Era un lunes por la mañana, el sol había salido hace dos horas atrás iluminando la lujosa y espaciosa mansión de Wagner D'Blukcle. Las percianas de la ventanas eran eléctricas, programadas para abrise puntual al amanecer. Desde la habitación se podia observar la enorme piscina en forma rectangular. Gracias a los rayos del sol está brillaba dándole un aspecto provocativo.
Wagner se levantó de la cama tomo una toalla del clóset y así mismo con la única prenda de ropa que llevaba puesta (unos boxer) encamino sus pasos hasta el exterior de la casa. Al salir de la residencia por la parte trasera, respiro profundamente llenando sus pulmones de aire fresco y limpio.
—¡Qué buen día hace! Sonríe estirando su cuerpo.
Arrojo la toalla en la silla más cercana para zambullirse en el agua… nado pocos segundos debajo de las heladas aguas, para salir a la superficie y recobrar el aliento. Nado extendió en todo lo ancho de la piscina; una, dos y tres vueltas. Hasta que sus brazos llegaron al punto de doler, dejo de brazear y dejando su cuerpo en reposo flotando hasta la orilla.
Impulso su cuerpo aferrándose del barandal metalico de las escaleras, al salir el cambio de clima le sentó bien. El agua estaba fría y el clima cálido… por toda su piel aceitunada corría gotas de agua que se perdían en la tela de sus boxer. Tomo el paño y seco gran parte de su cuerpo mojado, luego la coloco sobre sus hombros para volver dentro del interior de la casa.
Se dio una buena ducha, y tomo el primer traje negro de los tantos que tenía en su clóset un Zegna… corte italiano a la medida, cómodo y preciso para ir a trabajar. Bajo hasta la cocina preparo café seguido de servirse una taza enorme. Le gustaba mucho el café, sobre todo bien fuerte y cargado. Fue hasta la puerta principal para recoger el periódico volviendo sus pasos hasta la cocina. Donde se dispuso a leer detenidamente las noticias, miro la hora en el reloj de pared terminó por apurar el último trago del líquido marrón oscuro.
Wagner recogió las llaves de la casa y al salir de la mansión un Mercedes Benz lo esperaba afuera. Siempre utilizaba chófer para que lo llevará y trajera. Un hombre mayor con traje negro esperaba junto a la puerta del coche, quien al ver salir a su jefe de la residencia abrió la puerta del coche rapidamente.
—¡Buenos días, señor D'Blukcle!
—Buen día Jeremy.
Subió a la parte trasera del automóvil y en minutos ya estaba sobre la marcha.
—¿Hacia donde señor?
—¡La oficina!
—Si señor.
Su lugar de trabajo quedaba en la misma aerolínea privada. Allí mismo se encontraban los aviones que se usaban para los vuelos privados. Unos que eran muchos, su agencia de viaje era muy demandante en Houston. La mejor de todas, ya que brindaba una alta calidad tanto en atención como durante el viaje. Ningún cliente llegaba tarde a su destino, además de eso también ofrecía el servicio de coches que esperaban al cliente nada más al aterrizar. Por eso Aerolíneas D'Blukcle era la mejor agencia de viajes privados.
—¡Cielos! Es demasiado tarde.
Bramó Nadia Barton levantándose de su mullida cama pero al hacerlo golpea la frente con el techo de madera.
—¡Auch! Se queja la joven.
La cama de Nadia era una litera. No le gustaba dormir en la parte de arriba ya que se movía demasiado mientras dormía, usualmente siempre terminaba en el suelo… sobo la zona lastimada mientras se bajaba de la cama a toda prisa. Cómo siempre le pasaba, se quedaba dormida y justamente esa mañana cuando tenía una entrevista de trabajo muy importante.
—Nadia que tonta eres… se reprendió así misma.
Corrió hasta la puerta del baño, entrando en esta a tropezones. Nadia era desorganizada, había mucha ropa y zapatos tirados en el suelo. Pateo las prendas y le sumo las que tenía puestas. Se ducho lo más rápido que pudo, aprovechando la oportunidad para cepillarse los dientes. Salió enrrollada en una toalla morada rebuscando entre su mini clóset algo de ropa decente. La chica miro el reloj de plástico que usaba como despertador.
