El tipo abre los ojos de par en par, me mira completamente sorprendido al verme molesta o tal vez que le parece increíble que alguien tan bajita como yo le hable de esa forma. En cualquier caso, está sorprendido, pero esa sorpresa desaparece siendo reemplazada por una enorme sonrisa seguida de una estruendosa carcajada. Estoy tan enfrascada en mi situación con este hombre, que no estoy segura si el viejo barquero ya llegó.
Siento un ligero golpe sobre mi cabeza, enseguida volteo a ver de qué se trata y una gran sonrisa se posa sobre mis labios al ver a Caronte parado a mi lado, se nota confundido por la risa del invitado no deseado.
— ¡Caronte! — Exclama feliz. — ¿Te lo puedes creer? Me acaban de decir que estoy loco— Unas lágrimas de alegría se le escapan de los ojos y le cuesta mucho hablar, incluso respirar le parece una tarea difícil.
Ahora el viejo me mira con los ojos abiertos de par en par, ladeo un poco la cabeza por su reacción; no entiendo porque se sorprende, sabe que soy honesta con lo que pienso. Sin previo aviso, el vejestorio me jala con fuerza de la oreja, haciendo que suelte varios quejidos de dolor.
— ¡Jovencita que grosera eres! — Me reprocha con severidad.
Trato de hacer que el viejo me suelte la oreja, pero me tiene muy bien agarrada y cada intento es en vano, de hecho, me aprieta con más fuerza. Muy seguramente mi pobre oreja va a quedar roja.
—Dejala Caronte, ella tiene razón— Su risa va cesando poco a poco, hasta estar completamente calmado, de momentos toma grandes bocanadas de aire. —Cuando vine a este mundo por primera vez, me pareció un lugar bastante solitario, teniendo en cuenta de que las personas mueren todos los días, los Campos Elíseos eran un simple prado lleno de flores, muy bonito, pero bastante solitario.
Caronte deja de jalarme la oreja, mira al hombre con asombro mientras le da unas suaves palmaditas en la espalda; ¡Yo todavía sigo confundida! ¿¡Quién es ese hombre?! Resoplo con fuerza y me sobo mi oreja, dedicándole un puchero al barquero.
—Sigue con esa labor tan fantástica que haces, ninfa, tú le das vida a este lugar tan triste— Me dedica una cálida sonrisa. —Sabes... me causas mucha curiosidad, creo que, a partir de ahora, vendré más seguido.
Sin darme tiempo a reaccionar o de decirle algo, él se aleja de nosotros, dejando una estela de misterio y confusión atrás. Ladeo un poco la cabeza y frunzo el ceño, todavía me sigo sobando... el viejo se pasó de fuerza conmigo esta vez.
— ¿Quién era ese tipo tan raro? Me dio un poco de repelús— Me froto los brazos con algo de fuerza mientras regreso la vista a la larga cola.
— ¿No te dijo quién era? — Pregunta sorprendido.
—No, por eso te pregunto a ti— Suelto una queda risa.
—Bueno, no importa, sigamos con nuestra labor—
Con el día terminado, decido irme a descansar, estoy muy cansada de tanto ir y venir por el río, pero, sobre todo, por estar entregando óvalos a las almas.
A la mañana siguiente, me arreglo como todos los días, en esta ocasión, he decidido usar una guirnalda dorada, mi hermana mayor me hizo el favor de peinarme esta vez... bueno, en realidad me peina todos los días.
—Minte, no sabes cómo adoro tu cabello verde… me das un poco de envidia—
Me carcajeo con bastante fuerza y miro de reojo a mi hermana; ella no tiene nada que envidiar. Me levanto de mi banquito y le doy un fuerte abrazo.
—Tu cabello dorado es hermoso hermana, no veo porque tenerle envidia a mi cabello, además tú eres la más hermosa de todas las Cocitias—
Ambas salimos de la cueva y nos vamos a hacer nuestros deberes. Llego hasta donde se encuentra el viejo Caronte y miro con atención la ausencia de almas.
