Caminando en escuadra avanzábamos por el hostil terreno, estábamos pendientes ante un posible avistamiento. La polución sonora de costumbre en los bosques iba disminuyendo al punto en que pudimos escuchar las inhalaciones y exhalaciones de los demás. Nos detuvimos y los nervios hervían nuestra sangre. Era un evento fuera de lo común, parecía que el bosque conspiraba y fallaba a favor del más fuerte. Nos reunimos y tratamos de mirar a todos lados para poder abarcar más terreno. El sudor caía de mi rostro. El Oficial Argüello me facilitó un arma blanca ya que estaba completamente desarmado. Él se quedó con su pistola tauro semiautomática y el Fiscal también tenía su arma, bien armados, aunque poco servía porque el monstruo era casi inmortal. Ellos me seguían el juego, aunque no estaban muy convencidos. Bajo la leve iluminación de la luna estábamos cautelosos, ante una posible aparición de la bestia.
Minutos después, de entre los árboles, escuché el crujido de algunas ramas. ⸻es
Con un ojo al frente y el otro cerrado seguía el sendero que desemboca a la carretera. Al despegar algunas malezas pude notar el brillo de la luna sobre el parabrisas de mi Ford del rey, el cual no fue hurtado, corrí con suerte, porque lo dejé abandonado algunos días, también pude ver la motocicleta de Duarte en el suelo y una patrulla, supongo que dejaron el helicóptero en un helipuerto adecuado y vinieron en ese automóvil, por eso tardaron en llegar.Una vez que estaba a fuera sentí que la densidad del aire se disipaba y quedaba atrás. Caminaba cojo de una pierna y cerraba un ojo con gestos de dolor, miraba a ambos lados y al sentirme con libertad miré atrás. La penumbra que reinaba en el lugar, la que nos acosaba desde el momento que entramos se quedó entre las ramas de los árboles, las cuales limitaban la reserva, Mientras que en las afueras, específicamente en la carretera la luna resplandecía y dejaba caer partículas resplandecientes parecidas a la plata. Era una
Manejé durante media hora hasta llegar a reducto, un barrio ubicado en la ciudad de San Lorenzo. Llegué al sitio como a las 2 de la madrugada. Aún recuerdo esa noche, la luna iluminaba como linterna las nubes, y estas ocultaban las estrellas. Las calles eran visitadas por una fresca brisa que erizaba la piel. Por más que hube tomado el baño, sigo percibiendo el olor de la sangre sobre mí. Y tal vez nunca se vaya esa sensación. Bajé del vehículo y lo estacioné a una cuadra de su vivienda, lo oculté y caminé por la vereda de su barrio, los canes anunciaban mi presencia, toqué el timbre de la casa en cuestión la 125, la muralla contaba con rejas dominada por las enredaderas que trepaban por ellas y la ventana de la casa ocultaban el interior con cortinas oscuras. Miraba de reojo las avenidas, el reflejo de las farolas en los charcos me distraían, pero la oscuridad de los callejones traían a mí recuerdos, frescos, recientes y de terror que me erizaba la piel y me enseñaba que aún estaba
aún recuerdo su dulce voz cuando me preguntó.—Cariño, debo ir a trabajar. hay café en en la tetera. puedes servirte cuando gustes. pero, ¿te encontraré al volver?medité antes de dar una respuesta. no quería darle falsas ilusiones. aunque a quien engañaba era lo que deseaba con ansias. quedarme en un lugar y disfrutar. pero, debo limpiar mi nombre no puedo permitir que esto quede impune. debo regresar y pelear contra mis fantasmas. Ya lo hice una vez. ocupé nuevamente la casa donde sufrí en silencio. la casa donde me crié junto a mi madre, ya que mi padre nos abandonó. a mí y mis hermanos. si no fuera por la fuerza de voluntad determinación no sería el profesional que soy hoy en día. un poco desaliñado, con problemas alimenticios, pero un buen ciudadano, que paga sus impuestos.le dije que volvería, pero como es sabido mi profesión no es certera. y más en las circunstancias en la que me encontraba. luchar contra un ser que ni en la put* vida se cruzaría por la mente de una persona nor