—¡Por todos los cielos! Solo me queda media hora, ¡Ahs! Exclamó.
Saco toda la ropa bruscamente escogiendo algo decente que ponerse. Unos pantalones negros en conjunto con una blusa rosa floreada, para completar el outfit saca unas zapatillas brillantes de un montón de ropa amontonada en el suelo. Recogió su cabello en una coleta alta, aplicó un poco de brillo en sus labios y rimer en los ojos. Eso bastaba.
Su pequeño apartamento no era muy espacioso contaba con una habitación privada, sala y cocina. Fuera de la recámara solo poseia un viejo sofá verde algo estartalado, una televisión antigua la cocina y una diminuta nevera. No era un apartamento de lujo pero vivía bien, a pesar de no tener comodidades Nadia podía costear ese pequeño hueco. No estaba para rentar en otro lugar lujoso, necesitaba ahorrar para pagar la matrícula de la universidad. Una que por razones económicas se vio obligada a congelar, el trabajo que tenía como mesera de medio turno solo le alcanzaba para pagar renta y comer.
—Es tarde. Es tarde… no hay tiempo para desayunar.
Pasó de largo por la cocina ignorando algunas manzanas verdes que se encontraban en una canasta de mimbre. Corrió por el pasillo del edificio. Al salir a la calle con prisa corrió hasta la estación de autobús que le quedaba cerca. Y tuvo suerte, ya que ella que llegaba y el transporte también. No lo pensó dos veces subiendose al aparato sobre ruedas. Impaciente y angustiada cruzó los dedos para llegar a tiempo a la entrevista. Sino estaría pérdida. Necesitaba ese empleo.
Bajo del autobús empujando sin querer a algunas personas, no era su intensión pero llevaba prisas. Cruzó una cuadra hasta que dio con el edificio en donde se suponía que era su entrevista. Rápidamente entro notificando su nombre a la recepcionista.
—Nadia Barton. Tengo una entrevista.
—¡Uh si! Respondió fijándose en su ordenador —Segundo piso, a mano derecha.
—¡Gracias!
No había tiempo para tomar el ascensor, así que subió por las escaleras. Fue en la dirección que le indico la mujer de planta baja. Toco suavemente la puerta color caoba y desde el interior le responden.
—Adelante...
Con los nervios de punta y las emociones a flor de piel Nadia Barton entro en la oficina en donde su vida podría cambiar por completo, para bien desde luego… ya que su futuro de ser una profesional estaría mucho más cerca. Si quedaba con el empleo podría pagar la matrícula de la universidad y graduarse como enfermera.
Nadia salió de aquel edificio más feliz que nunca, había obtenido el empleo de mensajera. Era extraño para una chica pero desde que descubrió que la paga era buena aplicó para pedir el trabajo. El horario era excelente, no chocaria con sus clases nocturnas bueno en cuanto cancelara el semestre y pudiera retomar la rutina. Necesitaba llamar a su novio Josh para contarle la buena noticia. El no estaba muy convencido de que trabajara como mensajera pero Nadia era una persona positiva.Cualquier empleo bien pagado le caería como anillo al dedo, después de graduarse le sería más fácil encontrar un empleo como enfermera en cualquier hospital. Estaba de buen humor, nadie podría aruinar el revoltijo de emociones que sentía en su estómago. Tomo otro autobús para dirigirse hasta su trabajo actual, uno en el que pensaba renunciar ese dí
Por la noche de ese lunes Wagner regresa a su mansión. El día había sido agotador, primero con la salida del avión cargado con las armas que fueron vendidas, y luego tuvo que lidiar con un problema de un vuelo que se retrasó. Por esa razón necesita comprar más aviones, ese tipo de inconvenientes no eran bien visto en su compañía.El Mercedes desaparece de su campo de visión mientras que él entra en su lujosa casa, como siempre ordenada de pies a cabeza todo estaba en su lugar. Todos los días la señora del servicio llegaba justo después de que el se marchara a trabajar, está se encargaba de asearla antes de que el llegase por la noche. No le agradaba ver a nadie en su residencia para cuando el llegase, le molestaba.Subió
