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Capitulo IV Accidente

El viernes había llegado muy rápido, Wagner se encontraba metido en su ordenador revisando algunas propuestas que recibió para hacer lo que mejor sabía hacer... negocios, siempre las recibía y todas buenas… así que tenía de donde escoger. A pesar de recibir constantemente grandes cantidades de dinero a diario, continuaba cabreado por la decisión que habían tomado Kevin y Michael. Le negaron el permiso para su proyecto y eso no era lo que esperaba de ellos. 

Dejo de maniobrar el ordenador recostándose en su sillón. Sonrió de oreja a oreja, pensando que justo en esos momentos esos dos ancianos se encontraban bajo su poder en un galpón abandonado. Sus hombres los mantenían vigilados, los tendría así por un día más. Debían aprender que a Wagner D'Blukcle nadie le decía que no. Con esa lección esperaba que cambiarán de opinión. 

Miro la hora en su reloj Rolex de oro que complementaba su atuendo. Era tarde ya, ¿Porque carajos seguía en la oficina un viernes por la noche? Saco su móvil marcando un número. Necesitaba relajarse, y que otra cosa mejor le sentaría de maravilla que pasar la noche con una bella mujer.

—Veamos quien está disponible para esta noche.

Nadia, entregaba el último paquete que llevaba en su mochila. Estaba un poco lejos de la parada de autobús que la dejaba un poco cerca de la universidad… dos días antes por fin había cancelado el semestre congelado y de una le asignaron el nuevo horario, algo que agradeció infinitamente porque sabía cómo manejarse con su nuevo empleo y la universidad. 

La agencia para la que trabajaba se llama (MuyVeloz) se encargaban de recibir llamadas de personas que necesitaban cualquier tipo de cosas… en este caso; documentos, productos del hogar y muchas veces hasta alimentos. Resulta que la compañía  enviaba a sus mensajeros en busca de las necesidades que ellos exigían, los empleados se dirigen a la dirección específica donde se encuentra el paquete para luego llevarlo a manos del cliente que contrato el servicio. Básicamente de eso se trataba el trabajo.

Para que Nadia pudiera moverse por la ciudad le asignaron una bicicleta, esa noche calurosa pedaleaba un tanto apurada. Necesitaba entregar la bicicleta en la empresa antes de poder dirigirse hasta la universidad. Miro el reloj de su muñeca, uno de plástico… más bien parecía de juguete, pero a ella eso le importaba nada. Nadia no era materialista.

Le faltaba muy poco para poder entrar a clases. Tan solo una cuadra más y ya estaría llegando a la empresa, agradecía que la estación de autobus le quedará muy cerca. Así que pedaleo mucho más rápido.

Salió de su oficina ancioso, esa noche Jeremy lo esperaba en el Mercedes pero por alguna razón no quería que lo llevarán. El mismo deseaba conducir su propio coche, un Audi S8 color negro. Muy poco lo usaba porque su chofer lo llevaba a todos lados, pero esa noche no.

—Jeremy, puedes irte. Yo me iré en mi coche. Ordena.

—¡Como usted diga señor! El anciano sube al Mercedes alejándose del lugar.

Wagner sube a su coche, por lo general siempre lo mantenía aparcado en el estacionamiento de la aerolínea por si alguna noche le provoca irse en el. Arrancó el poderoso motor haciendo chirriar los cauchos. 

Conducía como un loco por las calles de Houston, una hermosa morena muy cachonda lo esperaba y con la que pensaba pasar toda la noche. Aceleró la velocidad del coche.

Al doblar la esquina de la nada un ciclista se cruzó en su camino, el iba tan rápido que no le dio la oportunidad de frenar el coche a tiempo. Lo que pudo oír fue el impacto de un cuerpo sobre su coche y el chirrido de algo metálico meterse debajo de su automóvil. Lo único que pudo pensar en ese momento era una retahíla de juramentos hacia ese ciclista entrometido.

—¡Carajos! Exclamó.

Wagner se bajó del coche y noto que las personas comenzaban aglomerarse alrededor del accidente, continúo maldiciendo internamente. En cuando apartó a algunos entrometidos se fijó que a quien había atropellado había sido a una chica y no un muchacho. ¿Qué hacía una joven a esas horas conduciendo una bicicleta? Al acercarse a ella divisó el logo de una compañía que conocía (MuyVeloz) era una mensajera. 

—Hay que llamar a una ambulancia ¡Por dios! Grito una mujer.

D'Blukcle al ver a la chica tendida en el suelo sin moverse se preocupo de que estuviera muerta. No se vería bien una muerte en su fachada de empresario respetado. Saco su móvil llamando a emergencia.

—Esto solo me pasa a mi. Se dijo con el teléfono en la oreja.

Observó a muchas personas haciendo un círculo alrededor de la muchacha, eso lo cabreo… Después de llamar a emergencia se aproximó al bullicio.

—Apartansen… denle espacio.

—Usted la atropello. Le recrimina una señora.

—¡Por favor señora! Le responde imperturbable. 

Este coloca los dedos en el cuello de la chica, el alivio inmundo sus pulmones… estaba viva. Pero su pulso era débil, miro a la mujer tendida boca abajo le era imposible verle el rostro. Solo el enorme trasero de manzana era lo único notorio en ella. Apartó esos pensamientos poco racionales concentrándose en ella nuevamente. Había un línea de sangre saliendo de su cabeza derramandose por el pavimento. Amusgo los ojos y aplano los labios, eso no era bueno.

El sonido de las sirenas sonaron a lo lejos, al fin pensó. Estos llegaron atendiendo a la joven sin perder el tiempo, Wagner observaba todo lo que pasaba desde una distancia prudente. Aún no podía ver la cara de la joven. De pronto la policia también llegó y este chasqueó la lengua al verlos aproximarse.

—Señor D'Blukcle que raro verlo aquí en este alboroto.

—Si bueno, cosas que pasan.

—Oficial, oficial ese hombre atropello a la muchacha. Lo denuncia la mujer anciana de hace un rato.

—D'blukcle. El oficial lo mira de reojo.

—Acompañare a la mujer. Responde Wagner.

Se aleja del oficial y camina impacible hasta la ambulancia donde se encuentran los paramedicos atendiendo a la mujer. Al mirar su rostro Wagner D'Blukcle sintió algo muy extraño dentro de él… solo se quedó allí observando a esa chica inconsciente con la cara bañada en sangre. ¡Qué caraj…! Pensó.

—¿A dónde la llevaran? 

—Al hospital más cercano. Responde un paramedico.

—No, llevenla a la clínica SolverZan.

—Señor, no sabemos nada de esta señorita esa es un clínica paga no…

—Yo corro con los gastos. Los seguiré desde mi coche.

—Ok señor. Los paramedicos se miraron los uno a los otros continuando con su trabajo.

La ambulancia arrancó deprisa y el hizo lo mismo. Aún seguía desconcertado por la reacción que tuvo al ver a la joven ¿Qué le sucedió? Estando tan cerca de la clínica llamo al médico de cabecera era amigo suyo, con su ayuda atenderían a la muchacha más rápido.

—¡Wagner! El doctor se acerca a él quien se encontraba sentado en la sala de espera pellizcandose el puente de la nariz.

—Harris. Responde sin ánimos levantando la mirada.

Después de media hora de haber llegado a la clínica nadie le daba razón de la mujer que ingresaron. Le molestaba esperar y mucho más cuando se trataba de una mujer. 

—¿Cómo está la muchacha? Pregunta mortalmente serio.

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