Llegamos al domicilio de Guachiré, Soto bajó y kos pidió calma, que el pobre tiene sus días de desvarío y no podemos entrar por entrar a su vivienda, ya que seríamos cadáveres antes de pronunciar Mississippi. En consecuencia avanzó con lentitud por el caminero del portón hasta el pórtico, lanzó su arma en el césped y levantó las manos para llegar hasta ahí. una vez frente tocó la puerta. esperando a que el hombre camicase haga su aparición, pero nadie se manifestaba, todos empezamos a dudar si el seguía viviendo ahí, ya que la vivienda era precaria, le faltaba mucha atención. Prácticamente parecía estar abandonada. después de varios intentos Soto dio vuelta y avanzó hasta su arma para así salir del lugar, pero escuchamos un silbido, emulando el graznido de algún tipo de ave. algo como CHICHU, CHICHU, CHICHU-CHU. Soto se detuvo de estrépito. miramos a todas partes y sacamos nuestras armas, ya que no sabíamos si la vida de El detective corría peligro. Soto volvió a alzar las manos y far
Nos estacionamos junto a la catedral, me dirijí a la parte trasera del vehículo. El viento ondeaba mi campera y mis pantalones, se avecinaba una tormenta. Espero que seamos la calma dentro de este mal. que nuestra intervención sirva para salvamos muchas vidas. mi cabello cubría mi rostro, tapaba mi vista, no podía observar las armas. pero al mirar con detenimiento mi cabellera pude observar que ya eran más dominantes las mechas blancas. Las canas me invadían. ya estoy viejo. Acomodé mi peinado para atrás y tomé un AK 47, una nueve milímetros, un calibre 38 y una escopeta pajera. las cargué dentro de mi estuche me santigué frente al portal e ingresé al templo. recuerdo que mis tacones producían un ruido particular contra la baldosas del monasterio. tock, tock, tock. El eco volvía y retumbaba con más fuerza era inminente mi llegada al altar, dónde estaba la figura de nuestro señor en la cruz. Acomodé mi flequillo que cayó sobre mis ojos y me arrodillé a dar algunas plegarias.–Hijo mío.
El misterio hiela la sangre como las noches de invierno en las calles de Asunción. Las avenidas, parques, escuelas y cementerios guardan un sinfín de historias, las cuales deja pasmado a cualquiera. Luego de que uno es afectado por tal acontecimiento ya no logra conciliar el sueño, depende de los demás para sentirse seguros y poder llevar una vida. Los misterios y miedos que genera lo paranormal son algo único, un camino sin retorno, una vez en el baile no queda más que bailar, y buscar alguna solución para salir de aquel impío mal que nos aqueja, ya que si no acaban contigo tarde o temprano tus seres queridos pagarán el precio.En Paraguay lo sobrenatural es tomado como algo real, pocos son los que se atreven a enfrentar lo oculto y menos son los victoriosos. El tabú afecta a todos, desde los lactantes que los padres buscan la bendición de Dios con el bautismo para ellos, hasta los difuntos qu
Asunción, 22 de Junio del 2000.—Sin perder el tiempo agradezco por la máquina Canon Typestar 110, un presente de parte de un viejo amigo, por lo que pude observar es del 89. Trabaja a electricidad, es bastante parecida a la que tenía en mi dependencia, pedí permiso para usarlo en mis tiempos libres en la pequeña biblioteca de la institución en donde permanezco recluido. Aunque no está permitido hicieron una excepción ya que era un ex colega.Agradezco todo lo que están haciendo, aunque con la tinta y el papel solo hago que resuciten muchos miedos y sentimientos de añoranza, de culpa e impotencia. Si estuviese en mis manos volvería el tiempo atrás para abortar esa horrorosa misión.Ciertamente los barrotes son fríos y solitarios, como se relata en las películas de crimen. La vida aquí es insípida, la felicidad se ve a través de la ventana, pero no llega a impregnarnos con ella. Mi tiempo frente a la máquina son sagrados, luego del aseo, a las 05:00 p.m. me dan
Me dirigí a Rodríguez de Francia y O’Leary, dirección en donde estaba ubicada la oficina de mi colega, dicho lugar quedaba aproximadamente a 12 minutos en vehículos o veintidós cuadras a pie, fue a la primera persona a quien contacté. Siempre me culparé por lo sucedido, yo la conduje a su muerte. Aún recuerdo la gélida ventisca que viajaba en zigzag en el estacionamiento, al caminar bajo la lluvia sentía como reventaban las gotas sobre mi cabeza, rápidamente me cubrí con mi maletín y corrí por el estacionamiento por un largo y estrecho sendero. La lluvia era constante y muy extensa. Los tacones de mis suelas sonaban de manera particular al estrellarse contra el piso de concreto, era algo como toc, toc, toc. Sentía los calcetines húmedos. ⸻que mal, y pensar que tengo que estar así todo el día dije en voz alta⸻ Fruncí las cejas mientras trotaba sobre piedra triturada, en breves lapsos de tiempo solo se escuchaban las gotas de lluvia