Capitulo 3

(Minela)

<<—No, por favor, Vladlem, no lo hagas, no me hagas daño. —lloro aterrada, su mirada colérica solo me provoca temor por mi vida. Esta loco, su sonrisa me dice que nada estará bien. Miro a mi alrededor, no tengo a donde ir para poder escapar de sus garras.

—Entiéndelo Minela, eres mía, Fedrek no tiene ningún derecho sobre ti. — por más que trato de evitar que se me acerque este me toma por mi cabello para tirarme a la cama con todas sus fuerzas. No pongo resistencia, no puedo luchar contra él. Vladlem es un hombre grande estimo que mide algunos dos metros, piel blanca, su cabello y sus ojos tan negros como la noche. Mis miedos se adueñan de mi cuerpo al sentir como este sube a la cama aprisionándome entre el colchón y su cuerpo.

—No hice nada, Vladlem, por favor, no me hagas daño, te lo pido. —cómo puedo me arrastro por la cama hasta quedar lejos de él—. Te prometo que no volveré a dirigirme a él, ni a ningún otro hombre, pero no hagas nada de lo que te puedas arrepentir. —este ríe fuerte y hala mis piernas haciendo que quede acostada para él subir sobre mi cuerpo, esta vez pinchando mis brazo con sus rodillas. Siento el primer golpe en mi rostro. Lloro, lloro fuerte, pero nadie me escucha. La música hace eco por todo el club nocturno donde nos encontramos celebrando el éxito del último evento de pasarela de los hermanos Kersakov. Esa es su fachada de hombres empresarios.

—Grita perra, grita y llora que esta noche harás lo que yo te pida. —Vuelve a golpear mi rostro y solo puedo asentir esperando que esto lo complazca y deje de golpearme. Lo veo bajar la cremallera de su pantalón y cierro mi boca fuerte. Vuelvo a forcejar en valde no puedo con su peso sobre mí.

—No te pienses lista cuando eres una pendeja. Entiéndelo, solo respiras para darme placer, eres mía Minela Santomar, solo a mí me pertenece esa boca, esas tetas, ese coño caliente y ese culo, son solo míos y necesito que lo entiendas. —me da cachetadas con su miembro—. Abre la m*****a boca. —dice tomando con sus mano mi mandíbula para abrirla a la fuerza.>>

Despierto con lágrimas en mis ojos. Me arropo de pies a cabeza y comienzo a llorar fuerte. Los recuerdos de esa noche no me dejaran vivir en paz. Solo sirven para recordarme que estoy marcada y m*****a por Vladlem Kersakov.

Salgo de mi cama veo que los primero rayos del sol comienzan a salir. Mejor me quedo despierta. Voy a mi bolso de mano para buscar algo de ropa y me doy un reconfortante baño para alejar los malos espíritus de mi pasado. Me miro al espejo y acaricio mi rostro con tristeza. Ya mis ojos no se iluminan, ni mi sonrisa es tan real como lo era antes de que todo pasara. Antes de que tuviera que abandonar todo para poder vivir tranquila.

—Cuando te perdiste en ese mundo Minela. ¿Cómo llegaste a ese punto? —tomo unas tijeras que encontré en un cajón y comienzo a cortar mi cabello. Lo llevo a mis hombros. Miro el lavabo lleno y solo puedo sollozar—. Esta —me señalo en el espejo— es tu nueva vida, recuerda que Minela se fue para siempre con este cabello, ahora eres Mikeila, Mikeila Brumint. La vida te ha dado otra oportunidad lejos de los hermanos Kersakov, no lo dañes, no lo arruines. No pienses en ellos. No le des cabida a seguir haciéndote daño.

Me arreglo, no entiendo por qué antes de salir había guardado una paleta de sombras pequeña con los colores que tanto me gusta. Me pongo un poco de labial y vuelvo a mirarme en el espejo. No sabía que mi cabello corto se llevaría tan bien con esta nueva vida. Sonrío ante el espejo, aunque mi alma este muriendo del dolor tengo que forzarme a sonreír para que esta carga sea más llevadera.

Tomo mi bolso y bajo antes que Martha llegue a mi puerta para avisar que el desayuno está listo. Es la única comida que sirven en las tardes hay que comprar en un restaurante o cafetería.

—Buenos días. —digo viendo a la adorable mujer en la recepción.

—Señorita Brumint —le sonrío amablemente.

—Por favor dígame Mikeila. —esta llega hasta mí y me da un fuerte abrazo. Mi corazón se arrugó. “Dios dame fuerza para no desmoronarme en este momento”— suplico al cielo, mis ojos se llenan de lágrimas, no recuerdo desde cuando no recibía un abrazo tan cálido como ese. En mi ciudad solo deje a una amiga, Lourdes, de cariño le decíamos Lulú. Ella y Fedrek fueron quienes me ayudaron a escapar esa m*****a noche que no me deja en paz.

—Estas hermosa. —dice la mujer mayor y le sonrío agradecida—. Ahora ve a desayunar ya están por servirlo.

Asiento y voy directo al comedor donde tomo café y algunas tostadas. Vuelvo a mi habitación para lavarme la boca y darme el ultimo retoque para empezar mi primer día de trabajo.

