Entre murmullos y risas contenidas, todos empezaron a señalar a Kevin, burlándose sin compasión.—¡Miren, miren! Decía que de esa piedra saldría un jade de alta pureza, ¡jajajaja! ¡Y no es más que un simple montón de piedras inútiles!—¡Vaya espectáculo que ha montado! —se burló uno de los presentes.—¡Exacto! ¡Esto es demasiado gracioso! —añadió otro, entre carcajadas.—Parece que el famoso ojo del dueño de esta subasta clandestina no es tan impresionante después de todo, ¿no es así? ¡Está al nivel nuestro!El rostro de Kevin estaba desencajado. La incredulidad se reflejaba en sus ojos mientras retrocedía unos pasos, tambaleante, hasta caer sentado en el suelo. Parecía haber perdido por completo el norte.¿Cómo podía ser posible?Nunca había cometido un error como ese. Aunque la suerte siempre jugaba un papel importante, Kevin estaba convencido de que tenía un buen criterio para evaluar jade.Amapola, al observar el impacto que esto causaba en su hermano, no pudo evitar sentirse incóm
—Bueno, no se puede decir que este tipo esté siendo injusto. Al fin y al cabo, este muchacho dijo que asumiría la responsabilidad. Pero, vamos, comparar un material de un millón con otro de mil eso es algo realmente absurdo.El público, que no se perdía ni un detalle, comenzó a murmurar entre ellos, cada vez más intrigado.—¡Qué aburrimiento! —recriminó Juan con indiferencia mientras daba media vuelta, dispuesto a marcharse.Lo que pudiera salir de aquella piedra que había comprado no era un problema, ya que nadie entre los presentes parecía tener conocimientos avanzados sobre el tema. A lo sumo, podrían pensar que se trataba de una simple gema. Sin embargo, si algún practicante de artes de cultivo llegaba a reconocer lo que contenía, podría desencadenarse un gran alboroto.—¡Juan! Si hoy no abres esa piedra frente a todos, te aseguro, en nombre de esta subasta clandestina, que jamás podrás comprar material alguno en toda la calle de apuestas de piedras de Puerto Lúmina —amenazó Kevin
Cuando volvió a abrir los ojos, el sonido del cuchillo rozando la superficie de la piedra llenaba por completo el ambiente. Cada corte era preciso, decidido, y con cada movimiento, la expectativa de los presentes crecía de forma asombrosa.No pasó mucho tiempo antes de que se revelara una pieza de jade de alta calidad. Con cuidado, el dueño de la tienda tomó la piedra preciosa, la colocó en un recipiente y vertió agua sobre ella para limpiar los residuos de polvo. Luego, la levantó cuidadoso hacia la luz del sol, dejando que los rayos iluminaran su interior. Un resplandor rojo, vibrante y cálido, atravesó la magnífica gema, deslumbrando a todos los presentes, quienes apenas podían mantener los ojos abiertos ante semejante brillo.Al escuchar la exclamación del dueño de la tienda, toda la calle quedó en absoluto silencio. Todos los que estaban allí clavaron la mirada en la piedra, fascinados por su belleza inigualable. Era una joya que muchos habían soñado encontrar, una de esas que, po
Después de todo, alguien ya había conseguido cortar un jade de alta calidad. Para muchos presentes, esto no solo era motivo de admiración, sino también una especie de aliciente. Sin embargo, lo que parecían olvidar era que esta clase de suerte no estaba con facilidad al alcance de todos.El dueño de la tienda, con cierta renuencia, sacó una caja de embalaje cuidadosamente preparada. Con delicadeza, colocó el jade de alta calidad en su interior, asegurándose de que estuviera perfectamente protegido. Luego, con una sonrisa forzada pero cortés, se lo entregó respetuoso a Juan.—Chico, gracias por tu visita. Espero verte en una nueva oportunidad por aquí para cortar más piedras. La próxima vez, te daré un descuento del cincuenta por ciento.—Gracias, jefe. Por cierto, quería preguntarte algo: ¿sabes de dónde proviene esta piedra? —preguntó Juan en voz baja mientras tomaba la caja.El dueño de la tienda pareció sentirse incómodo al escuchar la pregunta.—Joven, eso es algo complicado. Las p
