Minutos después llegamos a los alrededores del Cerro. La carretera fue construida estratégicamente para conectarse con las rutas principales en Paraguay, pero es escasa la urbanización por estos lares, la mayor parte era habitada por cocoteros y colosos y añosos árboles que se extendía por todo lo largos y ancho del camino, es un lugar paradisíaco para los aventureros y exploradores que incursionan en estos tipos de bosques. Luego de parar el motor, dejamos los vehículos a un costado de la carretera.
⸻¿Cómo se sienten para entrar? ⸻indagué a los presentes.
⸻bien mi oficial, ⸻contestó Ramírez⸻ de primera vista impacta el lugar, es demasiado enmarañado por lo que se ve, temo que vamos a tardar un poco ahí.
⸻y, ojalá consigamos rápido lo que buscamos. Creo que fue buena idea traer a Remigio, el nos va a guiar, tengo fe en eso ⸻acoté al sub oficial.
⸻Sí, señor oficial, creo que vamos a llegar al fondo de todo esto.
Mientras conversábamos sobre el lugar observaba a Duarte, quien acomodaba su motocicleta en un barranco y la cubría con ramajes. Luego de que hubo cubierto su moto se acercó a la reserva y rápidamente encontró la entrada al cerro, bajamos del vehículo y avanzamos a pie para iniciar la misión. Observamos detenidamente la inmensa y boscosa vegetación y el lúgubre panorama que nos veremos forzado a recorrer. Los matorrales actuaban como barrera, para que los transeúntes no se aventuren dentro de él. Al deambular por su interior pudimos constatar lo majestuoso, preponderante y salvaje del follaje que cubría gran parte del camino y sus alrededores.
La serranía estaba cubierta por una niebla inimaginable, solo se podía ver lo que había a un radio de diez metros y al caminar se sentía la niebla por su densidad. Al mover las malezas se apreciaba el albergue de grandes cantidades de alimañas. Se podía observar las telarañas con un grosor extraordinario, a los escorpiones entre las piedras musgosas y mosquitos de gran proporción, que no nos dejaban en paz. Los hormigueros gigantes y los zumbidos de abejas, que se inquietaban por nuestra visita a sus dominios. El terreno de por sí era hostil, contaba con piedras afiladas, que estaban ocultas entre los ramajes y malezas a la altura de las rodillas. Blandimos los machetes para así tratar de combatir las malezas. Llegamos a donde se dividía la parte elevada y la boscosa. Decidimos continuar por la pendiente para poder visualizar el terreno. Escalamos con el equipo de alpinismo. Sosteniéndonos de piedras de una pendiente, avanzábamos en el pedregoso y estrecho pasaje. El cansancio nos dejó a mitad de camino, La oficial ayudante Ortega sugirió la aplicación del repelente a causa del mal estar que nos hacía pasar los mosquitos, y aprovechamos la pausa para hidratarnos. Una vez concluido los minutos de descanso seguimos el trayecto, para entonces escalar de nuevo y llegar a la punta, pero la naturaleza es indomable y solo podemos seguir al ritmo que ella ofrece.Al par que escalábamos con una soga amarrada al árbol nos ayudábamos entre sí, la mayoría llegaron al objetivo, solo Faltaba Ortega, con poca experiencia se sostuvo de una base inestable que cedió, las piedras cayeron entre su piernas, produciéndole cortes en ellas, la atajamos entre todos para continuar con la investigación ya que quedó tendida de una rama, la liberamos del embrollo y continuamos con la travesía. Llegamos a la cúspide de la colina, el terreno presentaba muchos desafíos, tanto que agotaría hasta a los atletas que preparan sus cuerpos día a día para alguna competición. Las energías ya eran bajas, las ganas de avanzar quedaron en el risco, pero no nos daríamos por vencidos. Nos sentamos sobre una roca gigante que se encontraba bajo los árboles que cubrían el cielo en esa ubicación. Estábamos en el centro de la zona donde pudiera ser explorado, lo demás se cataloga como sin acceso o con un bajo nivel de seguridad. Al observar el paisaje, no pude creer la belleza de una flora abundante, no se percibía desde donde comenzaba los mangales y donde terminaba las otras arboledas de ese sector, que eran unidas con los ramajes que colgaban y entre ellos los