No importaba cuánto se intentara subir el precio, al final era una simple piedra sin valor alguno, y el precio no debería de exceder lo pagado anteriormente.Juan no se apresuró a ofrecer una cifra; en lugar de eso, dejó que fuera Bruno quien propusiera un monto.—Te lo dejo claro: esta piedra me costó cinco mil dólares. Dejé ahí todo lo que tenía para tabaco de este mes. Si no le subes mil más, olvídate, no te la vendo.Ante semejante afirmación, la multitud soltó una combinación de risas y susurros. Todos habían visto cómo la piedra había sido cortada hasta quedar en pedazos, y claramente no había mostrado ni el más mínimo brillo o indicio de jade.—Vamos, no hagas una locura, —dijo en un tono de voz baja uno de los que había charlado antes con Juan, intentando impedir que cometiera un grave error comprando algo que ya parecía un completo chiste.Las miradas reprobatorias y los gestos de incredulidad continuaron. Era evidente que todos pensaban que este extranjero había caído en las
Una piedra por diez mil dólares… No tenía sentido alguno hacer algo así, ¿verdad?Pero, sin importar lo que la multitud opinara, a Juan no le afectaban sus comentarios. Sonriendo, aceptó los fragmentos de piedra que le entregó el dueño de la tienda, y de todos ellos, tomó aquel que contenía la piedra espiritual.—Señor, ¿le gustaría abrir la piedra aquí mismo? —preguntó el dueño mientras le entregaba los fragmentos.Juan no tenía intención alguna de abrirla allí; de lo contrario, dada a la naturaleza de Bruno, seguro surgiría algún problema. No era que Juan temiera el conflicto que se le avecinaba si esto sucediera, pero los problemas innecesarios prefería mejor evitarlos. Viendo que el grupo de espectadores no se alejaba, Juan guardó los fragmentos de la pierda y comenzó a alejarse.Justo en ese momento, notó que Amapola y su hermano Kevin estaban cerca.—¡Amapola! ¿Ese no es tu guardaespaldas? ¡Qué risa! Ahora entiendo de quién hablábamos… sólo alguien realmente torpe haría algo así,
—¿Devolverla? Oye, chico, ¿qué clase de expresión es esa? Déjame decirte que esta piedra la compré en la sección de alta gama con Amapola. Me costó un millón de dólares, y seguro que contiene algo de valor. No tan tonto soy como tú, que gasta dinero en comprar los desechos de otros.Existen cantidad de variedad de piedras, y el jade de alta pureza es una de las más costosas dentro de las piedras preciosas.—¿Y si resulta que no tiene nada? —comentó Juan con una sonrisa tranquila.—¡No digas tonterías! ¿Tú quién te crees? He pasado mucho tiempo en este negocio, y nunca he fallado en elegir una buena piedra. Amapola, dime que crees en tu hermano, —respondió Kevin, claramente molesto por la duda de Juan.Como dueño de una casa de subastas clandestina en Puerto Lúmina, ¿cómo podría permitirse que su ojo crítico fallara?—Amapola, si confías en mí, vámonos y dejemos a este insolente con su ignorancia a un lado, —dijo Kevin, mostrando su desprecio hacia Juan.—Claro que confío en ti, hermano
Kevin se rio y le dijo al dueño de la tienda: —¡Corta, hombre! Si sale algo bueno, seguro que no te faltará recompensa alguna.—¡De acuerdo! —El dueño, viendo la posibilidad de un buen negocio, se preparó ansioso para cortar la piedra, escupiendo un par de veces a cada lado de la mesa por suerte.Ya con la mano sobre la palanca de la cortadora, el dueño observó las caras expectantes a su alrededor, sintiendo cómo la presión crecía cada vez más sobre él.—Voy a empezar por las esquinas.Las esquinas son las partes más pequeñas y menos valiosas, así que dibujó unas pequeñas líneas con un lápiz en cada una y colocó la piedra en la máquina, listo para cortar.Cuando cortó el primer borde, solo apareció una capa de polvo gris y opaco, sin ningún indicio de jade. Si realmente se tratara de jade de alta pureza, ya debería haberse visto algo.El dueño de la tienda empezó a dudar al respecto, pero aún así tomó un poco de agua de un recipiente cercano y la derramó sobre la superficie de la piedr
