(MINELA)
—¡Última parada, pueblo Groundfield! —escucho al chofer gritar, saliendo de mis cavilaciones. Soy la única que queda en este autobús. Miro mi reloj que marca las once y cincuenta de la noche. De seguro el chofer ya está cansado y debe volver a su casa. Tomo mi mochila de mano, es la única pertenencia que traigo conmigo. Mis más preciadas pertenencias se quedaron en donde nunca voy a poder regresar. Camino sin rumbo, busco en mi pequeño bolso viajero la dirección del hotelillo que me dijo un hombre que estuvo sentado a mi lado en el autobús, este bajó algunas paradas antes, en un pueblo cercano llamado Groundgrild. Leo en el papelillo —123 carlie st. –Suspiro cansada, he viajado medio país para llegar aquí. La esperanza llega conmigo, tengo miedo, sí, pero sé que mientras mantenga un perfil bajo ellos no podrán encontrarme. Camino hasta encontrar la tienda de antigüedades que me comentó que encontraría de frente. Ahí doblo a mano izquierda encontrando la calle que este me ha mencionado en el papel. Me detengo frente a un edificio lujoso, sus cristales polarizados y su barras plateadas me dan una idea de que es una compañía muy poderosa. Jarist inc., niego triste al pensar si pudiera encontrar un trabajo allí, aunque sea de limpia pisos. No me importa de que sea el trabajo, solo necesito poder trabajar. El edificio tiene en su puerta el número 127, suspiro satisfecha porque estaba cerca de mi objetivo, poder separar una habitación para descansar. Mis ahorros aun me dan para al menos una semana si como me dijo el hombre la encuentro a un módico precio, de lo contrario aun dejando de comer solo me daría a algunos días. Llego a un edificio no tan lujoso, pero muy limpio, sus paredes color hueso, cuadros de paisajes y una recepción hecha en madera muy humilde, pero hermosa decorada con flores. —Buenas noches, ¿En qué le puedo ayudar? —pregunta la recepcionista del Groundfield motel. —Necesito una habitación. —contesto inmediatamente. La chica que mastica gomas de mascar con la boca abierta y haciendo burbujas con esta, me regala una cálida sonrisa y entrega una llave. —Son cuarenta y cinco lulares. —mira el reloj en la pared—. Tiene hasta las ocho de la mañana para marcharse, su habitación es la ciento dos. Sube las escaleras y camine dos puertas a la izquierda allí encontrara su habitación. —dice mientras saco el dinero para pagar. El hombre que me lo recomendó tenía razón es muy económico. Con ese costo puedo vivir dos semanas con mis ahorros. Asiento a todo lo que me dijo, no entendí ni papas, por lo rápido que hablo, pero subo las escaleras, que de todo lo que dijo fue lo único que entendí. Allí ya buscaré la habitación. Cuando al fin la encuentro, me quito los zapatos. Estaba loca por deshacerme de ellos. La habitación no es grande, pero para descansar es estupenda. El suelo esta alfombrado, tiene una cama grande y un televisor pequeño. Entro al baño y enciendo la ducha, la graduó para que salga el agua caliente. Enseguida los cristales del baño empiezan a empañarse. Me quito mi vestido de estampados de flores y entro a la ducha, suspiro aliviada y suelto mi cabello para lavarlo, este cae hasta mi cintura. Debo recortarlo con urgencia. Si quiero empezar una vida nueva, debo comenzar por un cambio completo. Cierro mis ojos, pero solo los recuerdos hacen acto de presencia. Mis lagrimas comienzan a bajar por mi rostro. Me sujeto de los barandales de impedido que hay en el baño. El dolor en mi pecho me aturde, dejar a mis seres queridos a miles de kilómetros de distancia duele, pero se los prometí y no puedo dar marcha atrás. Llegué aquí para comenzar una vida desde cero, sin recuerdos, ni pasados. Hacer una vida lejos de todo lo que una vez me hizo mal y eso haré. Me terminé de bañar y salgo con una toalla cubriendo mi cuerpo y la otra secando mi cabello. Llego hasta la cama, me quito la toalla y la tiendo en la silla disponiéndome a descansar, cierro mis ojos para entregarme a los brazos de Morfeo, con la esperanza de poder dormir, pero la pesadilla vuelve a mí. —Minela tienes que irte. Tienes que alejarte de aquí. ¡Ya! —ordena y niego