— ¡Parece que las cosas arriba se han tranquilizado! — Grito entusiasmada.
Caronte pega un brinco en su lugar para luego reprenderme como de costumbre, yo no puedo evitar reírme a pesar de que me están regañando.
— ¡Chiquilla traviesa! —
Curiosa e intrigada, miro en dirección hacia la entrada del Inframundo, un pequeño suspiro se me escapa y una sonrisa se dibuja en mis labios. Por mi mente se pasan miles de preguntas.
—Viejo, ¿Nunca te has preguntado que hay ahí arriba? —
—No, no es un lugar para mí, nací para estar resguardando este lugar—
Su respuesta me deja enojada, incluso algo indignada. Resoplo y me cruzo de brazos, frunciendo el ceño y arrugando la nariz; a veces, el viejo puede ser muy amargado, como ahora, pero hay veces que es muy amable.
—Eres muy amargado Caronte—
—Y tú eres una chiquilla muy inquieta—
Su mano huesuda se posa sobre mi cabeza y me despeina sin piedad, esto hace que resople con fuerza, esperando que con esto me deje tranquila, pero no ocurre y sigue haciéndolo. Trato de alejarlo, pero me es imposible.
—Parece que se divierten mientras trabajan—
La voz del hombre de ayer nos interrumpe de forma repentina, haciendo que Caronte aleje su mano y de un paso atrás; gracias a los dioses que me ha dejado tranquila... mi peinado se ha ido al Inframundo.
—Y a ti te gusta interrumpir a las personas— Le reprocho un poco enojada. — ¿Qué haces aquí? ¿No tienes nada que hacer? — Me cruzo de brazos y curvo los labios enojada.
—No mucho, no como ayer— Suelta una estruendosa carcajada. —Tranquila pequeña ninfa, no he venido a molestarte ni interrumpir tu día, sólo quería ver como estaban las cosas por aquí, es todo—
Ambos nos miramos directo a los ojos, él tiene una expresión serena y relajada, yo por mi parte me encuentro un tanto molesta por su presencia, parece que quiere mantenernos vigilados y no sé porque.
—En fin… iré a revisar el río— Me acerco a la orilla del río con algo de flojera. —Nos vemos luego viejo, si encuentro algo interesante te aviso—
Me tiro al río y empiezo a andar por él como siempre lo hago. Para aquellos que no estén hechos para esta labor, meterse en este río es demasiado peligroso ya que hace desaparecer las almas de aquellos que se meten, además de que está muy oscuro, no logras distinguir nada de lo que tienes enfrente de ti, pero como estoy hecha para esto no me da miedo y soy inmune a sus efectos dañinos.
—Sabes, deberías esperar a que te contesten antes de irte, es de mala educación dejar a tus invitados—
Me detengo en seco al oír la voz de aquel hombre, miro hacia mi lado izquierdo y veo aquel hombre, asustada salgo a la superficie del río mientras lo tomo del brazo para luego llevarlo a la orilla.
— ¿¡Que haces aquí?! Estar en este río es peligroso—
El hombre me mira curioso mientras se tiende sobre la orilla, su cabello escurre agua dándole un toque sexy y sensual.
—Te lo acabo de decir, me dejaste ahí parado con la palabra en la boca—
Suelto un bufido de enojo mientras miro al hombre furiosa, me acerco a él lista para meterle una buena bofetada ya que por su culpa podría meterme en problemas con mi padre.