matorrales parecieran ser como una prisión natural. Sobre él, un cielo de pocas esperanzas, con una lúgubre y opaca sensación de terror, y en la lejanía bañaba las costas aquel lago ancestral, que separaba una superficie extraña y desconocida, que también debe ocultar algunos misterios como esta tétrica e inhóspita cumbre que nos otorga una atrapante magia.Tiempo después, luego de consumir los suministros que fueron entregados proporcionalmente, utilizamos el mapa respectivo a esta zona, para ubicar el probable lugar en el que fue hallado el cadáver y de ahí, si fuese necesario incurriríamos a adentrarnos en las fauces del bosque y recopilar evidencia, para sacar nuestras propias conclusiones. Situamos la zona cero a trecientos metros de nuestra ubicación actual, estuvimos analizando la manera más conveniente y práctica de llevar acabo esta búsqueda.⸻Creo que la investigación sería más rápida si hacemos grupos de dos, así como en el cuartel, también vamos a llegar a más lugares si nos dividimos ⸻ dijo Ramírez, quien estaba secándose el sudor del rostro.⸻buena idea⸻ dije esperando las respuestas de los demás.Todos apoyaron la idea del compañero, pero la Oficial Rodríguez tenía una expresión de inseguridad en el rostro, y creo que piensa en que el asesino puede volver, con propósitos de llevar u ocultar algún rastro del crimen, lo cual sería fatal, ya que al dividirnos corremos el riesgo de ser sorprendidos, pero aun así no opuso resistencia, ya que esa estrategia suele ser efectiva, solo restaba dividir los grupos como fuese más conveniente. *** Rompió el silencio el chasquido del encendedor Camel del suboficial Duarte, con el propósito de fumar el pitillo que estaba entre sus labios. ⸻ Muchas historias escuché de este lugar, tantas cosas malas se dice que pasó acá, legalmente ko no quería venir, pero me preocupé por ustedes, por eso vine. ⸻Dijo el pueblerino después de encender el pabilo en su boca.⸻ ¿Contanos, por qué decís eso? ⸻Indagó Rodríguez⸻ Muchas historias, nosotros lo que más manejamos es denso, no me van a creer, acá el bosque no deja que las personas salgan, ni que se haga cosas malas, inteligente es, y malo, muy malo ⸻dijo Duarte después de expulsar el humo del cigarrillo.⸻ ¿Duarte qué querés decir? ⸻repliqué.⸻Bueno, mejor que sepan, como hace quince años atrás por ahí entraron a trabajar en el cerro personas malas, avaras, querían explotar todo el cerro. Rompieron todo, sacaron piedras y otros creen que hasta oro y la naturaleza era macanada para sus máquinas, echaron muchísimos árboles, mataron muchos animales indefensos hasta que un día todos los personales murieron, se dice que uno de los trabajadores perdió el juicio y les mató. Algunos cuentan que un mito fue lo que le mató a todos, nosotros manejamos luego una información de que un mito vive acá y dicen que ese lo que mata, ese monstruo mató muchos indígenas legalmente, se dice qué. ⸻ ¡pará, pará ya! vos querés que te creamos, macanadas, vos sí que estás mal, la nicotina te está haciendo mal, atendena lo que decís ¿Cómo pio? ¡Los humanos nomás pueden hacer eso! Monstruo, cómo pio monstruo, no estás bien señor, disculpame que te diga, pero nosotros estamos acá para trabajar con seriedad. Dijo Ortega al ver que Duarte era un Suboficial. ⸻ Creo que es necesario que continuemos con el plan para poder terminar lo antes posible y Ortega quiero que pidas perdón al señor, él está ayudando, no quiero que se peleen, todos somos compañeros acá ⸻dije con seriedad.Pero en fin, no me convencía, aunque el hombre tenía algo raro en él, desde que le hablamos en la comisaría y ahora con una expresión de sinceridad, algo raro le sucedía, tiene una expresión de miedo y misterio en el rostro, voy a tener los ojos sobre él ⸻pensé mientras observaba a Ortega pedir disculpas a Duarte⸻.⸻Puede ser un hombre o un animal muy grande, pero yo no tengo miedo, si se pone agresivo le voy a reducir. Vamos a investigar, ya es hora de seguir, tenemos mucho terreno por recorrer y la hora pasa. ⸻Dijo Ramírez segundos después de lo que mandé hacer a Ortega.