SOFIA
Desde que mis padres se fueron de la ciudad por cuestiones que hasta el día de hoy desconozco; mi abuela se ha hecho cargo de mí y de mi hermano menor. Tanto así, que todo el sacrificio que hizo con el pasar de los años, su salud se vio afectada, enfermo poco a poco hasta que hace un par meses descubrieron un tumor en sus pulmones.
Suelo pensar y me digo a mí misma que mi futuro se vio truncado por todo aquello que sucedió, pero la comida no llega sola a la mesa y el pagar las cuotas de la hipoteca de la casa, nos llevó al borde del abismo. Además están los gastos de la universidad de Jhonny; mi hermano.
No me importa si me estoy sacrificando, pero mi abuela me necesita, el banco no nos puede quitar lo único que tenemos y mi hermano merece tener un buen futuro; ser alguien en la vida.
— ¡Sofia! — exclama Ximena, una chica que lleva trabajando cinco años en el sensuel —. Hoy es tu día de suerte, mujer. El Sr. Blaze, esta en su oficina.
Abro los ojos y sonrío nervosa. Llevo menos de un mes trabajando en este bar, y nunca je visto al famoso y atractivo dueño del establecimiento.
— ¿Enserio? — asiente con una sonrisa en sus labios —. ¿Crees que me atienda? Realmente necesito hablar con él.
— No pierdes nada con intentar — sonríe y me da una mirada que no logro descifrar —. Con lo ambicioso que es, seguro no se va a negar.
Suelta una ligera sonrisa y frunzo el ceño muy confundida.
— Si acepta, no te hagas ilusiones — hago una mueca, da media vuelta y se va hacia los vestidores.
¿Que quiso decir con eso? Cada día me sorprende lo versátil que es este lugar. A pesar de que solo soy una camarera, no soy tonta y mucho menos ciega, para no darme cuenta que algunas de las chicas ofrecen sus servicios.
— Espero que no este pensando que haré lo mismo que ellas — susurro para mí y empiezo a limpiar las mesas.
Al terminar de realizar la limpieza y de organizar una que otra botella en la bodega; me decido a hablar con jefe. Lo mínimo que me puede decir es no.
Miro las escaleras y limpio mis manos sudorosas en el costado de mi falda. Levanto la cabeza y empiezo a subir cada escalón. Todo me tiembla y no sé por qué. No conozco a Dominic Blaze, pero he escuchado de varias chicas lo atractivo y lo salvaje que es en el sexo, también lo cruel que se comporta después de estar satisfecho.
Un bastardo completo, me grita mi mente.
Sacudo la cabeza ante mis pensamientos, me detengo frente a la puerta, suelto el aire lentamente y toco dos veces en ella.
— Adelante — ordena una potente y ronca voz. Paso saliva, agarro la perilla y giro de a poco —. Les dije que no quería ver a nadie ¿Que parte no entendieron?.
— Lo siento, Sr. Blaze — doy un paso al frente y me encuentro con el hombre más atractivo que haya visto en mi poca vida.
No estaban diciendo mentiras cuando describieron la belleza de este ser masculino; visiblemente musculoso, cabellos negros como la noche, que caen en desorden por su frente. Unos inquietantes y profundos ojos de color gris. Unos carnosos y rosados labios. Una mandíbula cuadrada y un aire de superioridad.
— ¿Te piensas quedar ahí? — paso saliva y cierro la puerta tras de mí.
Camino hasta llegar frente al escritorio, sin quitar mi vista de él, puedo notar su semblante cansado; debajo de esos ojos tan atrayentes se vislumbran unas opacas bolsas.
— ¿Qué quieres? — dice molesto. Sus ojos chocan con los míos y me pierdo por un instante en ellos —. Hoy no estoy de humor para tener sexo con alguna de ustedes, así que vete.
Abro los ojos y frunzo los labios.
— No vine para eso, señor — contesto molesta y sonríe ladeado —. Jamás tendría sexo con mi propio jefe, y menos con un hombre tan petulante...
Cierro mi boca de golpe y paso saliva. Estoy muerta, sin dinero y además sin empleo.
— Trabajas aquí — se levanta de la silla. Que hombre tan imponente, con semejante altura.
Estrecha los ojos y empieza a dar pasos largos pero lentos hacia mí, sus ojos adquieren cierto brillo y sin borrar la sonrisa de sus labios; rodea el escritorio y se sienta en un orilla.
— Sí, señor. De hecho empecé hace poco — cruza los brazos y escanea mi cuerpo por completo.
— Se nota, al parecer debes aprender a respetar — dice tranquilamente.
Me va a despedir.
— Le pido una disculpa, señor. Yo solo soy una camarera, y vine para pedirle un favor — todo me tiembla y más con esa mirada tan fija sobre mí. Las palabras apenas si salen de mi boca.
— La escucho — pronuncia lentamente. Vuelvo a pasar saliva y me lleno de valor.
— Señor, yo sé que llevo poco tiempo trabajando para usted — tomo aire y muerdo mi labio —. ¿Usted podría hacerme un préstamo de dinero? Claro esta, si quiere hago turnos dobles, o puedo hasta limpiar su casa, para minimizar la deuda... Entonces ¿Qué dice?.