—Sólo regrese para pasar tiempo contigo, eres la primera criatura del inframundo que parece amable y muy sociable—Me detengo en seco al oír eso y mi enojo se desvanece por completo, puedo sentir como mis mejillas se ruborizan un poco y me pongo algo nerviosa.—Ohhh… bueno… gracias— Le digo apenada. —La verdad es que tenía toda la intención de meterte una bofetada por semejante tontería, pero me has dejado muy impresionada por tus palabras que el enojo se me ha ido— Suelto una carcajada.Él me mira sorprendido mientras se levanta del suelo, se sacude la túnica negra y me dedica media sonrisa.— ¿De verdad me hubieras abofeteado? —— ¡Claro! — Exclamo feliz mientras me acerco un poco a él. —Tu imprudencia me podría costar un regaño y castigo de mi padre, pero viendo que estas como yo, vale la pena—— ¿Cómo tú? — Ladea la cabeza.—Sí, es difícil encontrar a alguien amable y sociable en este lugar, claro que existen pero debido a mi deber es muy complicado para mí irme y conocer a otras
Luego de recorrer los campos, nos acostamos entre las flores y miramos el cielo estrellado, hacemos varias figuras uniendo las estrellas como si fueran puntos, la brisa es fresca y al mismo tiempo cálido, me acerco un poco más al hombre y me acomodo cerca de él.—Es precioso este lugar—Pongo mis manos enfrente y las veo con mucha atención, como si fueran algo nuevo.—Es verdad, es muy hermoso— Se le escapa un leve suspiro.Tomo una gran bocanada de aire y la dejo salir con suavidad, apoyo mi cabeza sobre su pecho y apoyo mi mano sobre él, un suspiro se me escapa y cierro los ojos.—Este día ha sido perfecto—Escuchar los latidos de su corazón me relajan y me dan unas ganas terribles de bostezar, trato de evitarlo pero no puedo, me es imposible.Luego de un rato me despierto, para mi sorpresa veo que estoy en mi cama dentro de mi hogar, me siento en la orilla y veo todo a mi alrededor tratando de recordar cómo es que llegue aquí, pero la verdad es que no tengo idea de cómo vine.Me ar
Cuando por fin logro conciliar el sueño, mi hermana mayor nos despierta a todas para que nos arreglemos para ir a hacer nuestros deberes. Yo asustada por mis sentimientos decido hacerle la que no escuche y fingir que sigo durmiendo.— ¡Minte, arriba! — Me grita al oído entusiasmada.Gruño enojada mientras pongo mi almohada por encima de mi cabeza, no quiero tener que levantarme y afrontar mis sentimientos, pero tarde o temprano tendré que hacerlo, sólo espero que el hombre no venga hoy al río para que me dé tiempo de ordenar mis ideas.De mala gana me levanto de la cama y me arreglo a regañadientes, como siempre, mi hermana me arregla el cabello, peinándolo con suavidad y trenzándolo con delicadeza. Una vez que termina me dice que me vaya a hacer mis cosas.Me levanto del banquillo y salgo de la cueva, me tiro al río y empiezo a hacer mis deberes, como era de esperar me encontré con varias almas tratando de cruzar pero como era de esperar, se desvanecen en el río para nunca más volver
Caída la noche me acompaña de regreso a casa como de costumbre.—Me la pasé de maravilla Hades——Yo también mi pequeña Minte—Pone una de sus manos sobre mi mejilla y la acaricia con suavidad, cierro los ojos y me dejo llevar por la sensación de tranquilidad y calidez que él provoca en mí, cuando aleja su mano, siento como un vacío se origina en mi corazón dejándome desolada, aunque sé que mañana lo veré no puedo evitar sentirme sola.—Te veré mañana——Está bien, cuídate mucho y descansa—Nos despedimos con un tierno beso, cuando nos separamos nos cuesta mucho alejarnos, pero al escuchar la voz de mi padre que proviene dentro de la cueva decido alejarme de él para correr adentro antes de que salga enojado.Estando en mi cuarto, las miradas de mis hermanas me incomodan, me miran con impaciencia y se sientan sobre mi cama.— ¿Qué? —Las miro con el ceño fruncido mientras ellas sueltan suspiros de enamoradas.—Venga… sabes el que—Todas sueltan risitas mientras esperan a que hable.—Pues
