Existían 3 reinos poderosos: El reino Thusrek, el reino Witther y el reino Priswer. Thusrek, era conformado por los felinos, aquellos seres que tenían descendencia felina. Witther, era conformado por los descendientes de los lobos. Y Priswer, los descendientes de la luna. Seres extraños y mágicos. Pero a pesar de esos tres reinos, había una aldea humana, que día a día sobrevivía. Después de 3 años fuera de su reino el príncipe Maximiliano regresa de un largo viaje por el reino Thusrek para tomar su lugar como rey de Witther, pero decide hacer muchos cambios. Nuevos empleados llegan, entre ellos una pequeña humana, de apenas 16 lunas. Con mirada tímida y triste. Él captó aquel aroma, le fue difícil no observar a la pequeña humana, pero no podía amarla hasta que averigüe quien es el traidor que asesinó a sus padres. Maximiliano no dudará en protegerla, pero en caer rendido ante sus bellos ojos será difícil de evitar.
Leer másAquellas tierras habían sido cubiertas por la muerte. La sangre derramada se había impregnado convirtiéndolas en malditas, sangre de aquellos que murieron injustamente, sangre de aquellos consumidos por la oscuridad. A lo lejos de aquellas tierras se alzaban pequeñas manadas dejando atrás los tiempos donde vivían entre reinos. Solo quedaba uno y era el reino Mítico quien seguía reconstruyendo lo que antes fue consumido por Manuel. A pesar de su negativa la princesa Luciana tuvo que aceptar el cargo de reina para luego casarse con Francesco y poder así tomar lo que por derecho le pertenecía, ambos eran amados y respetados por su pueblo. Y entre ellos algo más nacía convirtiéndose en amor y dando como fruto al pequeño Gonzalo futuro rey Mítico. Poseía la mirada de su padre y los cabellos de su madre. Habían pasado siete años desde lo sucedido, siete años en los que aquellos que huyeron del ataque tuvieron que encontrar su lugar. Encontrar un nuevo hogar. <
Esmeralda solo sollozaba abrazando sus piernas con dolor mientras las cocineras trataban de consolarla, se encontraban huyendo del castillo Thusrek en un carruaje menos la reina felina quien peleaba protegiendo a su hija, pero ella solo quería llorar llena de miedo y dolor. Su amado debía estar ahora en el campo de batalla y no quería perderlo. No me dejes —pensó recordando el rostro del joven rey Observo el oscuro techo imaginando el cielo cubierto por hermosas nubes y el sol iluminando cada parte del bosque. Entonces cerró sus ojos continuando con su dolor y ahí en el campo se alzaban grandes cortinas de tierra, los gritos seguían presentes y la sangre se esparcía en la tierra quedando impregnada para convertirse en un cruel recuerdo y dentro del gran muro todo yacía destruido. Casas, los castillos. Todos huyendo. Gente muerta en el suelo sobre grandes charcos de sangre y la lucha convirtiéndose en la única salvación de todos porque ahora solo qued
Se observaron con detenimiento. —Bienvenido, su majestad —susurró César lleno de sarcasmo El joven rey cayó de rodillas doblegado por el dolor que invadía su cuerpo. Apretó sus dientes mientras su mano derecha agarraba con fuerza su pecho donde un terrible dolor lo invadía. —¿Duele? —César soltó una carcajada al ver al frágil rey en el suelo— Pides verme y ahora solo caes al suelo. ¿Me estás pidiendo clemencia? —No —susurró Maximiliano entre dientes, pero César solo sonrió —Eres muy patético, su majestad, nuestro señor tenía toda la razón al decirnos que eres débil. ¿Hay algo más que deba saber?, —solo obtuvo como respuesta una mirada fría y enojada del joven rey— ¿me odias? Se empezaron a escuchar golpes a la lejanía con dolor el joven rey cerró sus ojos lentamente, los sonidos llegaban desde el gran muro. Estaban atacando el muro con ferocidad de pronto varias personas rodearon al joven rey mientras se reían de él. —Si quiere
Observó nuevamente al hombre frente suyo. Sonrió con triunfo. —Así que el gran rey ¿pide verme? —pregunto César sosteniendo en sus manos una gran espada, filosa y deslumbrante —¿Irás a verlo?, —pregunto Apolo obteniendo como respuesta un asentimiento— ¿qué crees que quiera? César dejó de sonreír para ponerse de pie. —Matarme o solo buscar paz, ya sabes lo típico de los reyes. Qué patético —sus cabellos rubios caían sobre su rostro con rebeldía mientras que su mirada estaba completamente atenta en la espada. La sostuvo del mango para hacer movimientos leves en el aire —César ¿tienes algo en mente? —pregunto Apolo observando a su compañero mover la espada —No dejaré que esos reinos sigan siendo para ellos, disfrutan, sonríen y gozan de algo que no les debe pertenecer. —de un movimiento la espada señalaba al joven Apolo, quien retrocedió asustado— ¿Acaso debemos dejarlos continuar así? —Apolo negó rápidamente— ¿Lo notas, mi querido Apolo?