Descruza los brazos y me mira nuevamente el cuerpo; este uniforme de camarera es tan pequeño y ajustado, que me siento sin nada ante semejante hombre. Se levanta y camina hacia mí.
Levanto la cabeza una vez esta frente mío y empieza a caminar a mi alrededor; como si yo fuera una pequeña presa y él el hambriento león.
— ¿Para qué necesita el dinero? — pregunta a mis espaldas. Me quedo totalmente quieta, con el pulso y el corazón a mil —. ¿Estaría dispuesta a pagarme de la forma que yo le exija?. No necesito una sirvienta, ya tengo muchas. Tampoco que doble turnos, hay suficientes camareras.
Cierro los ojos y su olor a hombre altera el poco razonamiento que me queda.
— Bueno... yo lo necesito para pagar unas cosas — sus manos tocan mi cintura y jadeo por sorpresa —. ¿Entonces como puedo pagarle?.
Mi respiración se corta y mi pecho empieza a subir y a bajar con pesadez. Su nariz roza mi oreja, sus labios medio tocan mi cuello y sus dedos se hunden con fuerza sobre mi ropa.
Mierda, es como si estuviera tocando directamente mi piel.
— Me sirves para un trabajo que tengo en mente desde hace tiempo — susurra y su aliento a alcohol se alcanza a percibir. Cierro los ojos y mi vientre se calienta al sentir sus dientes rozando el lóbulo de mi oreja.
— ¿Qué tipo de trabajo? — logro decir y me gira rápidamente. Me sostengo de sus brazos por el susto.
— Harás todo lo que yo te pida — no contesta mi pregunta. Sus largos dedos escalan por mi espalda hasta llegar a mi cuello —. Te voy a enseñar, para que hagas un excelente trabajo.
Se acerca de a poco y me echo hacia atrás. Mi cuello queda expuesto y deja un beso húmedo allí. Sus labios son suaves, fríos; abre los labios y siento su lengua rozando mi cuello y bajando hacia la abertura de mis senos.Maldita sea, siquiera puedo mover un músculo para alejarlo de mí.— Confía en mí — susurra y se despega totalmente de mi cuerpo. Me quedo desorientada y con una calentura de los mil demonios —. Francis te llevará a un apartamento; allí hablaremos de las condiciones y de lo que trata el trabajo. Ahora vete.En segundos un hombre de traje gris entra y toma del brazo, suavemente me hala y salgo con él del club nocturno. Podrían matarme y yo ni enterada, por qué aún siento los sensuales toques de mi jefe en mi cuerpo.Salgo de mi aturdimiento al llegar a una zona de apartamentos exclusivos en la ciudad. El dinero brota por cada fachada que mis ojos ven. El hombre me abre la puerta del auto y salgo con su ayuda.— Espere al señor en el apart
Dejo las bolsas encima de la cama y empiezo a sacar todo de allí. Compré todo lo que se me cruzó en el camino; vestidos, pantalones, blusas, faldas, tenis, tacones y la ropa sensual que exigió el Sr. Blaze. No voy a negar que estoy sumamente nerviosa, nunca he hecho algo así.¿Seré buena seduciendo a un hombre?. Muerdo mis labios y una risa sale de mi garganta.— Soy un completo caos — murmuro y niego con la cabeza —. ¿Qué se supone que deba hacer?.Cojo en mis manos un juego de lencería roja de encaje. Tengo 25 años y con los dos únicos novios que tuve, nunca jamás llegamos a realizar juegos previos para llegar al sexo. Es decir, como normalmente lo hace una pareja.Lo que me asusta es el supuesto vídeo que debo filmar; no puedo hacerlo, pero no tengo de otra que pagar la deuda con el "trabajo" que me pidió mi jefe.El celular que me dio el Sr. Blaze suena y doy un brinco; mi corazón late apresuradamente y lo saco de detrás de mi bolsillo.