una y otra vez. Mis mirada cristalizada miraba toda la escena con horror. —Pero… —miro mis manos teñidas del color carmesí de la sangre que cubre al hombre frente a mí—. No puedo dejarte aquí. —hipeo tratando de aguantar los sollozos. —Tienes que hacerlo, por ti, por mí, por todos los que te queremos. —Miro hacia todos lados—. No lo pienses, busca tus ahorros, algo de ropa y sal de aquí ahora. Toma el primer autobús que encuentres y no mires atrás. Si es preciso cruza fronteras, pero por ningún motivo llames, no uses tus tarjetas, ni tu pasaporte. —asiento aturdida mientras lo veo caminar hasta la salida hasta donde fue a su oficina y volvió con un pasaporte falso—. Toma, úsalos para sacar una identificación en el lugar al que decidas comenzar, al pasaporte solo tienes que añadirle la foto. —leo los documentos. Mikaela Brumint, 23 años, Color de ojos: azul cielo, Piel: Blanca, Cabello: Rojo. Origen: Bulgaria. —Ahora ve por tus cosas y que Dios reparta suerte. —lo abrazo fuerte, no quiero irme y dejarlo solo, no quiero irme sabiendo que puede ser carnada de esos malditos hombres. Despierto agitada cuando escucho que tocan la puerta de la habitación. Tomo mi reloj que esta sobre la mesa. Las siete y cuarenta. Maldigo por lo bajo, estoy desnuda así que grito que voy. Me pongo lo primero que encuentro en mi bulto, otro de mis vestidos de verano y me lo pongo rápido, abro la puerta encontrando a una mujer mayor con una hermosa sonrisa acogedora y cálida. —Señorita, en diez minutos tenemos desayuno, solo serían cinco lulares más. —Sonrío y asiento. Se ve una señora encantadora. —Ya bajo, muchas gracias por avisarme. —cierro la puerta para terminar de arreglarme, voy a dejar mi ropa aquí, voy a ver si puedo rentar la habitación por una semana, si en ese tiempo no consigo trabajo voy me muevo a otro pueblo para probar suerte. Me pongo mis zapatos, lavo mi boca y bajo al comedor, pero antes paso por recepción encontrando a la misma señora que me despertó. —Hola, soy Min… Mikeila Brumint, me gustaría rentar la habitación que estoy ocupando por una semana completa. —La señora sonríe viendo que puede hacer en el computador. —Solo puedo por cinco días, el próximo fin de semana hay festival y las habitaciones ya están separadas. —Asiento, es tiempo suficiente para saber si me establezco aquí o sigo mi camino. —Por mi perfecto. —la señora teclea algo en la computadora y me vuelve a mirar—. Son doscientos veinticinco, se supone que te cobre el doble, pero como en la semana es muy lento no voy a hacer eso contigo, se ve que eres una buena mujer y no traerás problemas a mi motel. —dice la señora dejándome saber que ella es la dueña. —Muchas gracias por su confianza, ahora voy a pasar por el comedor para tomar mi desayuno y salir a conocer el pueblo. —le regalo mi mejor sonrisa. Estoy más tranquila sabiendo que tengo un lugar seguro a donde llegar en lo que consigo un trabajo. —Oh por supuesto, mi nombre es Martha, soy la dueña y cocinera de este pequeño refugio nocturno. —le ofrezco mi mano para sellar nuestra presentación. —Es un placer Martha. —me despido y voy directamente al comedor donde veo a dos chicas como de mi edad sirviendo la comida. Había un pequeño buffet con la comida típica del lugar. Miro todo, se ve delicioso, mi estomago reclama alimento ya que lleva más de dieciséis horas sin probar bocado. Al fin, me decidí por algo normal para mi paladar, un café con huevos revueltos no quería experimentar y que luego no me gustara, no soy de comer mucho, con lo que me sirvieron tengo para todo el día. Lo pedí para llevar, así guardo para la noche, por eso de que no puedo estar despilfarrando mi dinero. Es domingo y no es que haya mucho que hacer, me di un refrescante baño y salí para conocer la ciudad. Esta todo abierto, parques, cafeterías, y tiendas de ropa. Me quedo mirando un vestido hermoso, negro de encajes y un escote hermoso en V. Estoy consciente que no puedo aspirar a ese tipo de vestido, son muy costosos y en mi situación no podré comprar nada de ropa hasta dentro de muchos meses. Eso sería en caso de que encuentre un trabajo y no me encuentran