Reino Thusrek Y ahí estaba él sonriendo con orgullo y felicidad. El carruaje se acercaba cada vez más y podía sentir los nervios consumir su cuerpo. Su hija llegaba por fin a su hogar con el corazón adolorido, pero con el amor que sus padres habían almacenado por años esperando su regreso. Los rumores sobre la aparición de la princesa Aranya corrieron por los tres reinos con rapidez, algunos esperanzados de pronto conocerla y otros confundidos mientras que la pequeña princesa observaba la ventana del carruaje con tristeza. ¿Cómo estará su majestad? ¿Cuándo podré estar junto a él? Eran las preguntas que retumbaban su mente a cada momento ni siquiera pudo dormir. Extrañaba poder dormir entre los brazos de su amado rey. Sentir su aroma colarse en sus fosas nasales y tranquilizar su respiración. El dolor en su corazón era inmenso. Sentía un vacío y la rareza que a su alrededor mostraba. Todo era nuevo.
La vida puede traer tantas sorpresas. Dolorosas. Buenas. Malas. Frías y otras simplemente te destrozan. Esmeralda no sabía que decir o hacer, sentía miedo, un miedo agobiante. Un miedo que no la dejaba tranquila. ¿Podría dejar de sentirlo? Ella no sabía que responder. Observó a través de su ventana con tristeza y dolor, era duro saber que durante años viviste alejada de tus verdaderos padres y que en tu niñez imaginabas sus rostros. Que soñabas con conocerlos en tus sueños, pero ellos solo eran un invento. Porque ellos esperaban por ti. En tierras tristes y melancólicas. La reina felina había sido muy atenta y cariñosa con ella, desde abrazos, besos y dulces palabras, pero entendía el dolor de su hija. ¿Qué seguía ahora? Aunque los días lucieran tranquilos el odio se mantenía oculto. Conseguir tranquilidad no sería tan fácil, una lágrima descendió por su mejilla acariciándola con melancolía apre
—¿Nos quedaremos aquí? —uno de ellos se colocó en el medio con los puños apretados y la mirada furiosa— Nosotros merecemos esas tierras, merecemos disfrutar de aquello. Nuestro paraíso. ¿Acaso dejaremos que ellos sigan disfrutando? —Debemos prepararnos bien —otro se puso de pie totalmente enojado —César ya es casi una semana que esos malditos disfrutan haber matado a nuestro señor —¡Cierto! —una de las mujeres grito —Entonces ¿qué haremos ahora? Dime Apolo. —sostuvo de los hombros al joven— Debemos prepararnos y darles una gran sorpresa Todos los presentes se observaron confundidos. —¿De qué hablas César? —Apolo pregunto suavemente —Ellos están celebrando, pero nosotros disfrutaremos aún más cuando aquellas tierras se tiñan de rojo. —se alejó del joven Apolo con una sonrisa— Pronto los tres reinos caerán, el mundo se teñirá de sangre —giró su cuerpo observando a todos— y nosotros disfrutaremos de nuestro paraíso. Solo esperemos
Las risas frenaron, las miradas se posaron en el joven de cabellera rubia que caminaba hacia ellos. Vasco observaba a Jacob profundamente, pero Jacob solo sonreía. Su torso desnudo relucía de rasguños y sangre. Sus labios conservaban una sonrisa. —¿Vas a felicitarme? —pregunto Jacob, una de sus fieles sirvientas apareció con un abrigo rojo acercándose a su señor Con suavidad empezó a colocarle el abrigo. —¿Por qué tanto silencio?, ¿acaso no vas a saludar a tu rey? —Vasco seguía con la mirada fría Giró acercándose al cuerpo inerte del lobo negro. Este relucía de sangre en su pelaje, su respiración era agitada y lenta. Estaba muriendo, pero aún tenía vida. —Jugaste sucio por eso ganaste —se colocó de cuclillas para acariciar al moribundo lobo —¿Jugar sucio? —Se de ese medallón, ese te dio más fuerza. Si ese medallón no estuviera en tu poder estarías débil. Aunque pensándolo bien, —se colocó de pie nuevamente— aún no ganas
Entonces el lobo negro aulló observando a su rival quien yacía más grande y deforme que él. Sus filosos colmillos escurrían saliva, su pelaje estaba erizado y sus ojos rojos resplandecían de odio. Ambos lobos se observaron en silencio mientras que los fieles sirvientes de Jacob dejaron sus formas lobunas para formar un círculo entre ambos. Maximiliano sintió miedo, pero no quería rendirse. Se prometió acabar con aquel ser que les arrebató la vida a sus padres, aquel ser que se escondió entre las sombras disfrutando el dolor ajeno. Por la memoria de mis padres. Por mi amada Esmeralda. Por mi hijo. Y fue ahí que ambos corrieron lanzándose uno encima del otro, el joven rey mordía con furia el lomo de Jacob mientras que esté yacía en el suelo, con toda su fuerza se puso de pie y de un golpe lanzó lejos el cuerpo del lobo negro. Este cayó gimiendo de dolor mientras que Jacob disfrutaba de aquello. ¿Acaso crees que una