11. Bajo sus garras

Trascurrieron varios días y desde ese entonces no hemos podido asearnos como corresponde. Los calzados húmedos, las ropas rotas y con un olor a traspiración, sangre y humedad no fueron un impedimento para avanzar. La fuerza de voluntad era la que nos impulsaba a continuar nuestro éxodo.

Durante la siesta nos preparamos para partir, preparamos las últimas provistas que teníamos guardado y continuamos con la caminata hacia la gloriosa salida. Contreras iba adelante junto con Duarte y yo custodiada la retaguardia. Me encargaba de cuidara mis colegas y estar atento. Los hombres caminaban desganado y pausadamente, esperaba que encontráramos la salida, ya que Remigio no pintaba bien, pero puedo destacar la perseverancia de estos hombres, el instinto de supervivencia era lo que los mantenía firmes. Escruté a mi izquierda, cerré los ojos unos segundos y en tan solo un pestañeo observé la aproximación de un bólido, este se acercaba con demencia hacia mi integridad, era la bestia. Segú

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