primero, suspiro cansada. Si me encuentran si no voy a tener que volver a huir y esta vez si Dios me debe acompañar porque los ahorros no me duraran toda la vida. Camino por el parque viendo algunos niños correr y jugar. Todo es tan diferente aquí, tan bonito. Estoy tan absorta en mis pensamiento que no me doy cuenta de que ya no estaba en el parque si no frente al enorme edificio que vi cuando llegué al pueblo. Me quedo mirando con la ilusión de poder trabajar allí, cuando de pronto tropiezo con un cuerpo. Sus brazos me toman de la cintura y mi cuerpo tiembla por completo. No me atrevo a levantar mi rostro, mi corazón comienza a latir fuerte. No puede ser él, ya no está, él no existe. Minela reacciona, él ya no puede maltratarte. —escucho que me dice mi conciencia y le hago caso, el ya no me puede dañar. Me volteo sin levantar mi mirada, lo primero que veo son sus zapatos lustrosos, su pantalón de vestir color gris. ¿Quién se pone un pantalón de vestir un domingo? —me pregunto. Subo poco a poco la mirada hasta su camisa y su saco. Sigo mi camino con mi mirada y es entonces que me encuentro con unos hermosos ojos café, que me miran interrogantes. — ¿Quién eres? —su voz. Su m*****a voz me hizo estremecer completa. No me gustó sentirme tan vulnerable. Respiro profundo reprendiéndome mentalmente. Aunque su mirada es limpia y cautivadora, su sonrisa es una de esas que te hacen estremecer, no puedo confiar en ningún hombre. No después de haber vivido todo lo que viví hace algunas semanas atrás. Nunca podre pensar en nadie de forma amorosa o para una relación. Estoy manchada por la marca del pecado. < > una palabra totalmente prohibida para una mujer como yo, soy de esas mujeres que estamos marcadas por el destino para nunca encontrar la felicidad y mucho menos el amor. Mujeres a las que no se nos permite soñar con un príncipe que dé la vida por nosotras. Por segundos no supe que decir, mi razón me abandonó en ese momento. Se me ha hecho tan difícil acostumbrarme a la idea de mi nuevo nombre, de mi nueva identidad y vida lejos de todo lo que conozco. —Mi … Min… —cierro mis ojos tratando de ordenar mis pensamientos— Mikeila, Mikeila Brumint. —al fin digo sintiéndome una tonta. Este me extiende su mano como todo un caballero. —Kolen, Kolen Jarist. —dice y tomo su mano con temor para devolver el saludo—, nunca te había visto por aquí. —Soy nueva, llegue anoche a este hermoso pueblo. —contesto algo más relajada, se ve que es un persona accesible y directa, como todos los que he conocido desde que llegue. —Que bien, ¿Piensas quedarte o solo vienes por el próximo carnaval? —pregunta y me sorprendo con la pregunta. —Si encuentro trabajo me quedo, si no tengo suerte, pues iré a otro pueblo a intentarlo. —contesto a su pregunta. —Estoy de suerte entonces —lo miro frunciendo mi ceño. Mi asistente personal tuvo su ultimo día el viernes, quedó embarazada y su embarazo de alto riesgo. Su esposo que también trabaja conmigo me pidió que le diera una licencia por los nueve meses de gestación. —me sorprendo es muy expresivo, para ser un jefe—. ¿Puedes empezar mañana mismo? Si asi lo deseas. —Asiento sin pensármelo mucho. ¿Cómo no voy a aceptarlo si es lo que necesito? Un trabajo, una manera de sobrevivir. —Por supuesto que sí, muchas gracias, señor Jarist. —este niega, lo miro extrañada. No puede ser que ya metí la pata. —Mis empleados me dicen Kolen —me indica guiñándome un ojo y sonrío algo tímida. Definitivamente estoy de suerte, no llevo veinticuatro horas y ya tengo trabajo. —Ahora, la dejo, voy a recoger algunos documentos. Nos vemos mañana, pase donde Hiram Flory para que firme el contrato con la empresa y explique sus deberes. —Muchas gracias. —este se aleja entrando al edificio. Voy saltando de la emoción, al fin encuentro un trabajo. Espero que no vea lo loca que estoy y si pueda empezar mañana mismo. Llego al motelillo donde separé mi habitación muy feliz, subí hasta dónde estaban mis pertenecías. Busco lo mejor que tengo para comenzar mi semana con el pie derecho. Depende de lo que me digan mañana voy y me compro algo de ropa adecuada para comenzar a trabajar en ese lujoso edificio. No quepo de la felicidad. Hace mucho no sé lo que es sentirme tan feliz, tan viva. Organice todo y mire mis huevos revueltos, no tengo hambre, de seguro están echados a perder. Mejor no como nada y me acuesto para llegar descansada.