El viernes había llegado muy rápido, Wagner se encontraba metido en su ordenador revisando algunas propuestas que recibió para hacer lo que mejor sabía hacer... negocios, siempre las recibía y todas buenas… así que tenía de donde escoger. A pesar de recibir constantemente grandes cantidades de dinero a diario, continuaba cabreado por la decisión que habían tomado Kevin y Michael. Le negaron el permiso para su proyecto y eso no era lo que esperaba de ellos.Dejo de maniobrar el ordenador recostándose en su sillón. Sonrió de oreja a oreja, pensando que justo en esos momentos esos dos ancianos se encontraban bajo su poder en un galpón abandonado. Sus hombres los mantenían vigilados, los tendría así por un día más. Debían aprender que a Wagner D'Blukcle nadie le decía que no. Con esa lección esperaba que cambiarán de opinión.Miro la hora en su reloj Rolex de oro que complementaba su atuendo. Era tarde ya, ¿Porque carajos seguía en la oficin
Harris el amigo doctor de Wgaber salió por la puerta donde habían ingresado a la chica que atropello. La expresión de su rostro le indicaba que el accidente no había sido tan grave después de todo.—Estara bien, algunos raspones y cortes. Lo único importante fue la herida en la cabeza tuve que tomarle cuatro puntos, también le mandé hacer una radiografía para cerciorarme de que todo estaba en orden.—¿Y todo salió bien?—Si. Ella estará bien, la dejaré por esta noche aquí. Mañana podrá regresar a casa.—¿Es todo? Bueno, por alguna razón aquellas palabras fueron como un puñal ardiente clavándose en el pecho de Wagner ¿Porque le fastidiada el hecho de que ella le odiara?—Fue un accidente, te pido disculpas… yo estoy corriendo con los gastos de la clínica y…—¡Ah no! Es que sería el colmo que yo tuviera que pagar por todo. Usted… usted arruino mi trabajo, mis… mis clases...¡Dios! Todo. Lo miro de forma acusatoria.—Te lo compensare.¿Pero qué carajos le pasaba? ¿Compensar? ¿A una mujer? Algo no estaba bien con el, nunca se comportaba de esa manera con una chica.<Capitulo VI Confrontación
El agua de la ducha era helada, los músculos de Wagner se tensaron en cuanto la lluvia cayó sobre su cuerpo. Con la cabeza inclinada hacia un lado le permitía que todo el poder del agua cayera sobre sus tensos hombros. El agua fría siempre relajaba su cuerpo, y más cuando no había podido dormir en la maldita noche. Su cerebro no paraba de pensar e imaginar a esa mujer desnuda en su cama ¿Qué obsesión tenía con ella joder?Era una chica como cualquier otra, no poseía nada especial que la hiciera diferente entonces, ¿Porque mierda no dejaba de pensarla? Se volvería loco como siguiera así. Después de lavar su cuerpo, salió en busca de un traje. Entro en el alargado armario donde los guardaba, ese día era sábado así que no trabajaba. La dicha de ser un jefe era que podía faltar el día que le viniera en gana. A menos que se
—Josh… ¿Acaso estás celoso del señor Wagner?—¡Para nada! Le resta importancia —A mí que más da con ese tipo. Frunce el ceño —Solo que no lo quiero cerca de ti.—¡Oh vamos! Eres muy tonto cariño… no lo volveremos a ve…—¡Buenos días! Vocifera Wagner entrando por la puerta de la habitación esa mañana.La pareja se quedó perpleja al observar a la persona que era tema de conversación en ese instante interrumpiendolos así como si nada. Nadia pestañeo repetidas veces para confirmar que de verdad estaba viendo a ese hombre allí de pie y a la vez, se preguntaba ¿Qu
Wagner achico los ojos… era la primera mujer con la que se topaba que le rechazara. Por lo general nunca tenia problemas con ninguna, de hecho todas siempre estaban dispuestas a todo cuando se trataba de estar con el. Nadia definitivamente era diferente a todas esas chicas con las que salía regularmente. Ya comprendía porque continuaba llamando su atención, el que le rechazara solo aumentaba las ganas de querer estar con ella.—Solo quiero compensar los daños que te he hecho Nadia.Ella pestañeo rápidamente otra vez, sospecho que cada vez que la llamaba por su nombre le afectaba y eso era bueno.—¿Compensar? ¿ De verdad? Arruino mi primer día de clases, la bicicleta que la empresa me asigno para trabajar