Capitulo 551
Juan dio un paso al frente, con una mirada aguda, y preguntó:

—¿Qué más desea el señor?

El anciano levantó una ceja con cierta picardía, y mientras respondía, ya había extendido su mano hacia Juan, casi rozando su pecho.

—Creo que llevas algo interesante contigo, joven.

Si hubiera sido una mujer quien lo tocara de esa forma, Juan quizá habría sentido otra cosa. Pero siendo simplemente un anciano quien realizaba aquel gesto tan atrevido, la situación le resultaba incómoda y francamente extraña.

Con un movimiento rápido, Juan sujetó la muñeca del anciano. La piel bajo sus dedos era flácida y los huesos se marcaban bajo la delgada capa de carne.

—¿Qué significa esto? —preguntó Juan con seriedad, manteniendo la mirada fija en él.

El anciano soltó una breve carcajada, una risa seca y astuta.

—En nuestro bar, quien viene a pedir algo siempre deja algo a cambio. ¿Qué tal si me das ese objeto? —El hombre señaló con un dedo el pecho de Juan, justo donde guardaba la piedra espiritual.

Juan afiló
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