Mi cuerpo tiembla por lo desconocido. Muy en el fondo siento curiosidad de todo esto que es tan nuevo para mí. No pasan más de cinco minutos cuando aparece Dominic con un bolsa de golf en sus manos.— ¿Lista? — asiento y abre la bolsa. Saca un fina tela de color rojo y se acerca a mí —. ¿Confiarás en mí?.— Sí — digo sin rechistar y coloca la venda en mis ojos.Oscuridad y solo mi respirar errático es lo que escucho.— relaja tu cuerpo — susurra con voz ronca. Siento como pasa algo sobre mi vientre; esta frío y duro —. El sentir te llevará a ese punto donde podrás dominar el acto.Baja la mano y lo sitúa en mi clítoris. Realiza círculos suaves y, seguidamente este empieza a vibrar en mi botón. Muerdo mi labio inferior y jadeo sin parar; la vibración es intensa y el fuego se concentra en mi vientre.— ¿Sabes? Estimular los puntos exactos del cuerpo de tu pareja debe ser lo primordial.Me aferro a las sábanas con fuerza. Incrementa la vibració
Estoy entrando en un estado de paranoia; no puedo creer que hayan pasado dos días, y Dominic no se haya comunicado conmigo, tampoco ha venido al apartamento. No sé que fue lo que hice mal para que haya actuado de aquella manera. Cómo es que me deja a medias, se va como si nada y de paso, no volver.Miro la bandeja de mensajes por no sé cuantas veces ya, y nada, no tengo ningún mensaje. La ansiedad ya me esta provocando dolor de cabeza.— No puedo estar más en este lugar — me pongo una chaqueta y salgo del apartamento.Agarro un taxi y este me lleva a mi casa. Estar en un lugar desconocido por muy lujoso que sea, no es lo mismo que el estar en tu propio hogar. Una vez en casa, limpio un poco el polvo; sin mi abuela y sin mi hermano, la casa se siente tan fría y vacía.Pongo algo de musica mientras término de limpiar, también aprovecho para lavar un poco de ropa, e inconsciente reviso los mensajes; y aún no hay señales de mi jefe.¿Será que se ha ol
— Buenos días, señorita Sofia — entra Francis por la puerta. Me levanto del sillón y camino hacia él —. El Sr. Blaze, le envía este paquete y también pidió que revise la computadora.— Buenos días, y gracias.Deja la caja de mediano tamaño sobre la mesa y se retira. La observo por unos segundos y saco la computadora del cajón.El celular vibra sobre la mesa y lo agarro para ver el mensaje;√ Cambio de plan, no tenemos tiempo para más lecciones. Eric estará este fin de semana en la ciudad y debes estar lista para ese día. Abre el correo que te envíe; ahí esta toda la información de él. Espero mucho de ti. Adiós.Apago la pantalla y enciendo la computadora. Veamos quien es el tal Eric; el hombre que debo llevar a la cama.— Haber — susurro, tomo asiento y abro el correo:›› Eric Cox, es un empresario de 32 años. Dueño de GlobalCox, y uno de los más importantes accionistas en IndustriasBlaze. Esta casado con la modelo Loren Cox y tienen u
DOMINICCINCO AÑOS ATRÁS...Aflojo la corbata y la quito de un tirón. Remango las mangas de mi americana y cruzo la pierna sobre la otra. La mujer frente mío no deja de llorar y cada lágrima que va cayendo de sus bellos ojos verdes; van construyendo una coraza a este destruido corazón. Rio con amargura y Loren agacha la cabeza. Sus manos tiemblan al igual que su labio pintado de rojo. Sus llantos pocos creíbles para mí, son el motivo suficiente para que el diablo se apodere de mi mente.Sonrío sin apartar la vista de la mujer que he amado desde el primer día en que la conocí. Había sido un completo estúpido ante los demás, y ella entregándole su amor, a mi buen amigo Eric. Y a mí, a mí me brindaba sus vagas madrugadas, más sus innumerables burlas.Que patético es el amor ¿Qué hice mal para que llegara a traicionarme? Loren era la luz de mis ojos, era mi polo a tierra. Era la mujer con la que había soñado un futuro, una familia y una vida juntos. Ahora, solo s
SOFIASubo en el auto con el estómago revuelto por los inmensos nervios. Es un hecho ya, y cada paso que voy dando hacia el infierno; no hay marcha atrás. No tengo de otra que pagar la deuda con mi cuerpo. Parezco estar viviendo la vida de alguien más y no la mía. En que momento me deje embaucar por Dominic, y hablando de él, llevo días sin verlo. Ya hasta me hace falta que aparezca inesperadamente en el momento que menos me lo espero. Y esa jodida voz como la extraño para qué ponga loca mis hormonas.— Ya hemos llegamos, Srta. Evans — avisa el chofer, asiento y salgo del auto con pasos pesados.Levanto la cabeza y luego de soltar un largo suspiro atravieso las puertas de la galería. Es un lugar tan elegante, tan fino. Los lujos se ven a simple vista y me siento como una pequeña ave tratando de volar enjaulada. Camino prestando interés con disimulo a cada uno de los hombres.Detengo mis pasos frente a un Cadillac del año 1912, con la original manivela tradici
Las ofertas de cada uno de los participantes retumban en mi cabeza como murmullos lejanos. Con disimulo y sin que Loren y Eric se den cuenta; saco el celular.Tengo demasiado claro lo que tengo que hacer, pero aún no me siento completamente preparada para acostarme con un tipo que, a simple vista se ve amable.√Esto no hacia parte de mis planes, Dominic. Sacame de aquí, por favor.Espero por unos segundos pero Dominic no responde, ahora me estoy empezando a preocupar. Bacilo un poco con el teléfono en mano; luego de soltar un largo suspiro, vuelvo y presto atención a cada una de las personas que se encuentran ofertando.— 10 mil millones de dólares — dice Eric y paso saliva. Que manera de desperdiciar dinero, y habiendo muchas personas necesitándolo.Varios se retiran y con el pulso a mil levanto la paleta.— 30 mil millones — digo lentamente con la sangre fluyendo en mi cuerpo a gran velocidad.Todas las miradas viajan de Eric a mí. E inmed