Juan, al ver que el anciano no solo se apropiaba de su piedra, sino que además pretendía —enseñarle una lección—, perplejo no pudo contener su ira.—¿Crees que por ser mayor no me atrevería a golpearte? —dijo con una frialdad que helaba por completo el aire.Al instante, se lanzó contra el anciano con un golpe directo. Su puño impactó con tal fuerza que el viejo fue empujado varios pasos hacia atrás, incapaz de resistir el ataque.Con un movimiento rápido y decidido, Juan alargó con fuerza la mano y recuperó el jade de alta calidad que el hombre había guardado en su cintura.—Viejo descarado, si intentas algo más, no me culpes por quitarte la vida —añadió furioso, su voz cargada de advertencia, al notar que el anciano intentaba levantarse de nuevo.En ese momento, Kevin, que había permanecido en silencio hasta ahora, intervino:—¿Sabes siquiera quién está frente a ti? Déjame decírtelo: no solo es una figura prominente en esta calle de apuestas, sino que en todo el mundo de antigüedades
—No pasa nada, mientras el malentendido haya quedado resuelto. Aunque sé sobre el cumpleaños del líder de la familia Delgado, todavía no tengo una invitación. ¿Cree que podría ayudarme con eso, Blas? —dijo con humildad Juan, aprovechando el momento para avanzar en su meticuloso plan.—Eso está hecho. Dentro de unos días puedes venir conmigo a la celebración. Te presentaré personalmente —respondió Blas, aceptando entusiasmado de inmediato, dejando claro que llevaría a Juan a la residencia de la familia Delgado.—Entonces, así quedamos. En cuanto a este jade de alta calidad, será mi obsequio para la celebración. Me temo, Blas, que tendrás que buscar algo más para impresionar al anfitrión —dijo Juan con una sonrisa irónica antes de despedirse.Kevin se acercó asombrado a Blas y, después de intercambiar algunas palabras en voz baja, rápidamente alcanzó a Juan para continuar siguiéndolo.Mientras caminaban, Amapola no pudo evitar preguntar, rompiendo el silencio:—Hermano, ¿cómo pudiste hac
Juan dio un paso al frente, con una mirada aguda, y preguntó:—¿Qué más desea el señor?El anciano levantó una ceja con cierta picardía, y mientras respondía, ya había extendido su mano hacia Juan, casi rozando su pecho.—Creo que llevas algo interesante contigo, joven.Si hubiera sido una mujer quien lo tocara de esa forma, Juan quizá habría sentido otra cosa. Pero siendo simplemente un anciano quien realizaba aquel gesto tan atrevido, la situación le resultaba incómoda y francamente extraña.Con un movimiento rápido, Juan sujetó la muñeca del anciano. La piel bajo sus dedos era flácida y los huesos se marcaban bajo la delgada capa de carne.—¿Qué significa esto? —preguntó Juan con seriedad, manteniendo la mirada fija en él.El anciano soltó una breve carcajada, una risa seca y astuta.—En nuestro bar, quien viene a pedir algo siempre deja algo a cambio. ¿Qué tal si me das ese objeto? —El hombre señaló con un dedo el pecho de Juan, justo donde guardaba la piedra espiritual.Juan afiló
Esa tal Amapola… Antes la perseguí con insistencia, pero después de que me soltara una sarta de insultos que casi me dejó sordo, perdí todo interés por ella.Ahora Amapola claramente está de mal humor, ¿para qué acercarme a ella?—Pues si tú no vas, yo sí lo haré—respondió el pequeño matón, mientras se alisaba un poco la ropa y caminaba directo hacia ella con un aire fingidamente refinado.—Señorita, ¿puedo invitarla a tomar algo? —preguntó con una sonrisa que pretendía ser encantadora.Amapola, con los ojos entrecerrados debido al alcohol, levantó cautelosa la mirada para identificar al hombre que se le acercaba. Aunque estaba bastante ebria, todavía podía distinguir claramente quién estaba frente a ella. Sin dudarlo dos veces, soltó un seco:—Lárgate.Sin embargo, el hombre actuó como si no hubiera escuchado. Se acomodó en el asiento a su lado con una confianza desbordante.—Beber sola es tan aburrido, ¿no sería mejor si tuviera compañía?Amapola tanteó la mesa hasta encontrar una bo