Capítulo 377
Al borde del cráter, Tiberio bajaba con sumo cuidado a Marta hacia el interior del abismo.

Anabel, de pie junto a él, sentía estrujado su corazón. Aunque Marta estaba asegurada con una cuerda, Anabel no podía evitar preocuparse por la posibilidad de que cometiera un pequeño error e inevitablemente cayera.

Luego de un rato, la figura de Marta desapareció de su vista, adentrándose por completo en las profundidades.

Solo entonces Tiberio se dejó caer al suelo, respirando aliviado: —Espero que Marta regrese sana y salva. —

Al levantar la vista, notó que Anabel seguía mirando el borde del cráter, absorta por completo en sus pensamientos.

—Anabel, ¿en qué piensas? —preguntó Tiberio.

Anabel volvió en sí y, de repente, preguntó: —Tiberio, ¿es cierto que el amor en este mundo puede ser tan poderoso?

Tiberio, intrigado, se preguntó por qué hacía esa pregunta.

Anabel continuó: —Debo admitir que Marta me ha impresionado demasiado.

—Para encontrar al señor González, una joven frágil como ella ha so
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