(Kolen)Despierto temprano, había trabajo que hacer. Es domingo, pero no me importa, no tengo nada mejor que hacer más que trabajar. Soy adicto a mi trabajo y mi vida no es muy interesante que digamos. Estrujo mi rosto con mis manos y estiro mis brazos recordando a la pelinegra que tengo a mi lado. —Romina, despierta. —digo acariciando su cabello. Ella es mi secretaria, ayer estuvimos trabajando hasta tarde, nos pasamos de copas y bueno, despertó en mi cama. No es la primera vez que pasa. Lo importante aquí es que ambos somos solteros y no le debemos explicaciones a nadie. —Kolen es domingo, no trabajes hoy. —La pelinegra hermosa que me acompaña en mi cama se voltea dejándome sus hermosos pechos cerca de mis labios. Yo que soy muy débil no me aguanto y los tomo en mis manos mordiéndolos como sé que le gusta. La escucho gemir de placer y la monto sobre mi cuerpo. Es una abusadora, se mueve estimulando mi deseo, mi amigo responde a su humedad y esta comienza su cabalgata sobre mí. Mi
(Minela)<<—No, por favor, Vladlem, no lo hagas, no me hagas daño. —lloro aterrada, su mirada colérica solo me provoca temor por mi vida. Esta loco, su sonrisa me dice que nada estará bien. Miro a mi alrededor, no tengo a donde ir para poder escapar de sus garras.—Entiéndelo Minela, eres mía, Fedrek no tiene ningún derecho sobre ti. — por más que trato de evitar que se me acerque este me toma por mi cabello para tirarme a la cama con todas sus fuerzas. No pongo resistencia, no puedo luchar contra él. Vladlem es un hombre grande estimo que mide algunos dos metros, piel blanca, su cabello y sus ojos tan negros como la noche. Mis miedos se adueñan de mi cuerpo al sentir como este sube a la cama aprisionándome entre el colchón y su cuerpo.—No hice nada, Vladlem, por favor, no me hagas daño, te lo pido. —cómo puedo me arrastro por la cama hasta quedar lejos de él—. Te prometo que no volveré a dirigirme a él, ni a ningún otro hombre, pero no hagas nada de lo que te puedas arrepentir. —est
KolenEn cuanto se abre el ascensor veo a la mujer que se ha robado mis pensamientos. Noto algo extraño en su cabello, pero me gusta como le queda ese nuevo estilo, aunque ya me había hecho la paja mental tomándola aquí sobre mi escritorio con mi puño enredado en su cabello mientras me hundo entre sus pliegues con fuerza.Pase la peor noche de toda mi vida, todos mis sueños se basaron en ella. Sus hermosos ojos azules me tienen hechizado. Su cuerpecito de sirena me vuelve loco. Me encanta poder tenerla para mi durante mis horas de trabajo. Luego de haberle pedido el café trato de concentrarme en el trabajo, pero este me vuelve a llevar a la pelirroja.Salgo de mis pensamientos al ver a Romina entrar a mi oficina.— ¿Qué se te ofrece Romina? —pregunto volviendo a mi escritorio. No quiero que Mikeila entre y me encuentre en una posición poco decente con mi secretaria.— ¿Por qué tan seco? —pregunta caminando hacia mí de forma provocativa y se sienta en mi regazo poniéndome sus pechos a
KolenNo me gusta verla tan decaída. No sé qué me pasa con ella, pero me nace una necesidad especial de protegerla. Es un sentimiento que me sobrepasa. Su mirada llena de tristeza desgarra mi corazón. No puedo permitir que se vaya de mi vida sin al menos intentar curar sus heridas, mostrarle que la vida es hermosa y aunque haya sufrimientos en el camino, vale la pena vivirla. —Mikeila, tengo heridas en mi alma tan grande como las tuyas. —me mira y veo confusión en su mirada—. Te prometo coser tus heridas para que podamos intentarlo. No te prometo amor de ayer para hoy, pero si una hermosa amistad, comprensión y a la larga quien quita que podamos ser felices. No te vayas del pueblo, si no quieres trabajar en la empresa puedo conseguirte un empleo en otro lugar, pero te lo pido, déjame demostrarte que puedo sanar tus heridas. —suplico sin importarme nada más que mantenerla junto a mí. No me importa nada más que poder verla todo el tiempo con una hermosa sonrisa en sus labios como el dí