Entre murmullos y risas contenidas, todos empezaron a señalar a Kevin, burlándose sin compasión.—¡Miren, miren! Decía que de esa piedra saldría un jade de alta pureza, ¡jajajaja! ¡Y no es más que un simple montón de piedras inútiles!—¡Vaya espectáculo que ha montado! —se burló uno de los presentes.—¡Exacto! ¡Esto es demasiado gracioso! —añadió otro, entre carcajadas.—Parece que el famoso ojo del dueño de esta subasta clandestina no es tan impresionante después de todo, ¿no es así? ¡Está al nivel nuestro!El rostro de Kevin estaba desencajado. La incredulidad se reflejaba en sus ojos mientras retrocedía unos pasos, tambaleante, hasta caer sentado en el suelo. Parecía haber perdido por completo el norte.¿Cómo podía ser posible?Nunca había cometido un error como ese. Aunque la suerte siempre jugaba un papel importante, Kevin estaba convencido de que tenía un buen criterio para evaluar jade.Amapola, al observar el impacto que esto causaba en su hermano, no pudo evitar sentirse incóm
—Bueno, no se puede decir que este tipo esté siendo injusto. Al fin y al cabo, este muchacho dijo que asumiría la responsabilidad. Pero, vamos, comparar un material de un millón con otro de mil eso es algo realmente absurdo.El público, que no se perdía ni un detalle, comenzó a murmurar entre ellos, cada vez más intrigado.—¡Qué aburrimiento! —recriminó Juan con indiferencia mientras daba media vuelta, dispuesto a marcharse.Lo que pudiera salir de aquella piedra que había comprado no era un problema, ya que nadie entre los presentes parecía tener conocimientos avanzados sobre el tema. A lo sumo, podrían pensar que se trataba de una simple gema. Sin embargo, si algún practicante de artes de cultivo llegaba a reconocer lo que contenía, podría desencadenarse un gran alboroto.—¡Juan! Si hoy no abres esa piedra frente a todos, te aseguro, en nombre de esta subasta clandestina, que jamás podrás comprar material alguno en toda la calle de apuestas de piedras de Puerto Lúmina —amenazó Kevin
Cuando volvió a abrir los ojos, el sonido del cuchillo rozando la superficie de la piedra llenaba por completo el ambiente. Cada corte era preciso, decidido, y con cada movimiento, la expectativa de los presentes crecía de forma asombrosa.No pasó mucho tiempo antes de que se revelara una pieza de jade de alta calidad. Con cuidado, el dueño de la tienda tomó la piedra preciosa, la colocó en un recipiente y vertió agua sobre ella para limpiar los residuos de polvo. Luego, la levantó cuidadoso hacia la luz del sol, dejando que los rayos iluminaran su interior. Un resplandor rojo, vibrante y cálido, atravesó la magnífica gema, deslumbrando a todos los presentes, quienes apenas podían mantener los ojos abiertos ante semejante brillo.Al escuchar la exclamación del dueño de la tienda, toda la calle quedó en absoluto silencio. Todos los que estaban allí clavaron la mirada en la piedra, fascinados por su belleza inigualable. Era una joya que muchos habían soñado encontrar, una de esas que, po
Después de todo, alguien ya había conseguido cortar un jade de alta calidad. Para muchos presentes, esto no solo era motivo de admiración, sino también una especie de aliciente. Sin embargo, lo que parecían olvidar era que esta clase de suerte no estaba con facilidad al alcance de todos.El dueño de la tienda, con cierta renuencia, sacó una caja de embalaje cuidadosamente preparada. Con delicadeza, colocó el jade de alta calidad en su interior, asegurándose de que estuviera perfectamente protegido. Luego, con una sonrisa forzada pero cortés, se lo entregó respetuoso a Juan.—Chico, gracias por tu visita. Espero verte en una nueva oportunidad por aquí para cortar más piedras. La próxima vez, te daré un descuento del cincuenta por ciento.—Gracias, jefe. Por cierto, quería preguntarte algo: ¿sabes de dónde proviene esta piedra? —preguntó Juan en voz baja mientras tomaba la caja.El dueño de la tienda pareció sentirse incómodo al escuchar la pregunta.—Joven, eso es algo complicado. Las p