⸻ Claro, vamos ya, tenemos que volver antes de que anochezca, seguro muchos más bichos salen de noche, vamos a movernos... ⸻Señaló Rodríguez, quien estaba con la cara seria después de lo ocurrido con Duarte, agarró del brazo a Ortega y la separó de entre nosotros para regañarla.Una vez listos para seguir con la búsqueda, nos bajamos cautelosamente para que nadie salga lastimado y podamos trabajar sin preocupaciones. El sendero tenía bastantes piedritas las cuales provocaban desestabilidad en las suelas e los zapatos. El oficial Contreras se resbaló y llamó la atención de todos, sonriendo dijo una frase: ‘El hombre nunca cae y si llega a hacerlo, nunca lo hace por completo’, lo cual no ofendió a nadie y los colegas a carcajadas llegaron al tramo de itajeré, este tenía letreros, que resaltaban la frase ‘no salgas del sendero’, frase que el joven obvió.Caminábamos por los extensos senderos, los cuales se conectaban unos a otros. La humedad se hacía presente entre la maleza, cortamos el trayecto para bajar por una gran pendiente, donde colocamos sogas por árboles y con ellas bajamos con tranquilidad. Bajamos lentamente hasta un terreno más plano y desde ahí caminaríamos hasta el punto equis.Descendimos de a uno por una senda angosta y llegamos a un suelo más horizontal, desde ahí recorrimos en línea recta. Las malezas eran enanas, como si hubieran pasado por este lugar. Cautelosos caminamos y mirábamos la zona, por estos alrededores corríamos el riesgo de ser picado por algún arácnido o un reptil, tomamos varias precauciones ya que eso sería el final de la investigación, por que deberíamos derivarlo al puesto de salud más cercano si sucediese eso. Cada uno nos cuidábamos las espaldas y los que íbamos a los extremos, aparte de atender al compañero marcábamos los árboles con machetes, lo hacíamos para recordar el pasaje. Muchos obstáculos presentaba el bosque como; rocas sueltas, malezas y ramajes, que cubrían los costados de los senderos, también las paredes de árboles a los costados, estos impedían la entrada de la luz del sol en ocasiones. Analizamos los alrededores antes de llegar al lugar en donde se encontró el cadáver, lugar donde fue hallado el cuerpo, pero el trabajo fue obstruido por el crujido de unas ramas en donde la oscuridad reinaba. El panorama no dejaba ver con claridad, así que saqué una linterna y apunté hacia donde escuché el llamativo sonido. Quién anda ahí, quiero que salga a donde podamos verlo. Exigí a la nada. La duda se apoderó del ambiente. Los graznidos de los pájaros que pasaban volando eran más graves. La maleza se sacudía con demencia, me acerqué al incógnito. Di directivas para que Duarte me siguiera. Cada paso que dábamos hacia el arbusto emanaba del lugar una gélida sensación de peligro que paralizaba mis articulaciones, era el miedo que el bosque producía en mí. Moví las enmarañadas malezas para ver al lado contrario, pero para sorpresa mía salieron volando unos cuantos cuervos, los cuales se asustaron por mi imprudencia. Me cubrí el rostro para que no me lastimaran, me provocaron un gran susto, como a Duarte, quien pegó un grito y corrió de vuelta junto al grupo. Miré en el lugar donde se encontraban las aves de rapiña, había restos de un conejo del cual se alimentaban. Seguimos caminando, cada vez nos alejábamos más de la entrada y también del sendero que marcamos. La penumbra dominante del cerro se acercaba sobre nosotros, ya que el sol se ocultaba en el poniente. Observamos por todos los alrededores hasta llegar a un arroyuelo, este estaba oculto, presentaba mucha vegetación en sus orillas. Duarte se acercó con cautela a observar el terreno, al mover las malezas encontró una prenda de vestir descuartizada, pero aún se podía distinguir que pertenecía a una persona del sexo masculino, al tener su etiqueta intacta, es más, tal vez llegase a coincidir con el atuendo del joven, quien yacía postrado por estos alrededores. Se supone que la baja ocurrió en un radio de cien metros. El joven ensangrentado gateó para tratar de salvarse la vida, pero luego el verdugo lo arrastró, para después ponerle fin a su sufrimiento. Tétrico paisaje, donde los gritos se quedan atrapados con tu alma, ningún grito, ni clamado de auxilio