Estoy nerviosa, nuca he trabajado en una oficina. Antes de llegar aquí trabajaba como modelo de ropa interior de la fábrica de los hermanos Kersakov. No tengo familia, esta murió en un accidente de tránsito, me crie con mis abuelos que murieron de vejes dejándome totalmente sola. Mi única amiga me habló de las buenas regalías que me daba trabajar de modelo para la compañía de los Kersakov. Sin saber a lo que me estaba exponiendo. Era una red de narcotraficantes y mafiosos que lavaban su dinero con diferentes fábricas. Además, realizaban subastas y secuestraban chicas para sus fines. A muchas como a Lulu y a mi nos llevaron engañadas con la oferta de regalías por modelar. Y fue asi hasta que Vladlem se obsesionó conmigo. Sus hermanos Bustrel y Jaclob son sus socios en ese sucio negocio. Suspiro al recordar todo ese pasado que tanto dolor me causa.

—Vamos Minela tienes que olvidarte de tu pasado. —me digo frente al lujoso edificio del señor Jarist. Trato de poner mi mejor sonrisa, soy una mujer feliz o al menos eso debo aparentar para ganar este trabajo. Me encuentro con un hombre vestido de guardia de seguridad.

—Disculpe, estoy buscando a Hiram Flory, el señor Jarist me dijo que pasara hoy a firmar un contrato. —el hombre asiente y me deja pasar.

—Suba directamente al quinto piso, allí encontraras a Flory. —Asiento.

Tomo el ascensor, estoy nerviosa. No puedo evitarlo. Espero que no sea nada complicado lo que me toque hacer. Es cuando me arrepiento de no haber estudiado una profesión de oficina. Yo me conformaba con limpiar pisos y baños. La caja de metal se abre dejándome ver el lujoso piso. Encuentro a una mujer muy hermosa.

—Buenos días, busco a Hiram Flory. —digo tímida, no quiero causar mala impresión mi primer día.

—Claro, ya le aviso que lo busca … —la chica me mira esperando que concluya su oración.

—Mikeila, Mikeila Brumint. —digo rápido, no saben el trabajo que me ha costado acostumbrarme a mi nuevo nombre, pero, aunque no es más bonito que el que me pusieron mis padres, va bien conmigo.

—Bien, Mikeila, soy Sofia la secretaria de Flory. —le sonrío a pesar de ser una hermosa mujer es muy accesible. Se de muchas que se creen que tienen le cielo merecido y hay que rendirle pleitesía.

—Un placer —contesto con una sonrisa más relajada. Esta avisa a Flory que estoy aquí y este no me hace esperar.

—Buen día señorita Brumint, ya Kolen me informó de su contrato, por favor siéntese. – me señala la silla frente a mí.

Después de que este me explica mis deberes que no son tantos como pensé subo directamente al piso del señor Jarist. Veo a una pelinegra que contrario a Sofia es muy creída.

—En que te puedo ayudar. —dice sin dejar de mirar la pantalla de la computadora.

—Soy la nueva asistente del señor Jarist. —esta al fin me mira de arriba abajo y sonríe, pero no era una sonrisa cortes. No, para nada, su sonrisa se me pareció a la de Samantha, la bruja, como le decimos Lulú y yo.

—No sabía que tendría ayudante. —dijo y asiento, me imagino que ella pensó que como la otra se había ido de maternidad pues se había quedado sola con su trabajo.

—Sí, el señor Flory me dijo que subiera a ponerme a disposición del señor Jarist. —digo y la veo hacer una mueca. Ella va a decir algo más, pero en ese momento escuchamos el tono del ascensor. Miro hacia allá y lo veo salir con una sonrisa encantadora. Ese hombre es muy sexy, su mirada picara, su sonrisa que derrite el corazón más frio. Su caminar tan seguro de sí. Y su forma de vestir, tan única.

—Kolen —dice la pelinegra tomando la agenda en su mano. Pues es cierto que los empleados lo llaman por su nombre como él me comento ayer.

—Romina, que no nos interrumpan. Pasa Mikeila, tenemos mucho trabajo. —dice y lo miro extrañada. Romina cae sentada con la boca en O.

—Con permiso, señorita Romina. —digo porque ni el apellido sé, no fue digna de presentarse como se supone.

—Por favor Mikeila cierra la puerta. —ordena el señor Jarist y corro a hacer lo que me pide—. Ya Hiram te explicó que trabajaras aquí, conmigo. Quiero que sepas que solo yo soy tu jefe. Mi secretaria es eso, mi secretaria, no tu mayor. —asiento—. Tu trabajo es fácil, mantener mis necesidades al día, si deseo café iras y me prepararas café, si entra una llamada y estoy ocupado con una persona tú lo contestas, muchas veces Romina las pasa sin preguntar si quiero o puedo contestar. —Vuelvo a asentir—. ¿Alguna pregunta? —Niego—. Pues bienvenida a mi empresa. —le correspondo con una sonrisa más relajada. No entiendo porque mirada me da paz y tranquilidad.

—Gracias señor Jarist no se va a arrepentir por esta oportunidad que me da para trabajar para usted. —camina hasta mí.

—Eso espero, no arrepentirme de haber confiado en ti Mikeila, ahora a trabajar. Búscame un café, por favor que sea negro y sin azúcar. —acaricia mi cabello y frunce el ceño—, ¿Te cortaste el cabello?

—Sí señor, esta ciudad es caliente y vengo del frio, el cabello me causa calor. —miento, pero no puedo decir la verdad a mi nuevo jefe.

—Te queda muy bien, también. —sonrío algo avergonzada, su cercanía, aunque me hace sentir un poco incomoda y hasta nerviosa. Salgo de la oficina para ir directamente la oficina. En cuanto salgo Romina entra a la oficina. Yo no digo nada, de seguro va a decirle algo importante. Sigo con mis labores.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP