña luz se reflejaba en el agua y ella se puso de rodillas y miró a través de las cristalinas corrientes.Un rostro conocido se reflejaba bajo el agua.—¿Ulises? —Ella preguntó asombrada y él la encaró sonriente.—Adiós, Leela. —Le pareció escuchar desde la profundidad. Su voz era dulce y tranquila. El cuerpo de Ulises empezó a sumergirse en el agua, hasta que él desapareció de su vista.—¡Ulises! —Leela despertó con un grito de desesperación. Sudores fríos recorrían su cuerpo y sus manos temblaban sin control.—¿Estás bien? —Jing pr
Eli cabalgaba a toda prisa. Por lo menos ellos estaban más cerca de Jeng y el príncipe conocía un atajo que les acortó el camino.Temía lo peor. Llegaron al escalofriante lugar y Eli vio al príncipe saltar por encima de una gran roca. Se tiró del caballo y Bruno la siguió. Entonces desde arriba pudo apreciar como Ulises caía hacia el vacío. Su pecho estaba lleno de sangre, su piel pálida y su mano aferrada a la cadena que llevaba puesta. Iba a saltar cuando fue atrapada por Bruno. Su amigo la aferró a su cuerpo, abrazándola con fuerza desde atrás. Un alarido de dolor estremeció el lugar.—¡¡Ulises!! —Las lágrimas caían como torrentes y su cuerpo perdió fuerza, así que no pudo luchar contra los brazos que la sostenían—. Ulises, ¿por qué? —Sus llantos y sollozos conmovían
Leela estaba suspendida en el aire, sufrimiento y goce se mezclaban en su ser. Diferentes sensaciones, emociones y sentimientos. Hasta que todos sus recuerdos se completaron, incluyendo los cinco meses que vivió como Nora.—¿Qué haces, Dimitri? —La voz de Ileana se escuchó con reclamo.—Me abro paso —respondió decidido—. Ayudaré a Leela en el otro mundo y me daré el placer de matar a Deon con mis propias manos.—Es arriesgado ahora —Eli refutó—. Iremos todos juntos cuando el maestro Chan logre abrir la brecha.—No, querida Eli. Yo no esperaré algo incierto. Si me uní a ustedes fue para completar mi venganza. Ya los he ayudado demasiado, es hora de ir por ese maldito y ayudar a Leela.—¡Dimitri, no! —Leela escuchó como las dos chicas gritaron al unísono y luego
Leela recibió una carta de Odiel."Hablé con el maestro Chan. Dimitri nos está ayudando, así que trabaja junto a él para conseguir el diamante. El maestro y yo estaremos trabajando en otra misión".—¿Estás seguro de que el mismo Odiel te la dio? —Leela cuestionó a Jeff.—Si por Odiel te refieres a Marcos, sí, él mismo me la dio. —Entornó los ojos.Leela respiró profundo, pues sería difícil trabajar junto al causante de todos sus males.—Nos mudaremos fuera de la ciudad todos juntos. —Jeff advirtió—. Tenemos que mantenernos oculto; bueno, sé que hemos estado ocultos, pero, ya no es seguro estar de hotel en hotel.—Bien, como digas. —Leela sintió náuseas al saber que viviría bajó el mismo techo que Dimitri.<
—¿Dónde estabas? —Dimitri la estaba esperando frente a la puerta. Era de madrugada y la oscuridad inundaba el lugar.—No es tu asunto. —Leela contestó de mal gusto y se dirigió a la puerta. Él se puso delante de ésta, obstaculizando el paso—. ¡Muévete! —Leela le reclamó frunciendo el cejo.—Hueles a él. —Dimitri la miró con reclamo—. ¿Cómo te atreviste?—Dimitri, deja de meterte en mi vida. —Lo confrontó con la mirada. Él puso una mano sobre su cintura y con la otra peinó su cabello de la rabia.—Somos un equipo, lo que hagas nos afecta a todos.—No te preocupes, fui cuidadosa y nadie me siguió. —Trató de entrar, pero él se lo impidió.—Te acostaste con él, ¿cie
—¿Me esperarás? —preguntó ansioso.—Sí —dijo con alegría. Ulises quitó una de sus pulseras y la puso en la muñeca de ella. La pulsera era dorada y fina, con algunas piedrecitas rojas. Eli miró la joya con una sonrisa de felicidad y tomó un anillo que su padre le había regalado y que era muy especial para ella—. Que tanto la pulsera, como este anillo sean un símbolo de nuestra promesa. —Ella dijo con una sonrisa y Ulises colocó el anillo en una cadena que tenía en el cuello, pues no le servía. Él besó sus labios con ternura y los guardias tocaron la puerta avisando que debían irse. Se besaron con más intensidad y se aferraron en un fuerte abrazo donde ambos se mojaron con sus lágrimas.—Espérame, Eli. —Secó su rostro con ternura&mdas
En el conglomerado de árboles; ayudado por la oscuridad de la noche, con sigilo y expectativa, un guerrero se ocultaba y esperaba su señal. Se esmeraba cada vez que se le solicitaba, pues aún no estaba oficializado y todas sus batallas eran pruebas para obtener su cargo.Sus enemigos estaban tomando ventaja, pues de la nada, una multitud de guerreros rudos y poderosos los rodearon. Esa fue su señal.Como ave nocturna con su vestuario negro de pies a cabeza se mantuvo por los aires; su espada afilada cegando las vidas de sus enemigos. Los demás guerreros de su equipo suspiraron con alivio, entonces el ánimo regresó a ellos y pudieron avanzar en aquella tosca batalla.***—Príncipe, ¿dónde está la fuente de energía y cómo la protegemos? —La chica de cabello ondulado preguntó con curiosidad; dado que siempre se hab&i