Parte 6

La Enfermedad, La Cura y Nuestro Amor

      Aquella tarde, Armina me castigo gracias a él chismoso de Chirstopher Densan, y créanme que lo odie aún más. Me prohibieron hasta andar por el jardín, y tras esto la rebeldía que se me había aplacado durante la estadía de los Segels había vuelto, y no le hablaba a tía Armina, ya que no me había dejado defenderme. No salía de la biblioteca, más que a comer y allí a veces estaba sola y a veces me acompañaba el tío Vicent a quien una tarde, picada por la curiosidad le pregunté:

—Tío, ¿A dónde va cuando, sale?

—Al pueblo— contestó y mirándome dijo—Habías demorado en preguntar pequeña rebelde.

—Jajaja, pero ¿Qué haces?—reí y continúe mi interrogatorio.

—Bueno soy el que da las malas noticias, como la que recibiste, por ejemplo, lo siento querida—respondió con tristeza.

—No te preocupes tío, parece que los Segels y los Petersen, marcados por las tragedias.

     Vicent, solo

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