Capitulo 538
Al parecer, Kevin había tomado a Juan como alguien con malas intenciones hacia Amapola.

—Te has equivocado, solo soy el guardaespaldas que tu hermana contrató, —respondió con firmeza Juan, sin molestarse en dar más explicaciones, dejando así una simple frase antes de alejarse.

Rumbo a la Calle de las Apuestas en Puerto Lúmina.

Al llegar, Juan notó que la calle estaba casi desierta. Había unos pocos puestos y algunos vendedores dispersos. Era evidente que en la era de internet, estos negocios no eran tan exitosos como antes. La mayoría de las personas ya conocían muy bien el truco, y el lugar había perdido su antiguo atractivo, lo que resultaba en una atmósfera de quietud y desinterés.

A un lado de la calle, un anciano cuidaba su puesto y, al ver que Juan se detenía un momento, su rostro se iluminó.

—Joven, ¿quiere probar suerte con una piedra?

El anciano se acercó con entusiasmo, agitando una piedra en su mano, con una mirada ansiosa que parecía que en cualquier momento quisiera obliga
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