logra salir por culpa de las espesas y añosas arboledas, que absorben los sonidos y así conspira atrapando cualquier sueño u esperanza de fuga. Ninguna súplica de piedad convencerá al ejecutor, ya que este lugar es el escenario perfecto para la muerte y más hiela la sangre el saber que el verdugo ingresa y escapa sin nombre. El lugar no dejará, ni revelará nada al exterior, lo que pasa bajo sus dominios se queda ahí, bajo su manto verde de terror y perdición.Llegamos a la zona cero, donde fue hallado el cuerpo, quien pagó con su vida el pecado de incurrir solo a esta majestuosa y aterradora obra de Dios. Era momento de encontrar pruebas para esclarecer el caso. Nos dividimos en tres grupos; Contreras y Rodríguez fueron hacia el sureste, Ortega y Ramírez fueron hacia el este y Duarte y yo hacia el noreste. Las piezas estaban listas para dar apertura al análisis o investigación de campo.Caminamos hacia la orientación pertinente, observando los mínimos detalles avanzamos con pasos sigilosos ⸻realmente no descarto la presencia del asesino por estos alrededores, temo a que volviese a borrar evidencia incriminatoria o trajera víctimas potenciales al matadero pensé⸻.Mientras caminábamos por el bosque recordaba que debíamos regresar a la hora acordada, dentro de dos horas aproximadamente, teniendo en frente esta prisión natural pregunté
Llegado las una y media de la madrugada escuché movimientos extraños entre los matorrales a diez metros de nosotros. Me levanté con mucha cautela, deslicé mi mano hasta mi cintura para desenfundar mi linterna y la otra mano para apoyar las yemas de mis dedos por mi arma. Caminé hasta el lugar, alumbré e investigué la zona. Empecé a abrirme paso entre la maleza, con cada avance se sentía movimientos muy frenéticos. Toqué con suavidad las ramas más gruesas del matorral, la abrí y de repente salieron volando murciélagos, que estaban errando por ahí, al comprobar de qué solo eran unos animales nocturnos los que despertaron mi curiosidad, me sentí más aliviado y fui de regreso a la tienda y no tardó demasiado en originarse otro estruendo, pero este era más salvaje. Escuché pasos que quebraban las ramas al correr, venía hacia mí. Saqué mi linterna esta vez junto con mi Jericho, alumbré y ordené a que se detuviera. Esperando a que se identifique me planté brioso y me quedé cauteloso. Los a
Se dirigían a la anhelada salida, no veía la hora de poder salir de aquí; pero en ese momento mi deber era volver en el lugar donde se encontraba Duarte, aún faltaba mucho para llegar en la tienda, pero los árboles parecían que cambiaban de posición, sentía que era adrede, estaba por perder la razón. Perturbaba mi tranquilidad las ramas y las espinas que se estrellaban por mi cuerpo y el alrededor comenzaba a oscurecerse, pronto no podré avanzar y temo dejar sólo a ese pobre hombre que lucha por su vida. EL canto de los grillos comenzaban a hacerse más constante, acompañado con los búho, los cuales observaban a lo lejos mi andar. De repente el viento azotó las arboledas e hizo volar algunas ramas hacia mí. Los árboles se inclinaban por las ventiscas, gracias a eso pude observar el cielo, estaba por llover. Apresuraré para estar con Duarte y resguardarme de la lluvia. Con mis últimas energías comencé a trotar para acelerar el paso, con zancadas evadía la maleza y las pied
Seguí los rastros del escape y al pasar por un montículo de barro vi algo realmente extraño, me refiero a una huella con garras, quién podría haber hecho esta cosa tan bizarra; una broma de mal gusto. Sentí un miedo inconmensurable, como cuando de chico veía las ventanas azotarse durante una tormenta. Seguí las migajas hasta llegar a un arroyuelo, era el mismo que seguimos cuando buscábamos a los otros compañeros. Caminé por la orilla esperando cualquier pista, hasta que vi algo realmente aterrador, era el cuerpo sin vida de uno de los tres que emprendieron el éxodo, me refiero al menor, estaba flotando en las costas del arroyo. Su infantil y frágil cuerpecito quedó varado entre las raíces de un árbol, el cual sobre salía en las aguas. Grité desesperado, no podía creer lo que mis ojos estaban presenciando, temblaba de impotencia, como al ver a esos niños desnutridos de África. Lo arrastré a tierra firme, observé el cuerpo desde la cabeza a los pies. Su rostro jovial e infantil
