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No tienes opción

Se acerca de a poco y me echo hacia atrás. Mi cuello queda expuesto y deja un beso húmedo allí. Sus labios son suaves, fríos; abre los labios y siento su lengua rozando mi cuello y bajando hacia la abertura de mis senos.

Maldita sea, siquiera puedo mover un músculo para alejarlo de mí.

— Confía en mí — susurra y se despega totalmente de mi cuerpo. Me quedo desorientada y con una calentura de los mil demonios —. Francis te llevará a un apartamento; allí hablaremos de las condiciones y de lo que trata el trabajo. Ahora vete.

En segundos un hombre de traje gris entra y toma del brazo, suavemente me hala y salgo con él del club nocturno. Podrían matarme y yo ni enterada, por qué aún siento los sensuales toques de mi jefe en mi cuerpo.

Salgo de mi aturdimiento al llegar a una zona de apartamentos exclusivos en la ciudad. El dinero brota por cada fachada que mis ojos ven. El hombre me abre la puerta del auto y salgo con su ayuda.

— Espere al señor en el apartamento 606 — dice y me entrega una tarjeta —. En un momento él mismo vendrá.

— Pero...

No me deja hablar nada, rodea el auto, sube en el y se marcha.

— Genial — murmuro y entro por las puertas del lujoso condominio.

Las puertas del ascensor se abren y subo en el. ¿De que tratará ese trabajo? ¿Estoy haciendo bien en venir aquí?.

Las puertas se abren y camino por el pasillo hasta llegar al 606; deslizo la tarjeta y la puerta se abre. Entro y quedo impresionada por el lugar  tan grande y hermoso.

— Ni en mil años podría pagar algo así — digo y recorro cuidadosamente el apartamento.

Una enorme sala que comunica con la espectacular cocina; todo perfectamente organizado y limpio. Me acerco a la ventana y miro pasar los autos de ultimo modelo por allí. ¿Será que aquí vive mi jefe?.

¡Dios mío! ¡En qué me he metido!.

— Sí, mejor me voy — dejo la tarjeta sobre una mesa y salgo casi corriendo. Presiono el botón del ascensor y cuando este se abre me encuentro con el Sr. Blaze.

— ¿Tardé mucho? — miró su caro reloj y pasó por mi lado sin mirarme. Pase saliva y me giré para caminar tras él —. Tome asiento.

Ordena una vez estamos en el apartamento. Hago lo que me pide y él se sienta enfrente de mí. Me mira con una expresión que no refleja absolutamente nada.

— Aquí vivirá en lo que dure haciendo el trabajo. Mañana irá de compras, también le daré una nueva linea de teléfono y nadie puede saber que está aquí ¿Entiende? — muevo la cabeza de arriba hacia abajo. Remanga su camisa blanca y se acomoda mejor en el sillón —. Perfecto, el trabajo consta en lo siguiente; tendrá dos semanas para aprender a seducir y a enamorar a un hombre, cuando ya tenga a este tipo en sus manos: lo llevará a la cama y grabará un vídeo sexual con él. Del resto me encargo yo. Ah, por poco y lo olvido; su hipoteca y la cuenta del hospital donde se encuentra su abuela ya están pagos.

— ¿Qué? — ¿pero que carajos voy hacer? —. Eso no es un trabajo. Así que no lo haré.

Se levanta y camina tranquilamente hacia un cajón. Abre la puerta y saca una computadora; me llama y camino hacia él.

— No tienes opción, preciosa. Pagué mucho dinero por tus deudas y tú has aceptado hacer el trabajo —  me muestra los pagos y mi estómago se revuelve. Mi cabeza hace erupción y quedo helada por  todo lo que me ha pedido que haga.

— En ningún momento acepté el supuesto trabajo.

— Pero tampoco dijiste que no, tu silencio me dio a entender que si estabas de acuerdo — cierra la computadora y me entrega una tarjeta de crédito y un celular —. Vendré en cualquier momento, espero y te prepares para tus lecciones y compra ropa sensual; quiero ver tu lujuria.

— Señor Blaze, esto es una broma ¿Verdad?.

Sonríe de lado y me toma de la cintura; me paga a su cuerpo y sus labios quedan a centímetros de los míos. Sus dedos masajean suavemente el hueco de mi espalda baja y la llama crece en mi interior.

— ¿Me ves riendo? — susurra y roza nuestros labios. Otra vez el calor se esta concentrando en mi vientre bajo —. Estoy hablando muy seriamente. Descansa hoy y mañana me muestras de lo que estás hecha, Sofia.

Por segunda vez me deja echa un rollo; con miles de preguntas y ninguna respuesta. Creo que he cavado mi propia tumba al venir con este hombre acá. Sale del apartamento y me quedo pensando en todos los problemas en los que me acabo de meter; por no hablar y decir no.

Pero es que ese hombre me dejó sin palabras. Su cercanía, su voz, su mirada, sus labios rozando fugazmente mi piel y sus manos tocando mi cuerpo; me impidió hablar.

Me lanzo en el sillón y miro la tarjeta de crédito en mis manos, veo el celular y niego con una sonrisa amarga.

Le vendí el alma al diablo, y ahora me voy a quemar en el maldito infierno.

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