Kolen— ¿Me estas escuchando? —pregunta Esteban y niego. Desde la tarde que salí del cuarto del motel donde se estaba hospedando Mikeila no he dejado de pensar en que puede ser lo que le pudo haber pasado para que se ponga si ante mi cercanía. —No, lo siento, mi mente está en otro lugar. ¿Decías? —este niega mientras ríe fuerte. Lo miro serio, no le encuentro lo gracioso cuando yo me estoy muriendo por saber qué es lo que tiene esa mujer que me desestabiliza.—Hermano, no te había visto así desde que eras novio de Francesca. Pareces un chiquillo enamorado. —Niego enojado.—Lo peor es que esa mujer no me da ni los buenos días. No entiendo que es lo que me pasa con ella, no sé si es su mirada dulce o sus labios carnosos los que me llaman y me vuelven loco. —No puedo mentirle a mi amigo, él sabe todo de mí. — ¡Ya! —creo que no eres el único que está enamorado de esa chica. Milka está feliz desde que comenzó el lunes con ella. No hace otra cosas que hablar maravillas de la muchacha. —so
Minela Despierto de una de mis tantas pesadilla, voy directo a la cocina para prepararme un té de tilo y azahar. No creo que después de ese sueño pueda volver a dormir por buen tiempo. Enciendo el tv. Aun es temprano, está el noticiero nacional nocturno reportando los acontecimientos del momento. No soy de ver ese tipo de programación, pero no encontré más nada. Solo veo los canales local, no tengo internet, ni cable. Soy más de escuchar música. Me gusta la clásica, pero los boleros ochenteros, me encanta. Subo el volumen de la tele cuando leo el titular; Encuentran cadáver de modelo desaparecida en un vagón abandonado. Mi corazón comienza a palpitar fuerte, mis miedos se hacen presentes, solo espero que no tenga nada que ver con Lourdes ni los Kersakov. Estamos reportando en directo desde el lugar de los hechos. Un cuerpo torturado y amordazado de una mujer que fue reconocida como Lourdes Dorotie Herfien. La mujer de treinta años trabajaba como modelo para la compañía … —deje de e
Minela—Lulú no hagas eso. —río al ver a mi amiga imitando a Fedrek. Esta camina como si tuviera diez lagartos tratando de comerse sus partes íntimas. Fedrek es un hombre alto y tosco, de cabellos negros y piel blanca como la leche. Sus ojo verdes y barba abundante. Tiene rasgos guapos, pero no es nuestro tipo. Su caminar es medio extraño y por eso es por lo que mi amiga lo imita. Los tres nos llevamos muy bien, pero nunca le diremos que su andar nos provoca diversión.—Es que se ve tan gracioso cuando lo hace. —dice y ambas reímos fuertes. Mi amiga siempre me saca las mejores sonrisas. Mas que amiga somos hermanas de otra madre. — ¿Qué es eso que las hace reír tanto? —ambas nos miramos cómplices y volvimos a reír al ver a Fedrek entrar caminando como tanto nos burlamos.—Por nada, Lulú que dijo algo sin importancia, ya sabes como es. —digo mientras le doy un codazo para que mi amiga deje de reír como foca desnutrida—. ¿A qué has venido?—Chicas, hoy será un día especial, muchas pers
OlsonEstoy muerto, acabo de llegar de un caso en Greenfield. No puedo dejar de pensar en la mujer que encontraron violada, sodomizada y atada. Pueden otra que en vida era una mujer hermosa. Sus facciones me lo dijeron a pesar de los golpes en su cuerpo y rostro. Es una pena, tengo entendido que tenía que ver con la mafia rusa en ese pueblo. Estuve casi doce horas viajando en auto, buscando más información de la chica de Kolen Jarist. No encuentro nada. A los pueblos que he ido he preguntado por Mikeila Brumint. No ayuda que no tenga ninguna foto de la mujer. Lo más lejos que he llegado es a ese pueblo. No me puedo quejar allí se encuentran los mejores burdeles y antros de prostitución de todo el país. Los rusos lo tienen muy bien repartido. Solo que la trata y las drogas los están hundiendo. Según un amigo agente del FBI los tienen en la mira y ahora con la muerte de esta chica tienen motivos para entrar de lleno al caso. Yo lo lamento por esta chica, solo espero que su muerte haya