Horas más tarde, mientras mis colegas descansaban yo me encargaba de vigilar el perímetro. Soñaba con estar fuera de la reserva, frente a mi casa, limpiando el jardín, alimentando al gato de mi vecina y ajustando las tuercas de mi Ford, pero no, estoy acá, en medio de la reserva, con mucho miedo que el monstruo salga de la nada, por eso sujetaba con fuerza mi revólver, no permitiré que ataque a mis compañeros, ellos confían en mí. Los parpados me pesaban, luego de aguantar por mucho tiempo el sueño alucinaba y recordaba vívidamente mi pasado, varios acontecimientos volvieron a estar latentes en mi mente. La primera vez que me emborraché hasta perder el conocimiento, sucedió el primero de septiembre del ochenta y nueve. Salimos a hacer nuestra recorrida con un compañero, todo parecía normal, fuimos a comprar súper pancho de un carro de comida rápida, los recuerdos de esa ocasión. Mientras masticaba mi comida vi a una madre cruzar con su pequeña hacia nuestra dirección, mientras cerra
Trascurrieron varios días y desde ese entonces no hemos podido asearnos como corresponde. Los calzados húmedos, las ropas rotas y con un olor a traspiración, sangre y humedad no fueron un impedimento para avanzar. La fuerza de voluntad era la que nos impulsaba a continuar nuestro éxodo.Durante la siesta nos preparamos para partir, preparamos las últimas provistas que teníamos guardado y continuamos con la caminata hacia la gloriosa salida. Contreras iba adelante junto con Duarte y yo custodiada la retaguardia. Me encargaba de cuidara mis colegas y estar atento. Los hombres caminaban desganado y pausadamente, esperaba que encontráramos la salida, ya que Remigio no pintaba bien, pero puedo destacar la perseverancia de estos hombres, el instinto de supervivencia era lo que los mantenía firmes. Escruté a mi izquierda, cerré los ojos unos segundos y en tan solo un pestañeo observé la aproximación de un bólido, este se acercaba con demencia hacia mi integridad, era la bestia. Segú
Paso a paso nos dirigíamos al exterior, donde dejé estacionado la Ford, espero que no haya sido víctima de vandalismo o robo. El tiempo que eh pasado en la reserva fue largo y es un lugar con muy pocos visitantes. Me repuse para avanzar y sugerí a Contreras lo mismo, él solo bostezó profundamente y pegando los labios como para humedecer la boca, sacudió su camisa color beige ensangrentada y estiró las piernas en su lugar, seguía sentado, volví a pedirle que nos moviéramos, pero ignoró mi petición.⸻ Por fin, estamos muy cerca de la salida.⸻ Sí, pero debemos continuar lo antes para así salir ilesos de las garras de esa bestia, vamos Contreras.⸻ Ya no tiene caso ocultarte cosas, creo que a esta altura no importa quién sea el que salga. Quiero que compartas algo conmigo. ¿Te acordás lo que te conté? Me refiero a la desgracia de Rodríguez y el pequeño. Bueno, la verdad no he sido muy honesto contigo ⸻dijo mientras el viento despeinaba su ordenado y oscuro ca
El dolor de cabeza era agobiante, era peor que las migrañas que suelen invadirme a deshoras. Las imágenes eran como navajas en el cerebro, todos los pensamientos y recuerdos caían sobre mí y me inundaban. Uno de los recuerdos que pude revivir fue en aquel clima invernal, en donde salía a jugar con mis amigos de infancia, con una prenda parecida a una piyama azul con blanco y diseños de balones de fútbol. Salíamos a jugar con la cometa, con el viento sur a nuestro favor, recuerdo que el verde pasto serpenteaba con los soplidos y las brisas hacían silbar a los árboles. Estábamos en una plaza municipal a no más de dos cuadras de mi hogar. El cambio de clima generaba en mí reacciones alérgicas, haciéndome estornudar y aun así permanecía en el lugar, no quería desaprovechar la reunión con mis amigos. Añoro esos santos días idos, donde el reloj era el agotamiento. Atardecía y caían gotas de lluvia, garuaba, lastimosamente debía volver cuando sucedía eso. Recuerdo mi caminar, las gotas pun