Pone una de sus manos sobre mi espalda baja y la otra sobre su mejilla, para luego depositar un beso apasionado en mis labios, sus manos acarician mi espalda con suavidad.Separo un poco mis labios y lo miro directo a los ojos.—Hades… tenemos que irnos—Su rostro está levemente ruborizado, sus ojos se posan sobre mis labios y sin hacerse esperar me vuelve a besar. Puedo sentir como el calor de nuestros cuerpos aumenta de golpe, sus labios poco a poco se empiezan a deslizar por mi cuello de forma apasionada.—Hades…— Susurro su nombre llena de placer.—Minte… mi amada Minte… y-yo… nunca he estado con una mujer… a diferencia de mis hermanos, yo soy inexperto en estos asuntos, de verdad quiero estar contigo, pero tengo miedo de echarlo a perder—Tomo su rostro con ambas manos y beso suavemente sus labios.—Entonces… descubramos juntos ese nuevo mundo—Me levanta del suelo haciendo que rodee su cintura con mis piernas, besa mi cuello con suavidad deslizando con delicadeza la fíbula dejan
—Tío Hades, no te enojes… simplemente vengo a traer un mensaje de mi padre Zeus—— ¿Qué quiere el molesto de mi hermano? A diferencia de él yo tengo cosas que hacer y estoy demasiado ocupado como para tener que atender a sus estúpidos mensajes——Entiendo señor del inframundo, pero dice que espera a que en esta ocasión asista a la fiesta ya que es el cumpleaños de su hija Perséfone——Sí, si… dile que iré y que no me vuelva a molestar con estupideces como esta——Muy bien tío, le daré tu mensaje de inmediato—Hermes me mira sorprendido y luego me dedica una pequeña sonrisa, al oir el gruñido de Hades, se retira enseguida, desapareciendo en una suave brisa tal y como llego.—Parece que tienes que asistir a otra fiesta— Rio de forma disimulada.Me acerco a él y pongo una de mis manos sobre su hombro, apretándola suavemente.—Retírense—Sus consejeros se van a paso apresurado, si bien es cierto que Hades es un hombre paciente y amable, cuando se enoja es todo lo contrario, muy contadas vece
—Bueno…— Se queda callado por un rato. —Es que… bueno Hera…—El dios de los cielos no sabe que contestarle a su hermano mayor, miro de reojo a Hades y esté no le quita la vista de encima a su hermano menor, que se limita a rascarse la nuca de forma nerviosa. Tomo de la mano a mi amado y él regresa a tener esa expresión suave y tierna que lo caracteriza estando conmigo.—Por cierto hermano, te presento a Minte, mi mujer—Al salir de semejante situación incómoda, Zeus me voltea a ver y me da un apretón de manos.—No sabía que estabas casado con una ninfa——No estamos casados, vivimos juntos— Le contesto de forma amable.Zeus guarda silencio, ahorrándose sus comentarios por nuestra situación, luego nos invita a disfrutar de la fiesta, del vino y la comida. Mientras buscamos una mesa, él recorre la vista a los invitados— ¿A quién buscas, cariño? ——A mi hermana Hera y como era de esperar… ella no está aquí, eso quiere decir que no estaba de acuerdo con la fiesta de la hija de Zeus, es un
Luego de un rato el dios que fue a buscar a la festejada llega acompañado de una mujer de cabello negro, largo hasta la espalda baja, algunas flores adornan sus cabellos, su túnica es de un color amarillo cálido con bordados de flores en las orillas, su piel bronceada le da un toque exótico a la mujer.Miro de reojo a mi amor y veo que tiene los ojos abiertos de par en par, ladeo levemente la cabeza y le tomo de la mano sacudiéndolo levemente, parpadea varias veces y me voltea a ver confundido.— ¿Estas bien? ¿Quieres volver al inframundo ya? — Pregunto preocupada.—No, estoy bien—Me suelta la mano de forma brusca y se aleja de mí, lo miro extrañada mientras veo cómo se va acercando poco a poco a sus otros hermanos, los suficientemente cerca para ver mejor a los tres.—Por cierto ninfa, no me dijiste tu nombre——Me llamo Minte— Contesto un poco apenada por no haberme presentado antes. —Un gusto Diosa Hera—Ella me toma de la mano y me lleva lejos de ese alboroto.—Descuida, mis estúp